InfoCatólica / Eleuterio Fernández Guzmán / Categoría: Las llaves de Pedro

23.01.15

Las llaves de Pedro – Meditaciones en Santa Marta: El estilo cristiano.

Francesco

El Papa, obispo de Roma y sucesor de San Pedro, “es el principio y fundamento perpetuo y visible de unidad, tanto de los obispos como de la muchedumbre de los fieles” (Lumen Gentium, 23)

Vamos a traer a estas “Llaves de Pedro” las meditaciones que el Santo Padre Francisco pronuncia en la Casa de Santa Marta en las homilías diarias que allí celebra, tomadas  las mismas de  L’Osservatore Romano.

 Papa Francisco en Santa Marta

 

El estilo cristiano (6 de marzo de 2014)

 

“El redescubrimiento de la fecundidad de una vida según el estilo cristiano es la propuesta del Papa Francisco para la Cuaresma. Habló de ello el jueves 6 de marzo durante la celebración de la misa en Santa Marta. Al comentar el pasaje del evangelio de Lucas (9, 22-25) propuesto por la liturgia, el Pontífice lo presentó como una reflexión relacionada con la narración del joven rico, que quería seguir a Jesús, ‘pero que después se alejó entristecido porque tenía mucho dinero y estaba muy apegado para renunciar a él’. Y Jesús también habló del ‘riesgo de tener tanto dinero’, terminando con un mensaje preciso: ‘No se puede servir a dos señores, a Dios y al dinero’.

Al inicio de la Cuaresma, la Iglesia ‘nos hace leer, nos hace escuchar este mensaje’, dijo el Pontífice. Un mensaje que –afirmó– ‘podríamos titularlo el estilo cristiano: “Si alguien quiere seguirme, es decir, ser cristiano, ser mi discípulo, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame”. Porque Él, Jesús, fue el primero en recorrer este camino’. El obispo de Roma volvió a proponer las palabras del evangelio de Lucas: ‘El Hijo del hombre tenía que padecer mucho, ser desechado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar al tercer día’. Nosotros ‘no podemos pensar en la vida cristiana —especificó— fuera de este camino, de este camino que Él recorrió primero’. Es ‘el camino de la humildad, incluso de la humillación, de la negación de sí mismo’, porque ‘el estilo cristiano sin cruz no es de ninguna manera cristiano’, y ‘si la cruz es una cruz sin Jesús, no es cristiana’.

Asumir un estilo de vida cristiano significa, pues, ‘tomar la cruz con Jesús e ir adelante’. Cristo mismo nos mostró este estilo negándose a sí mismo. Él, aun siendo igual a Dios —observó el Pontífice—, no se glorió de ello, no lo consideró ‘un bien irrenunciable, sino que se humilló a sí mismo’ y se hizo ‘siervo por todos nosotros’.

Este es el estilo de vida que ‘nos salvará, nos dará alegría y nos hará fecundos, porque este camino que lleva a negarse a sí mismo está hecho para dar vida; es lo contrario del camino del egoísmo’, es decir, ‘el que lleva a sentir apego a todos los bienes solo para sí’. En cambio, este es un camino ‘abierto a los demás, porque es el mismo que recorrió Jesús’. Por lo tanto, es un camino ‘de negación de sí para dar vida. El estilo cristiano está precisamente en este estilo de humildad, de docilidad, de mansedumbre. Quien quiera salvar su vida, la perderá. En el Evangelio, Jesús repite esta idea. Recordad cuando habla del grano de trigo: si esta semilla no muere, no puede dar fruto’ (cf. Jn 12, 24).

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9.01.15

Las llaves de Pedro – Meditaciones en Santa Marta: Para no dejarse contagiar por la tentación.

 Papa Francisco

El Papa, obispo de Roma y sucesor de San Pedro, “es el principio y fundamento perpetuo y visible de unidad, tanto de los obispos como de la muchedumbre de los fieles” (Lumen Gentium, 23)

Vamos a traer a estas “Llaves de Pedro” las meditaciones que el Santo Padre Francisco pronuncia en la Casa de Santa Marta en las homilías diarias que allí celebra, tomadas  las mismas de  L’Osservatore Romano.

