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19.03.22

La Palabra para el Domingo - 20 de marzo de 2022

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Como es obvio, hoy no es domingo 20 sino sábado, 19 de marzo de 2022. Esto lo decimos porque hemos publicado hoy el comentario del Evangelio que siempre hemos traído aquí en día, precisamente, domingo. Sin embargo, un amable lector, sacerdote, me hizo la sugerencia de poner el comentario del Evangelio del primer día de la semana, el sábado porque, como es verdad y lamento no haberme dado cuenta, el texto del Evangelio de la Santa Misa del sábado por la tarde es el del domingo siguiente.

 

También lamento no haberme dado cuenta de que publicando este comentario a determinada hora de España aún es viernes en la América hispana. Por eso, y por cumplir con el horario y que las cosas sean razonables, es publicado este comentario ahora, a esta hora en España cuando ya es sábado en América. Y a lo mejor es posible que haya quien piense que decir esto no hace falta pero con franqueza digo que creo es necesario y más que necesario.

 Lc 13, 1-9

“En aquel mismo momento llegaron algunos que le contaron lo de los galileos, cuya sangre había mezclado Pilato con la de sus sacrificios. Les respondió Jesús: ‘Pensáis que esos galileos eran más pecadores que todos los demás galileos, porque han padecido estas cosas? No, os lo aseguro; y si no os convertís, todos pereceréis del mismo modo. O aquellos dieciocho sobre los que se desplomó la torre de Siloé matándolos, ¿pensáis que eran más culpables que los demás hombres que habitaban en Jerusalén? No, os lo aseguro; y si no os convertís, todos pereceréis del mismo modo.’  Les dijo esta parábola: ‘Un hombre tenía plantada una higuera en su viña, y fue a buscar fruto en ella y no lo  encontró. Dijo entonces al viñador: ‘Ya hace tres años que vengo a buscar fruto en esta higuera, y no lo encuentro; córtala; ¿para qué va a cansar la tierra?’ Pero él le respondió: ‘Señor, déjala por este año todavía y mientras tanto cavaré a su alrededor y echaré abono, por si da fruto en adelante; y si no da, la cortas.’”

COMENTARIO

La importancia de la conversión

Dios tiene mucha paciencia con sus hijos, los hombres. Queremos decir que, por mucho que caigamos en las tentaciones que nos pone el Maligno, siempre espera que regresemos a Su seno y, así, nos perdona.


A este respecto, es bien cierto que en tiempos de Cristo, cuando vino por primera vez al mundo el Hijo de Dios, la visión que se tenía de determinadas realidades espirituales era propia de aquel pueblo en el que el Creador depositó su esperanza.

Cierto es que las cosas estaban así. Por eso Jesús se ve en la obligación de poner las cartas sobre la mesa. No dulcifica la situación por la que pasaban sus hermanos los hombres sino que les dice, con toda claridad, lo que tienen que hacer.

Los ejemplos que, primero, le ponen los demás y, luego, los que Él mismo les pone, son los apropiados para que comprendan algo en lo que andaban equivocados: hay algo más que relación entre el presunto pecado y lo que le pasa al hombre.

Es cierto que podía parecer que aquellos galileos que Pilato mató y aquellos sobre los que se desplomo la torre de Siloé, que serían pecadores, habían pagado por sus pecados con aquellas terribles muertes. Y así lo pensaban muchos estableciendo una relación directa entre lo que se comete contra Dios y el castigo divino del Todopoderoso.

Lo que Jesús les dice es que aquellos que así murieron no eran más pecadores que el resto de galileos sino que, por lo general, también lo eran los otros, los que no habían muerto en aquellas circunstancias. Es que el Hijo de Dios quería hacerles ver que una cosa es lo que se hace y otra, las consecuencias de lo que se hace.

El Periódico de México | Noticias de México | Columnas-VoxDei | "Si no os  convertís, todos pereceréis del mismo modo"

De todas formas, lo que le importaba a Jesús era que comprendiesen algo muy importante y que era crucial para su vida eterna. Nos referimos a la necesidad de conversión.

Para no endulzar la situación de cada cual, Jesucristo pone en el mismo plano dos realidades espirituales: no conversión y perecimiento.

