Venerable Marta Robin – Una seguridad así
Hace mucho tiempo que hemos incardinado los comentarios acerca de la obra de la Venerable Marta Robin (francesa ella, de nacimiento y de nación) en la serie sobre la oración. Sin embargo, es de recibo reconocer que desde hace mucho tiempo, también, no trata lo que traemos aquí de oraciones, en sí mismas consideradas (algunas veces sí, claro) sino de textos espirituales que nos pueden venir muy bien, primero, para conocer lo más posible a una hermana nuestra en la fe que supo llevar una vida, sufriente, sí, pero dada a la virtud y al amor al prójimo; y, en segundo lugar, también nos vendrá más que bien a nosotros, sus hermanos en la fe que buscamos, en ejemplos como el suyo, un espejo, el rastro de Dios en una vida ejemplar que seguir.
Por eso, nos vamos a acercar a su obra espiritual a través del contenido del libro “Journal. Décembre 1929, Novembre 1932) publicado en 2013 por Editions Foyer de Charité y que recoge, como su nombre indica, el contenido del Diario íntimo y personal de la Venerable Marta Robin entre las fechas que se indican en el título del mismo.
Una seguridad así
“Mi Jesús, piedad y misericordia¡” (Diario íntimo, 5 de febrero de 1930)
No podemos negar que, en determinadas ocasiones, no hacen faltan muchas palabras porque, en verdad, es suficiente con decir lo que se quiere decir. Además, y como es el caso, todo tiene sentido perfecto y nos viene y sirve la mar de bien pues, no obstante sus pocas sílabas, ciertamente, lo que nos dice la Venerable Marta Robin está más que bien dicho.
Es cierto y verdad que cuando nos dirigimos al Hijo de Dios lo hacemos de muchas formas: a veces le llamamos hermano, a veces Dios mismo hecho hombre o, en fin, de otras muchas que, suponemos, son de su agrado.
La Venerable Marta Robin, a tal realidad responde de una forma muy cercana a su corazón. Y es que llama a Cristo “Mi Jesús” y eso ha de querer decir mucho y más que mucho.
Cuando nuestra hermana francesa dice eso que dice refiriéndose a Jesucristo, nosotros suponemos que tiene una relación muy cercana con Quien vino al mundo para que el mundo se salvase y ¡se salvó!, aunque bien sabemos que fue a costa de su propia vida y de una forma misteriosa (propia de cómo quería Dios que eso fuese) pero que aceptamos con total fe y confianza en Quien hizo todo eso posible.
Y sí, bien sabemos (por lo que hizo en vida y lo que dejó escrito) que Marta Robin tenía una relación más que cercana con el Hijo de Dios, que lo tenía como verdadero hermano y como verdadero Dios y, es más, hasta compartió su pasión y los sufrimientos de la misma en muchos momentos de su vida. Y, por tanto, su identificación con el hijo de María y, adoptivo, de José era, digamos, de un grado más que elevado. Y eso nos hace comprender lo que luego le dice a tal hermano y a tal Dios.