InfoCatólica / Eleuterio Fernández Guzmán / Categoría: Serie Un selfie con la Virgen María

4.07.18

Serie “Un selfie con la Virgen María - 6- No escondamos la foto

 

 

 Un selfie con la Virgen María                         Un selfie con la Virgen María

 

 No podemos negar que muchas veces nos sorprenden los inventos que el hombre, con la ayuda inestimable de los dones de Dios, es capaz de llevar a cabo. Por eso estamos donde estamos en este siglo XXI y no nos hemos quedado quietos en aquellos primeros momentos de nuestra creación. Podemos decir, y no nos equivocaremos, que el Padre nos dio un corazón, además de limpio (aunque luego pasó lo que pasó) muy proclive a hacer rendir las neuronas. 

Haciendo de esto algo de humor negro, hasta el pobre Caín hizo algo impensable con una quijada de animal. Le dio uno uso que, con toda seguridad, no era el que tenía destinado a tener. Y es que el hombre, hasta en esto, es capaz de hacer algo nuevo con lo viejo. 

Esto, de todas formas, lo dejamos escondido (esto sí), bien escondido, debajo de algún celemín para que se vea lo mínimo posible y no dar malas ideas a nadie… 

En fin. El caso es que, como decimos, somos capaces de inventar lo inimaginable. Hasta hay quien dice que algunos tratan de descubrir la inmortalidad. Y es que esto ha sido, desde que el hombre es hombre, el sueño inalcanzable de todo aquel que no sabe dónde tiene su límite y, sobre todo, el de quien ignora, al parecer, que el único que es eterno de toda eternidad es Dios quien, no por casualidad, nos ha creado a cada uno de nosotros con el concurso de nuestros asustados padres terrenos. 

De todas formas, todo lo que, al ser inventado, sirva para el bien de la humanidad ha de tener en refrendo, la aprobación, de todo aquel que se sabe hijo de Dios y quiere, como es lógico, que las cosas vayan mejor si es que eso supone que vayan por el camino trazado por Dios para su descendencia humana. Y es que hay quien, inventando, no hace más que equivocar parte de la senda y se sale de ella con algún que otro mal pretexto de egoísmo personal. Pero a tales personas no va dirigido esto, aunque, bien pensado, a lo mejor podrían cambiar el rumbo y volverse a situar en el camino de ladrillos como si se tratase del mítico Mago de Oz sabiendo, eso sí, que su destino es mucho mejor que la de aquel grupo escaso de amigos bien extraños. 

Cuando en la famosa zarzuela se dice aquella famosa frase de “es que las ciencias avanzan que es una barbaridad” no nos sorprende nada que quisiesen referirse a inventos puramente humanos. Y es que aquellos, en aquellos antiguos tiempos, aún tenían mucho que conocer y cada apertura del conocimiento era como abrir una ventana hacia un futuro que, cada día, se presentaba más sorprendente. Sin embargo, nosotros no nos referimos a eso sino a otro tipo de inventos que tienen todo de espiritual aunque pudiera parecer que no hacemos, sino, uso de algo que está echando su cuarto a espadas en cuanto acercamiento entre personas o, simplemente, acontecimientos en los que queremos estar presentes de una forma tan directa que pareciera que no queremos perdernos ninguno de ellos. 

Nos referimos, claro está, a la utilización de la técnica fotográfica para dejar constancia de nosotros mismos en tal o cual situación. Y sí, nos referimos al palabro inglés que, de uno mismo, un en sí mismo, hace una realidad presente: el selfie. 

Alguien puede decir que estamos algo equivocados porque ¿qué tiene que ver con la fe cristiana, aquí católica, esto de tal tipo de imágenes? 

Sin embargo, no queriendo contrariar tal pensamiento, podemos decir que podemos hacer uso de tal avance de la técnica para hacernos, eso, un selfie, pero con alguien muy especial para nosotros. Y es que si hay alguien que no esté de acuerdo en hacerse uno con la Madre de Dios, digamos, en directo, que levante la mano y lo diga. Y no decimos que tire la primera piedra porque siempre puede haber quien tenga afición a echar, sobre los demás, sus culpas propias… 

Todo lo dicho hasta ahora, ahí arriba, es para animarnos a usar tal técnica pero aplicándola a una hipotética sesión fotográfica que, de improviso, nos pudiera surgir. Y no queremos referirnos a ningún tipo de aparición de la Virgen María (la Madre sabe qué hacer a tal respecto) sino a una imaginaria situación que se nos pudiese presentar sin nosotros haberlo esperado. 