 

Para no dejarse contagiar por la tentación (18 de febrero de 2014)

Papa Francisco en Santa Marta

 

“La tentación se nos presenta de modo solapado, contagia todo el ambiente que nos rodea, nos impulsa a buscar siempre una justificación. Y al final nos hace caer en el pecado, cerrándonos en una jaula de la cual es difícil salir. Para resistir a la tentación es necesario escuchar la Palabra del Señor, porque ‘Él nos espera’, nos da siempre confianza y abre ante nosotros un nuevo horizonte. Es éste, en síntesis, el sentido de la reflexión propuesta por el Papa Francisco el martes 18 de febrero.

El Pontífice partió, como es costumbre, de la liturgia del día, en especial de la Carta de Santiago (12-18) en la que el apóstol ‘tras habernos hablado ayer de la paciencia —destacó— nos habla hoy de la resistencia. Resistencia a las tentaciones. Y nos explica que cada uno es tentado por las propias pasiones, que le atraen y le seducen. Luego, las pasiones engendran, generan el pecado. Y el pecado, una vez cometido, genera la muerte’.

¿Pero de dónde viene la tentación? ¿Cómo actúan dentro de nosotros? Para responder a estos interrogantes, el Papa recurrió nuevamente al texto de la Carta de Santiago. ‘El apóstol —indicó— nos dice que no viene de Dios sino de nuestras pasiones, de nuestras debilidades interiores, de las heridas que dejó en nosotros el pecado original. De allí vienen las tentaciones’. Y al respecto se centró en las características de la tentación, que, dijo, ‘crece, contagia y se justifica’.

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2.01.15

Las llaves de Pedro – Meditaciones en Santa Marta: En Misa sin reloj.

  Papa Francisco

 El Papa, obispo de Roma y sucesor de San Pedro, “es el principio y fundamento perpetuo y visible de unidad, tanto de los obispos como de la muchedumbre de los fieles” (Lumen Gentium, 23)

Vamos a traer a estas “Llaves de Pedro” las meditaciones que el Santo Padre Francisco pronuncia en la Casa de Santa Marta en las homilías diarias que allí celebra, tomadas  las mismas de  L’Osservatore Romano.

 

En Misa sin Reloj (10 de febrero de 2014)

 

Papa Francisco en Santa Marta

 

“A misa no se va con el reloj en la mano, como si se debieran contar los minutos o asistir a una representación. Se va para participar en el misterio de Dios. Y esto es válido también para quienes vienen a Santa Marta a la misa celebrada por el Papa, que, dijo en efecto el Pontífice el lunes 10 de febrero, a los fieles presentes en la capilla de su residencia, ‘no es un paseo turístico. ¡No! Vosotros venís aquí y nos reunimos aquí para entrar en el misterio. Y ésta es la liturgia’.

Para explicar el sentido de este encuentro cercano con el misterio, el Papa Francisco recordó que el Señor habló a su pueblo no sólo con palabras. ‘Los profetas —dijo— referían las palabras del Señor. Los profetas anunciaban. El gran profeta Moisés dio los mandamientos, que son palabra del Señor. Y muchos otros profetas decían al pueblo aquello que quería el Señor’. Sin embargo, ‘el Señor —añadió— habló también de otra manera y de otra forma a su pueblo: con las teofanías. Cuando Él se acerca al pueblo y se hace sentir, hace sentir su presencia precisamente en medio del pueblo’. Y recordó, además del episodio propuesto por la primera lectura (1 Re 8, 1-7.9-13), algunos pasajes referidos a otros profetas.

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26.12.14

Las llaves de Pedro – Meditaciones en Santa Marta: instrucciones para los momentos de tinieblas.

Papa Francisco

El Papa, obispo de Roma y sucesor de San Pedro, “es el principio y fundamento perpetuo y visible de unidad, tanto de los obispos como de la muchedumbre de los fieles” (Lumen Gentium, 23)

Vamos a traer a estas “Llaves de Pedro” las meditaciones que el Santo Padre Francisco pronuncia en la Casa de Santa Marta en las homilías diarias que allí celebra, tomadas  las mismas de  L’Osservatore Romano.