En efecto, quien no se convierta y venga a ser una persona nueva con un corazón nuevo y quien no se aleje del hombre viejo con corazón de piedra… no se salvará.

¡No se salvará! No es que Cristo les diga que, bueno, se podrá salvar aunque sea más tarde. No. Aquí no hay posibilidad, siquiera, de Purgatorio o Purificatorio, no, sino que, quien no se convierta perecerá…

Cristo utiliza una palabra terrible por el significado que tiene: perecer. Y es terrible no porque suponga, así dicho, la muerte terrena sino porque supone la peor de todas las muertes: la eterna. Y es que es más que cierto que si sólo supusiera la muerte terrena pero luego cupiese la vida eterna… ¡qué problema había en no cambiar el corazón! Pero no, Cristo dice claramente que quien no se convierta morirá… a la vida eterna.

Cabe, sin embargo, ser persevante. Es decir, no basta con creer que no es posible cambiar el corazón porque muchas veces caigamos en las tentaciones que se nos tienden. No. Y es que como aquel hombre que quiso que la higuera diese fruto y le dio una oportunidad más, lo mismo hace Dios con nosotros: nos da muchas oportunidades para que cambiemos el corazón… a cambio de que no abandonemos en tal intención.

PRECES


Pidamos a Dios por todos aquellos que no quieren escuchar a Cristo.
Roguemos al Señor.

Pidamos a Dios por todos aquellos que no quieren cambiar el corazón.
Roguemos al Señor.

ORACIÓN


Padre Dios; ayúdanos a mudar nuestro corazón por uno de carne y misericordioso.


Gracias, Señor, por poder transmitir esto.

 

El texto bíblico ha sido tomado de la Biblia de Jerusalén. 

 

Eleuterio Fernández Guzmán

    

Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

¡Qué importante es la conversión del corazón!

Para leer Fe y Obras. 

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna. 

16.03.22

Ventana a la Tierra Media – Cartas a Christopher – 8. Espíritu Hobbit

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Como suele ser habitual en J.R.R. Tolkien, para alguien que quiere escribir sobre su obra, es la misma una fuente y corriente inagotable de temas. Y, en concreto, sus “Cartas”(Edición de Minotauro, debemos decir para hacer justicia) son un una que, como dice el Salmo 41 ("Como busca la cierva corrientes de agua…), es de agua vivificante para todo lector y admirador del maestro de Oxford y, en concreto, para su alma.

Como se trata, por tanto, de una posibilidad más que amplia, hemos pensado que sería buena cosa, elegir algunas de las dirigió a su hijo Christopher cuando se encontraba el mismo en plena Segunda Guerra Mundial de la que, gracias a Dios, volvió con vida como hizo su padre en la otra, la Primera, de la que no sólo salió parte de su obra sino mucho del sentido que le dio a la misma. Y la cosa durará, como podemos imaginar, hasta que dure, si ustedes nos entienden… 

Pues bienel 6 de mayo de 1944 escribe el padre al hijo una carta (numerada con el 22 desde que empezó a hacer tal cosa) en la que decía esto que sigue: 

“Bueno, ahí tienes; un hobbit entre Urukhai. Mantén el hobbitismo en el corazón, y piensa que ésa es la sensación que producen todas las historias cuando se está en ella.”

Quizá podía pensarse que esto que dice J.R.R. es algo extraño. Sin embargo, lo dice después de haber escrito (inmediatamente antes) sobre la situación en la que se encuentra su hijo Christopher en plena Segunda Mundial y sabiendo que él mismo estuvo en una situación similar (aunque durase poco la misma) cuando participó en la Primera gran Guerra del siglo XX (entre 1914 y 1918) 

Nada, de todas formas, aquí es extraño

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En primer lugar, porque El Hobbit había sido publicado unos años antes y ambos sabían a qué se refería el padre al decir eso del “hobbitismo”. Ya no se trataba de un ser que vivía en agujero en el suelo sino que el mismo había salido del mismo y ya hacían algún tiempo que había tenido una aventura inesperada. 