De todas formas, no podemos negar que nuestra Madre del Cielo estaría más que dispuesta a tal tipo de situación pues ¿qué mejor para Ella que siempre nos quiere cerca que tenernos a tan escasa distancia del alma? 

Por cierto, si un selfie, ordinariamente, se hace, digamos, de improviso, casi sin pensarlo (como decimos arriba), aquí vamos a hacer uno que, en esto, es totalmente innovador: vamos a pensar más que bien qué supone el mismo, cómo nos presentamos nosotros ante la cámara del alma y cómo, por fin, se presenta la Virgen María con su Niño en brazos. Y es que en esto, también Ella nos permite hacer cosas distintas…

6- No escondamos la foto 

 

Una vez nos hemos hecho el selfie con la Virgen María, no es de extrañar que queramos tenerlo en un lugar preferente en nuestro corazón. Es decir, no vamos a esconderlo debajo de cualquier celemín como si la cosa no hubiera tenido importancia. No. Nosotros sabemos que es crucial para nuestra vida tener en cuenta las virtudes de la Virgen María y si, además, el Niño también ha conseguido de su Madre aparecer junto a ella y nosotros… en fin, no vamos a mirar para otro lado como si sólo hubiéramos algo sin importancia. 

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27.06.18

Serie “Un selfie con la Virgen María - 5 - Un futuro Buen Pastor que quiere chupar cámara

 

 Un selfie con la Virgen María                         Un selfie con la Virgen María

 

 No podemos negar que muchas veces nos sorprenden los inventos que el hombre, con la ayuda inestimable de los dones de Dios, es capaz de llevar a cabo. Por eso estamos donde estamos en este siglo XXI y no nos hemos quedado quietos en aquellos primeros momentos de nuestra creación. Podemos decir, y no nos equivocaremos, que el Padre nos dio un corazón, además de limpio (aunque luego pasó lo que pasó) muy proclive a hacer rendir las neuronas. 

Haciendo de esto algo de humor negro, hasta el pobre Caín hizo algo impensable con una quijada de animal. Le dio uno uso que, con toda seguridad, no era el que tenía destinado a tener. Y es que el hombre, hasta en esto, es capaz de hacer algo nuevo con lo viejo. 

Esto, de todas formas, lo dejamos escondido (esto sí), bien escondido, debajo de algún celemín para que se vea lo mínimo posible y no dar malas ideas a nadie… 

En fin. El caso es que, como decimos, somos capaces de inventar lo inimaginable. Hasta hay quien dice que algunos tratan de descubrir la inmortalidad. Y es que esto ha sido, desde que el hombre es hombre, el sueño inalcanzable de todo aquel que no sabe dónde tiene su límite y, sobre todo, el de quien ignora, al parecer, que el único que es eterno de toda eternidad es Dios quien, no por casualidad, nos ha creado a cada uno de nosotros con el concurso de nuestros asustados padres terrenos. 

De todas formas, todo lo que, al ser inventado, sirva para el bien de la humanidad ha de tener en refrendo, la aprobación, de todo aquel que se sabe hijo de Dios y quiere, como es lógico, que las cosas vayan mejor si es que eso supone que vayan por el camino trazado por Dios para su descendencia humana. Y es que hay quien, inventando, no hace más que equivocar parte de la senda y se sale de ella con algún que otro mal pretexto de egoísmo personal. Pero a tales personas no va dirigido esto, aunque, bien pensado, a lo mejor podrían cambiar el rumbo y volverse a situar en el camino de ladrillos como si se tratase del mítico Mago de Oz sabiendo, eso sí, que su destino es mucho mejor que la de aquel grupo escaso de amigos bien extraños. 

Cuando en la famosa zarzuela se dice aquella famosa frase de “es que las ciencias avanzan que es una barbaridad” no nos sorprende nada que quisiesen referirse a inventos puramente humanos. Y es que aquellos, en aquellos antiguos tiempos, aún tenían mucho que conocer y cada apertura del conocimiento era como abrir una ventana hacia un futuro que, cada día, se presentaba más sorprendente. Sin embargo, nosotros no nos referimos a eso sino a otro tipo de inventos que tienen todo de espiritual aunque pudiera parecer que no hacemos, sino, uso de algo que está echando su cuarto a espadas en cuanto acercamiento entre personas o, simplemente, acontecimientos en los que queremos estar presentes de una forma tan directa que pareciera que no queremos perdernos ninguno de ellos. 

