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13.11.21

La Palabra para el Domingo - 14 de noviembre de 2021

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Como es obvio, hoy no es domingo 14 sino sábado, 13 de noviembre de 2021. Esto lo decimos porque hemos publicado hoy el comentario del Evangelio que siempre hemos traído aquí en día, precisamente, domingo. Sin embargo, un amable lector, sacerdote, me hizo la sugerencia de poner el comentario del Evangelio del primer día de la semana, el sábado porque, como es verdad y lamento no haberme dado cuenta, el texto del Evangelio de la Santa Misa del sábado por la tarde es el del domingo siguiente.

También lamento no haberme dado cuenta de que publicando este comentario a determinada hora de España aún es viernes en la América hispana. Por eso, y por cumplir con el horario y que las cosas sean razonables, es publicado este comentario ahora, a esta hora en España cuando ya es sábado en América. Y a lo mejor es posible que haya quien piense que decir esto no hace falta pero con franqueza digo que creo es necesario y más que necesario.

  

Mc 13, 24-32

 

“24 ‘Mas por esos días, después de aquella tribulación, el sol se oscurecerá, la luna no dará su resplandor, 25 las estrellas irán cayendo del cielo, y las fuerzas que están en los cielos serán sacudidas. 26 Y entonces verán al Hijo del hombre que viene entre nubes con gran poder y gloria; 27 entonces enviará a los ángeles y reunirá de los cuatro vientos a sus elegidos, desde el extremo de la tierra hasta el extremo del cielo. 28 ‘De la higuera aprended esta parábola: cuando ya sus ramas están tiernas y brotan las hojas, sabéis que el verano está cerca. 29 Así también vosotros, cuando veáis que sucede esto, sabed que Él está cerca, a las puertas.30 Yo os aseguro que no pasará esta generación hasta que todo esto suceda. 31   El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán. 32 Mas de aquel día y hora, nadie sabe nada, ni los ángeles en el cielo, ni el Hijo, sino sólo el Padre.’”

                             

 MEDITACIÓN

 Para siempre con Él

1.- Después de haber hecho explícita la importancia que tiene, para nuestra alma, dar no de lo que nos sobra sino de lo que nos es imprescindible, es decir, de nuestro amor y de nuestra misericordia, de nuestro perdón y de nuestra comprensión (me refiero al episodio de la viuda y de la limosna del templo de la semana pasada) Jesús comienza un, denominado, discurso escatológico, es decir viene a profetizar, o sea, a decir lo que sucederá. Esto, no hay que dudarlo, el hecho de que ha de pasar porque el Mesías ya lo ha visto en la eternidad en la que habita junto a Dios. 

2.- Esta parte, este texto que el calendario litúrgico nos reserva para el día de hoy, se encuentra (es conveniente leer lo que hay antes y después, es decir Mc 13,1-23 y Mc 13,33-37) entre el anuncio, primero, de lo que ha de suceder cuando haya quienes se hagan pasar por Él y el hecho de que hay que estar preparados: “velad, por tanto, ya que no sabéis cuando viene el dueño de la casa” (Mc 13,35a). Es decir, que esta parte (Mc 13, 24-32) supone el centro de este discurso y, por eso,  la importancia que tiene y a la que ahora me refiero. 

3.- En esta parte concreta del discurso de Jesús, creo yo que pueden apreciarse dos elementos que resulta importante destacar: por una parte, el hecho de que Jesús deja claro que (al igual que dijo que Él estará siempre con nosotros, pero siempre, siempre)  sus Palabras, su Palabra (que es, por eso, Palabra de Dios) estará, también, con nosotros, que no pasará, que siempre podremos acudir a ella en busca, no sólo de consuelo sino, sobre todo, de doctrina y de camino. 

Por esto, esta parte es tan importante. 

