InfoCatólica / Eleuterio Fernández Guzmán / Archivos para: Enero 2021

19.01.21

Un amigo de Lolo - “Lolo, libro a libro”- Anhelo poético

Presentación

Beato Manuel Lozano Garrido, beato Lolo sonriendo

Yo soy amigo de Lolo. Manuel Lozano Garrido, Beato de la Iglesia católica y periodista que vivió su fe desde un punto de vista gozoso como sólo pueden hacerlo los grandes. Y la vivió en el dolor que le infligían sus muchas dolencias físicas. Sentado en una silla de ruedas desde muy joven y ciego los últimos nueve años de su vida, simboliza, por la forma de enfrentarse a su enfermedad, lo que un cristiano, hijo de Dios que se sabe heredero de un gran Reino, puede llegar a demostrar con un ánimo como el que tuvo Lolo.

Sean, las palabras que puedan quedar aquí escritas, un pequeño y sentido homenaje a cristiano tan cabal y tan franco.

Continuamos con el traer aquí textos del Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo. Lo hacemos ahora con “Mesa redonda con Dios”.

 

Anhelo poético

 

“Cristo, raíz de los hombres que nacieron

para ser árboles

de inteligencia: hazte savia de aquel arco iris

de un título que empezó a forjarse

entre las nubes de unas aulas

y ahora luce en un despacho

para que yo sea técnico de corazones

y superdotado de generosidad,

que es lo que cuenta

a la hora de la última liquidación”

(Mesa redonda con Dios, p. 65)

 

Antes que nada, debemos reconocer que el texto que hemos traído hoy aquí no es, en realidad, uno que tenga forma poética sino que el mismo, en su original forma es pura prosa como lo es el libro mismo de “Mesa redonda con Dios”. Sin embargo, nos hemos tomado la pequeña licencia, dada la forma de decir las cosas que tiene aquí el Beato Lolo, de transformarlo y ponerlo así, como aquí aparece pues, en realidad, y como titulamos, todo eso es un verdadero anhelo poético.

Como ya hemos dicho otras veces, este libro nos muestra situaciones propias, digamos, de personas comunes, ordinarias, en sus vidas comunes y ordinarias pero que son capaces de mirar a Dios y contemplarlo en sus existencias. Y en este caso trátase la cosa de alguien que trabaja en una oficina y, lo mismo que otro día dijimos que no le gustaría nada de nada, a tal personas, dar de lado a Dios y ponerlo por encima de sus cosas comunes y ordinarias, ahora, con este texto, nos muestra una voluntad, espiritualmente, bien sana.

De todas formas, bien podemos pensar que esto mismo se lo aplica Lolo así mismo y, por ende, nosotros debemos hacer otro tanto o, al menos, procurar hacerlo.

Es bien cierto que el ser humano nace para ser árbol que tiene sus raíces, debe tenerlas, en la Roca que es Cristo; también lo hacemos, como consecuencia de eso, para dar fruto el más pequeño del cual no es, precisamente, la inteligencia. Don de Dios ha de ser puesta en funcionamiento en bien del prójimo además, claro, de en bien de uno mismo.

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16.01.21

La Palabra para el Domingo - 17 de enero de 2021

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Como es obvio, hoy no es domingo 17 sino sábado, 16 de enero de 2021. Esto lo decimos porque hemos publicado hoy el comentario del Evangelio que siempre hemos traído aquí en día, precisamente, domingo. Sin embargo, un amable lector, sacerdote, me hizo la sugerencia de poner el comentario del Evangelio del primer día de la semana, el sábado porque, como es verdad y lamento no haberme dado cuenta, el texto del Evangelio de la Santa Misa del sábado por la tarde es el del domingo siguiente.  

 

 

Jn 1, 35-42

 

35 Al día siguiente, Juan se encontraba de nuevo allí con dos de sus discípulos. 36 Fijándose en Jesús que pasaba, dice: ‘He ahí el Cordero de Dios’. 37 Los dos discípulos le oyeron hablar así y siguieron a Jesús. 38. Jesús se volvió, y al ver que le seguían les dice: ‘¿Qué buscáis?’. Ellos le respondieron: ‘Rabbi’ – que quiere decir ‘Maestro’ - ‘¿dónde vives?’. 39 Les respondió: ‘Venid y lo veréis’. Fueron, pues, vieron dónde vivía y se quedaron aquel día. Era más o menos la hora décima.

 

40 Andrés, el hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que habían oído a Juan y habían seguido a Jesús. 41 Este se encuentra primeramente con su hermano Simón y le dice: ‘Hemos encontrado al Mesías’, que quiere decir Cristo. 42 Y le llevó donde Jesús. Jesús, fijando su mirada en él, le dijo: ‘Tú eres Simón, el hijo de Juan; tú te llamarás Cefas’, que quiere decir ‘Piedra’.

 

  

COMENTARIO

 

Quien tenía que venir

 

Quien lea el texto del evangelista Juan se dará cuenta que a Juan, el Bautista, se le había comunicado cuál era la finalidad de su labor y qué, sobre todo, tenía que anunciar. 

