InfoCatólica / Eleuterio Fernández Guzmán / Archivos para: Agosto 2022

16.08.22

Apuntes inesperados – Esperar, siempre esperar

Las semillas de arce, inspiración para el diseño de un dron de dos alas |  Compañías | Cinco Días

En realidad, son cosas que pueden pasar un día cualquiera. Momentos son que pueden originar una reflexión o algo así como un pensamiento que se alarga más o menos según sean las circunstancias y el pasar y ser de las mismas.

En realidad no se trata, esto, sino de unos inesperados apuntes.

 

Esperar, siempre esperar

  

Es cierto y verdad que hay un refrán que sostiene que “quien espera, desespera”. Y, ciertamente, no es ni poco cierto ni poca verdad que es así pues no creo que haya nadie que no haya caído en la sensación consistente en parecer que nunca llega lo que queremos que llegue. 

De todas formas, tampoco podemos negar que muchas veces esperamos algo que, en realidad, no deberíamos haber ansiado porque, al fin y al cabo, puede que no se trate de nada bueno para nosotros pero, como somos como somos, no nos basta con tener claro que a lo mejor eso no lo debemos esperar sino que insistimos en esperar y, claro, luego pasa lo que pasa… 

Esperar es, para empezar, un síntoma de paciencia. Es decir, que ejercitando la misma hasta es posible que no lleguemos a desesperar que es, como sabemos, el peor de los pecados pues supone el mismo que dejamos de confiar en Dios (todo está en su mano) y nos sometemos a las simples cosas de los hombres. 

Por otra parte, hay cosas que, por sí mismas, nos hacen esperar y contra las que nada podemos hacer. Es decir, cuando, por ejemplo, se nos ha prometido algo que creemos es bueno para nosotros pero no sabemos ni cómo ni cuándo eso vamos a tenerlo. Entonces, créanlo, lo mejor es olvidar desde la propia raíz de la espera, tal cosa pues, de otra forma, es más que probable que se nos altere el alma y no sepamos, ciertamente, a qué atenernos. Y aquí es donde entra en juego el mismo ser de la paciencia que es una virtud más que recomendable cuando hay algo que no está en nuestras manos y ante lo cual sólo podemos, eso, esperar… 

Esperar es, además, la espera queremos decir, síntoma de tener un corazón bien sentado en las cosas que verdaderamente importan y no en los gustos o goces volanderos que el mundo nos ofrece para alterar nuestro ser y, así, nuestra propia vida. Y saber esperar es, entonces, crucial pues, de otra forma, nada bueno puede acaecernos cuando la mayoría de las veces, nada podemos hacer para acelerar el fin ansiado. 

Esperar, saber hacerlo quiero decir, es algo así como tener un seguro del corazón al día y sin deber cheque alguno por su tenencia. Y con eso quiero decir que es cosa de cada uno de nosotros que sepamos dejar pasar el tiempo para que llegue cuando tenga que llegar lo que tiene que llegar porque, sin esto un trabalenguas, es lo que más conviene a nuestro corazón que, hoy día, tan aquejado de “prisitis” (digámoslo así) y tantas ansias tiene de que todo sea ya y ahora mismo… 

Esperar, ya por último, es expresión de tener las cosas claras. Y es que si debemos hacer eso, esperar, con nuestra llegada al Cielo (Dios la quiera y nosotros seamos capaces de comprender qué supone eso en nuestra actual vida) ¿Debemos tener prisa para algo distinto a eso? 

Alguien de hoy en día, sin embargo, diría que sí, que esperar… eso para otro. 

Y aquí les dejo, hasta otro apunte.

 

Eleuterio Fernández Guzmán

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Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Es inesperado todo lo que por inspiración nos llega. 

15.08.22

Y fue asunta a los Cielos

Solemnidad de la Asunción de la Virgen María - ACI Prensa

Hoy María Virgen subió
a los cielos: alegraos
porque con Cristo reina
para siempre

 

Era lógico que ella, que había mantenido íntegra su virginidad en el parto, debe tener su propio cuerpo libre de toda corrupción, incluso después de la muerte. Era lógico que ella, que había llevado al Creador como un niño en su seno, deberían vivir juntos en los tabernáculos divinos. Era conveniente que el cónyuge, a quien el Padre le había tomado para sí, debe vivir en las mansiones divinas. Era lógico que ella, que había visto a su Hijo en la cruz y que habían recibido por lo tanto en su corazón la espada de la tristeza que se había escapado en el acto de dar a luz, debe buscar en él como él se sienta con el Padre. Convenía que la Madre de Dios debe poseer lo que pertenece a su Hijo, y que debe ser respetado por todas las criaturas como la Madre y como sierva de Dios.”.