Los cristianos, los discípulos, sus discípulos, siempre podemos refugiarnos en Él y en su Palabra para sacudir nuestro corazón y solventar las muchas preguntas que nos hacemos a diario: ¿hasta dónde debo amar; hay, acaso, límites?, o ¿cuál es, para mí, el sentido de la caridad ante el necesitado?, o ¿qué puedo y qué no puedo perdonar? Si Él dice que “el cielo y la tierra pasarán pero” sus “palabras no pasarán” y esto quiere decir que, también en la eternidad, cuando ese cielo y esa tierra hayan pasado, para nosotros, las Palabras de nuestro hermano Jesús alumbrarán nuestro paso mostrándonos el camino mejor. 

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10.11.21

Ventana a la Tierra Media – Un lugar para la palabra

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Digamos, para empezar, que llevamos unas semanas (no muchas, a decir verdad) desgranando algo de la carta que J.R.R. Tolkien envió al poeta W.H. Auden el 7 de junio de 1955. Y, como es lógico por ser quién era y cómo era el autor de El Hobbit, etc., mucho de lo que le dice tiene relación con la palabra, con la lengua, con las lenguas que creó nuestro profesor de Oxford. 

La semana pasada hablamos acerca del amor por la lengua que mostró a lo largo de su vida Tolkien padre. Y titulábamos la cosa “Lenguas por amor”. Pues bien, hoy corresponde hacer lo propio con el fin de la propia obra de nuestro autor o, por decirlo de otra forma, con lo que creó y para qué lo creó. 

A este respecto, suele ser lo habitual que quien escribe una obra literaria lo haga sabiendo qué hace. Es decir, que las situaciones que se crean tienen un fundamento en el que, por supuesto, la lengua de la que se trate la cosa tiene todo que ver y se desarrolla dentro de la citada obra escrita. Y con esto queremos decir que primero está la obra y, en ella, lo que pasa, etc. 

Pues bien, en esto, J.R.R. Tolkien fue más que original al invertir los términos de su creación escrita. 

Ponemos aquí lo que corresponde a esto (misma Editorial, Minotauro; mismo libro: “Cartas”) Y recordemos que inmediatamente antes había hablado Tolkien del amor por la lengua o, como decimos arriba, de lo que podemos llamar “Lenguas por amor”:

 

Todo esto como marco de las historias, aunque las lenguas y los nombres no pueden para mí separarse de ningún modo de ellas. Son y fueron, por así decir, un intento de procurar un marco o un mundo en el que mis expresiones de gusto lingüístico pudieran tener una función. Comparativamente, las historias llegaron de forma más tardía

 

Por decirlo de alguna forma: primero fue la palabra; luego el lugar donde ponerla… 

Nosotros hemos titulado lo de hoy como “Un lugar para la palabra” y no “Una palabra para un lugar” pues lo segundo sería contradecir la primera y última voluntad del autor de El Señor de los Anillos, etc.: primera en cuanto era lo que su espíritu y alma le decían; última porque fue lo que acabó haciendo. 

Podemos preguntarnos si es que acaso hay diferencia entre primero poner el espacio y luego la palabra o primero, poner la palabra y luego el espacio. Y es seguro que la hay porque eso fue lo que hizo Tolkien. 

De todas formas, esto no debería extrañar nada pues es cierto y verdad que J.R.R., primero fue filólogo y, luego, creó la Tierra Media. Y, por tanto, en primer lugar, en su mente y corazón se fueron formando las palabras que luego iban a dejarse caer en determinado lugar al que acabó llamando como sabemos que acabó llamando. 

Podemos decir que Tolkien creó a los personajes de tal manera que iban a ser adecuados para la palabra que antes había creado. Y por eso responde a un espíritu, digamos, lingüístico que supone un hacer según lo que indica el lenguaje que se debe hacer. 