Nos referimos, claro está, a la utilización de la técnica fotográfica para dejar constancia de nosotros mismos en tal o cual situación. Y sí, nos referimos al palabro inglés que, de uno mismo, un en sí mismo, hace una realidad presente: el selfie. 

Alguien puede decir que estamos algo equivocados porque ¿qué tiene que ver con la fe cristiana, aquí católica, esto de tal tipo de imágenes? 

Sin embargo, no queriendo contrariar tal pensamiento, podemos decir que podemos hacer uso de tal avance de la técnica para hacernos, eso, un selfie, pero con alguien muy especial para nosotros. Y es que si hay alguien que no esté de acuerdo en hacerse uno con la Madre de Dios, digamos, en directo, que levante la mano y lo diga. Y no decimos que tire la primera piedra porque siempre puede haber quien tenga afición a echar, sobre los demás, sus culpas propias… 

Todo lo dicho hasta ahora, ahí arriba, es para animarnos a usar tal técnica pero aplicándola a una hipotética sesión fotográfica que, de improviso, nos pudiera surgir. Y no queremos referirnos a ningún tipo de aparición de la Virgen María (la Madre sabe qué hacer a tal respecto) sino a una imaginaria situación que se nos pudiese presentar sin nosotros haberlo esperado. 

De todas formas, no podemos negar que nuestra Madre del Cielo estaría más que dispuesta a tal tipo de situación pues ¿qué mejor para Ella que siempre nos quiere cerca que tenernos a tan escasa distancia del alma? 

Por cierto, si un selfie, ordinariamente, se hace, digamos, de improviso, casi sin pensarlo (como decimos arriba), aquí vamos a hacer uno que, en esto, es totalmente innovador: vamos a pensar más que bien qué supone el mismo, cómo nos presentamos nosotros ante la cámara del alma y cómo, por fin, se presenta la Virgen María con su Niño en brazos. Y es que en esto, también Ella nos permite hacer cosas distintas…

5  - Un futuro Buen Pastor que quiere chupar cámara

  

Sabemos que no en todas las advocaciones de la Virgen María aparece su hijo con ella. Es decir, que no siempre el niño Jesús está, físicamente, con su Madre. Sin embargo, en esta ocasión, pareciera que no quiere dejar pasar la oportunidad de que se le vea en el selfie. 

A tal respecto, casi podemos escuchar esto:

 

-María: Jesús, quédate ahí, detrás. No ves que este hijo quiere estar muy cerca de mí.

 

-Jesús: Pero mamá, yo siempre salgo contigo…

 

Y María, casi como, pero, al contrario, sucedió en las Bodas de Caná, acaba aceptando que Jesús aparezca en esta imagen que tanto estamos buscando

Sin embargo, ¿por qué nuestro hermano Jesucristo quiere estar junto a nosotros en este selfie? Es seguro que no es por capricho sino porque, de verdad, es lo que quiere porque… nos ama más que mucho incluso, ya, desde aquella tierna infancia en la que suele aparecer junto a su Madre del Cielo y, de aquí, la Tierra.

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20.06.18

Serie “Un selfie con la Virgen María - 4- ¿Cómo nos presentamos al selfie?

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 Un selfie con la Virgen María                         Un selfie con la Virgen María

No podemos negar que muchas veces nos sorprenden los inventos que el hombre, con la ayuda inestimable de los dones de Dios, es capaz de llevar a cabo. Por eso estamos donde estamos en este siglo XXI y no nos hemos quedado quietos en aquellos primeros momentos de nuestra creación. Podemos decir, y no nos equivocaremos, que el Padre nos dio un corazón, además de limpio (aunque luego pasó lo que pasó) muy proclive a hacer rendir las neuronas. 

Haciendo de esto algo de humor negro, hasta el pobre Caín hizo algo impensable con una quijada de animal. Le dio uno uso que, con toda seguridad, no era el que tenía destinado a tener. Y es que el hombre, hasta en esto, es capaz de hacer algo nuevo con lo viejo. 