Estas palabras, de San Juan Damasceno, en concreto de su Encomino Dormitionem Dei Genetricis semperque Virginis Mariae (Hom. II. N. 14) vienen a manifestar que no otra cosa podía acaecer al respecto de la Virgen María que no fuera su Asunción, a los cielos, en cuerpo y alma.

Así, otro santo, Roberto Belarmino, en sus Canciones habitae Lovanii (n. 40, De la Asunción B. Mariae Virginis) dice que “¿Y quién, pregunto yo, podía creer que el arca de la santidad, la morada de la Palabra de Dios, el templo del Espíritu Santo, podría ser reducido a la ruina? Mi alma está llena de horror ante la idea de que esta carne virginal que había engendrado a Dios, le había traído al mundo, había alimentado y se lo llevó, podría haber sido convertidos en cenizas o entregado como alimento para los gusanos“.

María, por lo tanto, ascendió a los cielos en cuerpo y alma, realidad espiritual y material que tenemos como dogma desde que el Venerable Pío XII así lo declarara en la Constitución Apostólica (de 1 de noviembre de 1950) “Munificentissimus  Deus”.

En realidad, los católicos tenemos como verdad de la que no podemos dudar (así lo dice el número 45 del citado documento cuando indica que “Por lo tanto, si alguien, Dios no lo quiera, se atreva a negar o voluntariamente poner en duda lo que hemos definido, le hizo saber que se ha alejado por completo de la fe divina y católica” que María tenía los méritos suficientes como para ser, digamos, rescatada por Dios de la muerte física y llevarla a su definitivo Reino pues, no obstante, tampoco estaba afectada por la mancha del pecado original por haber sido concebida Inmaculada.

Además, compartimos la creencia según la cual la Asunción de la Santísima Virgen supone, por decirlo así, una participación singular en la Resurrección de Jesucristo (en concreto, en palabras de San Juan Pablo II en su Catequesis de 21 de mayo de 1997: “el carácter único y especial de la presencia de la Virgen en el Calvario y su perfecta unión con su Hijo en el sufrimiento de la cruz, parecen postular su participación particularísima en el misterio de la Resurrección” y, por si esto no fuera ya suficiente, la anticipación de la resurrección del resto de los cristianos.

Por otra parte, tenemos por realidad de fe y de creencia que el hecho de que la Virgen María ascendiera en cuerpo y alma a los cielos lo tenía previsto Dios desde la eternidad no sin ello, atendiendo a lo dicho por San Ambrosio al respecto de que “Dios no obra en sus elegidos, como el artífice en la materia insensible e inerte; sino que requiere nuestro consentimiento”, demandar, mediando el Ángel del Señor, el asentimiento de María a ser Madre de Dios.

Y, por eso y por mucho de lo aquí no hemos traído, dice el texto que es “Dogma de Revelación Divina que la Inmaculada Madre de Dios, siempre Virgen María, terminado el curso de su vida terrena, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria celestial”.

A lo que añadimos, en palabras del Prefacio de esta Solemnidad Mariana, que

 

Con razón no quisiste, Señor, que conociera la corrupción del sepulcro la Mujer que, por obra del Espíritu Santo concibió en su seno al autor de la vida“.

Eleuterio Fernández Guzmán

 

Panecillos de meditación


Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Y subió en cuerpo y alma; y es que lo hizo. 

13.08.22

La Palabra para el Domingo – 14 de agosto de 2022

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Como es obvio, hoy no es domingo 14 sino sábado, 13 de agosto de 2022. Esto lo decimos porque hemos publicado hoy el comentario del Evangelio que siempre hemos traído aquí en día, precisamente, domingo. Sin embargo, un amable lector, sacerdote, me hizo la sugerencia de poner el comentario del Evangelio del primer día de la semana, el sábado porque, como es verdad y lamento no haberme dado cuenta, el texto del Evangelio de la Santa Misa del sábado por la tarde es el del domingo siguiente.