  

 Instrucciones para los momentos de tinieblas (3 de febrero de 2014)

Papa Francisco en Santa Marta

 

“En los momentos difíciles de la vida no se debe ‘negociar a Dios’ usando a los demás para salvarse a sí mismo: la actitud correcta es hacer penitencia, reconociendo los propios pecados y encomendándose al Señor, sin ceder a la tentación de ‘hacer justicia con las propias manos’. En la misa celebrada el lunes 3 de febrero el Papa Francisco propuso nuevamente el testimonio del rey David, ‘santo y pecado’», en el «momento de oscuridad» de la huida de Jerusalén por la traición del hijo Absalón. Al término de la celebración, el día de la memoria litúrgica de san Blas, dos sacerdotes impartieron al Papa y a todos los presentes la tradicional bendición con dos candelas puestas en la garganta en forma de cruz.

Para su meditación el Pontífice partió de la primera lectura, tomada del segundo libro de Samuel (15, 13-14.30; 16, 5-13a). ‘Hemos escuchado —dijo— la historia de ese momento tan triste de David, cuando tuvo que huir porque su hijo lo traicionó’. Son elocuentes las palabras de David, que llama a Absalón ‘hijo nacido de mis entrañas’. Estamos ante ‘una gran traición’: incluso la mayor parte del pueblo se agrupa ‘con el hijo contra el rey’. Se lee, en efecto, en la Escritura: ‘el corazón de los israelitas sigue a Absalón’. Verdaderamente para David era ‘como si este hijo estuviese muerto’.

¿Qué hace David ante la traición del hijo? El Papa indicó ‘tres actitudes’. Ante todo, explicó, ‘David, hombre de gobierno, acoge la realidad como es. Sabe que esta guerra será muy dura, sabe que allí habrá muchos muertos del pueblo’, porque está ‘una parte del pueblo contra la otra’. Y con realismo realiza ‘la opción de no hacer morir a su pueblo’. Cierto, hubiese podido ‘luchar en Jerusalén contra las fuerzas de su hijo. Pero dijo: no, no quiero que Jerusalén sea destruida’. Y se opuso incluso a los suyos que querían llevar el arca, ordenándoles que la dejaran en su sitio: ‘Que el arca de Dios permanezca en la ciudad’. Todo esto muestra ‘la primera actitud’ de David, que ‘para defenderse no usa ni a Dios ni a su pueblo’, porque sentía por ambos un ‘amor muy grande’.

‘En los momentos malos de la vida —destacó el Pontífice— sucede que, tal vez, en la desesperación uno busca defenderse como puede’, incluso ‘usando a Dios y a la gente’. En cambio David nos muestra cómo su ‘primera actitud’ es precisamente ‘la de no usar a Dios y a su pueblo’.

La segunda es una ‘actitud penitencial’, que David asume mientras huye de Jerusalén. Se lee en el pasaje del libro de Samuel: ‘Subía llorando’ por la montaña ‘y caminaba con la cabeza cubierta y descalzo’. Pero, comentó el Papa, ‘pensad lo que significa subir el monte descalzo’. Lo mismo hacía la gente que estaba con él: ‘llevaban cubierta la cabeza y subían llorando’.

Se trata de ‘un camino penitencial’. Tal vez, continuó el Pontífice, David en ese momento ‘en su corazón’ pensaba en ‘muchas cosas malas’ y en los ‘numerosos pecados que había cometido’. Y probablemente se decía a sí mismo: ‘Pero yo no soy inocente. No es justo que mi hijo me haga esto, pero yo no soy santo’. Con este espíritu David ‘elige la penitencia: llora, hace penitencia’. Y su ‘subida al monte’, indicó una vez más el Papa, ‘nos hace pensar en la subida de Jesús. También Él dolido y descalzo, con su cruz, subía al monte’.

