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2.01.21

La Palabra para el Domingo – Sábado, 2 de enero de 2020

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Como es obvio, hoy no es domingo 3 sino sábado, 2 de enero de 2021. Esto lo decimos porque hemos publicado hoy el comentario del Evangelio que siempre hemos traído aquí en día, precisamente, domingo. Sin embargo, un amable lector, sacerdote, me hizo la sugerencia de poner el comentario del Evangelio del primer día de la semana, el sábado porque, como es verdad y lamento no haberme dado cuenta, el texto del Evangelio de la Santa Misa del sábado por la tarde es el del domingo siguiente.  

 

 

Jn 1, 1-18

 

1 En el principio existía la Palabra y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios. 2 Ella estaba en el principio con Dios.  3 Todo se hizo por ella y sin ella no se hizo nada de cuanto existe. 4 En ella estaba la vida y la vida era la luz de los hombres, 5 y la luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la vencieron. 6 Hubo un hombre, enviado por Dios: se llamaba Juan. 7 Este vino para un testimonio, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por él. 8 No era él la luz, sino quien debía dar testimonio de la luz. 9 La Palabra era la luz verdadera que ilumina a todo hombre que viene a este mundo. 10 En el mundo estaba, y el mundo fue hecho por ella, y el mundo no  la conoció. 11 Vino a su casa, y los suyos no la recibieron. 12 Pero a todos los que la recibieron les dio poder de hacerse hijos de Dios, a los que creen en su nombre; 13 la cual no nació de sangre, ni de deseo de hombre, sino que nació de Dios.

14 Y la Palabra se hizo carne, y puso su Morada entre nosotros, y hemos contemplado su gloria, gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de verdad. 15 Juan da testimonio de él y clama: ‘Este era del que yo dije: El que viene detrás de mí se ha puesto delante de mí, porque existía antes que yo.’ 16 Pues de su plenitud hemos recibido todos, y gracia por gracia. 17 Porque la Ley fue dada por medio de Moisés; la gracia y la verdad nos han llegado por Jesucristo. 18 A Dios nadie le ha visto jamás: el Hijo único, que está en el seno del Padre, él lo ha contado.

 

COMENTARIO

 

En el Principio

 

Este texto del evangelio de San Juan es crucial o, mejor, cardinal. Lo es porque nos llega al corazón donde siembra la Verdad. En ella podemos vernos y podemos crecer. A cambio nos pide que la recibamos y no hagamos como aquellos que, viniendo al mundo la Luz, la Palabra, miraron para otro lado e hicieron como sus padres hicieron con otros profetas: despreciaron el mensaje que Dios les llevaba y, de paso, acabaron con sus vidas.

San Juan, en este maravilloso texto, nos habla de la historia de la salvación en estado puro.

La Palabra, el Hijo, estaba frente a Dios en actitud de diálogo. Mientras, en aquel Principio, el Espíritu Santo sobrevolaba las aguas. Y es que el evangelista más  joven de los que fueron toma el relato del Génesis para completar aquello entonces escrito por el amanuense inspirado por la Tercera Persona de la Santísima Trinidad. Y lo hace de forma esplendorosa y, para nosotros, bien gozosa.

La Palabra, que era, que es, Luz, vino al mundo. Fue enviada por Dios para que iluminara la vida de aquellos que el Creador había puesto sobre la faz de la Tierra. Y lo hizo porque sabía que se estaban precipitando hacia el abismo sin darse cuenta y, lo que es peor, aprobando un comportamiento tan alejado de la voluntad del Todopoderoso (¡Alabado sea por siempre!) 

El evangelista nos habla de otro Juan al que bien que conocemos. El Precursor, enviado por Dios para que diera noticia de Quien tenía que venir al mundo.  Y, siendo cierto que muchos no lo recibieron otros sí aceptaron el mensaje que traía al mundo. E introdujo a Jesús bautizándolo.

Pero este texto es muy importante, además de por lo ya dicho, por algo en concreto. Nos dice que los que creen en el Enviado de Dios se convierten en hijos de Dios.