Esto, claro, no deja de ser sino una voluntad de relación entre quien escribe y quien va a recibir lo escrito. Y es que si acudimos a lo que la “función” (dice arriba Tolkien eso de lo creado era para que las “expresiones de gusto lingüístico pudieran tener una función”) en una de sus acepciones (referida a “fática”) significa y que es la del lenguaje que tiene como finalidad asegurar o mantener la comunicación entre el emisor y el receptor” nos queda un poco más claro que la palabra creada y que luego tuvo reflejo, se depositó (por así decirlo), en el ser mismo de la Tierra Media, lleva una voluntad tendente a que se estableciera y perviviera una relación entre quien escribe lo que escribe y quien recibe lo que escribe. Y eso, verdaderamente, lo consigue J.R.R. Tolkien quien, por decirlo pronto, supo encontrar un lugar perfecto para la palabra.

 

Eleuterio Fernández Guzmán- Erkenbrand de Edhellond

Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano GarridoLolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Tierra Media: otra Tierra, esta Tierra. 

Para leer Fe y Obras.

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.

 

8.11.21

Un amigo de Lolo - “Lolo, libro a libro” - No caer en la tentación

Presentación

Beato Manuel Lozano Garrido, beato Lolo sonriendo

Yo soy amigo de Lolo. Manuel Lozano Garrido, Beato de la Iglesia católica y periodista que vivió su fe desde un punto de vista gozoso como sólo pueden hacerlo los grandes. Y la vivió en el dolor que le infligían sus muchas dolencias físicas. Sentado en una silla de ruedas desde muy joven y ciego los últimos nueve años de su vida, simboliza, por la forma de enfrentarse a su enfermedad, lo que un cristiano, hijo de Dios que se sabe heredero de un gran Reino, puede llegar a demostrar con un ánimo como el que tuvo Lolo.

Sean, las palabras que puedan quedar aquí escritas, un pequeño y sentido homenaje a cristiano tan cabal y tan franco.

No caer en la tentación

  

“La tentación no es un mal, como tampoco lo son algunas consecuencias de los males de otros. Es más: como ante una señal de peligro en la carretera se renueva la atención y se asegura el volante, así también de una encrucijada espiritual se reactiva la fe y se tonifica el amor de un corazón. Con la tentación de un hombre fiel pasa como con los órganos que injertan uno en otro que ponen en actividad todo el poder de rechace del cuerpo.” (Mesa redonda con Dios. pp. 223-224)

 

 

La verdad es que el título de este pequeño capítulo de donde entresacamos el texto de hoy es bien curioso y nos informa a la perfección de qué va la cosa, por así decirlo. Y es que se titula “La zancadilla” pues viene referido a la parte del Padre Nuestro en la que decimos “no nos dejes caer”… en la tentación. 

La verdad es que cuando alguien va caminando y hay quien le pone una zancadilla (aunque sea de broma) el resultado de tal acción va a ser, seguramente, que dará de bruces con el suelo y, claro, deberá levantarse. Aunque es posible que no llegue a pasar eso si quien es zancadilleado es capaz de mantener el equilibro aunque sea mucho el esfuerzo que tenga que hacer para eso. 

Esto lo decimos porque el texto de arriba tiene que ver, exactamente con eso: no caer en la tentación. Y es que bien sabemos que las hay y que, incluso, nosotros mismos nos las podemos poner… 

Pues bien. El Beato de Linares (Jaén, España) empieza bien aclarando (el que da primero, da dos veces podríamos decir) lo que importa: “la tentación no es un mal”. Y alguien podrá decir que eso es discutible. Sin embargo, no es tanto pues aquí el problema está en caer en ella y no en que se nos proponga. Y es que por eso decimos en la oración que Cristo enseñó a sus Apóstoles “no nos dejes caer en la tentación” pues lo que pedimos es, eso, que no caigamos en ella. Y eso es bueno que diga nada más empezar para que nadie se lleve a engaño. 

Y luego nos pone un símil que puede clarificar mucho para quien no entienda eso de que la tentación, ella misma, no es el problema. El problema somos, precisamente, nosotros mismos y cómo somos, a tal respecto. 