David, sin embargo, vive una ‘actitud penitencial’. Cuando a nosotros, en cambio, dijo el Papa, ‘nos sucede algo por el estilo en nuestra vida, siempre buscamos —es un instinto que tenemos— justificarnos’. Al contrario, ‘David no se justifica. Es realista. Busca salvar el arca de Dios, a su pueblo. Y hace penitencia’ subiendo al monte. Por esta razón ‘es un grande: un gran pecador y un gran santo’. Cierto, añadió el Santo Padre, ‘cómo vayan juntas estas dos cosas» sólo «Dios lo sabe. Pero ésta es la verdad’.

A lo largo de su camino penitencial el rey encuentra a un hombre de nombre Semeí, que le ‘arrojaba piedras’ a él y a quienes le acompañaban. Es ‘un enemigo’ que ‘lanzaba maldiciones’ dirigidas a David. Así, Abisay, ‘uno de los amigos de David’, propuso al rey capturarlo y matarlo: ‘Éste es un perro muerto’ le dijo con el lenguaje de su tiempo para remarcar en qué sentido Semeí era ‘una persona mala’. Pero David se lo impidió y ‘en lugar de elegir la venganza contra tantos insultos, eligió encomendarse a Dios’. Se lee, en efecto, en el pasaje bíblico: ‘Un hijo mío, salido de mis entrañas, busca mi vida. Cuánto más este benjaminita —este Semeí—. Dejadle que me maldiga, si se lo ha ordenado el Señor. Quizá el Señor vea mi humillación y me pague con bendiciones la maldición de este día’. He aquí la tercera actitud: David ‘se encomienda al Señor’.

Precisamente ‘estas tres actitudes de David en el momento de la oscuridad, en el momento de la prueba, pueden ayudarnos a todos nosotros’ cuando nos encontramos en situaciones difíciles. No se debe ‘negociar nuestra pertenencia’. Luego, repitió el Pontífice, es necesario ‘aceptar la penitencia’, comprender las razones por las cuales se ‘necesita hacer penitencia’, y así saber ‘llorar sobre nuestros errores, sobre nuestros pecados’. Por último, no se debe buscar hacer justicia con las propias manos, sino más ‘encomendarse a Dios’.

El Papa Francisco concluyó la homilía invitando a invocar a David, que nosotros ‘veneramos como santo’, pidiéndole que nos enseñe a vivir ‘estas actitudes en los momentos difíciles de la vida’. Para que cada uno sea ‘un hombre que ama a Dios, que ama a su pueblo y no lo negocia; un hombre que sabe que es pecador y hace penitencia; un hombre que está seguro de su Dios y se encomienda a Él’.

No podemos negar que, en muchos momentos de nuestra vida o, al menos, en algunos, vamos a pasar por una tiniebla espiritual que nos puede hundir en el abismo más profundo.

Ante eso es posible que caigamos en la tentación, como dice el Papa Francisco, de usar a nuestro prójimo con la intención de salvarnos a nosotros mismos. Al contrario debemos actuar y, en concreto, recomienda el Santo Padre, hacer penitencia y, reconocimiento nuestros pecados, encomendarse a Dios. Además, no cabe tomarnos la justicia por nuestra mano.

Para dar a entender cuál es la forma de actuar ante una situación de tal jaez toma el ejemplo de David, rey escogido por Dios para dirigir a su pueblo.

Ante una situación difícil por la que iba a pasar aquel rey no cedió a la tentación de usar a su pueblo o a Dios mismo en el conflicto bélico que se estaba preparando. Y eso le viene muy bien al Papa Francisco para, a modo de ejemplo, dar a entender que en los momentos difíciles no debemos hacer lo que podría haber hecho David. Él no quiso valerse ni de su prójimo ni de Dios y, al contrario, manifestó una primera actitud que consiste, precisamente, en no hacer eso.

Pero aquel hombre, además, adoptó una actitud penitencial porque se reconocía no santo, no inocente y aunque su hijo le hiciera lo que no debía hacer no por eso iba a mantener que él era totalmente inocente o no culpable de nada. Sabe, y se da cuenta, de que Dios, que todo lo conoce, estará al cabo de la calle de su corazón.

