J.R.R. Tolkien - Ventana a la Tierra Media – Esa esperanza llamada Tierras Imperecederas (1)
En mayo de 2019 escribíamos esto:
Por mucho que se nos diga que esto no es cierto,
que sólo es fantasía y que dejarlo debemos,
por mucho que oigamos aunque quedemos perplejos,
aunque sepamos, decimos, que es propio de alejados
del mundo que vivimos no anhelamos cosa distinta,
lugar mejor donde ir, estancia que descubrir.
Hay lugares mejores donde llevar nuestras almas,
lugares donde reposar nuestros cansados corazones,
pocos, al parecer, alcanzan aquellas orillas
y pocos, según nos dicen, los que tienen tal premio,
pero nosotros creemos y es lo que aquí decimos
que vayamos pronto a las Tierras,
Imperecederas llamadas donde en la Tierra, la Media,
habitan los Bendecidos, aquellos que Eru quiso,
los que anhelamos conocer y los que fueron.
Como Bilbo tuvo canción última de las que hizo,
nosotros tenemos esto, que sabemos no es lo mismo,
pero nos vale como gozo, como ilusión y como sueño.
Allende de los mares, donde las tierras son luz,
libres del Mal malvado, habitan los inmortales
y es destino que ansía el corazón de los hombres
alcanzar aquellas tierras, ver si es cierto tal nombre.
Sabemos, de todas formas, que por mucho que habitemos
aquellos lugares ciertos aunque sea sólo en sueño,
nada ha de pasarnos , nada que sea tan bueno
como vivir para siempre entre aquellos que bendijeron
las manos limpias de Eru, Creador de lo eterno.
Según se habla en cuentos a los enanos, hombres y elfos,
hay muy pocos, de entre ellos,
que puedan contar y que sea verdad,
que han pisado las playas, que hayan pisado el suelo
donde los inmortales gozan su gozo imperecedero,
aunque resulte imposible cruzar al destino nuevo,
es ilusión que tienen y mucho más que un sueño.
Entre nosotros, los viejos, aquellos que batallas vivieron,
cuentan que hace siglos, muchos que ya cayeron,
hubo quien intentó cruzar el mar de en medio
y llegar a gozar, siquiera, un instante de aquel viento,
siendo cierto y verdad que todo quedó en anhelo.
Debemos conformarnos, según vemos y hacemos,
con saber que Eru quiere, y desdecirlo no debemos,
que cada cual que, creado, de su corazón ha emanado,
goce de lo entregado, regalo, sí, de sus manos.
Y aunque eso hagamos, sin alcanzar lo imposible,
no olvidemos que soñar, un tal don nos es dado,
e imaginar alcanzar, aunque sea imaginado,
aquellas Tierras inmortales e Imperecederas llamadas,
es cosa que hacer podemos, algo que Ilúvatar
nos lo puso en los sueños.