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19.12.22

Un amigo de Lolo – “Lolo, libro a libro”- Lo que significa entender “A mal tiempo, buena cara”

Presentación

Beato Manuel Lozano Garrido, beato Lolo sonriendo

Yo soy amigo de LoloManuel Lozano Garrido, Beato de la Iglesia católica y periodista que vivió su fe desde un punto de vista gozoso como sólo pueden hacerlo los grandes. Y la vivió en el dolor que le infligían sus muchas dolencias físicas. Sentado en una silla de ruedas desde muy joven y ciego los últimos nueve años de su vida, simboliza, por la forma de enfrentarse a su enfermedad, lo que un cristiano, hijo de Dios que se sabe heredero de un gran Reino, puede llegar a demostrar con un ánimo como el que tuvo Lolo.

Sean, las palabras que puedan quedar aquí escritas, un pequeño y sentido homenaje a cristiano tan cabal y franco.

Continuamos con el traer aquí textos del Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo. Lo hacemos ahora con “Las golondrinas nunca saben la hora“ libro con el que damos comienzo un año nuevo, el 2022. Y, para más información, digamos que se trata de un diario que abarca entre el 2 junio de 1961 y el 20 de agosto de 1965 o, lo que es lo mismo, contempla la vida de Manuel Lozano Garrido durante cuatro años.

 

Lo que significa entender “A mal tiempo, buena cara”

  

“Lo que voy a decir es una cosa que sólo la entenderían los hombres con gafas de sol, pero del mundo de la ceguera para adentro no se usan las manos crispadas. Yo sé que he tenido que decirle adiós, y con nostalgia, a las novelas de Greene, Bernanos y Bruce Marshall, a los ensayos de Moeller o Guardini, pero me alejo con una evidente sensación de despedida provisional. Es como cuando al día siguiente. Los libros, los cuadros, los paisajes, uno va a un museo y sale con el propósito de volver todo ese mundo que crean las sensaciones contemplativas y sentimientos, no es sino un anticipo de gloria. Considero que esperarlos, incluso con la conciencia de una futura superación, no es hacer ejercicios sobre la cuerda floja de la esperanza. Como decía Greene, ‘el Cielo está aquí’, pero profetizado en ellos, dado a saborear reducidamente en ellos, como las muestras de las casas comerciales. A uno se le van estas cosas y no grita, porque, sin saber de dónde ni de quién, se encuentra con una sensación de seguridad. Lo que se nos aparta de los ojos es como el ‘mete tu dedo en mi mano de Santo Tomás, que uno las toca y ya le queda para siempre el tacto y el recuerdo de aquella mano cuajada de hermosura.” (Las golondrinas nunca saben la hora, pp. 144-145)


Es verdad que el texto que hemos traído aquí hoy es, digamos, un poco más extenso de lo que solemos traer. Sin embargo, enseguida vamos a ver que vale mucho la pena. 

Podemos imaginar lo que Lolo dejó de poder hacer cuando perdió la vista. Y es que no nos referimos a una persona a la que la lectura en sus diversas formas o, mejor, de diversos medios, le fuera algo, digamos, de poca importancia. No. Para Manuel Lozano Garrido, poder leer era algo más que fundamental, más que nada y además de porque le gustara, porque era su trabajo que amaba, seguro, de forma total y absoluta. 

Lolo nos pone unos ejemplos de aquello que ha dejado de poder leer directamente (pues había quien, claro, le leía lo que tuviera que ser leído…) Sin embargo, muchas más cosas de las que aquí nombra tuvo que dejar de leer y eso seguro que le pesaba. 

Pero Lolo era Lolo… 

Nos dice que, ante esto, tenía una sensación de “seguridad”. 

¿? 

El caso es que Lolo, hombre de fe profunda, arraigada en su corazón y que creía que la misma no es que haya que creerla sino que hay que llevarla a cabo, sabía muy bien que todo esto, al fin y al cabo, del mundo, es un pasar y que lo que verdaderamente importa es la otra vida, la eterna. Y eso, se quiera o no, a quien de verdad lo crea, le da una seguridad, esa de la que él habla, que es buena para siempre y para todo. 