Cuando da testimonio es porque es testigo de la venida del Mesías. Él, a lo mejor el único que así aprecia tal cosa, ve al Espíritu Santo bajar sobre Jesús cuando sale de las aguas del Jordán tras el bautizo. Fue, con toda seguridad, una gracia de Dios otorgada a quien se le había dicho lo que tenía que hacer y lo había hecho. 

Había pasado un día desde que Jesús se acercó al Bautista para que le limpiara las impurezas que su alma podía tener. Bien sabemos que eso debía ser, sobre todo, para dar ejemplo, porque es bien cierto que el Hijo de Dios no tenía pecado ni podía tenerlo. Tenía, sin embargo, que cumplir la misión que le había sido encargado (“para eso he salido” diría en una ocasión) que no era otra que hacer cumplir la Ley de Dios y la conversión del corazón era uno de sus principales motivos de vida. 

Volviendo a lo dicho arriba, cuando Juan comunica, a los que le oyen, que se le había dicho lo que tenía que pasar es porque es fiel a la voluntad de Dios y que, aunque no sintiese fuerzas espirituales para desatar las sandalias a Jesús, hizo lo que tenía que hacer. 

Pero lo que más nos ha de importar es lo que dice Juan de Jesús. Dice que es el “Cordero de Dios” y, además, que “quita el pecado del mundo”. 

Como Cordero de Dios llevaría una vida mansa que, al final, determinaría una muerte también mansa; como perdonador de los pecados tenía tal facultad donada por Dios de limpiar el alma de tales manchas. 

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14.01.21

Entre Bloemfontein y Bournemouth - Excursus: Mabel, Sierva de Dios, Tolkien

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Es cierto que esta serie está dedicada, por decirlo así, a la vida del autor de las obras inmortales que todos conocemos. Sin embargo, creemos que vale la pena hacer un Excursus y detenernos a hablar de su madre, a la sazón, Mabel Tolkien.

Por otra parte, debemos agradecer al lector que se hace denominar “Tulkas" que haya sugerido, una vez más, un tema relacionado con nuestro autor porque, aunque nuestro amigo lector tenía intención de referirse (como dice en otro comentario a otro artículo sobre Tolkien) a la familia protestante poco misericordiosa a la que pertenecía Mabel, lo bien cierto es que la sugerencia sobre este tema nos ha venido la mar de bien para ahondar, aunque sea un poco, en una persona como fue la progenitora de Ronald.

Aunque es cierto que la madre de J.R.R. Tolkien no ha sido denominada, digamos oficialmente, “Sierva” de Dios”, lo bien cierto es que, si miramos su vida se comportó como tal y bien puede estar formando parte de las huestes de almas que en el Cielo están allí por lo que, en el fondo de sus vidas, hicieron y llevaron a cabo.

Ejemplo de su ser y de su estar es el propio autor de El Hobbit o El Señor de los Anillos.

El caso es que, como podemos imaginar, convertirse al catolicismo en la época en la que se convirtió Mabel Tolkien junto a sus dos hijos no era cosa fácil. Y es que si lo que se podía esperar era la marginación por parte de su familia (que no lo era) fue, exactamente, lo que sucedió pues pronto olvidaron aquello que dijo Cristo acerca de proteger al “huérfano y a la viuda” que, no sólo en tiempos del Maestro, pueden ser objeto de la asechanza de la pobreza y la miseria.

Datos curiosos de J. R. R. Tolkien, a 46 años de su muerte | La Verdad  Noticias

Podemos decir que quedó totalmente aislada en el mundo, sin marido y con dos hijos por sacar adelante, por criar. Sin embargo, eso no la arredró ni hizo que escondiera su fe sino que la inculcó a Ronald y a Hilary de tal forma que bien podemos decir que el catolicismo del autor de nuestras tan amada sobras lo era por convicción absoluta y no, digamos, por simple bautismo (como, por desgracia, tantas veces pasa), convicción que, dadas el lugar donde vivía, la Inglaterra protestante, tuvo que mantener con un vigor más que notable que, como sabemos, quedó reflejado en sus obras.

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12.01.21

Un amigo de Lolo - “Lolo, libro a libro”- No dar de lado a Dios

Presentación

Beato Manuel Lozano Garrido, beato Lolo sonriendo

Yo soy amigo de Lolo. Manuel Lozano Garrido, Beato de la Iglesia católica y periodista que vivió su fe desde un punto de vista gozoso como sólo pueden hacerlo los grandes. Y la vivió en el dolor que le infligían sus muchas dolencias físicas. Sentado en una silla de ruedas desde muy joven y ciego los últimos nueve años de su vida, simboliza, por la forma de enfrentarse a su enfermedad, lo que un cristiano, hijo de Dios que se sabe heredero de un gran Reino, puede llegar a demostrar con un ánimo como el que tuvo Lolo.

Sean, las palabras que puedan quedar aquí escritas, un pequeño y sentido homenaje a cristiano tan cabal y tan franco.