También lamento no haberme dado cuenta de que publicando este comentario a determinada hora de España aún es viernes en la América hispana. Por eso, y por cumplir con el horario y que las cosas sean razonables, es publicado este comentario ahora, a esta hora en España cuando ya es sábado en América. Y a lo mejor es posible que haya quien piense que decir esto no hace falta pero con franqueza digo que creo es necesario y más que necesario.

Lc 12, 49-53



“49 ‘He venido a arrojar un fuego sobre la tierra y ¡cuánto desearía que ya estuviera encendido! 50 Con un bautismo tengo que ser bautizado y ¡qué angustiado estoy hasta que se cumpla! 51 ¿Creéis que estoy aquí para dar paz a la tierra? No, os lo aseguro, sino división. 52 Porque desde ahora habrá cinco en una casa y estarán divididos; tres contra dos, y dos contra tres; 53 estarán divididos el padre contra el hijo y el hijo contra el padre; la madre contra la hija y la hija contra la madre; la suegra contra la nuera y la nuera contra la suegra.’”


COMENTARIO

El fuego que trae Cristo


Las palabras que Cristo dice y que recoge este texto del evangelio del médico-evangelista son muy duras. Es más, cualquiera diría que son las propias de alguien que quiere armar lío en el mundo. Pero lío del bueno y no cualquier tipo de lío.

Y, ciertamente, lo es.

El Hijo de Dios no había sido enviado al mundo a pasar el rato. No. Al contrario es la verdad: el Creador creyó necesario que su Hijo se encarnase y bajase a la Tierra para cumplir una misión no muy fácil según sabemos que pasó.

Por eso mismo, aquel Maestro que enseñaba con más autoridad que otros maestros, no tiene duda alguna y llama a las cosas por su nombre. Había venido a… quemar.

Quemar”. Esta palabra es terrible. Y que cuando el fuego hace estragos nada bueno puede esperarse de tal acción y, en efecto, nada bueno se obtiene.

Sin embargo, hay una clase de fuego que no causa tales estragos. Y es aquel que tiene que ver con arrasar con lo malo para que lo bueno prevalezca.

Ciertamente, decir que había venido a arrojar fuego sobre la tierra era decir algo muy grande. Es más, dice que quería que ya estuviese todo encendido.

Jesús ansiaba que el hombre se salvase. Pero aquella salvación no iba a ser fácil ni se iba a conseguir con poco esfuerzo. Y por eso las palabras de Jesús son las que son y no se anda con medias tintas o con medias sílabas.

Además, habla de un bautismo que se ha recibir. Y no se trata de un bautismo de agua sino, precisamente, de sangre. Y está ansioso por recibirlo porque sabe que, a partir del tal momento, el Cielo se abrirá y sus hermanos los hombres quedarán redimidos.

He venido a prender fuego en el mundo

De todas formas, aparte de esto, los ejemplos que pone Jesús acerca del enfrentamiento que iba a acaecer con su actuar en el mundo, son claros. No hay duda alguna de que las palabras del anciano Simeón cuando fuera presentado en el Templo de Jerusalén acerca que estaba puesto para causar división se iban a cumplir. Y por eso habla de que habrá muchos que se enfrenten entre sí. Pero no muchos, así, sin especificar sino concretando perfectamente.

De cinco de una casa… tres contra dos y al revés; la madre contra su propia hija y la última contra la primera. Es más, la suegra contra la nuera y, justamente, al revés.

Vemos, por tanto, que el fuego que había venido a traer al mundo iba a quemar. Y, ciertamente, quemó. Es más, sigue quemando hoy día, muchos cientos de años después de aquellas palabras.

Y que así sea siempre.


PRECES

Por todos aquellos que no esperan nada de Cristo y de su santa Palabra.

Roguemos al Señor.

Por todos aquellos que no quieren enfrentarse a lo anticristiano.

Roguemos al Señor.


ORACIÓN

Padre Dios; ayúdanos a aceptar tu fuego y a propagarlo por el mundo.



Gracias, Señor, por poder transmitir esto.

El texto bíblico ha sido tomado de la Biblia de Jerusalén.

 

Eleuterio Fernández Guzmán

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Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Debemos ansiar el fuego de Cristo. 