Tan seguro esta Lolo de esto que puede afirmar eso de que pensar así no es “hacer ejercicios sobre la cuerda floja de la esperanza”. Y eso porque sabe en Quién confía y en Quién debe confiar que no es otro que Dios mismo. Y mucho menos, claro, iba a caer él en la desesperanza que es algo más que grave para un hijo de Dios que sabe que lo es… 

No podemos negar, por tanto, que Manuel Lozano Garrido no pusiese a mal tiempo buena cara. Es más, pareciera que en su caso no hiciera, siquiera, mal tiempo… 

Y, por cierto, no creas Lolo que lo que lo que nos dices sólo lo entienden las personas que llevan gafas de sol (refiriéndose a los ciegos) También entendemos las que no llevamos que gracias a ti es más fácil prepararse para según qué cosas. 

Y gracias, también, por esto. 

Eleuterio Fernández Guzmán

Llama Manuel Lozano GarridoLolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Saber sufrir, espiritualmente hablando, es un verdadero tesoro.

Para leer Fe y Obras.

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.

17.12.22

La Palabra para el domingo - 18 de diciembre de 2022

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Como es obvio, hoy no es domingo 18 sino sábado, 17 de noviembre de 2022. Esto lo decimos porque hemos publicado hoy el comentario del Evangelio que siempre hemos traído aquí en día, precisamente, domingo. Sin embargo, un amable lector, sacerdote, me hizo la sugerencia de poner el comentario del Evangelio del primer día de la semana el sábado porque, como es verdad y lamento no haberme dado cuenta, el texto del Evangelio de la Santa Misa del sábado por la tarde es el del día siguiente, domingo.


También lamento no haberme dado cuenta de que publicando este comentario a determinada hora de España aún es viernes en la América hispana. Por eso, y por cumplir con el horario y que las cosas sean razonables, es publicado este comentario ahora, a esta hora en España cuando ya es sábado en América. Y a lo mejor es posible que haya quien piense que decir esto no hace falta pero con franqueza digo que creo es necesario y más que necesario.



Mt 1, 18-24


 
“18 La generación de Jesucristo fue de esta manera: Su madre, María, estaba desposada con José y, antes de empezar a estar juntos ellos, se encontró encinta por obra del Espíritu Santo. 19 Su marido José, como era justo y no quería ponerla en evidencia, resolvió repudiarla en secreto. 20 Así lo tenía planeado, cuando el Ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: ‘José, hijo de David, no temas tomar contigo a María tu mujer porque lo engendrado en ella es del Espíritu Santo. 21 Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados.’ 22 Todo esto sucedió para que se cumpliese el oráculo del Señor por medio del profeta: 23 = Ved que la virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrán por nombre Emmanuel, = que traducido significa: ‘Dios con nosotros.’ 24 Despertado José del sueño, hizo como el Ángel del Señor le había mandado, y tomó consigo a su mujer.”


COMENTARIO

La santa voluntad de Dios

Todo lo que estaba escrito debía cumplirse.

Los profetas, inspirados por Dios, anunciaron lo que ahora estaba pasando. Y, entre ellos, el profeta Isaías. Fue a quien el Todopoderoso inspiró la verdad, aquello que, con el paso del tiempo, iba a suceder. 

Seguramente por eso, cuando Jesús, muchos años después, habla a los discípulos de Emaús les habla acerca de lo que los profetas habían escrito sobre la venida del Mesías. Y es que todo, como decimos, debía cumplirse. 

Aunque el episodio de la Encarnación está mejor narrado en Lucas, Mateo hace hincapié en algo muy importante. Jesús debía de tener un padre-hombre para que fuese reconocido como tal y evitar, así, los posibles problemas que podía tener María al decir que estaba embarazada. Es seguro que había sido lapidada. 

Se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo: “José, hijo de  David, no tengas reparo en llevarte a María, tu mujer, porque la criatura  que hay en ella

José, al que no puede reprochársele su pensamiento, tuvo alguna duda, al principio, de qué es lo que estaba pasando. Pero Dios, viendo que el fiat de María podía venirse abajo por eso, envió a su Ángel a que le comunicara que todo estaba en orden, según lo establecido por Dios. 