Al contrario, sostiene el Papa, hacemos nosotros. Es decir, si pasamos por una situación similar a la que pasó David (o similar según sean las circunstancias) podemos caer en la tentación de justificarnos: nosotros no somos culpables de nada o, en todo caso, tenemos alguna justificación a mano para salir adelante.

Pero si no era suficiente tanto la penitencia como el no usar a su prójimo o a Dios, David adopta una tercera actitud: se encomienda a Dios.

Haciendo eso aquel hombre, que estaba en plena tiniebla de su vida, actúa de la mejor forma posible pues Dios, que todo lo sabe, no es del gusto de que sus hijos se maten entre sí y prefiere que cada cual reconozca sus propias culpas y pecados. Y eso es lo que hace David y eso es lo que el Papa Francisco nos recomienda a nosotros mismos.

Al fin y al cabo, David (y nosotros con él) debemos tener más que claro qué es lo que nos conviene: si salir de la tiniebla o agrandar la oscuridad de la misma con nuestra actitud. 

 

Eleuterio Fernández Guzmán

 Nazareno

 El Pensador

 

La Editorial Stella Maris convoca el I Premio de Ensayo REVISTA EL PENSADOR.

Las bases son las que siguen:


1.- Editorial Stella Maris convoca el I Premio de Ensayo REVISTA EL PENSADOR, conforme a las presentes bases.

2.- Podrán concurrir al Premio cualesquiera obras inéditas de ensayo, en lengua castellana, cuya temática verse sobre “De Franco a hoy: evolución de España desde 1975 a 2013″ desde el punto de vista social, cultural y/o moral. Esta temática podrá ser abordada en conjunto o desde cualquier aspecto concreto.

3.- Las obras tendrán una extensión mínima de 150 páginas y máxima de 300. La tipografía a utilizar será el Times New Roman, tamaño 12, espaciada a 1,5. Se presentarán dos copias impresas en papel y se adjuntará una copia en formato word.

4.- Los autores, que podrán ser de cualquier nacionalidad, entregarán sus obras firmadas con nombre y apellidos, o con pseudónimo.

En el caso de que la obra venga firmada con nombre y apellidos, es obliga-torio incluir fotocopia del documento oficial de identidad, una hoja con los datos personales (nombre y apellidos, dirección postal, teléfono y email), un currículum vitae detallado del autor, así como un certificado firmado en donde se haga constar que la misma es propiedad del autor, que no tiene derechos cedidos a o comprometidos con terceros y que es inédita.

En el caso de que la obra sea presentada bajo pseudónimo, se incorporará una plica (con el título de la obra y el pseudónimo utilizado), en cuyo interior se incluirá la documentación referida en el párrafo anterior. Las plicas sólo serán abiertas en el caso de que la obra fuera premiada. En caso contrario serán destruidas junto a los originales presentados.

5.- Se admite la presentación de obras colectivas, pero en este caso el premio se repartirá a prorrata entre los autores. Y la documentación exigida en la cláusula anterior regirá por cada uno de ellos.

6.- Las obras presentadas al Premio no podrán ser editadas, reproducidas, cedidas o comprometidas con terceros, hasta el fallo definitivo. El ganador y, en su caso, los accésits ceden, por el mismo acto del fallo y de manera inmediata, los derechos exclusivos y universales de edición durante quince años a favor de Stella Maris.

Ninguna obra presentada al Premio podrá ser retirada del concurso hasta el fallo del Jurado.

7.- El Premio consistirá en: 
* 6.000 euros en concepto de anticipos de derechos de autor. 
* Publicación de la obra en una de las colecciones de Stella Maris. 
* El 7% sobre las ventas, en concepto de derechos de autor.

8.- El Premio puede ser declarado desierto. Asimismo puede otorgarse un Accésit por cada una de las siguientes modalidades: Ciencias Sociales, Cultura y Filosofía.

El premio de cada accésit será un diploma acreditativo. Stella Maris se reservará el derecho de publicación de cada accésit y, en este caso, el otorgamiento de un 7% sobre ventas en concepto de derechos de autor.