Lo que nos dice acerca de las señales de peligro es que cuando nos encontramos con una de ellas no seguimos adelante como si nada porque, de hacerlo así, el peligro dejará de ser un aviso en forma de señal y pasará a ser una situación bien difícil con las malas consecuencias que eso puede tener en nuestro devenir particular.

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6.11.21

La Palabra para el Domingo - 7 de noviembre de 2021

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Como es obvio, hoy no es domingo 7 sino sábado, 6 de noviembre de 2021. Esto lo decimos porque hemos publicado hoy el comentario del Evangelio que siempre hemos traído aquí en día, precisamente, domingo. Sin embargo, un amable lector, sacerdote, me hizo la sugerencia de poner el comentario del Evangelio del primer día de la semana, el sábado porque, como es verdad y lamento no haberme dado cuenta, el texto del Evangelio de la Santa Misa del sábado por la tarde es el del domingo siguiente.

También lamento no haberme dado cuenta de que publicando este comentario a determinada hora de España aún es viernes en la América hispana. Por eso, y por cumplir con el horario y que las cosas sean razonables, es publicado este comentario ahora, a esta hora en España cuando ya es sábado en América. Y a lo mejor es posible que haya quien piense que decir esto no hace falta pero con franqueza digo que creo es necesario y más que necesario.

 

 

Mc 12, 38-44

 

“38 Decía también en su instrucción: ‘Guardaos de los escribas, que gustan pasear con amplio ropaje, ser saludados en las plazas, 39 ocupar los primeros asientos en las sinagogas y los primeros puestos en los banquetes; 40 y que devoran la hacienda de las viudas so capa de largas oraciones. Esos tendrán una sentencia más rigurosa. 41 Jesús se sentó frente al arca del Tesoro y miraba cómo echaba la gente monedas en el arca del Tesoro: muchos ricos  echaban mucho. 42 Llegó también una viuda pobre y echó dos moneditas, o sea, una cuarta parte del as.

43 Entonces, llamando a sus discípulos, les dijo: ‘Os digo de verdad que esta viuda pobre ha echado más que todos los que echan en el arca del Tesoro.44 Pues todos han echado de los que les sobraba, ésta, en cambio, ha echado de lo que necesitaba todo cuanto poseía, todo lo que tenía para vivir.”

 

 

COMENTARIO

 

Lo que más vale y sirve

1.-Escatología y merecimiento. Estos dos conceptos, que encierran mucho de lo que Jesús nos comunicó, tienen mucho, todo, que ver en el texto que el Calendario Litúrgico nos ofrece para hoy. Escatología y merecimiento es lo que se refleja en la actuación de la viuda y sentimiento de comprensión por parte de Jesús. 

2.- En este texto de Marcos, Jesús nos aclara dos situaciones que, siempre, suelen producirse y que han de suponer, para sus discípulos, un ejemplo de lo que no puede ser y, a la vez, y al contrario, de lo que ha de ser. 

En primer lugar, Jesús hace hincapié en que hay algunas personas (en este caso los escribas pero que se puede extender a otros) en las que primero, en su comportamiento, priva la apariencia sobre lo que de verdad tendría que ser su forma de actuación ya que, además de creer en Dios, eran personas notables dentro de la sociedad de la época. 

Lo que en la vida de estas personas predomina, a lo que le dan más importancia, es aquello que los demás ven, lo que pueden tener como actuación de persona notable, importante, indiscutiblemente superior: ser saludados en las plazas (por la popularidad que esto encierra), ocupar los puestos de honor en las sinagogas, los primeros asientos, donde se supone que se sientan los notables. 