Conocedor como era el Ángel de lo que iba a pasar le dice a José lo que ha de suceder, el nombre del niño que va a nacer, Jesús, apostillando, para demostrar lo que le decía, con las palabras del profeta Isaías (Isaías 7, 14) lo que acabó de convencer a José: Virgen, María, profeta, Emmanuel-Dios con nosotros-… Todo sonaba a cierto, a Verdad. 

José hombre piadoso donde los hubiera, accede a lo dicho por el Ángel y, como dice el texto, “tomó consigo a su mujer” pues, según el derecho judío, al haberse llevado a cabo los desposorios, ha podía llamarse “marido” y María “su mujer”. 

Este texto de hoy, conocido y reconocido, nos ha de traer, por fuerza y razón, a la mente, a aquella mujer que, ajena a la escena entre el Ángel y José, suspiraba con su situación y tenemos, por eso, que demandar ayuda de su corazón y auxilio de su amor. 
  

PRECES

Por todos aquellos que dudan del poder de Dios.

 
Roguemos al Señor.
 
Por todos aquellos que no confían en la voluntad de Dios.
 
Roguemos al Señor.

  
ORACIÓN
 

Padre Dios; ayúdanos a confiar siempre en tu santa voluntad.

 
Gracias, Señor, por poder transmitir esto.
  

El texto bíblico ha sido tomado de la Biblia de Jerusalén.



Eleuterio Fernández Guzmán

 

Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

 
Panecillo de hoy:

 
Todo debía cumplirse… y se cumplió. 

 

Para leer Fe y Obras.

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.

 


12.12.22

Un amigo de Lolo - Lolo, libro a libro - Todo eso que nos sobra

Presentación

Beato Manuel Lozano Garrido, beato Lolo sonriendo

Yo soy amigo de LoloManuel Lozano Garrido, Beato de la Iglesia católica y periodista que vivió su fe desde un punto de vista gozoso como sólo pueden hacerlo los grandes. Y la vivió en el dolor que le infligían sus muchas dolencias físicas. Sentado en una silla de ruedas desde muy joven y ciego los últimos nueve años de su vida, simboliza, por la forma de enfrentarse a su enfermedad, lo que un cristiano, hijo de Dios que se sabe heredero de un gran Reino, puede llegar a demostrar con un ánimo como el que tuvo Lolo.

Sean, las palabras que puedan quedar aquí escritas, un pequeño y sentido homenaje a cristiano tan cabal y franco.

Continuamos con el traer aquí textos del Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo. Lo hacemos ahora con “Las golondrinas nunca saben la hora“ libro con el que damos comienzo un año nuevo, el 2022. Y, para más información, digamos que se trata de un diario que abarca entre el 2 junio de 1961 y el 20 de agosto de 1965 o, lo que es lo mismo, contempla la vida de Manuel Lozano Garrido durante cuatro años.

 

Todo eso que nos sobra

 

“Se me ocurre que también hay que trabajar así la grandeza de una vida, a golpes de martillo, desmochando inutilidades, descortezando el carácter y las virtudes del corazón para dejarlo puro y holgado, sin adherencias que asfixien.” (Las golondrinas nunca saben la hora, p. 133)

  

Antes de esto Lolo habla de un escultor amigo suyo. Y por eso hace, digamos, el símil entre la labor de este y lo que viene a ser la vida ordinaria del hijo de Dios. Y no podemos negar que lo que nos dice debería ser tenido muy en cuenta por cada uno de nosotros.

 

De verdad que se podría pensar que se trata de un símil algo fuera de la realidad porque ¿qué tiene que ver el martilleo del escultor con la vida de una persona? Pues, francamente, más que mucho.

 

Sabemos muy bien la parábola de la viña en la que se nos habla de que se poda, en la misma, aquello que sobra para que crezca más sana y no acabe perdiéndose toda ella. Y algo así, creemos nosotros, nos está diciendo Lolo. Y cuando leemos o nos la dicen acabamos pensando siempre que lo que debemos podar, hablando así de la viña y de nosotros, son todos los pecados en los que caemos para que nuestra alma esté lo más limpia posible. Y algo así nos dice aquí Lolo.

