InfoCatólica / Eleuterio Fernández Guzmán / Archivos para: Febrero 2024

26.02.24

Un amigo de Lolo – Frases que bien valen la pena: Cristo nos remienda

HAGIOPEDIA: Beato MANUEL LOZANO GARRIDO “Lolo”. (1920-1971).Ya son algunos años los que, el que esto escribe, lleva haciendo lo propio sobre el Beato de Linares (Jaén, España) en esta casa de InfoCatólica. Siempre ha valido la pena hacer algo así y aportar, aunque sea, un granito de arena a la comprensión de un creyente tan fuerte y profundo como es Lolo. 

El linarense universal, que tanta atracción espiritual tiene para quien lo conoce, no deja de producir interés en aquel que se acerca a su persona a través de su obra. Y es que, no pudiendo hacerlo ahora personalmente o, digamos, en la intimidad de la conversación entre amigos, que lo somos todos aquellos que ansiamos serlo, es seguro que acercarse a Lolo de forma cercana nos viene la mar de bien.

 

Lolo nos acerca a lo bueno que tiene saber que, cuando se es hijo de Dios la mejor forma de serlo es, sencillamente, siéndolo. Y él es una muestra perfecta de cómo hacer algo que, algunas veces, a muchos nos resulta difícil y a algunos… imposible. Acerquémonos, desde ahora, a la obra misma de Lolo y a su intimidad podríamos decir, con lo que vamos a ganar, seguramente, mucho y más que muchoY, para más abundancia de lo bueno y mejor, al final de todo esto les ponemos uno de los aforismos espirituales que publicó Lolo en su libro Bien venido, amor“. Vamos, miel sobre hojuelas, como se dice en la Biblia pues esto, al fin y al cabo, es cosa del alma de cada cual.

  

Frases que bien valen la pena: Cristo nos remienda

  

“Quéjate de que eres inútil, delante de sus manos, cosidas con clavos a la madera. Cruz, la de Él, que, arriba y abajo, tropieza con los polos del globo” (Beato Lolo, El árbol desnudo)

 

 No podemos negar, porque sería falso de toda falsedad, que cada uno de nosotros, en determinadas ocasiones, pasamos por malos momentos. Bien se trate de algo físico o espiritual… el caso es que no seremos capaces de sostener que nuestra vida es un camino, por decirlo así, de rosas y sin piedras que nos hagan tropezar. 

Sabiendo, por tanto, cómo fue la vida física de nuestro amigo Manuel Lozano Garrido, resulta fácil deducir que sí, que quejarse se podría haber quejado mucho aunque, al parecer, pocas veces lo hizo. Incluso podemos decir que por mucho que se hubiera quejado siempre se hubiera quedado corto… 

Todos los testimonios, a este respecto, nos dicen que no se quejó nada o casi nada para lo que hubiese podido hacer y que todo lo asumió con la alegría espiritual que solo un grande o, vamos, un santo es capaz de hacer aunque la santidad sea un camino que se recorre luego de subir a la Casa del Padre. 

Podemos decir, a este respecto, que en un capítulo de un libro suyo tituló, precisamente, algo así como “De profesión inútil”. Y, claro, se refería a sí mismo… Y es que se veía a sí mismo, para la vida mundana, verdaderamente inútil. Y es verdad, no era útil para una vida rasa y pazguata, para una en la que primara lo carnal sobre lo espiritual. Y por eso fue tan grande porque comprendió a la perfección a su propio “yo”, quién era y para lo que estaba en el mundo. 

Es cierto todo esto que decimos y por eso mismo escribe el Beato de Linares (Jaén, España) lo que escribe en esta parte de su novela El árbol desnudo que es, para quien no lo sepa, una que lo es autobiográfica. 

De todas formas, aunque sea eso que decimos los personajes no llevan puestos los nombres, por ejemplo, de Lolo o de Lucy sino que aparecen otros aunque, claro, entendamos a la perfección que se refiere a sí mismo… 

Eso, pues, que nos dice Manuel que podemos quejarnos y seguro que comprendía que en no pocas ocasiones podríamos hacerlo. Sin embargo, y como no puede ser de otra manera en una persona como Lolo, va más allá. Y tan más allá que va que va, precisamente, hasta el “más allá” donde Dios ejerce de Padre y Eterno Todopoderoso. 

Es cosa de nuestra fe, de nuestra creencia, que Dios ha tenido un Único Hijo que fue engendrado y no creado, que fue enviado al mundo y que entregó su vida voluntariamente para que el mundo se salvase. Y la forma en la que murió es a la que hace referencia aquí mismo e incardina, eso, con nosotros, con nuestras quejas y dolencias.

