InfoCatólica / Eleuterio Fernández Guzmán / Categoría: En los altares

15.10.16

San José Sánchez del Río

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Hace un tiempo, el que esto escribe trajo a esta casa una pequeña biografía que había escrito sobre el Beato José Sánchez del Río, martirizado en la Guerra Cristera acaecida en México entre los años 1926 y 1929.

Pues bien, siendo mañana domingo, 16 de octubre, su canonización (junto con otros seis beatos más, a saber, el Obispo Manuel González, Salomón Leclerq, Ludovico Pavoni, Alfonso María Fusco, José Gabriel del Rosario Brochero e Isabel de la Santísima Trinidad Catez) traemos aquí la reproducción de tal libro porque vale pena recordar a los mejores de entre nosotros.

 

SUMARIO

 

En Sahuayo, Michoacán (México)                                  

Una guerra justa                                                        

El niño cristero                                                                 

La fe de un pequeño gigante                                        

Muerte de José                                                           

En el libro de los Santos                          

(Beatificación-Canonización)

Para rezar                                                                                       

 

Su festividad se celebra el 10 de febrero.

En Sahuayo, Michoacán (México)

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El 28 de marzo 1913 nace en Sahuayo, Michoacán (México), un niño a quien ponen el nombre de José Luis. Sus padres, Macario Sánchez y María del Río, eran fervientes católicos con una fe bien asentada en el corazón.  Fue bautizado el 3 de abril de aquel mismo año en la Iglesia parroquial de su pueblo. Años después, recibiría los Sacramentos de la Eucaristía y la Confirmación en el mismo Templo. 

En cuanto a su naturaleza infantil, nuestro santo no era un niño en exceso diferente al resto: corría con sus amigos por las calles empedradas de su pueblo, jugaba a las canicas y, como diversión, gustaba cazar palomas con sus amigos. 

Ya desde pequeño, como al resto de los niños del pueblo, mostró una predilección notable por la vida campestre y por los caballos. No era, de todas formas, nada extraño, por según en qué lugar había nacido.

José Luis nació en un tiempo convulso para la fe católica. Y es que en aquel tiempo se estaba desarrollando la Revolución mexicana y en la lucha entre los diversos bandos no era extraño que los creyentes católicos resultasen perjudicados por unos o/y por otros. 

El caso es que en sus escasos años de vida conoció la pobreza y el trabajo que desempeñó desde pequeño. Era, pues, un niño como otros.

Sin embargo, no en todo era como el resto de sus amigos. 

Al respecto de su vida familiar, José Luis vivió rodeado de una unidad que le marcó en sus años de vida, gozó aprendiendo acerca de los valores cristianos que iban dando sentido a su existencia y, por fin, la fe y la caridad hacia su prójimo (o extraños) consolidaron un corazón firme y franco en cuanto a sus creencias católicas. Por eso, desde que hiciera su Primera Comunión, José Luis tomó la decisión de mantener con Jesús una amistad profunda y fiel que lo llevó a formar parte de las vanguardias locales de la Acción Católica de la Juventud Mexicana.

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28.01.13

Tomás de Aquino, Santo

Por la libertad de Asia Bibi.
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Por el respeto a la libertad religiosa.

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Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Aquellos hijos de Dios que han querido hacer rendir sus talentos son aquellos a los que el Creador ha de tener más en consideración. ¿A qué esperas?

Y, ahora, el artículo de hoy.

Santo Tomás de Aquino

Hay personas, en la historia de la Iglesia católica, que deslumbran porque en su día fueron muy importantes, lo fueron muchos años después, lo son ahora mismo y, seguramente, lo serán aún cuando hayan pasado muchos siglos.

Nombrar a Santo Tomás de Aquino, santo que celebramos, precisamente, hoy, es decir mucho más de lo que significan las sílabas que forman el nombre de aquella persona que, allá por el siglo XIII (¡vaya siglo, podemos decir, con santos como Francisco de Asís, Clara de Asís, Domingo de Guzmán, Simón Stock, Isabel de Hungría, Fernando III, Buenaventura, Antonio de Padua, Alberto Magno…!) iluminó tanto la vida de la Esposa de Cristo que perdura y perdurará aquella luz.

Cualquier biografía de Tomás de Aquino dice cosas como que fue “Filósofo, teólogo, doctor de la Iglesia (Angelicus Doctor: Doctor Angélico), patrono de las universidades y escuelas Católicas. Nacido en Rocca Secca, en el Reino de Nápoles en 1225 o 1227”; que falleció en Fossa Nuova, 7 de marzo de 1274 y que, entre otros textos, es el autor de la Suma Teológica.

Para las personas muy versadas en la obra del Aquinate es bien cierto que, según dice el P. Iraburu (Gracia y libertad –VI. Santo Tomás de Aquino), “Fue ante todo un religioso santo, de altísima oración contemplativa. Y partiendo siempre de la Escritura, de los Padres y de los Concilios, logró, con la ayuda de la filosofía aristotélica, convenientemente evangelizada, una maravillosa síntesis filosófica y teológica”.

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14.04.12

En los altares - San Marcos - Fin de la serie

Por la libertad de Asia Bibi y Youcef Nadarkhani.