Pero es que, por decirlo así, mucho tenía que ver lo que decía J.R.R. acerca de la actitud que debía tener su hijo allá en África y lo que él mismo pensaba sobre sí

El caso es que la comprensión de lo que entonces pasaba era más que evidente por parte del padre. Y es que antes dice, refiriéndose a la situación general de la guerra, esto: 

“Pero todas las Grandes Cosas planificadas en grande le dan esa sensación a la persona en el potro del tormento, aunque en general funcionan y cumplen su cometido. Un cometido en definitiva malo. Porque estamos intentando conquistar a Sauron con el Anillo. Y (según parece) lo lograremos. Pero el precio es, como lo sabrás, criar nuevos Saurons y lentamente ir convirtiendo a Hombres y Elfos en Orcos. Esto no quiere decir que en la vida real las cosas resulten tan claras con en una historia, y empezamos con un vasto número de Orcos de nuestro lado…”

Con esto entendemos que le quería decir J.R.R. a Christopher que las circunstancias en las que se encontraban no iban a desembocar, en definitiva, en nada bueno pues todo podría repetirse con el tiempo. Sin embargo, que en su situación debía, eso, comportarse como lo haría un Hobbit. 

Ser como un Hobbit y tener el comportamiento de uno de ellos debía ser el pensamiento, así dicho en general, del propio autor de tal obra. Y es que, como él mismo dice en alguna ocasión, quizá a través de uno de sus personajes (Thorin, Escudo de Roble) “Si le diéramos más valor a la comida, la alegría y las canciones que al oro atesorado, este mundo sería más feliz” y que sí, que se trata de un Enano pero no quita que un Hobbit (tan especializado en el comer y lo demás) pudiera pensar lo mismo. 

La buena vida, en fin, como ejemplo de cómo se puede vivir o anhelar vivir. Tal forma de pensar y, luego, en su espacio ideal que es La Comarca, donde toda intoxicación maquinista del mundo exterior está fuera de lugar y no se aprecia nada de nada… 

Es cierto y verdad que J.R.R. Tolkien no tuvo una buena vida, por decirlo así, hasta que empezó a escribir y eso le rentó económicamente. Sin embargo en su espíritu más profundo y en todo de su corazón, el hobbitismo del que habla y recomienda a su hijo Christopher plasma a la perfección su voluntad de

- Vivir lo más tranquilo posible,

- Tener buenas conversiones sin prisa,

 - Echarse a la boca la pipa con el buen tabaco de La Comarca que el Viejo Tobby había sabido elaborar, bien fuera la hoja de Valle Largo o Estrella Sureña, 

- A ser posible, no tener  o protagonizar excesivas aventuras, 

- Disfrutar de unas buenas ingestas de las más variadas viandas de su tierra, 

- Procurar ser lo más sedentario posible, 

- Ser lo más amigable y pacífico posible, 

- Manifestar siempre una clara aversión a la guerra, 

- Cantar en buena compañía, 

- Contar cuentos de tiempos pasados,

 - Etc., etc. y etc.

Entendemos, por tanto,  que cuando J.R.R. Tolkien recomendaba el tal espíritu Hobbit no es que lo hiciera como algo beneficioso para otra persona (que también) sino que él mismo estaba imbuido del mismo y le gustaba ser, eso seguro, uno de aquellos medianos personajes que tanto bien han hecho al mundo, en general, y a nosotros, en particular.

  

Eleuterio Fernández Guzmán

   

Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano GarridoLolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Tierra Media: otra Tierra, esta Tierra. 

Para leer Fe y Obras.

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna. 

15.03.22

Cuando Martín Descalzo escribió a Dios: y 9 – Un final bien feliz

Guillermo Luca de Tena nombra al sacerdote José Luis Martín Descalzo nuevo  Director de la revista BLANCO Y NEGRO - La Hemeroteca del Buitre

Introducción:

José Luis Martín Descalzo o, mejor, el P. José Luis Martín Descalzo (Madridejos, 1930 – Madrid, 1991) fue, como vemos, sacerdote. Pero también fue escritor. Dirigió revistas como “Vida nueva” y “Blanco y Negro”.