 

En efecto, no podemos negar que nosotros, nosotros mismos (no pensemos en el prójimo pues, para eso, ya está Dios mismo y, además, ya tenemos bastante con nosotros mismos…) tenemos muchas “inutilidades” que deberíamos eliminar en nuestra vida: aquello que nos sobra pero que nos hace, ciertamente, esclavos de alguna manía, de algún vicio… y que, al fin y al cabo, desmochándolas seguramente viviríamos mejor y mucho más libres.

 

Pero tampoco son pocas las ocasiones en las que nuestro carácter (eso que parece que no podemos cambiar…) nos juega malas pasadas y nos hace caer en situaciones que, de haberlo pensado antes, nunca habríamos caído en ellas…

 

Es verdad que tantas y tantas veces es necesario descortezar eso que nos sobra de nuestro carácter para que salga, debajo, la capa de normalidad que nos haría, ciertamente, mejores personas no sólo a ojos del prójimo sino de Dios que es Quien nos ha de juzgar cuando tenga que llegar tal momento.

 

¿Y las virtudes? ¿Las ejercemos siempre como las mismas son o somos rácanos al hacer uso de ellas?

 

Es cierto y verdad que muchas y tantas veces no hacemos lo que, de seguir el espíritu de una virtud (y de varias cuando eso toca y corresponde) deberíamos hacer y, así, o bien no tenemos fe del todo o poca esperanza guía nuestra vida o, en fin, el prójimo… Y eso sin hablar de otras virtudes y centrándonos en las que llamamos esenciales en la vida de un hijo de Dios.

 

Pues Lolo también nos dice que debemos descortezar en nuestro corazón aquello que suponga una mala práctica de las virtudes pues es seguro que eso vendrá en beneficio de nuestra alma y de nuestro corazón.

 

¿Y toda esta labor para qué?

 

Lolo lo dice con toda claridad: todo lo dicho antes juega en contra de nuestro corazón porque lo acaban asfixiando y, claro, poco apto para una vida cristiana, aquí católica, de la que se pueda predicar que lo es.

 

Es decir que no se nos da todo lo que, espiritualmente, tenemos sin más ni más sino que, por nuestra parte, ha de haber lucha cierta y verdadera para que unos bienes tan grandes como nos de Dios sirvan para algo en nuestra vida y, sobre todo, nos ayuden a acercarnos lo más posible al Reino de Dios o, vamos, al Cielo.

 

Eleuterio Fernández Guzmán

Llama Manuel Lozano GarridoLolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Saber sufrir, espiritualmente hablando, es un verdadero tesoro.

Para leer Fe y Obras.

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.

10.12.22

La Palabra para el Domingo - 11 de diciembre de 2022

Resultado de imagen de SAnta Biblia

  

Como es obvio, hoy no es domingo 11 sino sábado, 10 de noviembre de 2022. Esto lo decimos porque hemos publicado hoy el comentario del Evangelio que siempre hemos traído aquí en día, precisamente, domingo. Sin embargo, un amable lector, sacerdote, me hizo la sugerencia de poner el comentario del Evangelio del primer día de la semana el sábado porque, como es verdad y lamento no haberme dado cuenta, el texto del Evangelio de la Santa Misa del sábado por la tarde es el del día siguiente, domingo.

También lamento no haberme dado cuenta de que publicando este comentario a determinada hora de España aún es viernes en la América hispana. Por eso, y por cumplir con el horario y que las cosas sean razonables, es publicado este comentario ahora, a esta hora en España cuando ya es sábado en América. Y a lo mejor es posible que haya quien piense que decir esto no hace falta pero con franqueza digo que creo es necesario y más que necesario.
 

Mt 11, 2-11

“2 Juan, que en la cárcel había oído hablar de las obras de Cristo, envió a sus discípulos a decirle: 3  ‘¿Eres tú el que ha de venir, o debemos esperar a otro?’ 4 Jesús les respondió: ‘Id y contad a Juan lo que oís y veis: 5 los ciegos ven y los cojos andan, los leprosos quedan limpios y los sordos oyen, los muertos resucitan y se anuncia a los pobres la Buena Nueva; 6 ¡y dichoso aquel que no halle escándalo en mí!’ 7 Cuando éstos se marchaban, se puso Jesús a hablar de Juan a la gente: ‘¿Qué salisteis a ver en el desierto? ¿Una caña agitada por el viento? 8 ¿Qué salisteis a ver, si no? ¿Un hombre elegantemente vestido? ¡No! Los que visten con elegancia están en los palacios de los reyes. 9 Entonces ¿a qué salisteis? ¿A ver un profeta? Sí, os digo, y más que un profeta. 10 Este es de quien está escrito: = He aquí que yo envío mi mensajero delante de ti, que preparará por delante tu camino. = 11 ‘En verdad os digo que no ha surgido entre los nacidos de mujer uno mayor que Juan el Bautista; sin embargo, el más pequeño en el Reino de los Cielos es mayor que él.’”
                             

