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2.08.20

La Palabra del domingo – 2 de agosto de 2020

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Mt 14, 13-21

 

“13 Al oírlo Jesús, se retiró de allí en una barca, aparte, a un lugar solitario. En cuanto lo supieron las gentes, salieron tras él viniendo a pie de las ciudades. 14 Al desembarcar, vio mucha gente, sintió compasión de ellos y curó a sus enfermos.15 Al atardecer se le acercaron los discípulos diciendo: ‘El lugar está deshabitado, y la hora es ya pasada. Despide, pues, a la gente, para que vayan a los pueblos y se compren comida.’ 16 Mas Jesús les dijo: ‘No tienen por qué marcharse; dadles vosotros de comer.’ 17 Dícenle ellos: ‘No tenemos aquí más que cinco panes y dos peces.’ 18 Él dijo: ‘Traédmelos acá.’ 19 Y ordenó a la gente reclinarse sobre la hierba; tomó luego los cinco panes y los dos peces, y levantando los ojos al cielo, pronunció la bendición y, partiendo los panes, se los dio a los discípulos y los discípulos a la gente. 20 Comieron todos y se saciaron, y recogieron de los trozos sobrantes doce canastos llenos. 21 Y los que habían comido eran unos 5.000 hombres, sin contar mujeres y niños”.

 

COMENTARIO

Los panes y los peces

Aquellas miles de personas que seguían a Jesús, al parecer, no estaban preocupadas por qué iban a comer. Jesús, sin embargo, sí lo estaba y, además, quería poner a prueba a sus apóstoles.

Había muchos, seguramente de los más humildes y sencillos, que creían en aquel Maestro que enseñaba con verdadera autoridad y no como otros de los considerados sabios. Por eso lo dejaban todo y, yendo a pie o como mejor podían, iban allí donde sabían que estaba.

Y en aquella ocasión se reunieron muchos.

Digamos que la forma de escribir este texto denota el sentido exacto que se tenía, entonces, de la familia y de la relación entre sus miembros. Por eso dice que eran unos 5.000 “hombres” pero, en efecto, no cuentan a mujeres y niños pues siempre se tenía más en consideración a los cabezas de familia que eran los hombres. Pero Jesús los tiene en cuenta a todos y no hace acepción de personas ni por sexo ni por edad y circunstancia. Es más, seguramente sentía un aprecio profundo por los considerados menos.

Podemos imaginar el cuadro histórico: miles de personas (de las cuales Jesús ya había curado a unas cuantas de diversos males) sentadas escuchando a Jesús. Pero ha llegado la hora de comer. ¿Qué hacer?

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