9.- El plazo máximo de presentación de obras que opten al Premio comienza el 1 de febrero y finaliza el 29 de diciembre de 2014 a las 24 horas. 
Las obras deberán presentarse por correo certificado a la siguiente dirección:

Stella Maris 
(PREMIO “REVISTA EL PENSADOR") 
c/. Rosario 47-49 
08007 Barcelona

10.- El Jurado estará compuesto por cinco profesores universitarios e intelectuales de reconocido prestigio, designados por Stella Maris. La composición del Jurado se hará pública al mismo tiempo que el fallo del Premio.

11.- El premio será fallado el 27 de febrero de 2015 y será publicado al día siguiente, comunicándose directamente además al ganador y accesits. El fallo del jurado será inapelable.

Las obras no premiadas serán automáticamente destruidas y no se devolverán en ningún caso a sus autores. Stella Maris no están obligados a mantener correspondencia con ninguno de los aspirantes al Premio.

12.- La concurrencia al Premio implica la aceptación expresa de las presentes bases de convocatoria.

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Por la libertad de Asia Bibi. 
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Por el respeto a la libertad religiosa.

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Enlace a Libros y otros textos.

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Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano GarridoLolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

El Vicario de Cristo pastorea a la grey de Dios porque sabe que es lo que Dios quiera que haga. 
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Para leer Fe y Obras.

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.

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19.12.14

Las llaves de Pedro – Meditaciones en Santa Marta: Así lo hacen todos

Francesco

El Papa, obispo de Roma y sucesor de San Pedro, “es el principio y fundamento perpetuo y visible de unidad, tanto de los obispos como de la muchedumbre de los fieles” (Lumen Gentium, 23)

Vamos a traer a estas “Llaves de Pedro” las meditaciones que el Santo Padre Francisco pronuncia en la Casa de Santa Marta en las homilías diarias que allí celebra, tomadas  las mismas de  L’Osservatore Romano.

 

 Así lo hacen todos 

Papa Francisco en Santa Marta

La «mundanidad espiritual» es una tentación peligrosa porque «ablanda el corazón» con el egoísmo e insinúa en los cristianos un «complejo de inferioridad» que los lleva a uniformarse con el mundo, a actuar «como hacen todos», siguiendo «la moda más divertida». Es una invitación a vivir la «docilidad espiritual», sin «vender» la propia identidad cristiana, la que hizo el Papa Francisco durante la misa del viernes 17 de enero.

Como en días pasados, el Pontífice basó su reflexión en la lectura tomada del primer libro de Samuel. «Hemos visto –explicó– cómo el pueblo se había alejado de Dios, había perdido el conocimiento de la Palabra de Dios: no la escuchaba, no la meditaba». Y «cuando no está la Palabra de Dios –dijo–, su lugar lo toma otra palabra: la palabra propia, la palabra del propio egoísmo, la palabra de los propios deseos. Y también la palabra del mundo».

Meditando en la narración del libro de Samuel, «hemos visto —prosiguió— cómo el pueblo, alejado de la Palabra de Dios, había sufrido esas derrotas» que habían provocado muchísimos muertos y dejado «viudas y huérfanos». Eran «las derrotas» de un pueblo que «se había alejado» del camino indicado por el Señor.

Por lo tanto, alejarse de Dios, observó el Pontífice, significa adentrarse en un camino que, inevitablemente, «lleva a lo que hemos escuchado hoy (1 Samuel 8, 4-7.10-22 a): el pueblo rechaza a Dios. No sólo no escucha la Palabra de Dios sino que también lo rechaza» y termina diciendo: «podemos gobernarnos a nosotros mismos, somos libres y queremos ir por este camino».

Samuel, prosiguió el Papa, «sufre por ello y se dirige al Señor. Y el Señor, con el buen sentido que tiene», le sugiere a Samuel: «escucha la voz del pueblo, en todo cuanto te digan. No es a ti a quien rechazan, sino a mí, para que ya no reine sobre ellos».