En efecto, Cristo remienda nuestros corazones desde el mismo momento en el que fue clavado a un cruz, a la Cruz, así, por antonomasia y ejemplo. 

Remienda nuestros heridos corazones cuando lo están porque vino al mundo para salvar a quien necesitaba ser salvado. Y así sigue, clavado en tal Cruz porque nuestros pecados no le han permitido hacer otra cosa. Pero con todo eso, nuestro amigo Lolo nos advierte de que debería hacernos pensar que quedarnos ante la Cruz, mirándola y quejándonos, no es buena cosa porque entonces nos damos cuenta de lo que somos… nada ante ella. 

Cristo en la Cruz, Lolo sufriendo y ofreciendo su sufrimiento a Dios por todos aquellos que también sufren, son realidades que nos deberían aportar cierta tranquilidad y cierto sosiego. Y estamos seguros de que a Lolo, la Cruz del Hijo de Dios, le ayuda más que mucho.

 

Eleuterio Fernández Guzmán

 

Panecillos de meditación

 

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.


Panecillo de hoy: 

Entender el sufrimiento es un bien más que importante. 

Aforismos de fe católica: del libro de Lolo “Bienvenido, amor" (55)

  

“Corazón de Dios, en que caben todos los hombres de todos los tiempos y, sin embargo, no entra una injuria.”

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 Para leer Fe y Obras.

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna. 

24.02.24

La Palabra para el Domingo - 25 de febrero de 2024

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Como es obvio, hoy no es domingo 25 de febrero de 2024 sino sábado, 24. Esto lo decimos porque publicamos hoy el comentario del Evangelio que siempre hemos traído aquí en día, precisamente, de domingo. Sin embargo, un amable lector, sacerdote, me hizo la sugerencia de poner el comentario del Evangelio del primer día de la semana el sábado porque, como es verdad y lamento no haberme dado cuenta, el texto del Evangelio de la Santa Misa del sábado por la tarde es el del día siguiente, domingo.


También lamento no haberme dado cuenta de que publicando este comentario a determinada hora de España aún es viernes en la América hispana. Por eso, y por cumplir con el horario y que las cosas sean razonables, es publicado este comentario ahora, a esta hora en España cuando ya es sábado en América. Y a lo mejor es posible que haya quien piense que decir esto no hace falta pero con franqueza digo que creo es necesario y más que necesario.  



Mc 9, 2-10



2 Seis días después, Jesús tomó a Pedro, Santiago y Juan, y los llevó a ellos solos a un monte elevado. Allí se transfiguró en presencia de ellos. 3 Sus vestiduras se volvieron resplandecientes, tan blancas como nadie en el mundo podría blanquearlas. 4 Y se les aparecieron Elías y Moisés, conversando con Jesús. 5 Pedro dijo a Jesús: “Maestro, ¡qué bien estamos aquí! Hagamos tres carpas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías". 6 Pedro no sabía qué decir, porque estaban llenos de temor. 7 Entonces una nube los cubrió con su sombra, y salió de ella una voz: “Este es mi Hijo muy querido, escúchenlo". 8 De pronto miraron a su alrededor y no vieron a nadie, sino a Jesús solo con ellos. 9 Mientras bajaban del monte, Jesús les prohibió contar lo que habían visto, hasta que el Hijo del  hombre resucitara de entre los muertos. 10 Ellos cumplieron esta orden, pero se preguntaban qué significaría “resucitar de entre los muertos".


MEDITACIÓN

1.- Jesús era conocedor de la especial dificultad que existía en el hecho de que sus discípulos comprendiesen su ministerio y que fuesen capaces de entender aquello que les decía pues, como es sabido, no eran letrados ni personas formadas intelectualmente, o, al menos, con una gran formación.

Por eso, además de las parábolas como forma de explicarse, forma que hacía más fácil la comprensión a base de ejemplos tomados de la vida ordinaria, tan dada a la analogía, se veía obligado a recurrir a ciertos momentos en los que lo que sucedía impelía a una rápida fijación en el corazón de aquello que acontecía. Por esto les hablo en parábolas, porque miran y no ven, escuchan y no oyen ni entienden (Mt 13,13) respondió a la pregunta de sus discípulos de porqué les hablas en parábolas (Mt 13,10).