Esto, de todas formas, lo dejamos escondido (esto sí), bien escondido, debajo de algún celemín para que se vea lo mínimo posible y no dar malas ideas a nadie… 

En fin. El caso es que, como decimos, somos capaces de inventar lo inimaginable. Hasta hay quien dice que algunos tratan de descubrir la inmortalidad. Y es que esto ha sido, desde que el hombre es hombre, el sueño inalcanzable de todo aquel que no sabe dónde tiene su límite y, sobre todo, el de quien ignora, al parecer, que el único que es eterno de toda eternidad es Dios quien, no por casualidad, nos ha creado a cada uno de nosotros con el concurso de nuestros asustados padres terrenos. 

De todas formas, todo lo que, al ser inventado, sirva para el bien de la humanidad ha de tener en refrendo, la aprobación, de todo aquel que se sabe hijo de Dios y quiere, como es lógico, que las cosas vayan mejor si es que eso supone que vayan por el camino trazado por Dios para su descendencia humana. Y es que hay quien, inventando, no hace más que equivocar parte de la senda y se sale de ella con algún que otro mal pretexto de egoísmo personal. Pero a tales personas no va dirigido esto, aunque, bien pensado, a lo mejor podrían cambiar el rumbo y volverse a situar en el camino de ladrillos como si se tratase del mítico Mago de Oz sabiendo, eso sí, que su destino es mucho mejor que la de aquel grupo escaso de amigos bien extraños. 

Cuando en la famosa zarzuela se dice aquella famosa frase de “es que las ciencias avanzan que es una barbaridad” no nos sorprende nada que quisiesen referirse a inventos puramente humanos. Y es que aquellos, en aquellos antiguos tiempos, aún tenían mucho que conocer y cada apertura del conocimiento era como abrir una ventana hacia un futuro que, cada día, se presentaba más sorprendente. Sin embargo, nosotros no nos referimos a eso sino a otro tipo de inventos que tienen todo de espiritual aunque pudiera parecer que no hacemos, sino, uso de algo que está echando su cuarto a espadas en cuanto acercamiento entre personas o, simplemente, acontecimientos en los que queremos estar presentes de una forma tan directa que pareciera que no queremos perdernos ninguno de ellos. 

Nos referimos, claro está, a la utilización de la técnica fotográfica para dejar constancia de nosotros mismos en tal o cual situación. Y sí, nos referimos al palabro inglés que, de uno mismo, un en sí mismo, hace una realidad presente: el selfie. 

Alguien puede decir que estamos algo equivocados porque ¿qué tiene que ver con la fe cristiana, aquí católica, esto de tal tipo de imágenes? 

Sin embargo, no queriendo contrariar tal pensamiento, podemos decir que podemos hacer uso de tal avance de la técnica para hacernos, eso, un selfie, pero con alguien muy especial para nosotros. Y es que si hay alguien que no esté de acuerdo en hacerse uno con la Madre de Dios, digamos, en directo, que levante la mano y lo diga. Y no decimos que tire la primera piedra porque siempre puede haber quien tenga afición a echar, sobre los demás, sus culpas propias… 

Todo lo dicho hasta ahora, ahí arriba, es para animarnos a usar tal técnica pero aplicándola a una hipotética sesión fotográfica que, de improviso, nos pudiera surgir. Y no queremos referirnos a ningún tipo de aparición de la Virgen María (la Madre sabe qué hacer a tal respecto) sino a una imaginaria situación que se nos pudiese presentar sin nosotros haberlo esperado. 

De todas formas, no podemos negar que nuestra Madre del Cielo estaría más que dispuesta a tal tipo de situación pues ¿qué mejor para Ella que siempre nos quiere cerca que tenernos a tan escasa distancia del alma? 

Por cierto, si un selfie, ordinariamente, se hace, digamos, de improviso, casi sin pensarlo (como decimos arriba), aquí vamos a hacer uno que, en esto, es totalmente innovador: vamos a pensar más que bien qué supone el mismo, cómo nos presentamos nosotros ante la cámara del alma y cómo, por fin, se presenta la Virgen María con su Niño en brazos. Y es que en esto, también Ella nos permite hacer cosas distintas…

4 - ¿Cómo nos presentamos al selfie?

 

Seguramente, nadie que pueda leer esto se presenta a una sesión fotográfica de cualquier forma sino que lo hace lo mejor que puede. Es decir, como es lo natural querer aparecer de forma adecuada. Lo mejor es que acudamos, entonces, de forma adecuada y presentable. 