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Fin de la serie En los altares

Ha llegado el momento de poner fin a la serie que he ido escribiendo acerca de algunas personas que han subido a los altares de la Iglesia católica. No son todas las que son porque eso sería, simplemente, imposible. Sin embargo, valga el ejemplo de los santos y santas aquí traídos para darnos cuenta que la santidad no es algo lejano a cada uno de nosotros. Ser santos es, además, una obligación grave de todo hijo de Dios. Todos los creyentes que han ido desfilando por esta corta serie vienen a ser como los espejos en los que debemos mirarnos. Así, sus vidas, sus virtudes y su forma de comportarse con relación a su/nuestra fe nos sirve de apoyo para caminar hacia el definitivo Reino de Dios.

Y valga, ya sin más, aunque sea con brevedad, la vida de un evangelista como es San Marcos, para poner fin a lo hasta aquí escrito.

¡Alabado sea Dios que pone, ante nosotros, los ejemplos que aquí han venido a enseñarnos!

San Marcos

San Marcos

Si hay un personaje que, dentro de los evangelios, nos resulta más atractivo espiritualmente hablando es, sin duda, Marcos evangelista.

Esto lo decimos porque no fue, que se sepa un discípulo que siguiera a Jesús como lo fueron Juan, Mateo o, incluso, Pablo (seguidor a posteriori de la muerte en cruz del Maestro) sino que, curiosamente, estuvo presente en algunos de los hechos más significativos de la vida de Cristo.

Sin embargo, acabó siendo uno de los que dejara escrito lo que Jesús había dicho y hecho.

A Marcos lo conocemos por informaciones, digamos, tangenciales contenidas en los evangelios que no son el suyo.

Al parecer, la familia de Marcos, joven judío que vivía en Jerusalén era la propietaria de la casa donde Jesús celebró la Última Cena. Y Marcos era un niño cuando Jesús andaba predicando por aquellas tierras y es más que probable que fuera uno de los muchos que San Pedro bautizó el día de Pentecostés.

También se suele tener como verdad el hecho de que cuando a Jesús acudieron los enviados del Mal a detenerlo a Gethsemaní había un joven que logró escapar al desprenderse de sus ropas (cf. Mc 14, 51-52). Aquel era, probablemente, el mismo Marcos que acudió tras Jesús a hacer oración a una propiedad que podía ser de su padre, el mismo que era propietario del Cenáculo.

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7.04.12

En los altares - Santa Águeda

Por la libertad de Asia Bibi y Youcef Nadarkhani.

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Santa Águeda

Corría el año 230 cuando Águeda, de padres adinerados, nació en Sicilia, Italia.

Aquel tiempo, de persecución religiosa a muerte lo era de virtud y piedad y, como lo hicieran Santa Inés, Santa Cecilia y Santa Catalina decidió que iba a conservarse pura y virgen y que lo hacía por amor al Creador.

Pero el Mal trabaja con ánimo de hacer daño y, teniendo como servidor al gobernador Quinciano (estamos en tiempos del emperador Decio), quiso tal individuo enamorar a Águeda que, lógicamente, se opuso a tales pretensiones haciéndole ver, además, que se había conservador virgen por Cristo y para Cristo.

Pero Quinciano no dio su brazo a torcer y la llevó a una casa de lenocinio para que, allí, conviviendo con mujeres de mala vida se echase a perder. La mantuvo en aquel antro un mes pero conservó su virginidad y se impuso el juramento que hizo de mantenerse de tal forma para Dios. Y lo hizo repitiéndose, muchas veces, el Salmo 16 que dice “Señor Dios: defiéndeme como a las pupilas de tus ojos. A la sombra de tus alas escóndeme de los malvados que me atacan, de los enemigos mortales que asaltan”.

Seguía Quinciano con el ánimo muy exaltado contra Águeda pues ni actuando como actuó consiguió que la joven cambiara de idea. Entonces, quiso causarle el mayor daño posible y ordenó que le destrozaran el pecho a machetazos y que la azotaran. No era de esperar que sobreviviera a tal forma de comportarse. Sin embargo, nada le sucedió porque aquella misma noche se le apareció San Pedro y la animó a sufrir todo aquello por amor a Jesucristo.

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31.03.12

En los altares- San Cayetano

Por la libertad de Asia Bibi y Youcef Nadarkhani.

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San Cayetano

“Yo soy pecador y me tengo en muy poca cosa, pero me acojo a los que han servido al Señor con perfección, para que rueguen por ti a Cristo bendito y a su Madre; pero no olvides una cosa: todo lo que los santos hagan por ti de poco serviría sin tu cooperación; antes que nada es asunto tuyo, y, si quieres que Cristo te ame y te ayude, ámalo tú a él y procura someter siempre tu voluntad a la suya, y no tengas la menor duda de que, aunque todos los santos y criaturas te abandonasen, él siempre estará atento a tus necesidades.”

Este texto pertenece a un texto de San Cayetano titulado “Cristo habite por la fe en nuestros corazones”. Pero ¿quién era este santo de la Iglesia católica?

Hijo del conde Gaspar de Thiene y de María di Porto, nació Cayetano en Vicenza (Italia) en el año 1480. Tenía un hermano y ambos quedaron al cuidado exclusivo de la madre cuando don Gaspar murió siendo ellos muy pequeños.

Aquel joven tenía en mente ser sacerdote y a ello se aplicó a pesar de que pudiera parecer que, por el camino emprendido en lo referido a sus estudios, no iba a conseguirlo.

Estudió durante 4 años en la Universidad de Padua. Allí sobresalió en el estudio de la teología y acabó doctorándose en derecho civil y canónico a los 24 años de edad, en 1504. Se le nombró senador en Vicenza.

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