Como escritor, es autor, entre otros, de libros como “La frontera de Dios”, a la sazón premio Nadal de 1956, “Lobos, perros y corderos”, de 1978, o ensayos como “Un periodista en el Concilio, 1962-1965” y, por citar una última obra suya, su impagable “Vida y misterio de Jesús de Nazaret” ante la cual cabe descubrirse el sombrero si es que se lleva tal prenda… 

Pero Martín Descalzo también tuvo relación con el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, a quien mantuvo al punto de la noticia de lo que sucedía en el Concilio Vaticano II porque le enviaba, por decirlo así, un boletín con lo que estaba acaeciendo en Roma (fue, Martín, enviado especial de La Gaceta del Norte) y ante lo cual Lolo reaccionaba más que emocionado. 

El caso es que el P. Martín Descalzo llegó a decir Misa en casa de Manuel Lozano Garrido (pues, dadas sus especiales circunstancias física le fue autorizado algo tan excepcional como eso) y quedó vivamente impresionado al ver el aplomo que tenía Lolo y cómo se comportaba teniendo en cuenta la situación por la que estaba pasando desde hacía muchos años. 

Pues bien, este hombre, el P. Martín Descalzo escribió una carta a Dios pocos años antes de ser llamado por el Padre a su Casa (cinco años más o menos). Y a ella nos vamos a dedicar las semanas que Dios quiera.

y 9 – Un final bien feliz

 

“Por eso me da tanta pena la gente que no valora sus vidas. Pero ¡si estamos haciendo algo que es infinitamente más grande que nuestra naturaleza: amarte, colaborar contigo en la construcción del gran edificio del amor! Me cuesta decir que aquí te damos gloria. ¡Eso sería demasiado! Yo me contento con creer que mi cabeza reposando en tus manos te da la oportunidad de quererme. Y me da un poco de risa eso de que nos vas a dar el cielo como premio. ¿Como premio de qué? Eres un tramposo: nos regalas tu cielo y encima nos das la impresión de haberlo merecido. El amor, tú lo sabes muy bien, es él solo su propia recompensa. Y no es que la felicidad sea la consecuencia o el fruto del amor. El amor ya es, por sí solo, la felicidad. Saberte Padre es el cielo. Claro que no me tienes que dar porque te quiera. Quererte ya es un don. No podrás darme más. 

Por todo eso, Dios mío, he querido hablar de ti y contigo en esta página final de mis Razones para el amor. Tú eres la última y la única razón de mi amor. No tengo otras. ¿Cómo tendría alguna esperanza sin ti? ¿En qué se apoyaría mi alegría si nos faltases tú? ¿En qué vino insípido se tornarían todos mis amores si no fueran reflejo de tu amor? Eres tú quien da fuerza y vigor a todo. Y yo sé sobradamente que toda mi tarea de hombre es repetir y repetir tu nombre. Y retirarme.”

 

Debemos reconocer que nos da hasta pena terminar de escribir sobre esta carta que el P. José Luis Martín Descalzo escribe a Dios en un momento de su vida que, seguramente para gran parte de las personas que lean esto (seguro que para el que escribe) es uno que lo es difícil: conocimiento de una grave enfermedad y enfrentarse a ella con las armas que uno pueda tener… 

Sin embargo, las últimas palabras de esta especial carta son, como diría la Biblia, espíritu y vida. Y lo son porque nos muestran hasta qué punto se ama a Dios y, también, lo que supone eso pues no es algo que tenga que ver poco con nuestra vida sino todo lo contrario: mucho y muy mucho. 

En estas últimas palabras dice el P. Martín algo que es muy verdad y en lo que muchas vece caemos: no llegamos a valorar lo que supone nuestra vida porque no nos damos cuenta de que la misma tiene relación directa con Aquel que nos ha creado y mantiene. Por eso en tantas ocasiones nos desanimamos ante las más nimias circunstancias. Y eso no le pasa a nuestro buen amigo Descalzo. 