              
COMENTARIO 


Entre Juan y Jesús

 

La vida de aquel hombre designado por Dios para introducir en el mundo a su Hijo había sido muy ajetreada. Si desde el seno de su madre, Isabel, recibió la buena noticia de que el Salvador del mundo iba en el vientre de la prima de su Madre, llamada María, no iba a dejar de cumplir la misión para la que, muy especialmente en el seno de una mujer a la que llamaba estéril, iba a nacer.

Pues bien, aquella misión la cumplió tan bien Juan el Bautista que, por eso mismo, fue encarcelado pues no pudo el Mal hacer otra cosa que utilizar a ciertas mujeres y a cierto hombre poderoso para que la cabeza de aquel buen hombre de Dios rodara por el suelo y fuese servida, ante indignos comensales, en una bandeja.

Pero aquí, en este texto del evangelista Mateo, Juan aún no ha subido a la Casa del Padre. Sus discípulos, aún en la cárcel estando su maestro, se ven enviados por el mismo a preguntar a Jesús si es que era Él quien debía venir para salvar al mundo.

Es más que probable que Juan supiera, lo sabía de hecho antes del bautismo de Jesús, que su primo era, en efecto, el Mesías. Sin embargo, necesitaba la confirmación del hijo de María y de José para que todo el mundo supiera, ya para siempre que había llegado el Esperado, el Ungido de Dios. 

Y Jesús no puede apartar nada más, y nada menos, que lo que ha hecho. Las Sagradas Escrituras hasta entonces conocidas por el pueblo elegido por Dios, decían que el paso por el mundo del Mesías se vería acompañado de una serie de hechos que, por extraordinarios determinarían que el mismo era, en efecto, el Enviado de Dios. Y no por casualidad todo aquello se estaba cumpliendo a la perfección: Jesús cura a ciegos, cura a sordos, resucita a muertos y, como consecuencia de todo eso, anuncia que el Reino de Dios ha llegado.

Todo, pues, se estaba cumpliendo.

Catholic.net - Juan el Bautista. Un testigo de la luz

Pero Jesús sabe que ha de decir algo importante sobre Juan.

Al igual que le pasaba a Él mismo, que muchos esperaban un Mesías vengador contra el pueblo opresor romano, lo bien cierto es que muchos también esperaban que quien debía anunciar al Mesías debía ser un hombre más bien rico, muy bien vestido… Y, sin embargo, como a Él mismo le pasa, Juan también es pobre y viste pobremente aunque Él cumple la voluntad de Dios, igual que hace Jesús.

Como todo lo que estaba sucediendo ya había sido escrito por los profetas de Dios en los textos sagrados hasta entonces conocidos, lo que estaba pasando con Juan también se había escrito. Dice Jesús, por eso mismo, que aquel hombre era quien enviaba Dios para que preparar el camino y, como diría Él mismo, anunciase que los caminos del Señor debían ser enderezados (señal de que se habían torcido bastante). Era, de aquí su importancia intrínseca, el más importante de los nacidos sin contarlo a Él mismo, claro.

 

Y algo muy importante dice Jesús al final de este textoJuan el Bautista es un hombre muy importante pero incluso así quien ha alcanzado el Reino de los Cielos, el definitivo Reino de Dios y allí es el más pequeño es más grande que quien bautizó a Cristo.

¡Gran misterio es éste!, y, sin embargo, nos muestra la importancia que tiene no olvidar cuál es nuestro destino eterno y cómo debemos enfocar nuestra vida: enderezando nuestro camino…

PRECES

Por todos aquellos que no tienen en cuenta las recomendaciones de Juan el Bautista en su predicación.