Como pasará más tarde con los mismos, en Gethsemaní, el Mesías encamina a tres discípulos suyos, a saber, Santiago y Juan, los Zebedeos o “hijos del trueno” (nombre con los que los bautizó, con un innegable sentido del humor) y Pedro (la piedra sobre la que edificaría su Iglesia) y los lleva a un monte. Porque la montaña, o aquel, a lo largo de las Sagradas Escrituras, tuvo y tiene una importancia propia y característica. En Ex 3,1, por hablar del Antiguo Testamento, se habla del monte de Dios, el Horeb, o cuando Dios indica a Moisés donde ha de adorar a Dios, es decir adoraréis a Dios sobre este monte (Ex 3, 12), así como todas las veces que se nombra ese monte de Dios en esta parte del Pentateuco; o, como indica el Salmo 125,2 Jerusalén está rodeada de montes; así rodea el Señor a su pueblo desde ahora y por siempre, de donde podemos deducir una capacidad de defensa frente a las afrentas de los enemigos, y equiparar nuestra vida a la Jerusalén terrestre que, al verse atacada por las acechanzas del maligno, se siente protegida de esa forma.

De aquí que entiendo que este accidente del terreno es algo más que una mera elevación del mismo. Que ese espacio, donde Abraham se encontró con Dios, donde Moisés recibió de Dios la Ley que nos transmitiría por generaciones sin término para que fuera cumplida su voluntad…que contenía esas tablas tan conocidas y nombradas; que ese espacio, digo, ha de ser muy especial para Dios.

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 17, 1-9

Y en el monte, también, se transfiguró.

Este episodio, característico de la divinidad de Jesús, y que refleja su conexión con el Antiguo Testamento, determina una imagen ejemplo de pureza y amor de Dios, porque, ¿qué es esa blancura que salió de sus vestidos y, por lo tanto, de su cuerpo, pues desde dentro emergía? El texto dice que sus vestidos se volvieron resplandecientes. Y aquí, Marcos, también hace uso de un lenguaje que es similar al de Cristo: utiliza un hecho de lo cotidiano para que, el oyente, entienda qué nivel de luz despedía Jesús; es decir, al igual que este, con sus parábolas, facilita la comprensión (como he dicho antes), el evangelista, al decir lo del batanero, da a entender que nadie podía igualarse, en luz que sólo podía venir de Dios, en ese instante, ni nunca, a lo que los ojos de los tres discípulos, estaban viendo.

Pero como esto podía no ser suficiente, pues bien podían haber pensado aquellos tres que miraban, que podía tratarse de algún reflejo de la luz del sol, entran en escena estos dos personajes del Antiguo Testamento que, al igual que Jesús, pero menos, como hombres que sólo eran, también eran profetas. Pero no dos profetas cualesquiera. Eran Moisés y Elías.

De estos personajes tan importantes para la historia del hombre en la tierra no cabe que diga yo nada, pues ya se ha escrito, y se escribirá mucho y mucho mejor de lo que yo pueda decir. Sin embargo sí recordar, sólo, que el primero de ellos condujo a su pueblo por el desierto, como Jesús se había conducido tras su bautismo y que, el segundo era, creo yo, el que según Jesús mismo, ya había vuelto pero sus contemporáneos no habían querido ver. ¿Era, para el Mesías, el espíritu de Elías el que representaba Juan, el Bautista? Así ha de ser, pues de lo contrario no habría dicho Jesús que si queréis admitirlo, él es Elías, el que había de venir (Mt 11,14).

Pero no sólo se aparecieron junto a Jesús. Además conversaban con Jesús. Y esta conversación bien podría referirse al inmediato futuro de Cristo: su pasión y muerte. Seguramente, porque sabedores de lo que iba a suceder, querían, ¡y necesitaban!, darle ánimo, reconfortarlo, en cierta forma. El caso es que el Enviado, el Jristós griego, se hace ayudar por aquellos que le esperaban para que aquellos que estaban presentes con Él, fuesen capaces de entender que iba a ser perseguido, maltratado, lacerado y humillado más tarde.

2.-Entre aquellos tres discípulos Pedro es la piedra, y la piedra está muy pegada al suelo, al camino que vamos pisando en nuestro deambular por la vida.

Y por esto, la sugerencia que le hace al Maestro, que disfrutaba de aquella conversación y que, con ella, daba fundamento a su existir, no deja de ser otra cosa que expresión de una mundanidad, de un apego a la tierra, de un estar entre hombres. Porque Pedro quería quedarse allí, no quería volver al duro esfuerzo de transmitir que el Reino de Dios ya había llegado, se negaba a ser, otra vez, ser que comunica la Verdad.