Sin embargo, cualquiera podría argumentar que en el selfie las cosas no son así. Y queremos decir, que suele ser un “aquí te pillo, aquí te mato” y que, por lo general, no se prepara una toma de imágenes de tal jaez. 

El caso es que este selfie es muy especial. Tan especial es que estamos preparando lo mejor posible el mismo. Por eso hemos visto cómo acude la Virgen María y, también, que la misma se muestra muy cercana a nosotros, sus hijos. Y que eso, además, es más que bueno para este tipo de técnica fotográfica. 

Pero es que, por si eso no fuera ya suficiente, hemos comprobado que existen unas causas más que fundadas que nos hacen anhelar aparecer junto a la Madre de Dios. 

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13.06.18

Serie “Un selfie con la Virgen María - 3 -Unas buenas causas para el selfie

 

 

 Un selfie con la Virgen María                         Un selfie con la Virgen María

 

No podemos negar que muchas veces nos sorprenden los inventos que el hombre, con la ayuda inestimable de los dones de Dios, es capaz de llevar a cabo. Por eso estamos donde estamos en este siglo XXI y no nos hemos quedado quietos en aquellos primeros momentos de nuestra creación. Podemos decir, y no nos equivocaremos, que el Padre nos dio un corazón, además de limpio (aunque luego pasó lo que pasó) muy proclive a hacer rendir las neuronas. 

Haciendo de esto algo de humor negro, hasta el pobre Caín hizo algo impensable con una quijada de animal. Le dio uno uso que, con toda seguridad, no era el que tenía destinado a tener. Y es que el hombre, hasta en esto, es capaz de hacer algo nuevo con lo viejo. 

Esto, de todas formas, lo dejamos escondido (esto sí), bien escondido, debajo de algún celemín para que se vea lo mínimo posible y no dar malas ideas a nadie… 

En fin. El caso es que, como decimos, somos capaces de inventar lo inimaginable. Hasta hay quien dice que algunos tratan de descubrir la inmortalidad. Y es que esto ha sido, desde que el hombre es hombre, el sueño inalcanzable de todo aquel que no sabe dónde tiene su límite y, sobre todo, el de quien ignora, al parecer, que el único que es eterno de toda eternidad es Dios quien, no por casualidad, nos ha creado a cada uno de nosotros con el concurso de nuestros asustados padres terrenos. 

De todas formas, todo lo que, al ser inventado, sirva para el bien de la humanidad ha de tener en refrendo, la aprobación, de todo aquel que se sabe hijo de Dios y quiere, como es lógico, que las cosas vayan mejor si es que eso supone que vayan por el camino trazado por Dios para su descendencia humana. Y es que hay quien, inventando, no hace más que equivocar parte de la senda y se sale de ella con algún que otro mal pretexto de egoísmo personal. Pero a tales personas no va dirigido esto, aunque, bien pensado, a lo mejor podrían cambiar el rumbo y volverse a situar en el camino de ladrillos como si se tratase del mítico Mago de Oz sabiendo, eso sí, que su destino es mucho mejor que la de aquel grupo escaso de amigos bien extraños. 

Cuando en la famosa zarzuela se dice aquella famosa frase de “es que las ciencias avanzan que es una barbaridad” no nos sorprende nada que quisiesen referirse a inventos puramente humanos. Y es que aquellos, en aquellos antiguos tiempos, aún tenían mucho que conocer y cada apertura del conocimiento era como abrir una ventana hacia un futuro que, cada día, se presentaba más sorprendente. Sin embargo, nosotros no nos referimos a eso sino a otro tipo de inventos que tienen todo de espiritual aunque pudiera parecer que no hacemos, sino, uso de algo que está echando su cuarto a espadas en cuanto acercamiento entre personas o, simplemente, acontecimientos en los que queremos estar presentes de una forma tan directa que pareciera que no queremos perdernos ninguno de ellos. 

Nos referimos, claro está, a la utilización de la técnica fotográfica para dejar constancia de nosotros mismos en tal o cual situación. Y sí, nos referimos al palabro inglés que, de uno mismo, un en sí mismo, hace una realidad presente: el selfie. 

Alguien puede decir que estamos algo equivocados porque ¿qué tiene que ver con la fe cristiana, aquí católica, esto de tal tipo de imágenes? 

