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19.08.20

Beato Manuel Lozano Garrido – Lolo, en la prensa – “Carta a Judas, “el fracasado”

Presentación

Beato Manuel Lozano Garrido, beato Lolo sonriendo

Yo soy amigo de Lolo. Manuel Lozano Garrido, Beato de la Iglesia católica y periodista que vivió su fe desde un punto de vista gozoso como sólo pueden hacerlo los grandes. Y la vivió en el dolor que le infligían sus muchas dolencias físicas. Sentado en una silla de ruedas desde muy joven y ciego los últimos nueve años de su vida, simboliza, por la forma de enfrentarse a su enfermedad, lo que un cristiano, hijo de Dios que se sabe heredero de un gran Reino, puede llegar a demostrar con un ánimo como el que tuvo Lolo.

Sean, las palabras que puedan quedar aquí escritas, un pequeño y sentido homenaje a cristiano tan cabal y tan franco.

Con este artículo, hacemos un alto en la serie de artículos sobre citas de libros del Beato Lolo para traer uno de los artículos que publicó en la prensa de su tiempo.  Y lo traemos hoy porque nos ha impresionado sobremanera. Lo reproducimos en su totalidad, para gozo del amable lector y, luego, procuraremos no hacerlo de menos con un comentario.

Se titula el artículo, publicado en el Diario “Jaén” el 22 de marzo de 1968, 

 

“Carta a Judas, “el fracasado

 

“A un Judas que ha hecho keriots de ciudades con rascacielos y señales de tráfico; al peor Judas de todos los tiempos, quitando a aquel que se atrevió a comerciar con el propio Dios, ese de corbata, reloj de pulsera y estilográfica, en su despacho con dictáfono y muebles de metal; al Judas vivo entre los satélites; al Judas pulcro, a un  Judas que nadie ve, pero que nos da escalofrío sentir su zancada en las páginas de los diarios. 

Judas: te escribo con escalofrío en una tarde en la que ya pica el sol de la primavera. Hay mucha luz en el cielo y tengo entre las manos un periódico de colorines. Lo que me asusta es el bárbaro poder y el dominio de tu puño cerrado, hecho trilogía de rapiña, soberbia y odio. Fíjate: aquello tuyo de las treinta monedas, que era apenas una modosa aspiración a la casita con delantera donde paladear una frasca de vino, te ha ido ensanchando la ambición hasta el manejo de dividendos, de masas y de naciones ¡Qué pena, Judas, que tu engaño sea tan descarado como el timo de la estampita y los hombres sigamos oyéndote con las orejas huecas, mientras recontamos monedas con prisa. 

Lo peor de todo es que los Judas, sin tocarnos, nos dan codazos en el corazón y nadie cae en el moderno deicidio de los hombres vendidos y crucificados a la vera. A una criatura se le besa en la noche y se le entrega firmando con la misma mano un convenio colectivo y una carta suspendiendo ventas por reajuste y subida de precios. Uno huye del Cenáculo y agarra treinta monedas en el Sanedrín reconociendo que hace falta subir los salarios y decir que se suben repartiendo la paga de “beneficios” en doce meses y comiéndole de paso el cuarenta por ciento. 

Mira, Judas, que es a lo que voy; tú tomabas un denario, pasabas las uñas por el bordillo con ansia, lo colocabas sobre la palma, cerrando la mano con fuerza, y por el brazo que se dobla y se tensa, notabas que subía la médula del dinero. Ahora se hace lo mismo en secreto, y se ceba la cuenta corriente, pero además, el puño se cierra por ansias de mando, por deseos de subirse de puntillas sobre los demás; de que la gente piense al dictado de vuestras ideas y no hable más que como si tuviera un pañuelo dentro de la boca; de que esa hermosa palabra que se llama “libertad” de cada criatura vaya por las aceras dentro de un hombre moralmente lisiado. Es la nueva cosecha que refinas en Biafra, Oriente Medio, o Vietnam: los golpes de fuerza para regodearse en el espejo de los micrófonos o pasear las calles con motoristas y “Cadillac”, cabezas dobladas al borde de la calle, chasquido de pavo real en los tronos de las Casas Azules, Verdes o Amarillas. Y aún hay más: las bombas de plástico sobre los hospitales, los secuestros de enemigos, el muro fratricida de Berlín, esa vena loca, tu tercer puño de rencor; Judas, hidra de tres cabezas: la avaricia, la soberbia y el odio. 

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