Esto, como en tantas otras ocasiones, tendría que suponer, para nosotros, un aviso ante la opción que tomamos en nuestra vida: ¿ante la posibilidad de difundir la Palabra de Dios, permanecemos, solitarios en nuestra mismidad, disfrutando de su delicia o, por el contrario, hacemos uso de nuestros talentos para que los demás conozcan nuestro conocimiento, que hemos encontrado a Dios en una sílaba o en un texto?

Bien podemos hacer como Pedro que, ante aquella visión de la maravilla de Dios, opta por el gozo que esto suponía, atendiendo las necesidades de los que conversaban (Elías, Moisés y Jesús) pero sin pretender bajar contar lo sucedido siendo, así, difusores de un hecho que confirmaría lo dicho por el Mesías. Porque, además, así lo recomendaría Jesús instantes después. Sin embargo, Pedro, independientemente de lo que dijese el Mesías no quería irse de allí. Era esa su voluntad expresa.

Y ¿qué podemos pensar ante esta actitud de Cefas? - me refiero a la actitud de quedarse a admirar lo sucedido y no a lo de no decir nada a nadie de lo que vio - Cabe, de principio, la disculpa, hombre como era y que, como nosotros, soñaba con ese mundo en el que la cruz, aún no conocida, sólo fuera una posibilidad a tener en cuenta pero no palpable. El evangelio de Lucas, y traigo aquí a colación lo que Giovanni Papini dice en su libro sobre la vida de Cristo, trata de poner coto a la opinión de quienes, inmisericordes, pudieran atacar a Pedro. Dice Lucas que, como para disculpar a Pedro, no sabía lo que se decía, sin saber lo que decía, dice, exactamente, este evangelista en 9, 33 que viene a ser algo parecido a lo que dice Marcos (pues no sabía qué responder) que centra su atención en el temor que tenían los discípulos que contemplan tal hecho.

Por otra parte, y abundando en esto, también cabe elegir entre el mundo y Dios. Jesús, como siempre, también nos da respuesta a esta grave inquisición. El evangelista más joven, Juan, a quien Jesús amaba, en el capítulo 17 versículo 15 de su evangelio, al decir que no te pido que los retires del mundo, sino que los guardes del Maligno nos indica que estamos en este mundo, como es obvio y evidente, pero que la preservación del pecado, su evitación, es más importante que el hecho de sentirse aislado del lugar donde vivimos ya que no debemos evitar aquello que Dios nos ha dado. Esto sería como rechazar su liberalidad y su misericordia.

3.- Al igual que Gabriel dijera a María sobre que el Espíritu Santo la cubriría con su sombra, este texto evangélico de Marcos también recoge esta expresión: una nube que los cubrió con su sombra. Y lo mismo que, en el caso de Miriam (María) Dios iluminó su vida con su semilla de amor y la más alta gracia, en este momento donde conversan los profetas deja dicha su Palabra. Y es una palabra muy similar, si no igual, a la que pronunciara en el bautismo de Jesús: que Él era su Hijo amado, que teníamos que escucharle. Es decir, primero dice quien es, para certificar la importancia de su persona y, después, sólo después, hace una recomendación destacable: hay que escuchar la voz de Jesús.

Consecuentes, como hemos de ser, a nuestro amor a Dios, no podemos dejar de hacer otra cosa. Quien me ha visto a mi ha visto al Padre (Jn 14,9) dice el Mesías en un momento de su vida, ante la insistencia de Felipe de que les mostrara al Padre. Y “visto” incluye el “oído”, oír, escuchar, estar atento a su Palabra porque, al fin y al cabo, no deja de ser la Palabra de Dios, como lo es.

Y con esto finaliza esta percepción que Santiago, Juan y Pedro tienen en compañía de Jesús, o llevados por Jesús.

Este propiciar el encuentro es otra instantánea de la vida del Mesías a destacar. En su misión provocó que, mediando Él mismo, la relación con lo sobrenatural estuviera al alcance de sus contemporáneos y, desde entonces, de todos nosotros. Lo que podemos entender o comprender de ese encuentro quizá, o sin quizá, es cosa nuestra, dejado a nuestra libre elección: mejor comprensión de lo divino y aplicación a lo humano, a nuestra existencia diaria, o, por otra parte, olvido por miedo a la responsabilidad que de su puesta en práctica derivaría para nosotros.

Pero como esto pudiera no parecer suficiente para los discípulos, y como ellos irían hablando, monte abajo, sin duda, de lo que había sucedido, Jesús se vio obligado a hacerles una advertencia: no hablar, a nadie, de este hecho, hasta que él, Hijo del hombre, resucitara de entre los muertos.