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31.12.20

Campanadas de Lolo

Campanadas (1)

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Casi ha terminado un año más de nuestras vidas de hijos de Dios. También nos debe acompañar nuestro Beato Lolo que en su libro “Las golondrinas nunca saben la hora” hace un ejercicio de esperanza en el inmediato futuro. En el momento o, mejor, para el momento, en el que, por tradición y gozo, se celebra la entrada del nuevo año (que va acompañada por el sonar de doce campanadas) escribe, para tal instante (que dura poco en el tiempo pero puede ser muy extenso en la realidad espiritual de lo por venir) un, a modo, de texto esperanzado que muy bien puede ser tomado como una serie de oraciones a razón de una por cada campanada.

“Primera campanada

Antes que nada te pido, Señor, que me ayudes a vivir siempre a mediodía. Si los sucesos se bañan de gris, yo a mediodía; si amanece y en el entrecejo se clava una preocupación, también a mediodía; el sol irradiando desde dentro, Tú hecho horno, purificando todas las dudas, iluminando con la luz de la fe mis pobres tinieblas la hombre.

Segunda campanada

En el preámbulo de 365 días, quiero colocar un ancho sentimiento de aceptación; mi mente y mi corazón como una página en blanco, con la firma muy bien estampada al pie de la cuartilla, para que Tú escribas renglones muy derechos con todos los detalles de tu voluntad. Los labios se morderán para que no entre  una gota de acíbar, pero Tú ya sabes que es que ‘sí’, que lo que quieres es siempre dulce, misericordioso y conveniente.

Tercera campanada

Un préstamo: déjame tu corazón por uno, tres, cinco años que pueda vivir todavía. Tu corazón, no para el egoísmo de realizarlo todo fácil, sin esfuerzo, sino para hacer bueno ese deber que es amarte a tu medida; que me da pena ver lo gigante que eres en eso del amor y el corazón de ratoncito que hemos de tener nosotros a la hora de corresponder.

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29.12.20

Un amigo de Lolo - “Lolo, libro a libro”- De la mano de Dios

Presentación

Beato Manuel Lozano Garrido, beato Lolo sonriendo

Yo soy amigo de Lolo. Manuel Lozano Garrido, Beato de la Iglesia católica y periodista que vivió su fe desde un punto de vista gozoso como sólo pueden hacerlo los grandes. Y la vivió en el dolor que le infligían sus muchas dolencias físicas. Sentado en una silla de ruedas desde muy joven y ciego los últimos nueve años de su vida, simboliza, por la forma de enfrentarse a su enfermedad, lo que un cristiano, hijo de Dios que se sabe heredero de un gran Reino, puede llegar a demostrar con un ánimo como el que tuvo Lolo.

Sean, las palabras que puedan quedar aquí escritas, un pequeño y sentido homenaje a cristiano tan cabal y tan franco.

Continuamos con el traer aquí textos del Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo. Lo hacemos ahora con “Mesa redonda con Dios”.

 

De la mano de Dios

 

“Todo te lo vengo a decir en eso: que nos defiendas y nos cuides como Padre; que nos lleves por el atajo de los sudores y la paciencia allí donde Tú ríes y no hacen falta ‘taleguillas’ ni ‘endobles’” (Mesa redonda con Dios, p. 59)

 

No podemos negar que el Beato Manuel Lozano Garrido confía en Dios y tiene fe perfecta y completa en Aquel que le ha creado y mantiene. Y es de otra forma, es difícil entender que diga lo dice y que se note que se lo cree, que no finge o hace como que sí pero sea no. No. Lolo dice con corazón abierto y, debemos decirlo, a nosotros nos viene la mar de bien que así sea.

Como no puede ser de otra forma, todo aquel que sabe que su padre lo ama, le pide y ansía su atención como hijo que se sabe reforzado y apoyado por él. Y eso es lo que hace el Beato de Linares (Jaén, España) cuando tiene necesidad de dirigirse a Dios como aquí lo hace.

De todas formas, no podemos decir que le esté pidiendo grandes cosas, así, digamos, de orden material. No. A Manuel le interesan otras cosas que tienen más de sobrenatural que de natural o, mejor, que tienen más que ver con las que son del alma porque, al fin y al cabo, del corazón salen las obras y si el mismo está regado con el Amor de Quien lo ha hecho… bueno, que mejor que mejor.