Sin embargo, no queriendo contrariar tal pensamiento, podemos decir que podemos hacer uso de tal avance de la técnica para hacernos, eso, un selfie, pero con alguien muy especial para nosotros. Y es que si hay alguien que no esté de acuerdo en hacerse uno con la Madre de Dios, digamos, en directo, que levante la mano y lo diga. Y no decimos que tire la primera piedra porque siempre puede haber quien tenga afición a echar, sobre los demás, sus culpas propias… 

Todo lo dicho hasta ahora, ahí arriba, es para animarnos a usar tal técnica pero aplicándola a una hipotética sesión fotográfica que, de improviso, nos pudiera surgir. Y no queremos referirnos a ningún tipo de aparición de la Virgen María (la Madre sabe qué hacer a tal respecto) sino a una imaginaria situación que se nos pudiese presentar sin nosotros haberlo esperado. 

De todas formas, no podemos negar que nuestra Madre del Cielo estaría más que dispuesta a tal tipo de situación pues ¿qué mejor para Ella que siempre nos quiere cerca que tenernos a tan escasa distancia del alma? 

Por cierto, si un selfie, ordinariamente, se hace, digamos, de improviso, casi sin pensarlo (como decimos arriba), aquí vamos a hacer uno que, en esto, es totalmente innovador: vamos a pensar más que bien qué supone el mismo, cómo nos presentamos nosotros ante la cámara del alma y cómo, por fin, se presenta la Virgen María con su Niño en brazos. Y es que en esto, también Ella nos permite hacer cosas distintas…

3 -Unas buenas causas para el selfie

 

Ante una Madre como es la Virgen María, que un hijo suyo quiera estar muy cerca de ella no debería ser novedad ni nada por el estilo. Es normal que eso pase. 

Sin embargo, no por eso vamos a dejar la cosa así… como si no tuviesen importancia las causas por las cuales nosotros ansiamos esto. Y es que de nada serviría una fe que se sustentase sobre el sólo sentimiento y movimiento sentimental del corazón que, como sabemos, es muy volandero y cambiante. Y no. Nosotros sabemos qué es lo que, para nosotros, tiene importancia y sobre lo que queremos sustentar este instrumento tan de hoy como es el selfie pero enraizado en una fe que tiene forma, sustancia y doctrina. 

Pues bien, hay mucho sobre lo que hacer eso. No podemos decir, entonces, que no tengamos asideros espirituales que, basados en la Madre de Dios, insten a nuestro corazón a querer y ansiar vernos tan cerca de María. 

Desde que el Hijo de Dios, casi a punto de morir, dijera a su discípulo Juan que ahí tenía a su Madre (cf. Jn 19, 27) y aquel la acogiera en su corazón y en su casa, lo que hemos tenido nosotros, sus hijos espirituales, es mucho que agradecer, mucho por lo que querer estar como ahora estamos. 

Ahí radica, para empezar, la primera causa por la cual veneramos a la Virgen María y por la cual queremos selfiarnos (valga esta palabra). Pero hay más, como no podemos dejar de decir.

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6.06.18

Serie “Un selfie con la Virgen María - La cercanía de María

 

 

 Un selfie con la Virgen María                         Un selfie con la Virgen María

 

No podemos negar que muchas veces nos sorprenden los inventos que el hombre, con la ayuda inestimable de los dones de Dios, es capaz de llevar a cabo. Por eso estamos donde estamos en este siglo XXI y no nos hemos quedado quietos en aquellos primeros momentos de nuestra creación. Podemos decir, y no nos equivocaremos, que el Padre nos dio un corazón, además de limpio (aunque luego pasó lo que pasó) muy proclive a hacer rendir las neuronas. 

Haciendo de esto algo de humor negro, hasta el pobre Caín hizo algo impensable con una quijada de animal. Le dio uno uso que, con toda seguridad, no era el que tenía destinado a tener. Y es que el hombre, hasta en esto, es capaz de hacer algo nuevo con lo viejo. 

Esto, de todas formas, lo dejamos escondido (esto sí), bien escondido, debajo de algún celemín para que se vea lo mínimo posible y no dar malas ideas a nadie… 

En fin. El caso es que, como decimos, somos capaces de inventar lo inimaginable. Hasta hay quien dice que algunos tratan de descubrir la inmortalidad. Y es que esto ha sido, desde que el hombre es hombre, el sueño inalcanzable de todo aquel que no sabe dónde tiene su límite y, sobre todo, el de quien ignora, al parecer, que el único que es eterno de toda eternidad es Dios quien, no por casualidad, nos ha creado a cada uno de nosotros con el concurso de nuestros asustados padres terrenos. 

