Entre Bloemfontein y Bournemouth - Excursus: Mabel, Sierva de Dios, Tolkien

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Es cierto que esta serie está dedicada, por decirlo así, a la vida del autor de las obras inmortales que todos conocemos. Sin embargo, creemos que vale la pena hacer un Excursus y detenernos a hablar de su madre, a la sazón, Mabel Tolkien.

Por otra parte, debemos agradecer al lector que se hace denominar “Tulkas" que haya sugerido, una vez más, un tema relacionado con nuestro autor porque, aunque nuestro amigo lector tenía intención de referirse (como dice en otro comentario a otro artículo sobre Tolkien) a la familia protestante poco misericordiosa a la que pertenecía Mabel, lo bien cierto es que la sugerencia sobre este tema nos ha venido la mar de bien para ahondar, aunque sea un poco, en una persona como fue la progenitora de Ronald.

Aunque es cierto que la madre de J.R.R. Tolkien no ha sido denominada, digamos oficialmente, “Sierva” de Dios”, lo bien cierto es que, si miramos su vida se comportó como tal y bien puede estar formando parte de las huestes de almas que en el Cielo están allí por lo que, en el fondo de sus vidas, hicieron y llevaron a cabo.

Ejemplo de su ser y de su estar es el propio autor de El Hobbit o El Señor de los Anillos.

El caso es que, como podemos imaginar, convertirse al catolicismo en la época en la que se convirtió Mabel Tolkien junto a sus dos hijos no era cosa fácil. Y es que si lo que se podía esperar era la marginación por parte de su familia (que no lo era) fue, exactamente, lo que sucedió pues pronto olvidaron aquello que dijo Cristo acerca de proteger al “huérfano y a la viuda” que, no sólo en tiempos del Maestro, pueden ser objeto de la asechanza de la pobreza y la miseria.

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Podemos decir que quedó totalmente aislada en el mundo, sin marido y con dos hijos por sacar adelante, por criar. Sin embargo, eso no la arredró ni hizo que escondiera su fe sino que la inculcó a Ronald y a Hilary de tal forma que bien podemos decir que el catolicismo del autor de nuestras tan amada sobras lo era por convicción absoluta y no, digamos, por simple bautismo (como, por desgracia, tantas veces pasa), convicción que, dadas el lugar donde vivía, la Inglaterra protestante, tuvo que mantener con un vigor más que notable que, como sabemos, quedó reflejado en sus obras.

Nuestra Mabel, que había nacido en 1870 se fue de este mundo en noviembre de 1904 con apenas 34 años. Y se fue del mundo, sí, por padecer enfermedad pero no quitó a Ronald la seguridad de que su madre había muerto, en el fondo, como consecuencia del sufrimiento que le causó la situación en la que quedaron después de ser repudiados por casi toda su familia protestante. Y fue, entonces, una mártir, como dijo nuestro autor:


“Mi propia madre fue, sin duda, una mártir. No todos reciben de Dios el don de tener una madre que se sacrificó a sí misma trabajando y para que  Hilary y yo mantuviéramos la fe”.

 

No podemos negar que el convencimiento espiritual que debía tener Mabel no era escaso sino, al contrario, profundo y bien arraigado en su corazón pues sólo así se entiende que fuera capaz de enfrentar los obstáculos que se le presentaron en la vida después de su conversión al catolicismo. Y es que podemos imaginar en la situación que quedaron ella y sus hijos en una sociedad que no tenía nada a favor del catolicismo sino, justamente, al contrario: prejuicios y perjuicios que duraban ya siglos. Y a todo eso se enfrentó aquella fuerte mujer, espiritualmente hablando.

Cual no fue el sentido espiritual de aquella buena y creyente mujer que, conociendo que iba a morir no dudó lo más mínimo en proveer a sus hijos de un futuro espiritual seguro. Y es que entregó la tutela de Hilary y Ronald al padre Francis Morgan (llamado por ellos “Tío Curro” por ser español de nacimiento), a la sazón sacerdote del Oratorio de Birmingham quien, al fin y al cabo, se encargó más que bien de los hijos de Mabel y los condujo por un camino de fe segura y cierta.

Todo, pues, apunta a una fe más que profunda y, aunque, como decimos arriba, nunca se le ha calificado como “Sierva de Dios”, digamos oficialmente, es obvio que lo fue y nosotros le pedimos, humildemente, que, de poder, interceda por nosotros.

Eleuterio Fernández Guzmán- Erkenbrand de Edhellond

1 comentario

  
Tulkas
No es un “excursus”. Es el elemento más fundamental y básico en la vida de Tolkien. Por eso el biopic es un fiasco, porque se centra en Edith y pasa de puntillas sobre Mabel, cuando habría que dar a cada una lo suyo y poner a cada una en su lugar.
Si Tolkien era, como decía Lewis (léase en español “legüis”) “el hombre más casado del mundo”, lo era por ser él católico, es decir, por y gracias a Mabel.
Y si su obra es lo que es, es por y gracias a Mabel, pues “a confesión de parte...” y Tolkien lo confiesa: toda su comprensión de la belleza procede de la Virgen María.

EFG

No. Me refiero que el "Excursus" está puesto en relación a los artículos de esta pequeña biografía sobre Tolkien pero no, por supuesto, pensando en el papel "marginal" de Mabel al respecto de J.R.R.Tolkien, faltaría más. Y es que, justamente, al contrario.

Y sí, estoy de acuerdo con lo que dice usted sobre la película...

Y, exactamente, Tolkien fue como fue gracias a su madre y su obra es lo que es también gracias a Mabel, que Dios tenga en su gloria.
14/01/21 4:18 PM

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