Esto último lo decimos porque reconoce más que bien, y con gozo además, que lo que importa es amar a Dios y, como dice el Mandamiento primero, sobre todas las cosas. Y lo demás tiene la importancia que tenga pero, en realidad, poco importa aunque a nosotros nos parezca que es lo más importante en nuestra vida… 

El caso es que es cierto y verdad que da la impresión de que Dios hace con nosotros o, mejor, nos hace, un gran favor que es permitirnos que creamos que somos merecedores de poder amarlo. Y es que, como bien sabemos, muchas veces no lo somos por según cuál y cómo es nuestro comportamiento. Pero Dios, que nos mira con amor, permite eso también… 

En realidad, nos debería bastar el amor porque es ya nuestro Cielo aquí, en el mundo. Es más, reconocer que Dios es nuestro Padre debería llenar nuestros corazones de tal manera que ya nada fuera igual para nosotros… 

El P. Martín Descalzo tiene más que claro Quién es el origen de todo, de “su” todo. Y por eso mismo no duda en escribirle una carta como la que hemos ido viendo a lo largo de unas pocas semanas. Y es una carta donde se ve muy bien el amor que tiene Martín por su Padre del Cielo en quien hace residir todo lo bueno que le ha pasado a lo largo de su vida y todo lo mejor que ha tenido y, entonces, aún tiene. Martín Descalzo se muestra, así, como un hijo agradecido ante un Padre que es un buen e inmejorable Padre. 

Y, como dice él mismo al final de esta carta, nosotros también repetimos el nombre de Dios no en vano sino en mucha verdad y verdad verdadera. Y, claro, también nos retiramos con estas palabras que nunca son mejores que las suyas. 

Y, si eso es posible, nos atrevemos a decir,

P. José Luis Martín Descalzo, ruega por nosotros.

 Amén.

Eleuterio Fernández Guzmán

Llama Manuel Lozano GarridoLolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Dar gracias a Dios siempre es bueno. 

Para leer Fe y Obras.

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.

14.03.22

Un amigo de Lolo - “Lolo, libro a libro” – Felicidad entrevista

Presentación

Beato Manuel Lozano Garrido, beato Lolo sonriendo

Yo soy amigo de Lolo. Manuel Lozano Garrido, Beato de la Iglesia católica y periodista que vivió su fe desde un punto de vista gozoso como sólo pueden hacerlo los grandes. Y la vivió en el dolor que le infligían sus muchas dolencias físicas. Sentado en una silla de ruedas desde muy joven y ciego los últimos nueve años de su vida, simboliza, por la forma de enfrentarse a su enfermedad, lo que un cristiano, hijo de Dios que se sabe heredero de un gran Reino, puede llegar a demostrar con un ánimo como el que tuvo Lolo.

Sean, las palabras que puedan quedar aquí escritas, un pequeño y sentido homenaje a cristiano tan cabal y franco.

Continuamos con el traer aquí textos del Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo. Lo hacemos ahora con “Las golondrinas nunca saben la hora“ libro con el que damos comienzo un año nuevo, el 2022. Y, para más información, digamos que se trata de un diario que abarca entre el 2 junio de 1961 y el 20 de agosto de 1965 o, lo que es lo mismo, contempla la vida de Manuel Lozano Garrido durante cuatro años.

  

Felicidad entrevista

  

“¿Envidia de José? Bendito tú, con tu vara sobre los hombros y la carretera siempre delante, pero bienaventurados también nosotros, los demás pobres hombres, con nuestra incógnita, nuestro peligro, nuestro doliente forcejeo, nuestro bárbaro caminar, felices en nuestro gozo, en el conocimiento, en el grato placer d ella vida degustada, en la hermosa ambición del alma, en nuestra promesa. Bienaventurada nuestra interrogación, que nos da la fuerza de la lucha. Felices, entre tanto, los hombres que pueden entrever la felicidad y saborearla en su conciencia y en su conocimiento.” (Las golondrinas nunca saben la hora, p. 38)

 

Debemos poner en antecedentes a los lectores.

 El José a quien se refiere Lolo es aquel al que llaman “el tontito” pues es un hombre que se encarga de llevar las vacas “del pueblo a la planta, y de la planta a la aldea”. Sin embargo, aunque pudiera parecer persona simple, a Lolo le parece “Un hermoso portento de inocencia que se estira” pues es, sí, grande pero inocente como un niño. Es más, “Tiene barba y vive aún puro, incluso ha de morir puro”. Y, otro es más, es José “un hombre eterno, con asiento ya seguro de gloria”. 

