Un amigo de Lolo - “Lolo, libro a libro”- Anhelo poético

Presentación

Beato Manuel Lozano Garrido, beato Lolo sonriendo

Yo soy amigo de Lolo. Manuel Lozano Garrido, Beato de la Iglesia católica y periodista que vivió su fe desde un punto de vista gozoso como sólo pueden hacerlo los grandes. Y la vivió en el dolor que le infligían sus muchas dolencias físicas. Sentado en una silla de ruedas desde muy joven y ciego los últimos nueve años de su vida, simboliza, por la forma de enfrentarse a su enfermedad, lo que un cristiano, hijo de Dios que se sabe heredero de un gran Reino, puede llegar a demostrar con un ánimo como el que tuvo Lolo.

Sean, las palabras que puedan quedar aquí escritas, un pequeño y sentido homenaje a cristiano tan cabal y tan franco.

Continuamos con el traer aquí textos del Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo. Lo hacemos ahora con “Mesa redonda con Dios”.

 

Anhelo poético

 

“Cristo, raíz de los hombres que nacieron

para ser árboles

de inteligencia: hazte savia de aquel arco iris

de un título que empezó a forjarse

entre las nubes de unas aulas

y ahora luce en un despacho

para que yo sea técnico de corazones

y superdotado de generosidad,

que es lo que cuenta

a la hora de la última liquidación”

(Mesa redonda con Dios, p. 65)

 

Antes que nada, debemos reconocer que el texto que hemos traído hoy aquí no es, en realidad, uno que tenga forma poética sino que el mismo, en su original forma es pura prosa como lo es el libro mismo de “Mesa redonda con Dios”. Sin embargo, nos hemos tomado la pequeña licencia, dada la forma de decir las cosas que tiene aquí el Beato Lolo, de transformarlo y ponerlo así, como aquí aparece pues, en realidad, y como titulamos, todo eso es un verdadero anhelo poético.

Como ya hemos dicho otras veces, este libro nos muestra situaciones propias, digamos, de personas comunes, ordinarias, en sus vidas comunes y ordinarias pero que son capaces de mirar a Dios y contemplarlo en sus existencias. Y en este caso trátase la cosa de alguien que trabaja en una oficina y, lo mismo que otro día dijimos que no le gustaría nada de nada, a tal personas, dar de lado a Dios y ponerlo por encima de sus cosas comunes y ordinarias, ahora, con este texto, nos muestra una voluntad, espiritualmente, bien sana.

De todas formas, bien podemos pensar que esto mismo se lo aplica Lolo así mismo y, por ende, nosotros debemos hacer otro tanto o, al menos, procurar hacerlo.

Es bien cierto que el ser humano nace para ser árbol que tiene sus raíces, debe tenerlas, en la Roca que es Cristo; también lo hacemos, como consecuencia de eso, para dar fruto el más pequeño del cual no es, precisamente, la inteligencia. Don de Dios ha de ser puesta en funcionamiento en bien del prójimo además, claro, de en bien de uno mismo.

Lolo, que también se esforzó en las aulas aunque no pudiera llevar a cabo su vocación “presencial” de maestro por razones de todos conocidas, lo bien cierto es que acabó siendo maestro de vida espiritual de muchas y más personas de las que podemos imaginar y, estamos seguros, lo seguirá siendo por los siglos de los siglos, Amén. Y eso es fruto de haber sido árbol que dio fruto más del ciento por ciento, como se dice en la parábola del sembrador que salió a sembrar y encontró diversos tipos de tierra…

El futuro que nos depara la preparación intelectual siempre es agradable en el corazón de los que se abocan al mismo según su hacer diario. Sin embargo, muy a pesar de aquello que nos puede parecer bueno y mejor para nuestra vida hay algo que, según el Beato de Linares (Jaén, España) es más importante y que siempre debemos tener en cuenta. Y tiene relación con lo que de bueno tiene nuestro corazón y del uso que le damos a la bondad.

En realidad, a nosotros nos conviene tener muy en cuenta, como dice Manuel Lozano Garrido, que es más que crucial para nuestra vida (la de ahora pero, sobre todo, la de “luego” de ésta, la eterna) tener un corazón limpio, sano, tierno… de carne y no de piedra. Y, entonces, debemos ser generosos de tal manera que se pueda predicar de nosotros aquello que se decía de los primeros cristianos y que no era otra que el “mirad cómo se aman”. Y así, llevando a la práctica la bondad divina que Dios planta en nuestro corazón, así, de principio y por ser imagen y semejanza suya, hacer efectivo un talento así.

Y sí, a lo mejor alguien puede pensar que todas estas intenciones no forman parte, sino, de un poema que puede ser muy lírico pero que, a la hora de la verdad… como que no se cumple. Sin embargo, en tal anhelo se ha sembrado una clara voluntad de amor y de entrega al prójimo que siempre debería estar en el principio nuestro de cada día y en el del siguiente… en un exacto hacer cristiano.

  

Eleuterio Fernández Guzmán

 

Panecillos de meditación

 

Llama el Beato Manuel Lozano GarridoLolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Saber sufrir, espiritualmente hablando, es un verdadero tesoro.

Para leer Fe y Obras.

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.

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