Pero no sólo este aspecto exterior es criticado, con razón, por Jesús. También las acciones que hacen, no sólo la apariencia, importan al Mesías. Estos escribas se hacían cargo de los bienes de aquellos hombres que habían fallecido, dejando a sus viudas en una probable miseria, en una pobreza inmerecida y causada, sólo, por la avaricia de aquellos aparentes creyentes. Y, además, y esto molestaría mucho a Jesús, “fingen hacer largas oraciones”. Este fingimiento lo es en el conocimiento de que no lo hacían con fe sino, seguramente, por cumplir con unas formas, para hacer ver que rezaban largamente. Recordando aquello que dijo el Mesías de que “no todo el que dice Señor, Señor…” refiriéndose a aquellos que parecen ser muy piadosos y a la hora de la verdad, en su corazón, nada es lo que parece es fácil imaginar lo que le molestaba esto a Jesús. Y si, además, sabemos que “Dios ve en lo oscuro”, a  esto ha de acarrear lo que sigue. 

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4.11.21

Ventana a la Tierra Media – Lenguas por amor

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Es cierto y verdad que el tema de las lenguas, propio de un filólogo, ha de ser lo más importante para tal persona. Y eso es lo que pasa con nuestro J.R.R. Tolkien pues nuestro es y así lo reconocemos: nuestro maestro, nuestro escritor, nuestro subcreador, etc.

Continuamos esta semana con la carta que Tolkien padre envió al poeta W.H. Auden el 7 de junio de 1955 (y extraída del libro que sobre las Cartas tiene publicado Minotauro) Y es que, como él mismo reconoce, a lo mejor se extendía más de la cuenta pero es que un tema como el de las lenguas, digamos, le puede a John Ronald y no puede, ni quiere, evitar explayarse sobre el mismo. Además, para nosotros es un verdadero tesoro que así lo hiciera y que Auden conservara esta carta cuando, al parecer, tenía la costumbre de tirarlas cuando las leía…

Pues bien, cuando le corresponde hablar de esto, de las lenguas, de la lengua, a J.R.R. Tolkien se le nota de lejos un apasionamiento que va mucho más allá de lo que podría ser una profesión y el ejercicio de la misma o, algo así, como algo automático y sin sustancia. Y eso no es lo que pasa con nuestro profesor.

El caso es que él mismo habla de que es consciente de lo que llama “el condicionamiento lingüístico” con lo que nos quiere decir que toda su ansia por conocer se debía, precisamente, a lo relacionado con la lengua y las lenguas de las que dominó unas cuantas (nada fáciles ni al alcance de cualquiera) además de las que creara realidad que está aún más que lejos del alcance de cualquiera. Y todo eso, sobre todo lo último, sólo se puede hacer si es consciente de lo que podemos llamar un claro amor por las lenguas o, como titulamos aquí, “lenguas por amor” pues, en realidad, de eso es lo que se trata aquí.

Seguramente, lo más curioso de todo es que el amor que tiene por la lengua, es probable le viniera de la fascinación que sintió al ver escrito, en los vagones de tren o camiones que venían de Gales, la lengua propia de aquel lugar. Y eso, seguramente, le marcó un camino a seguir y, de paso, lo hizo para siempre, siempre y siempre.

De todas formas, no hace falta que digamos nada más sobre esto porque lo dice él mismo y no se queda corto ni poco extenso. Así, por ejemplo, dice esto que sigue:

La fascinación que tenían para mí los nombres galeses, aun cuando los viera sólo en camiones cargados de carbón, incluso desde peque es una de ellas /…/ Después del gótico, lo más importante fue el descubrimiento en la biblioteca del Exeter College de una gramática finlandesa. Fue como el descubrimiento de una entera bodega llena del vino más asombroso, de una especie y un sabor nunca degustados antes.”

18 cosas que no sabías de Tolkien – Santi Limonche

Podemos ver que la descripción que hace Tolkien del descubrimiento de una lengua no es una que lo sea de poca profundidad sino que muestra que sentía mucho más por lo que había conocido que un simple, eso, conocer. Era, por decirlo así, algo que le llegaba al mismísimo corazón y allí buscaba un lugar tierno donde quedarse.

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