InfoCatólica / Eleuterio Fernández Guzmán / Categoría: Sagradas Escrituras

6.01.10

Epifanía, también hoy, y siempre

Reyes Magos


Esto se ha realizado, lo sabemos, en el hecho de que tres magos, llamados de su lejano país, fueron conducidos por una estrella para conocer y adorar al Rey del cielo y de la tierra. La docilidad de los magos a esta estrella nos indica el modo de nuestra obediencia, para que, en la medida de nuestras posibilidades, seamos servidores de esa gracia que llama a todos los hombres a Cristo

San León Magno
Sermón en la Epifanía del Señor

Siempre me ha parecido extraño que unos sabios, de lejanas tierras, acudieran a Belén en busca, o mejor dicho, para encontrar, a alguien que no conocían. ¿Qué les podía impulsar a ello?, ¿Qué extraña llamada fue la que les atrajo?

Cuando no sabemos qué responde a algo que nos produce duda o perplejidad echamos mano, en muchas ocasiones, de lo tangible, de lo que puede demostrar aquello y, así, tranquilizamos nuestra conciencia y nuestras ansias de conocimiento.

Y a esto también se le ha pretendido encontrar respuesta. Al parecer, por aquella época un cometa surcó el cielo, indicando el camino a seguir.

Sin embargo, aquí no hemos de fijarnos en el dedo que señala a la luna (en este caso al cometa) sino que la cuestión es muy otra: Dios se manifiesta al mundo porque el mundo tiene necesidad de tal manifestación.

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1.07.08

Lo que le debemos a Pedro y Pablo, santos

Hace apenas dos días celebrábamos la festividad de San Pedro y San Pablo, las denominadas columnas de la Iglesia pues fueron ellos los que, ocupándose de los judíos el primero y de los gentiles el segundo cumplieron la misión que les había sido encomendada.

Cada cual, por decirlo así, fueron artífices de dos realidades que ahora debemos agradecer en suma: el ser unos bajo la misma fe y la universalidad de la creencia en Dios

El padre Cantalamessa (Predicador del Papa), en el comentario al evangelio de la solemnidad de los Santos Pedro y Pablo (2008) dejó dicho algo que, en cuanto a la unidad, resulta de todo punto importante: “Algo que podemos hacer desde ahora y todos es allanar el camino a la reconciliación entre las Iglesias, comenzando por reconciliarnos con nuestra Iglesia

El caso es que existen, entre nosotros, hermanos en Cristo, determinadas actitudes que no concuerdan mucho con el Magisterio de la Iglesia ni con la Tradición y que están, como poco, algo alejadas, de verdad, de la Esposa de Cristo porque, en realidad, no les gusta ni lo que hace ni lo que dice ni lo que siente la Iglesia en la que nacen, crecen y aman.

Aquí, pues, no hay unidad que valga y, efectivamente, como dice Raniero Cantalamessa, resulta conveniente empezar, el tema de la unidad, no separándonos de nuestra propia Iglesia, la que nos corresponde por cercanía nacional y local.

Y para alcanzar tal fin se necesita, es obligación grave, la oración porque sin ella el cristiano se encuentra vacío de espíritu y escaso de voluntad fraterna.

A este respecto, cuando en la homilía de las Primeras Vísperas de la Solemnidad de Pedro y San Pablo de 2007 Benedicto XVI se expresó en tal sentido, sobre la oración, citado arriba no hizo sino manifestar la necesidad de unidad. Así “Esta Basílica, que ha visto eventos de profundo significado ecuménico, nos recuerda que es importante rezar juntos para implorar al don de la unidad, aquella unidad por la que San Pedro y San Pablo han dedicado su existencia hasta el supremo sacrificio de la Sangre”.

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