Bien podemos suponer que si la transfiguración había producido el lógico estupor en los que la vieron, el que Jesús hablara de la resurrección de entre los muertos ya sería el colmo de lo enigmático. Aún no podían entender esta expresión ni ser capaces, tampoco, de transmitir a nadie lo visto. De aquí aquello de prohibición de comunicar eso tan sobrenatural como era que dos profetas se aparecieran para hablar con Jesús y que, por si esto ya fuera poco, el mismo Dios les dirigiera la palabra, su Palabra.

Si no estaban preparados para comprender esto, mucho menos para dar testimonio fiel y adecuado del significado que tenía. Por eso yo creo que Jesús no les permitió, cosa que hicieron, hablar de ello hasta cuando, tras comprobar que, efectivamente, había vuelto del mundo de los difuntos, ese misterioso acto que habían contemplado, tuviera total sentido para ellos y para todos.


ORACIÓN

Padre Dios; ayúdanos a comprender que Tu Hijo amado es, también, hermano nuestro.

Gracias, Señor, por poder transmitir esto


Eleuterio Fernández Guzmán

 

Panecillos de meditación

 

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.
 
Panecillo de hoy:

 

El caso es que ellos, aquellos tres escogidos, no comprendieron nada… todavía 

 

Para leer Fe y Obras.


Para leer 
Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.

 

19.02.24

Un amigo de Lolo – Quizá así lo escribiría Lolo – Un Niño algo especial

Presentación

Es posible que pueda pensarse que lo que va a hacer este que escribe pueda ser una osadía. Y es que, de todas formas, es seguro que lo es pues uno quizá no debería ponerse en la mente y el corazón de otra persona para ver qué podría decir o hacer

 

Es cierto esto pero también lo que es que cuando un creyente católico ha alcanzado la altura espiritual que alcanzó Lolo y que tiene, seguro, en el Cielo, no podemos negar que se ha hecho mucho de todos sus hermanos en la fe.


La osadía de escribir algo según, a lo mejor, pudiera hacerlo el Beato de Linares (Jaén, España) es, seguramente, un grave atrevimiento por parte de quien eso haga y, aún más, por quien esto escribe que es, sencilla y llanamente, nadie en materia espiritual pero que siente el alma de Lolo inscrita en las palabras que dejó al mundo. Y por eso, es seguro que nuestro amigo Manuel Lozano Garrido, va a perdonar (desde ya, desde que se escribe esto mismo, estas palabras a modo de presentación) un tal atrevimiento por mi parte.


Esto es, a lo mejor, lo que Lolo podría decir.

 

Quizá así lo escribiría Lolo – Un Niño algo especial

 

Es posible que alguien pueda tener por bueno el orden que aquí vamos a seguir a la hora de hacer lo propio sobre la Sagrada Familia. Es decir, que primero escribamos sobre esta al completo (en sus tres miembros) y, luego, sobre cada uno de ellos. Sin embargo, también es posible que haya quien crea que lo mejor sería escribir en primer lugar sobre cada uno de quienes componen la Sagrada Familia y, luego, como colofón a eso, sobre la Sagrada Familia al completo.

 

Nosotros hemos escogido la primera opción que es, creemos, tan buena como la segunda…


Y esto que sigue es lo que Lolo podría haber dicho…

 

¡Qué decir de ti, hermano pequeño! Sí, porque cuando te contemplamos en aquel momento de tu primera venida al mundo acababas de nacer. Sí, pequeño como cualquier otro niño que nació entonces, nació después y nace ahora y también nacerá mañana porque así lo quiso Tu Padre del Cielo.

 

Eras pequeño y no sigues lo sigues siendo porque a tus hermanos no se nos ha olvidado. Y por eso te hacemos en esculturas, en pinturas o en cualquier otra forma de expresión de nuestra fe. Pequeño pero, a la vez, grande.

 

Es verdad, Jesusillo, que eras pequeño pero tu misma naturaleza divina te hace grande: grande por venir de Dios, grande por ser Dios mismo hecho hombre, grande por la misión que te encomendó el Creador y que tan bien ibas a cumplir a lo largo de tu vida.

 

Es verdad, Ángel nuestro en aquel pesebre pobre pero divinizado por tu presencia, que sabemos por el tiempo pasado y por lo que otros han escrito, que tu presencia allí era tan necesaria que nada ni nadie pudo evitarlo y ni aquel hombrecillo creído llamado Herodes pudo quitarte de en medio como quería, aquel adorador falso y pretencioso…

 

Bueno, hermanillo nuestro. Tú, que bien sabrías qué hacer en cada momento, entonces eras pequeño pero en tu pequeñez llevabas una marca, en tu corazón un Amor, en tu piel un ser Quien eras. Y nosotros, que a tantos años vista de aquello sabemos que los que te adoraron lo hicieron bien hecho y ante Quien debían postrarse (incluso aquellos grandes hombres venidos de muy lejos y que te dejaron oro, incienso y mirra) no podemos sino creer que todo aquello estaba bien, muy bien.