De todas formas, todo lo que, al ser inventado, sirva para el bien de la humanidad ha de tener en refrendo, la aprobación, de todo aquel que se sabe hijo de Dios y quiere, como es lógico, que las cosas vayan mejor si es que eso supone que vayan por el camino trazado por Dios para su descendencia humana. Y es que hay quien, inventando, no hace más que equivocar parte de la senda y se sale de ella con algún que otro mal pretexto de egoísmo personal. Pero a tales personas no va dirigido esto, aunque, bien pensado, a lo mejor podrían cambiar el rumbo y volverse a situar en el camino de ladrillos como si se tratase del mítico Mago de Oz sabiendo, eso sí, que su destino es mucho mejor que la de aquel grupo escaso de amigos bien extraños. 

Cuando en la famosa zarzuela se dice aquella famosa frase de “es que las ciencias avanzan que es una barbaridad” no nos sorprende nada que quisiesen referirse a inventos puramente humanos. Y es que aquellos, en aquellos antiguos tiempos, aún tenían mucho que conocer y cada apertura del conocimiento era como abrir una ventana hacia un futuro que, cada día, se presentaba más sorprendente. Sin embargo, nosotros no nos referimos a eso sino a otro tipo de inventos que tienen todo de espiritual aunque pudiera parecer que no hacemos, sino, uso de algo que está echando su cuarto a espadas en cuanto acercamiento entre personas o, simplemente, acontecimientos en los que queremos estar presentes de una forma tan directa que pareciera que no queremos perdernos ninguno de ellos. 

Nos referimos, claro está, a la utilización de la técnica fotográfica para dejar constancia de nosotros mismos en tal o cual situación. Y sí, nos referimos al palabro inglés que, de uno mismo, un en sí mismo, hace una realidad presente: el selfie. 

Alguien puede decir que estamos algo equivocados porque ¿qué tiene que ver con la fe cristiana, aquí católica, esto de tal tipo de imágenes? 

Sin embargo, no queriendo contrariar tal pensamiento, podemos decir que podemos hacer uso de tal avance de la técnica para hacernos, eso, un selfie, pero con alguien muy especial para nosotros. Y es que si hay alguien que no esté de acuerdo en hacerse uno con la Madre de Dios, digamos, en directo, que levante la mano y lo diga. Y no decimos que tire la primera piedra porque siempre puede haber quien tenga afición a echar, sobre los demás, sus culpas propias… 

Todo lo dicho hasta ahora, ahí arriba, es para animarnos a usar tal técnica pero aplicándola a una hipotética sesión fotográfica que, de improviso, nos pudiera surgir. Y no queremos referirnos a ningún tipo de aparición de la Virgen María (la Madre sabe qué hacer a tal respecto) sino a una imaginaria situación que se nos pudiese presentar sin nosotros haberlo esperado. 

De todas formas, no podemos negar que nuestra Madre del Cielo estaría más que dispuesta a tal tipo de situación pues ¿qué mejor para Ella que siempre nos quiere cerca que tenernos a tan escasa distancia del alma? 

Por cierto, si un selfie, ordinariamente, se hace, digamos, de improviso, casi sin pensarlo (como decimos arriba), aquí vamos a hacer uno que, en esto, es totalmente innovador: vamos a pensar más que bien qué supone el mismo, cómo nos presentamos nosotros ante la cámara del alma y cómo, por fin, se presenta la Virgen María con su Niño en brazos. Y es que en esto, también Ella nos permite hacer cosas distintas…

2- La cercanía de María

  

Para que esta especial fotografía salga lo mejor posible no podemos estar alejados de aquella mujer, nuestra Madre, sino, al contrario, muy cerca. Más bien debemos estar, como resulta ser el selfie, pegados cara con cara y, hablando de lo espiritual, corazón con corazón.

Que la Madre de Dios quiere a sus hijos lo más cerca posible es doctrina nuestra y aceptada por todo aquel que se quiera considerar hijo del Padre y, por eso mismo, de su santísima Madre. Y es que no es fácil entender que a quien considera hijo suyo quiera tenerlo muy alejado de sí. Y eso, pues, pasa con la Virgen María y con nosotros, sus hijos.

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