Podemos ver que nuestro hermano en la fe no le pide algo así como un descanso perpetuo o, ni siquiera, temporal. No hace como aquellos a los que San Pablo tuvo que reprender porque, creyendo que Cristo iba a volver pronto, vivían sin dar un palo al agua o, vamos, sin trabajar. Y es que aquellos eran unos verdaderos pillos y, claro, en la viña del Señor tenían poca cabida. No. Lo que hace Lolo, lo que pide, es otra cosa que es, justamente, la contraria.

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28.12.20

Santos e inocentes y bromas menos

Santos Inocentes Martires

Seguramente habrá a quien todo esto parezca un tema menor y a quien echar unas risas, a costa de lo que sea, le vendrá hasta bien en la vida tan achuchada que lleva la humanidad en este año que pronto termina. Sin embargo, al que esto escribe, le repatea y molesta que se hagan gracias a costa de un tema así.

¿Quién no se ha reído cuando le han gastado una broma o ha visto cómo se la han gastado a otro? Es más, incluso hay un programa de televisión que hacen mofa y escarnio de la cosa aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, el Manzanares por Madrid, el Sena por París o póngase el río que se quiera poner allí por dónde pase.

Que sí, que sí, que hacer un chascarrillo no siempre es mala cosa. Sin embargo, hay en el año más de trescientos sesenta días para hacer eso y tiene que ser el 28 de diciembre cuando esté establecido que el asesinato sea recordado como cosa graciosa porque, es que, además, no le cambian el nombre al susodicho día y las bromas se gastan a “inocentes”…

El caso es que esto sólo podíamos pensar que se hace por ignorancia (ya saben, tener un desconocimiento total de lo que se recuerda tal día) Pero es que, en verdad, nos resulta muy difícil que a esta altura del siglo en el que estamos (el XXI) haya quien ignore lo que pasó un día como aquel en el que un sátrapa y un malnacido decidió terminar, por su poder, miedo y egoísmo, con la vida de los niños que tuvieran algo así como dos años o menos.

Los santos inocentes | Reliquiosamente

Se suele decir que es el “Día de los inocentes” pero, al parecer, no se quiere comprender que los tales “inocentes” no eran tontos, bobos o personas a las que se podía tomar el pelo sino “inocentes” en el más puro de la expresión: los que no tienen, tenían, culpa de nada y, a pesar de eso, acabaron muriendo a manos de los esbirros del poder establecido en aquella tierra sagrada.

Nosotros preferimos recordar a los niños que murieron por “causa” del Hijo de Dios porque, sólo por eso, ya tenían ganado el Cielo de forma inmediata (y eso que aún no se había abierto para toda alma limpia) pues es lo que diría, algunos años después, cuando proclamó las Bienaventuranzas. ¿Y puede haber alguien que pueda morir más directamente por causa del Mesías cuando se pasa al otro mundo “en lugar” de Quien buscaba Herodes? Y es que creemos que aquellos niños fueron, en sentido estricto, Otros Cristos, el mismo Cristo, como suele decirse de lo que debemos ser cada uno de sus discípulos.

No lo podemos negar. Lo mismo que no nos gusta, para nada, celebraciones paganas como las que celebran el 1 de noviembre (y ya saben ustedes a qué nos referimos que es lo que aquí ni siquiera se va a nombrar) haciendo lo propio con el, digamos, cumpleaños de Satanás, tampoco nos gusta lo más mínimo que haya risas y no oraciones, algarabías y no llantos por aquellos niños, santos, que vieron a Dios antes de tiempo, por así decirlo.

Por tanto, nos gustaría mostrar, y mostramos, nuestro desagrado más absoluto con aquellas bromas, chanzas, risotadas o lo que se le pueda asemejar cuando se hace a costa de aquellos Santos Inocentes que dieron su sangre como verdaderos mártires, pues lo fueron.

Santos Inocentes, rogad por nosotros y perdonad tales afrentas.

Eleuterio Fernández Guzmán 

  

Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

 

Panecillo de hoy:

 

Debería dar vergüenza hacer según qué cosas.

 

Para leer Fe y Obras.

 

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.