 

Pequeño nuestro, zagalín recién nacido, que sabrías sobrenadar todo lo malo que te iba a pasar, que llevabas la Cruz inscrita en tu santísimo y pequeño corazón, en ti pusieron su esperanza muchos de tu pueblo, aquel que eligió tu Padre para que fuera el suyo. Y eso daría mucho miedo a los más poderosos pero eso a Ti te iba a dar lo mismo.

 

Niño venido al mundo para que el mundo se salvase, casi podemos imaginarte en aquellos primeros momentos de tu vida en el mundo (en el vientre de tu Madre ya habías hecho saltar a Juan, tu primo, en el seno de Isabel, la que llamaban estéril porque no sabían lo que era capaz de hacer tu Padre…) mirando con sorpresa, ojos abiertos a la luz, cómo había allí pastores, vecinos y otros que acudieron porque una estrella se había posado sobre un humilde lugar. Y supieron, seguro que en sus corazones lo sabían, que aquel Niño era un Niño muy especial, así con mayúscula como mayúscula era la obra de Dios.

 

Niño especial, niñito nuestro de cada día, sólo podemos darte las gracias por aquellos primeros vistazos de tu recién estrenada vida. Y esperar que, cuando vuelvas otra vez, encuentras a alguien con fe en el mundo; al menos, a alguien para que así, salves todas las almas que deban ser salvadas.

 

Eleuterio Fernández Guzmán

 

NOTA: Me gustaría hacer referencia a las imágenes que han enriquecido estos cuatro artículos. Y es fueron tomadas las mismas en la Iglesia que los Dominicos tienen en Torrent, Valencia (España) pues son las que dieron forman al Nacimiento de la pasada Navidad, la de 2023. Y es justo dar las gracias a quien eso hizo. 

 

Panecillos de meditación

 

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

 

 

Panecillo de hoy:

 

La Sagrada Familia en todo el esplendor de Dios.

 


Aforismos de fe católica: del libro de Lolo “Bien venido, amor” (338)

 

La familia es el núcleo piloto donde, por la Generosidad, Dios ensaya aquí ya la dicha que nos espera en el Cielo.

 

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Para leer Fe y Obras.

Para leer 
Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.

 

 

17.02.24

La Palabra del Domingo - 18 de febrero de 2024

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Como es obvio, hoy no es domingo 18 de febrero de 2024 sino sábado, 17. Esto lo decimos porque publicamos hoy el comentario del Evangelio que siempre hemos traído aquí en día, precisamente, de domingo. Sin embargo, un amable lector, sacerdote, me hizo la sugerencia de poner el comentario del Evangelio del primer día de la semana el sábado porque, como es verdad y lamento no haberme dado cuenta, el texto del Evangelio de la Santa Misa del sábado por la tarde es el del día siguiente, domingo.


También lamento no haberme dado cuenta de que publicando este comentario a determinada hora de España aún es viernes en la América hispana. Por eso, y por cumplir con el horario y que las cosas sean razonables, es publicado este comentario ahora, a esta hora en España cuando ya es sábado en América. Y a lo mejor es posible que haya quien piense que decir esto no hace falta pero con franqueza digo que creo es necesario y más que necesario.  


 Mc 1, 12-15


 “12 A continuación, el Espíritu le empuja al desierto, 13  y permaneció en el desierto cuarenta días, siendo tentado por Satanás. Estaba entre los animales del campo y los  ángeles le servían. 14 Después que Juan fue entregado, marchó Jesús a Galilea; y proclamaba la Buena Nueva de Dios: 15 ‘El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca; convertíos y creed en la Buena Nueva.’

  

COMENTARIO
 
El final de los tiempos

 
Sabemos que, cuando Jesús fue bautizado por su primo Juan algo le impulsó a ir al desierto. Bueno, en realidad, tenemos por cierto y verdad que fue el Espíritu Santo Dios quien dirigió sus pasos hacia donde la soledad es más acusada y donde, precisamente, empezó a gestarse la llamada “vida pública” de Cristo. Es más, de allí iba a salir vencedor de mucho y contra mucho. 

Este texto del evangelio de san Marcos abunda en realidades espirituales que, no por conocidas, debemos olvidar. Muchas de ellas, además, fundamentan nuestra propia vida de fe y nos recomiendan llevar a cabo un comportamiento filial hacia la voluntad de Dios. 