En síntesis, explicó el Papa, «el Señor deja que el pueblo siga alejándose de Él», permitiéndole que «experimente» qué significa este alejamiento. «Y Samuel —comentó el Pontífice— trata de convencerles y les dice todas esas cosas que hemos oído, qué hará el rey con ellos, con sus hijos, con sus hijas». Sin embargo, a pesar de ello, «el pueblo no quiso escuchar la voz de Samuel» y pidió tener «un rey como juez».

Y aquí, explicó el Papa, está «la frase» decisiva, «la clave de interpretación» para comprender la cuestión. En efecto, el pueblo responde a Samuel: «así seremos con todos los otros pueblos». Este es su primer pensamiento, «la primera propuesta: un rey que sea “nuestro juez”, como tienen todas las naciones».

Una petición —afirmó el Papa— motivada por un hecho: se habían «olvidado de que eran un pueblo elegido, pueblo del Señor, pueblo elegido con amor y llevado adelante por la mano de Dios».

Ese deseo —prosiguió el Papa— «volverá como tentación en la historia del pueblo elegido». Y ésta, puntualizó, «es la puerta que se abre a la mundanidad: como hacen todos». La consecuencia práctica es que «rechazaron al Señor del amor, rechazaron la elección». Y buscaron el camino de la mundanidad». Hay valores —advirtió— que el cristiano no puede asumir». En efecto, «debe guardar la Palabra de Dios que le dice: tú eres mi hijo, eres un elegido; yo estoy contigo, camino contigo». Y «la normalidad de la vida exige del cristiano fidelidad a su elección».

El Papa Francisco puso en guardia contra la tentación de olvidar «la Palabra de Dios, lo que nos dice el Señor», para seguir en cambio «la palabra de moda». Esta actitud de «mundanidad», precisó, «es más peligrosa porque es más sutil»; mientras que «la apostasía», es decir, el pecado de ruptura con el Señor», se ve y se reconoce claramente.

Más aún, decir que «también nosotros seremos como todas las naciones» muestra que ellos «tenían un cierto complejo de inferioridad por no ser un pueblo normal. Y la tentación está ahí, es decir, sabemos qué debemos hacer, que el Señor esté tranquilo en su casa». En el fondo, ese era su pensamiento, que no se separa «del relato del primer pecado», o sea, de la tentación de seguir el propio camino y saber por sí solos cómo «conocer el bien y el mal».

«La tentación —afirmó el Pontífice— endurece el corazón. Y cuando el corazón es duro, cuando el corazón no está abierto, la Palabra de Dios no puede entrar». No es una casualidad que Jesús haya dicho «a los de Emaús: ¡insensatos y tardos de corazón!», porque «siendo duros de corazón, no podían comprender la Palabra de Dios».

Precisamente «la mundanidad ablanda el corazón». Pero le hace «mal». Porque «jamás es algo bueno —destacó el Papa— un corazón blando. Bueno es el corazón abierto a la Palabra de Dios, que la recibe. Como la Virgen, que meditaba todas esas cosas en su corazón, dice el Evangelio». Por lo tanto, he aquí la prioridad: «recibir la Palabra de Dios para no alejarse de la elección».

«En la oración al comienzo de la misa —recordó el Pontífice— hemos pedido la gracia de superar nuestros egoísmos», en particular el de querer hacer la propia voluntad. En conclusión, el Papa Francisco sugirió renovar al Señor la petición de esta gracia. E invocar también «la gracia de la docilidad espiritual, es decir, abrir el corazón a la Palabra de Dios», para «no hacer como nuestros hermanos, que cerraron el corazón porque se habían alejado de Dios y desde hacía tiempo no escuchaban y no comprendían la palabra de Dios». Que «el Señor nos conceda la gracia —hizo votos— de un corazón abierto para recibir la Palabra de Dios», para «meditarla siempre» y para «seguir el verdadero camino».

En la meditación del 17 de enero de 2014 el Santo Padre Francisco hace hincapié en un tema muy importante y en el que podemos caer los católicos: actuar como los demás sin tener en cuenta, precisamente, nuestra fe pues tal forma de actuar nos puede alejar mucho de Dios y de su santa Ley.

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