InfoCatólica / Eleuterio Fernández Guzmán / Categoría: Entre la luz y la tiniebla

12.04.11

Entre la luz y la tiniebla - Creer

El espacio espiritual que existe entre lo que se ve y lo que no se ve, entre la luz que ilumina nuestro paso y aquello que es oscuro y no nos deja ver el fin del camino, existe un espacio que ora nos conduce a la luz ora a la tiniebla. Según, entonces, manifestemos nuestra querencia a la fe o al mundo, tal espacio se ensanchará hacia uno u otro lado de nuestro ordinario devenir. Por eso en tal espacio, entre la luz y la tiniebla, podemos ser de Dios o del mundo.

Creer

Jesús y Tomás

Ocho días después, estaban otra vez sus discípulos dentro y Tomás con ellos. Se presentó Jesús en medio estando las puertas cerradas, y dijo: ‘La paz con vosotros.’ Luego dice a Tomás: ‘Acerca aquí tu dedo y mira mis manos; trae tu mano y métela en mi costado, y no seas incrédulo sino creyente.’

Tomás le contestó: ‘Señor mío y Dios mío.’

Dícele Jesús: ‘Porque me has visto has creído. Dichosos los que o han visto y han creído.

Este diálogo que recoge San Juan en su evangelio (Jn 20, 26-29) es algo más que una conversación entre un incrédulo y el Hijo de Dios. A los pocos días de haber resucitado se presenta, otra vez, ante los discípulos. Ahora estaba con ellos Tomás que había manifestado ciertas dudas acerca de que el Maestro se les hubiera presentado el domingo anterior, al atardecer del día Su Resurrección, como le dijeron que sucedió. Si no veía y no tocaba no creería. Fue, así, meramente carnal y poco espiritual.

Pero lo que tenía que suceder sucedió para aprendizaje no sólo de Tomás sino, en general, de todo el que quiera creer y no sepa cómo hacerlo o en qué sustentar su fe.

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7.04.11

Entre la luz y la tiniebla - Orar

Entre la luz y la tiniebla

El espacio espiritual que existe entre lo que se ve y lo que no se ve, entre la luz que ilumina nuestro paso y aquello que es oscuro y no nos deja ver el fin del camino, existe un espacio que ora nos conduce a la luz ora a la tiniebla. Según, entonces, manifestemos nuestra querencia a la fe o al mundo, tal espacio se ensanchará hacia uno u otro lado de nuestro ordinario devenir. Por eso en tal espacio, entre la luz y la tiniebla, podemos ser de Dios o del mundo.

Orar

Orar

A lo largo de los siglos desde que la Nueva Alianza la formalizara Dios a través de su hijo Jesucristo la oración ha sido entendida de muchas formas. Por ejemplo, así:

La oración es una conversación o coloquio con Dios” (San Gregorio Niceno).

La oración es hablar con Dios” (San Juan Crisóstomo).

La oración es la elevación de la mente a Dios” (San Juan Damasceno).

Oración es tratar de amistad, estando muchas veces tratando a solas con Quien sabemos nos ama” (Sta. Teresa de Jesús).

Para mí, la oración es un impulso del corazón, una sencilla mirada lanzada hacia el cielo, un grito de reconocimiento y de amor tanto desde dentro de la prueba como desde dentro de la alegría” (Sta. Teresita del Niño Jesús)

La oración no es otra cosa que la unión con Dios” (San Juan María Vianney).

Podemos apreciar que en todas las, digamos, definiciones de lo que es oración y, así, orar, entra en juego Alguien que es, al fin y al cabo, a Quien va dirigida la oración: Dios.

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31.03.11

Entre la luz y la tiniebla - Setenta veces siete

Entre la luz y la tiniebla

El espacio espiritual que existe entre lo que se ve y lo que no se ve, entre la luz que ilumina nuestro paso y aquello que es oscuro y no nos deja ver el fin del camino, existe un espacio que ora nos conduce a la luz ora a la tiniebla. Según, entonces, manifestemos nuestra querencia a la fe o al mundo, tal espacio se ensanchará hacia uno u otro lado de nuestro ordinario devenir. Por eso en tal espacio, entre la luz y la tiniebla, podemos ser de Dios o del mundo.

Setenta veces siete

Pedro se acercó entonces y le dijo: ‘Señor, ¿cuántas veces tengo que perdonar las ofensas que me haga mi hermano? ¿Hasta siete veces?’ - Dícele Jesús: ‘No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete.

Seguramente Pedro, en este texto de san Mateo (18, 21-22) no se refería a su hermano Andrés cuando le preguntó a Jesús acerca del perdón y sobre la reiteración del mismo sino, seguramente, en general, a todo hermano en la fe.

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24.03.11

Entre la luz y la tiniebla - Los cristianos y el mundo

El espacio espiritual que existe entre lo que se ve y lo que no se ve, entre la luz que ilumina nuestro paso y aquello que es oscuro y no nos deja ver el fin del camino, existe un espacio que ora nos conduce a la luz ora a la tiniebla. Según, entonces, manifestemos nuestra querencia a la fe o al mundo, tal espacio se ensanchará hacia uno u otro lado de nuestro ordinario devenir. Por eso en tal espacio, entre la luz y la tiniebla, podemos ser de Dios o del mundo.

Los cristianos y el mundo

En el Discurso que Benedicto XVI dirigió al 56 Congreso Nacional de la Unión de Juristas Católicos italianos (el 9 de diciembre de 2006) dijo, refiriéndose al papel que lo religioso ha de jugar en la sociedad actual, que “Al contrario, la religión, al estar organizada también en estructuras visibles, como sucede con la Iglesia, se ha de reconocer como presencia comunitaria pública

Porque, efectivamente, no cabe entender posible que se trate de apartar a los cristianos, a los católicos, de una vida pública en la que estamos inmersos como unas personas más dentro del ámbito social.

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22.03.11

Entre la luz y la tiniebla - Ser de este mundo y no serlo

El espacio espiritual que existe entre lo que se ve y lo que no se ve, entre la luz que ilumina nuestro paso y aquello que es oscuro y no nos deja ver el fin del camino, existe un espacio que ora nos conduce a la luz ora a la tiniebla. Según, entonces, manifestemos nuestra querencia a la fe o al mundo, tal espacio se ensanchará hacia uno u otro lado de nuestro ordinario devenir. Por eso en tal espacio, entre la luz y la tiniebla, podemos ser de Dios o del mundo.

Ser de este mundo y no serlo

Entonces Pilato entró de nuevo al pretorio y llamó a Jesús y le dijo: ‘¿Eres tú el Rey de los judíos?’ Respondió Jesús: ‘¿Dices eso por tu cuenta, o es que otros te lo han dicho de mí?’ Pilato respondió: ‘¿Es que yo soy judío? Tu pueblo y los sumos sacerdotes te han entregado a mí. ¿Qué has hecho?’ Respondió Jesús: ‘Mi Reino no es de este mundo. Si mi Reino fuese de este mundo, mi gente habría combatido para que no fuese entregado a los judíos: pero mi Reino no es de aquí.’ Entonces Pilato le dijo: ‘¿Luego tú eres Rey?’ Respondió Jesús: ‘Sí, como dices, soy Rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad. Todo el que es de la verdad, escucha mi voz.’”

Las palabras de Jesús que recoge el evangelista Juan (Jn 18, 33-37) y que pronunció el Mesías ante Pilato muestran hasta dónde el discípulo de Cristo no ha de sentirse de este mundo y, sin embargo, ser de este mundo.

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