En fin… así es la persona a la que se refiere el Beato de Linares (Jaén España) cuando habla de la envidia que se le puede tener pero, a la vez, escribe sobre lo que supone el corazón del hombre y la felicidad… 

El caso es que Lolo sabe que José, siendo como es, es feliz a su manera y siente por la vida un agrado propio de su ser. Y eso le hace decir a Lolo lo que a continuación escribe y que nos muestra hasta qué punto comprende nuestro amigo a la tan quebradiza felicidad. 

Sabe Lolo que también él es un “pobre hombre” en el sentido tierno y exacto de la expresión. Y es que, en realidad, por mucho que podamos creer que somos, nos encontramos en la misma senda de vida que José y no sabemos el qué será de nosotros ni de nuestra existencia, ni a qué peligros nos vamos a enfrentar o, en fin, que tampoco estamos muy seguros de nuestro propio camino, por el que ahora pasamos y por el que caminaremos en el futuro. 

Es de todas formas es, somos, feliz y felices según nos dice Manuel Lozano Garrido, cuando gustamos la vida pero teniendo en cuenta que eso no ha de querer decir que nos quedemos algo así como embelesados ante un devenir que puede resultar bueno para nosotros. No. Debemos ambicionar aquello que nos pueda hacer bien y que sea en beneficio de nuestra alma, de aquello que queremos llegar a ser, de aquello que, a lo mejor, ya somos. Pero sí, felicidad que gustamos porque en ella nos vemos representados en este presente y en el que vendrá, que será ahora futuro y, cuando llegue, otra vez presente… 

Podemos decir, llegando hasta el mismo extremo de lo que puede ser del que nos habla Lolo, que es bienaventurado, incluso, el qué será, lo que ha de venir, lo que vendrá

Sobre todo esto, ya podemos imaginar que, siendo la situación de Lolo como era en aquel tiempo (y que, incluso, iba a empeorar físicamente) cuando él habla de “entrever la felicidad” podemos entender que, en el sentido exacto de tal expresión, lo que quiere decirnos es que son felices aquellos que son capaces, en el discurrir de su existencia y en todas las circunstancias que rodean a la misma, de barruntarla. Y sí, a lo mejor pudiera parecer difícil eso pero, en el fondo, supone una liberación del pesimismo y un acercamiento exacto y perfecto a lo bueno de la existencia: entrevé Lolo la felicidad porque la distingue y, al final, la adivina y la sabe cabe sí. Él, de verdad, es feliz y se siente así de bienaventurado. 

Que así sea, para nosotros, es lo que deseamos y anhelamos, al estilo Lolo.

  

Eleuterio Fernández Guzmán

Llama Manuel Lozano GarridoLolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Saber sufrir, espiritualmente hablando, es un verdadero tesoro.

Para leer Fe y Obras.

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.

12.03.22

La Palabra para el domingo - 13 de marzo de 2022

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Como es obvio, hoy no es domingo 13 sino sábado 12 de marzo de 2022. Esto lo decimos porque hemos publicado hoy el comentario del Evangelio que siempre hemos traído aquí en día, precisamente, domingo. Sin embargo, un amable lector, sacerdote, me hizo la sugerencia de poner el comentario del Evangelio del primer día de la semana, el sábado porque, como es verdad y lamento no haberme dado cuenta, el texto del Evangelio de la Santa Misa del sábado por la tarde es el del domingo siguiente.

 

También lamento no haberme dado cuenta de que publicando este comentario a determinada hora de España aún es viernes en la América hispana. Por eso, y por cumplir con el horario y que las cosas sean razonables, es publicado este comentario ahora, a esta hora en España cuando ya es sábado en América. Y a lo mejor es posible que haya quien piense que decir esto no hace falta pero con franqueza digo que creo es necesario y más que necesario.

