Ventana a la Tierra Media – Lenguas por amor

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Es cierto y verdad que el tema de las lenguas, propio de un filólogo, ha de ser lo más importante para tal persona. Y eso es lo que pasa con nuestro J.R.R. Tolkien pues nuestro es y así lo reconocemos: nuestro maestro, nuestro escritor, nuestro subcreador, etc.

Continuamos esta semana con la carta que Tolkien padre envió al poeta W.H. Auden el 7 de junio de 1955 (y extraída del libro que sobre las Cartas tiene publicado Minotauro) Y es que, como él mismo reconoce, a lo mejor se extendía más de la cuenta pero es que un tema como el de las lenguas, digamos, le puede a John Ronald y no puede, ni quiere, evitar explayarse sobre el mismo. Además, para nosotros es un verdadero tesoro que así lo hiciera y que Auden conservara esta carta cuando, al parecer, tenía la costumbre de tirarlas cuando las leía…

Pues bien, cuando le corresponde hablar de esto, de las lenguas, de la lengua, a J.R.R. Tolkien se le nota de lejos un apasionamiento que va mucho más allá de lo que podría ser una profesión y el ejercicio de la misma o, algo así, como algo automático y sin sustancia. Y eso no es lo que pasa con nuestro profesor.

El caso es que él mismo habla de que es consciente de lo que llama “el condicionamiento lingüístico” con lo que nos quiere decir que toda su ansia por conocer se debía, precisamente, a lo relacionado con la lengua y las lenguas de las que dominó unas cuantas (nada fáciles ni al alcance de cualquiera) además de las que creara realidad que está aún más que lejos del alcance de cualquiera. Y todo eso, sobre todo lo último, sólo se puede hacer si es consciente de lo que podemos llamar un claro amor por las lenguas o, como titulamos aquí, “lenguas por amor” pues, en realidad, de eso es lo que se trata aquí.

Seguramente, lo más curioso de todo es que el amor que tiene por la lengua, es probable le viniera de la fascinación que sintió al ver escrito, en los vagones de tren o camiones que venían de Gales, la lengua propia de aquel lugar. Y eso, seguramente, le marcó un camino a seguir y, de paso, lo hizo para siempre, siempre y siempre.

De todas formas, no hace falta que digamos nada más sobre esto porque lo dice él mismo y no se queda corto ni poco extenso. Así, por ejemplo, dice esto que sigue:

La fascinación que tenían para mí los nombres galeses, aun cuando los viera sólo en camiones cargados de carbón, incluso desde peque es una de ellas /…/ Después del gótico, lo más importante fue el descubrimiento en la biblioteca del Exeter College de una gramática finlandesa. Fue como el descubrimiento de una entera bodega llena del vino más asombroso, de una especie y un sabor nunca degustados antes.”

18 cosas que no sabías de Tolkien – Santi Limonche

Podemos ver que la descripción que hace Tolkien del descubrimiento de una lengua no es una que lo sea de poca profundidad sino que muestra que sentía mucho más por lo que había conocido que un simple, eso, conocer. Era, por decirlo así, algo que le llegaba al mismísimo corazón y allí buscaba un lugar tierno donde quedarse.

Pero hay más porque nuestro escritor predilecto era consciente de la importancia que todo aquello iba a tener a lo largo de su vida. Y, de hecho, nunca dejó de querer aprender o conocer más y más de todo aquello que tanto amaba y que era la lengua y no sólo, claro, la suya sino, sobre todo, la que (como diremos en otro momento) todo un mundo nuevo al que llamaría Tierra Media creada, por cierto, para que sus lenguas tuviesen un lugar donde reposar y verse libres…

Esto lo decimos porque él mismo escribe, en la carta que citamos aquí, que se “atrevería a decir que semejantes gustos lingüísticos, con la debida concesión a la pátina escolar, constituyen una prueba tan buena o aún mejor de los propios ancestros que los grupos sanguíneos”.

¡Ahí queda eso! El autor que ya era (esta carta está escrita, como decimos arriba, en junio de 1955 cuando su obra de El Señor de los Anillos está recientemente publicada y su último volumen “El retorno del Rey” está a punto de ver la luz y él sabe muy bien lo que eso ha supuesto en su existencia y mucho más allá de la misma) más que conocido (por esta obra y por El Hobbit o alguna que otra más publicada hasta aquel momento) para entonces es perfectamente consciente de que su amor por todo aquello que había creado a partir de la lengua y de las lenguas es algo más que grande.

En todo caso, esto no es más que el reflejo, como decíamos en otra ocasión cercana a esta, del “apasionado amor por las cosas que crecen” pues creció el que lo fuera por la lengua y por las lenguas y se hizo más que grande. Y eso, en beneficio de sus lectores, si ustedes nos entienden…

Eleuterio Fernández Guzmán- Erkenbrand de Edhellond

Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano GarridoLolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Tierra Media: otra Tierra, esta Tierra. 

Para leer Fe y Obras.

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.

1 comentario

  
Ronin
Excelente post. El tema de las lenguas y Tolkien es fascinante y da para mucho.
Creo que en temas como este se ve que Tolkien era un artesano. Creaba con mimo y amor y daba vida (en cierto modo) a su creación.

Quizás suene a viejo y a "todo ahora apesta y tiempos pasados eran mejor" y aunque no soy tan mayor (43 años) sí noto que cada vez somos más "fabricadores" y menos "artesanos". Se ha perdido el amor por las cosas sencillas, por querer hacer bien (y el Bien) nuestro día a día. Vivimos muy rápido, demasiado, tanto que ya no sabemos apreciar lo que nos rodea. Nos hemos convertido en Saruman fabricando horrores y destruyendo el entorno para ello.

Usando una cita de las películas.
"Y olvidamos el sabor del pan, la melodía de los árboles, la caricia de la brisa. Olvidamos hasta... nuestro propio nombre." Nos hemos convertido en Gollum,

EFG

Gracias por su aportación, que siempre es atinada y oportuna
04/11/21 8:00 AM

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