Antes que nada, antes de salir hacia Galilea a cumplir con la misión que tenía encomendada, Jesús tuvo que enfrentarse al Mal. En el desierto, come es más que conocido, tuvo que vencer a las tres tentaciones que le proponía Satanás. Y de todas ellas, echando mano de la Palabra de Dios, salió victorioso. Satanás pretendía hacerlo suyo como había conseguido hacerlo con nuestros primeros padres con aquello de la tentación a incumplir lo dicho por Dios. Pero no pudo con Jesús que, siendo Dios mismo, no iba a caer en tan arteras trampas. 

Decimos, por tanto, que Jesús, marchó a Galilea donde debía empezar aquello para lo que había sido enviado (o, como diría Él en alguna ocasión, “salido”, suponemos que del Padre) 

EL ESPÍRITU LLEVA AL DESIERTO A JESÚS

¿Y qué era lo que debía hacer Jesús en aquella su tierra y, luego, en otras que no lo eran? 

En resumen: predicar. 

La predicación de Jesús estaba totalmente relacionada con la Palabra de Dios, con la Ley del Todopoderoso (¡Alabado sea por siempre!) y con la santa voluntad del Creador. 

Así dicho, pudiera parecer poco porque es de suponer que todo eso ya lo sabía el pueblo elegido por Dios. Sin embargo, es más que cierto que, aún conociéndolo, habían llegado a tergiversarlo de tal forma que no tuvo más remedio el Creador de enviar a su Hijo para que se enderezar el camino torcido. Y enviarlo y terminar como terminaría en la Cruz. 

Había llegado, en efecto, el final de los tiempos. Y era, por tanto, el momento en el que Dios enviaba al Mesías para que se cumpliera todo lo que había sido escrito por inspiración del Espíritu Santo Dios a través de santos profetas y escritores de tal jaez espiritual. 

El caso es que Jesús podía haber predicado de la forma que mejor le hubiera venido. De hecho así lo hace a través de las parábolas y otros ejemplos adaptados a la capacidad espiritual de sus contemporáneos. Sin embargo, utiliza, como expresión, un orden muy especial. 

Queremos decir que Jesús dice esto: “Convertíos y cree en el Evangelio”. Por Evangelio tenemos, es, Buena Noticia, aquella que venía a decir, como expresa Él mismo, que el Reino de Dios estaba cerca.

Pues bien, lo primero que pide Jesús es conversión. Y por tal entiende el Hijo de Dios, venir a tener un corazón de carne, misericordioso, fiel a la voluntad de Dios y, en fin, propio de quien se sabe, y es, hijo del Creador. 

Primero, pues, conversión, venir a ser otros; luego, tener fe en el Evangelio. 

¿Es que no es más importante creer en el Evangelio que convertirse? 

A primera vista, ciega vista por cierto, podría parecer que en primer lugar se tiene en cuenta la ley y, luego, se da la conversión. Sin embargo, si la tierra no es buena, si no hay conversión primero, es difícil que la semilla, precisamente, del Evangelio, pueda fructificar. Por eso era, es, tan importante convertirse. 

Y esto, por cierto, san Agustín lo expresó de forma maravillosa: “Ama y haz lo que quieras”. Y eso es, exactamente, la conversión demandada por Jesucristo en aquel primer mensaje.

  
PRECES 
 

Pidamos a Dios por todos aquellos que no quieren enfrentar las tentaciones del Mal. 

Roguemos al Señor.
 

Pidamos a Dios por todos aquellos que no quieren convertirse.

Roguemos al Señor.

ORACIÓN

Padre Dios; ayúdanos a convertir nuestro corazón según tu voluntad.

 
Gracias, Señor, por poder transmitir esto.

  
El texto bíblico ha sido tomado de la Biblia de Jerusalén.



Eleuterio Fernández Guzmán

Panecillos de meditación

 

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.
 
Panecillo de hoy:

 

Jesucristo resistió las tentaciones en el desierto para mostrarnos que es posible hacerlo. 

 

Para leer Fe y Obras.


Para leer 
Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.

 

12.02.24

Un amigo de Lolo – Quizá así lo escribiría Lolo – José, fiel esposo

Presentación

 

Es posible que pueda pensarse que lo que va a hacer este que escribe pueda ser una osadía. Y es que, de todas formas, es seguro que lo es pues uno quizá no debería ponerse en la mente y el corazón de otra persona para ver qué podría decir o hacer.