 

Lc 9, 28b-36

“Tomó consigo a Pedro, Juan y Santiago, y subió al monte a orar. 29 Y sucedió que, mientras oraba, el aspecto de su rostro se mudó, y sus vestidos eran de una blancura fulgurante, 30 y he aquí que conversaban con él dos hombres, que eran Moisés y Elías; 31 los cuales aparecían en gloria, y hablaban de su partida, que iba a cumplir en Jerusalén. 32 Pedro y sus compañeros estaban cargados de sueño, pero permanecían despiertos, y vieron su gloria y a los dos hombres que estaban con él. 33 Y sucedió que, al separarse ellos de él, dijo Pedro a Jesús: ‘Maestro, bueno es estarnos aquí. Vamos a hacer tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías’, sin saber lo que decía. 34 Estaba diciendo estas cosas cuando se formó una nube y los cubrió con su sombra; y al entrar en la nube, se llenaron de temor. 35 Y vino una voz desde la nube, que decía: ‘Este es mi Hijo, mi Elegido; escuchadle.’ 36 Y cuando la voz hubo sonado, se encontró Jesús solo. Ellos callaron y, por aquellos días, no dijeron a nadie nada de lo que habían visto”.


COMENTARIO

Un claro mensaje de parte de Dios

En esta ocasión Jesús escoge a tres de sus más allegados discípulos. Sabemos que no será la única ocasión en la que muestre una preferencia tan clara. El caso es que Pedro, Santiago y Juan van con él al monte.

El monte es un lugar al que Jesús gusta de acercarse. Lo hace, casi siempre, para estar tranquilo y poder orar al Padre, a su Padre Dios Todopoderoso. Y ahora lo hace por algo muy especial que deberíamos tener muy en cuenta. Pero en aquel monte iba a suceder algo. Fue algo que impresionó mucho los discípulos. Incluso podríamos decir que manifestó, por ejemplo, cómo era Pedro, humanamente

hablando.

El caso es que Jesús, en aquel momento, recibe la visita espiritual de dos personajes muy importantes de la historia de la salvación: Moisés y Elías. Ambos profetas y cruciales en la comprensión de lo que Dios quiere de sus hijos.

Lo que hablan entre ellos Jesús, Moisés y Elías tiene mucha importancia: hablan de la muerte que va a sufrir el Hijo de Dios; también, dónde va a producirse la misma que no es otro lugar que en la Ciudad Santa de Jerusalén.

Transfiguración del Señor Jesús: 8 datos que debes saber

Podemos imaginar qué estaría pasando por el corazón de Pedro, de Santiago y de Juan. Seguramente estaban más que sorprendidos con la transfiguración de Cristo. Por eso Pedro acude a su ser hombre y sólo piensa en quedarse allí. Sin embargo aún no ha escuchado lo mejor y que viene de parte de Dios.

El Creador, lo mismo que hizo cuando Jesús salió del río Jordán y envió a su Espíritu en forma de Paloma para que supiéramos que Aquel era su hijo amado, se presenta en aquel monte para decir dos cosas muy importantes: Aquel es su Hijo, el Elegido. Pero también dice otra: debemos escucharle.

Dios quiere, con eso, que sepamos a qué debemos atenernos. Aquel hombre que allí se había transfigurado era mucho más que un hombre: era el Hijo de Dios. Pero no sólo eso. Debemos hacer algo más que reconocer que es su Hijo: debemos escuchar lo que nos dice y, acto seguido, hacerlo. Y, aunque no siempre sea fácil no por eso vamos a olvidar lo dicho por Dios en aquel momento.

Resulta curioso que si los discípulos ahora estaban cargados de sueño, como nos dice el texto bíblico, no se durmieran y sí lo hicieran en otra ocasión como fue la del Huerto de los Olivos cuando Jesús padecía el comienzo de su Pasión. También resulta curioso que san Lucas quiera disculpar a Pedro cuando dice que no sabía “lo que decía” cuando lo de las tiendas que quería allí construir. Y es que, en verdad, era un comportamiento más humano que espiritual porque, en realidad, aun no estaba preparado para comprender todo lo que le estaba pasando.

PRECES

Pidamos a Dios por todos aquellos que no quieren escuchar a Dios.
Roguemos al Señor.

Pidamos a Dios por todos aquellos que no quieren seguir al Hijo de Dios y hacer según dice.
Roguemos al Señor.

ORACIÓN

Padre Dios; ayúdanos a escuchar la voz de Cristo y a tenerla en cuenta en nuestras vidas.

Gracias, Señor, por poder transmitir esto.

 

El texto bíblico ha sido tomado de la Biblia de Jerusalén. 

 

Eleuterio Fernández Guzmán

    

Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Siempre debemos estar atentos a la Palabra de  Dios.

Para leer Fe y Obras. 

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.