Roguemos al Señor.

Por todos aquellos que no se dan cuenta de que la importancia espiritual es mucho más importancia que la material.

Roguemos al Señor.

ORACIÓN

Padre Dios; ayúdanos a encontrarte en lo bueno y mejor del mundo. 

Gracias, Señor, por poder transmitir esto.

 

El texto bíblico ha sido tomado de la Biblia de Jerusalén.
 

Eleuterio Fernández Guzmán

  

Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.


Panecillo de hoy:

 

¡Qué Juan más grande! ¡Qué grande que fue Juan!  

4.12.22

Un amigo de Lolo - Una sonrisa que lleva al Cielo

Beato Manuel Lozano Garrido, beato Lolo

 

En algunas ocasiones, como ésta, una imagen nos hace cambiar la idea de qué es lo que teníamos pensado hacer porque hay veces en las que han de primar ciertas realidades como es ahora una sonrisa.

Es verdad que quien ha conocido al Beato Lolo, aquel que nació en Linares (Jaén, España) y allí mismo entregó su alma a Dios, dice, siempre lo dice, que era una persona muy alegre a pesar, como se dice, de los pesares que en su caso eran muchos y más que muchos.

Lolo, a este respecto, era una persona que llevaba su creencia cristiana, aquí católica, hasta el extremo de no querer, por ejemplo, que sus muchos dolores afectaran al prójimo. A eso lo llamaba Manuel tener “un dolor con escafandra” en el sentido mismo de que padeciese él solo su padecimiento…

Decimos arriba que Lolo era un ser humano muy alegre y eso debía ser, seguramente, por todo lo que conocía de su corazón y de su fe. Y eso lo muestra muy bien en la imagen que acompaña este artículo.

Lolo está con una persona (desconocemos quién, pero sería, sin duda, un amigo suyo*) y a tal persona le dedica una sonrisa que manifiesta más que bien cómo debía sentirse por dentro este buen hombre.

Se podrá decir de nosotros que eso lo decimos por la especial admiración y devoción que sentimos por Lolo. Y, francamente, seguro que es verdad pero es que no podemos dejar de decir (sería como esconder la luz debajo de algún de celemín) que cuando alguien sonríe así, de forma, no forzada (porque en otras imágenes lo vemos en la misma actitud) es que su corazón debe rebosar del Espíritu Santo.

Sí, Lolo ha sido una de las personas a las cuales la Tercera Persona de la Santísima Trinidad le ha inspirado y le ha inspirado más que bien. Y por eso, por ese “soplo de vida eterna” en el corazón se entiende que sea capaz de sonreír como pensando algo así como “¿Es posible estar mejor en el mundo sabiendo que Dios me ha puesto aquí?”

Decimos, por tanto, que la sonrisa de Lolo (que está a punto de devenir carcajada de felicidad) nos lleva al Cielo porque allí le llevó a sí mismo.

En cierto modo, más que cierto, cuando Lolo sonríe de tal manera nos invita a los demás, a sus amigos, a tener una actitud como la suya: por muy mal que puedas llegar a estar es posible considerar la vida como algo maravilloso que Dios te ha regalado y que debes aprovechar. Repetimos: por muy mal…

De todas formas, es posible que se nos diga que hay ocasiones en las que resistir y saber salir de ciertas tinieblas es… vamos, más que difícil. Y en tales ocasiones podemos acordarnos de la sonrisa de Lolo, de ésta, por ejemplo y darnos cuenta de que Dios a nadie le impide ser como fue nuestro común amigo.

Lolo, sonriendo así, provee a nuestro corazón de fuerza para rato y de esperanza para siempre.

Nosotros, por otra parte, esperamos que el Beato Lolo nos sonría desde el Cielo. Es más, este artículo es prueba de que sí, de que nos sonríe.

 

 

*Rogamos que si alguien lo sabe lo ponga aquí vía comentario.

 

Eleuterio Fernández Guzmán

 

 

Panecillos de meditación

  

Llama el Beato Manuel Lozano GarridoLolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

  

Panecillo de hoy:

  

Saber sufrir, espiritualmente hablando, es un verdadero tesoro.

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Para leer Fe y Obras.

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.