 

Es cierto esto pero también lo que es que cuando un creyente católico ha alcanzado la altura espiritual que alcanzó Lolo y que tiene, seguro, en el Cielo, no podemos negar que se ha hecho mucho de todos sus hermanos en la fe.

 

La osadía de escribir algo según, a lo mejor, pudiera hacerlo el Beato de Linares (Jaén, España) es, seguramente, un grave atrevimiento por parte de quien eso haga y, aún más, por quien esto escribe que es, sencilla y llanamente, nadie en materia espiritual pero que siente el alma de Lolo inscrita en las palabras que dejó al mundo. Y por eso, es seguro que nuestro amigo Manuel Lozano Garrido, va a perdonar (desde ya, desde que se escribe esto mismo, estas palabras a modo de presentación) un tal atrevimiento por mi parte.

 

Esto es, a lo mejor, lo que Lolo podría decir.

 

Quizá así lo escribiría Lolo – José, Fiel esposo

 

Es posible que alguien pueda tener por bueno el orden que aquí vamos a seguir a la hora de hacer lo propio sobre la Sagrada Familia. Es decir, que primero escribamos sobre esta al completo (en sus tres miembros) y, luego, sobre cada uno de ellos. Sin embargo, también es posible que haya quien crea que lo mejor sería escribir en primer lugar sobre cada uno de quienes componen la Sagrada Familia y, luego, como colofón a eso, sobre la Sagrada Familia al completo.

 

Nosotros hemos escogido la primera opción que es, creemos, tan buena como la segunda…

 

Y esto que sigue es lo que Lolo podría haber dicho…

  

Seguramente José, tú que eras un judío justo, y tu antigua familia emparentaba con el rey David, no tenías dudas sobre tu fe sobre lo que creías. Humilde como eras siendo un trabajador manual de tu tiempo, José, esperabas una vida seguramente tranquila aunque dura. 

Cuando conociste a la joven María se abrió ante ti un mundo nuevo. Ya te imaginabas en vuestra casa, José, y sacando a tu familia adelante. ¿Familia? Aún no sabía si eso sería posible aunque era seguro que tenías interés en tener descendencia. 

¿Qué pasó por tu corazón cuando supiste que María, aún sin haberse casado contigo (desposada sí, eso sí) estaba embarazada? Seguro que tuviste dudas por el corazón de un hombre es el corazón de un hombre, José. 

Tú, sin embargo, eras un fiel creyente y escuchaste aquel mensaje del Ángel que te dijo que aquello, aquello que era tan extraño conociendo como conocías a María, venía de Dios. 

No se hable más, debiste pensar. Como viene de Dios nada puedo o poner pero es que nada quiero oponer o algo así debía ser tu pensamiento. Ahora estabas seguro de la fidelidad de María porque ella, a la que tanto querías, según te dijo, había sido bendecida muy especialmente por Adonai y al Ángel le había dicho que era esclava del Señor y eso eran palabras mayores. 

Fiel José, fiel desde siempre y por siempre, cumpliste con la misión que te fue encomendada. Y nada de lo que hiciste desde entonces se apartó ni un palmo de tierra de lo que quería Dios que hiciste. Y fuiste a Egipto porque escuchaste las palabras que te dijeron que el Niño (que era muy especial como bien sabías tú y María) corría peligro de muerte y eso no lo podías permitir. 

Y luego volviste. José, al escuchar el mensaje que te dijo que podías volver a tu tierra de aquella egipcia que os acogió, tampoco dudaste lo más mínimo. Os esperaba vuestra casa, seguramente atendida por vuestra familia, y allí volvisteis y allí vivisteis hasta que te llamó el Creador a su Reino donde, estoy seguro, tu alma goza de la visión del Todopoderoso. 

José, Padre de entre los padres, ejemplo a seguir por los que quieren ser buenos y quieren ser fieles, te damos gracias. Seguramente nunca lo haremos lo bastante porque si de tus manos salieron obras humanas, de tu corazón salió lo mejor y que no fue otra cosa que enseñar y educar al Niño. Y, claro, Él te respondió de la misma forma: siendo bueno y fiel. 

José, carpintero de Nazaret, allí donde estás pide por nosotros que, tantas veces, necesitamos de ayudas como la tuya. 

 

Eleuterio Fernández Guzmán

  

Panecillos de meditación

  

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

 

Panecillo de hoy:

  

La Sagrada Familia en todo el esplendor de Dios.

 

Aforismos de fe católica: del libro de Lolo “Bien venido, amor” (338)

 

La familia es el núcleo piloto donde, por la Generosidad, Dios ensaya aquí ya la dicha que nos espera en el Cielo.

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Para leer Fe y Obras.

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.