Continuamos con el traer aquí textos del Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo. Lo hacemos ahora con “Mesa redonda con Dios”.

 

No dar de lado a Dios

 

“¡Ay, Señor, qué triste balance sería el de una nómina con sobresueldos, manojillos de chóferes, televisores y felpudos, pero contigo escabulléndote en otro mundo! Mira, me da tanta angustia que ya mismo me quito los lápices y la cartera del chaleco para echar contigo un rato en el que sólo sea un hombre de rodillas sin matemáticas en las sienes, corazón de fuego que vive, sufre y ama.” (“Mesa redonda con Dios”, p. 63)

 

Como pasa muchas veces en este libro, “Mesa redonda con Dios”, el Beato Manuel Lozano Garrido, a saber, Lolo, pone en boca de personajes lo que en el fondo de su corazón hay. Ahora se trata de alguien que trabaja en una oficina y que ve cómo es posible esconder, ciertamente, a Dios, detrás del ajetreo diario…

Alguien podría decir, leyendo esto, que no tiene importancia el trabajo o que la dedicación diaria que se hace, al fin y al cabo, en beneficio de uno mismo pero también del prójimo, no debiera ser tenida en cuenta. Y no es así la cosa; precisamente, no es así.

Creemos que Lolo aplica muy bien aquí eso de que no se puede servir a dos señores a la vez. Y es que siendo uno de ellos, el Señor, Dios mismo, en fin… como que no puede ser. Y deberíamos saber, cada momento, Quien importa aquí sin, claro descuidar lo otro pero saber y saber bien lo que debemos tener en cuenta.

Habla Lolo aquí de un “balance” o, lo que es lo mismo, como una especie de cuenta de resultados en la que interviene, por un lado, nuestro quehacer diario y, por otro, Dios mismo, en nuestra contemplación y adoración.

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9.01.21

La Palabra para el Domingo - 10 de enero de 2020

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Como es obvio, hoy no es domingo 10 sino sábado, 9 de enero de 2021. Esto lo decimos porque hemos publicado hoy el comentario del Evangelio que siempre hemos traído aquí en día, precisamente, domingo. Sin embargo, un amable lector, sacerdote, me hizo la sugerencia de poner el comentario del Evangelio del primer día de la semana, el sábado porque, como es verdad y lamento no haberme dado cuenta, el texto del Evangelio de la Santa Misa del sábado por la tarde es el del domingo siguiente.  

 

 

 

Mc 1, 7-11

 

“7 Y proclamaba: ‘Detrás de mí viene el que es más fuerte que yo; y no soy digno de desatarle, inclinándome, la correa de sus sandalias. 8 Yo os he bautizado con agua, pero él os bautizará con Espíritu Santo.’

9 Y sucedió que por aquellos días vino Jesús desde Nazaret de Galilea, y fue bautizado por Juan en el Jordán. 10 En cuanto salió del agua vio que los cielos se rasgaban y que el Espíritu, en forma de paloma, bajaba a él. 11 Y se oyó una voz que venía de los cielos: ‘Tú eres mi Hijo amado, en ti me complazco.’”

 

  

COMENTARIO

 

Presentación al mundo

 

Hacía muchos siglos que el pueblo judío esperaba la llegada del Mesías; mucho tiempo en el que, orando y pidiendo, reclamaban a Dios el cumplimiento de su promesa de enviar a un Salvador. Y Juan estaba allí. 

El Bautista ya había sido elegido por Dios para ser el último profeta de la Antigua Alianza y en eso se encontraba, bautizando, cuando los que asistían a esa sanación del alma en el agua del Jordán, río bendecido por el Creador, necesitaban conocer si él, Juan, el hijo de Isabel y Zacarías, era el que ellos esperaban. 

Pero Juan fija su atención en la especie de bautizo que él ofrece y el que ofrecerá, pues no es obligación para nadie, Jesús, el Mesías que, por otra parte, no es él, como trata de hacerles comprender a aquellos que están, quizá, cegados por los signos que hace pero, sobre todo, por lo que dice a quienes demandan auxilio espiritual. 

El bautizo de Juan, el que antecede al Cristo, es de agua. Con él se perdonan los pecados. No es que los perdone Juan sino que él es instrumento de ese perdón. Algo muy distinto de lo que hará Jesús, luego, en su vida pública. Esa inmersión, que proporciona a aquellos que la reciben un espíritu perdonado, les hace más fuertes ante las asechanzas del maligno, pero eso no les proporciona la vida eterna pues para eso tendrá que venir el Mesías, para cargar con los pecados de todos y él, Juan, no era esa persona, Dios, tan esperada. 

Por eso el que viene es más fuerte que Juan. Pero su fuerza no es una fuerza física (como muchos querían que fuera el Mesías) sino una fuerza espiritual. Por el bautismo con fuego, con el que quema, de verdad y para siempre el pecado del mundo lo ha de traer Aquel que todos esperan. Y ese no es él, Juan. 

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