Un amigo de Lolo - “Lolo, libro a libro” - No caer en la tentación

Presentación

Beato Manuel Lozano Garrido, beato Lolo sonriendo

Yo soy amigo de Lolo. Manuel Lozano Garrido, Beato de la Iglesia católica y periodista que vivió su fe desde un punto de vista gozoso como sólo pueden hacerlo los grandes. Y la vivió en el dolor que le infligían sus muchas dolencias físicas. Sentado en una silla de ruedas desde muy joven y ciego los últimos nueve años de su vida, simboliza, por la forma de enfrentarse a su enfermedad, lo que un cristiano, hijo de Dios que se sabe heredero de un gran Reino, puede llegar a demostrar con un ánimo como el que tuvo Lolo.

Sean, las palabras que puedan quedar aquí escritas, un pequeño y sentido homenaje a cristiano tan cabal y tan franco.

No caer en la tentación

  

“La tentación no es un mal, como tampoco lo son algunas consecuencias de los males de otros. Es más: como ante una señal de peligro en la carretera se renueva la atención y se asegura el volante, así también de una encrucijada espiritual se reactiva la fe y se tonifica el amor de un corazón. Con la tentación de un hombre fiel pasa como con los órganos que injertan uno en otro que ponen en actividad todo el poder de rechace del cuerpo.” (Mesa redonda con Dios. pp. 223-224)

 

 

La verdad es que el título de este pequeño capítulo de donde entresacamos el texto de hoy es bien curioso y nos informa a la perfección de qué va la cosa, por así decirlo. Y es que se titula “La zancadilla” pues viene referido a la parte del Padre Nuestro en la que decimos “no nos dejes caer”… en la tentación. 

La verdad es que cuando alguien va caminando y hay quien le pone una zancadilla (aunque sea de broma) el resultado de tal acción va a ser, seguramente, que dará de bruces con el suelo y, claro, deberá levantarse. Aunque es posible que no llegue a pasar eso si quien es zancadilleado es capaz de mantener el equilibro aunque sea mucho el esfuerzo que tenga que hacer para eso. 

Esto lo decimos porque el texto de arriba tiene que ver, exactamente con eso: no caer en la tentación. Y es que bien sabemos que las hay y que, incluso, nosotros mismos nos las podemos poner… 

Pues bien. El Beato de Linares (Jaén, España) empieza bien aclarando (el que da primero, da dos veces podríamos decir) lo que importa: “la tentación no es un mal”. Y alguien podrá decir que eso es discutible. Sin embargo, no es tanto pues aquí el problema está en caer en ella y no en que se nos proponga. Y es que por eso decimos en la oración que Cristo enseñó a sus Apóstoles “no nos dejes caer en la tentación” pues lo que pedimos es, eso, que no caigamos en ella. Y eso es bueno que diga nada más empezar para que nadie se lleve a engaño. 

Y luego nos pone un símil que puede clarificar mucho para quien no entienda eso de que la tentación, ella misma, no es el problema. El problema somos, precisamente, nosotros mismos y cómo somos, a tal respecto. 

Lo que nos dice acerca de las señales de peligro es que cuando nos encontramos con una de ellas no seguimos adelante como si nada porque, de hacerlo así, el peligro dejará de ser un aviso en forma de señal y pasará a ser una situación bien difícil con las malas consecuencias que eso puede tener en nuestro devenir particular.

 Bueno, alguien puede decir que en muchas ocasiones no hacemos caso a las señales que muestran que ante nosotros tenemos un peligro, digamos, en potencia. Y sí, no podemos negar que eso es verdad. Sin embargo, sostener eso (que es cierto) no puede valernos para mirar para otro lado cuando se nos esté diciendo que lo que debemos es tener cuidado. Y es que una cosa es una cosa y otra… pues otra.

Y entonces, ante la tentación (y valiéndose del ejemplo anterior) quiere Lolo, ansía Lolo que así se produzca, nosotros debemos reactivar la fe y tener muy en cuenta lo que debe dictar el corazón que, por ser templo del Espíritu Santo no puede no hacer ni suponer nada para nosotros. 

Es verdad que eso es lo que debemos hacer, ser nuestro comportamiento, cuando somos tentados o, lo que es lo mismo, que debemos reafirmar nuestras creencias que nos deben susurrar, desde el corazón y al oído, que no debemos caer en la tentación. Y es que sí, a lo mejor somos tentados pero ahí debe entrar en funcionamiento la lucha interior que provoque, en nosotros, una clara reacción justamente contraria a la tentación susodicha. 

Y por último, algo muy bonito. Y queremos decir con esto que Lolo quiere que comprendamos qué supone una tentación para los hijos de Dios. Y es que, como el Espíritu Santo se nos ha infundido en el Bautismo y, como decimos arriba, tiene su templo en nuestro corazón, es a través de saber escuchar sus gemidos inefables como podemos rechazar la tentación. Ni más ni menos que eso.

 

Eleuterio Fernández Guzmán

Llama Manuel Lozano GarridoLolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Saber sufrir, espiritualmente hablando, es un verdadero tesoro.

Para leer Fe y Obras.

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.

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