12.08.22

Inesperados apuntes – Las cosas sencillas; la sencillez de las cosas

Las semillas de arce, inspiración para el diseño de un dron de dos alas |  Compañías | Cinco Días

En realidad, son cosas que pueden pasar un día cualquiera. Momentos son que pueden originar una reflexión o algo así como un pensamiento que se alarga más o menos según sean las circunstancias y el pasar y ser de las mismas.

En realidad no se trata, esto, sino de unos inesperados apuntes.

 

Las cosas sencillas; la sencillez de las cosas

No sé si se habrán dado cuenta ustedes pero en demasiadas ocasiones las cosas las hacemos difíciles cuando, a lo mejor, no lo son. 

Seguramente se deba a las circunstancias de la vida por las que pasamos porque las mismas nos hacen ver lo que nos acaece con turbia mente o, en fin, con niebla que no nos deja ver, no ha el bosque sino lo que en realidad son. 

También es verdad que a todos nos gusta, o gustaría, que las cosas fueran sencillas de comprender y de llevar a cabo. Y, aún siendo cierto que eso no siempre pasa… la verdad es que es una buena forma de empezar el camino creyendo que sí, que las cosas son sencillas o, de todas formas, nosotros debemos hacerlas sencillas pues es, además, lo que nos conviene como seres humanos. 

Las cosas han de ser sencillas, sí, pero ¿Entonces como afronta usted un problema que lo sea; vamos, que no es nada sencillo?

El espíritu ante tal problema no puede dejar de ser, también, sencillo. Y es que añadir al mismo la dificultad que nosotros solemos poner a lo que nos pasa no puede ser nada bueno sino que no nos conviene nada de nada. Ante nada, debemos mantener una actitud espiritual positiva. 

¡No!, no hablamos aquí del buenismo que tanto daño está haciendo a la sociedad actual. No se trata de eso. Se trata de algo más sencillo y que tiene que ver con Dios. 

- ¿Con Dios, también usted pone a Dios por testigo de sus cosas? 

No se trata de poner a Dios por testigoEn primer lugar, porque Él todo lo ve y no hace falta que sea testigo a propósito de nuestra voluntad. Y, en segundo lugar, porque no mira para otro lado aunque muchos crean que sí, que mira para otro lado, por según sus propios problemas que no son tan sencillos. 

Seguramente las cosas son más sencillas de lo que solemos creer. Y debería bastarnos para comprender eso que son según, sí, el color del cristal con el que las miremos: si es claro… mejor que mejor pero si está, digamos, ahumado… entonces, la cosa no va a pintar nada bien porque nosotros mismos hemos enturbiado una sencillez que debe ser buscada con ahínco porque nos va mucho en ello. 

En realidad, la sencillez de las cosas no está, como suele pensarse, en las cosas mismas pues ellas nada pueden aportar acerca de su naturaleza porque son trasunto de nuestras circunstancias y nuestro corazón. Y ahí reside el meollo de todo esto aunque muchas veces no seamos capaces de verlo: las cosas son tan sencillas como nosotros queramos verlas. Y sí, hay muchas y más veces que nos empeñamos en no hacerlas sencillas sino complicarlas más y más. 

En esto, al que esto escribe, le viene muy bien una frase que utiliza un periodista de apellido Herrero y de nombre Luis: “hay que amar lo inevitable”. Utilicen la misma a menudo y verán que sencillas son las cosas. 

Y aquí les dejo, hasta otro apunte.

 

Eleuterio Fernández Guzmán

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Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Es inesperado todo lo que por inspiración nos llega. 

8.08.22

Un amigo de Lolo - “Lolo, libro a libro” - ¿Cómo es Dios para Lolo? (I)

Presentación

Beato Manuel Lozano Garrido, beato Lolo sonriendo

Yo soy amigo de LoloManuel Lozano Garrido, Beato de la Iglesia católica y periodista que vivió su fe desde un punto de vista gozoso como sólo pueden hacerlo los grandes. Y la vivió en el dolor que le infligían sus muchas dolencias físicas. Sentado en una silla de ruedas desde muy joven y ciego los últimos nueve años de su vida, simboliza, por la forma de enfrentarse a su enfermedad, lo que un cristiano, hijo de Dios que se sabe heredero de un gran Reino, puede llegar a demostrar con un ánimo como el que tuvo Lolo.

Sean, las palabras que puedan quedar aquí escritas, un pequeño y sentido homenaje a cristiano tan cabal y franco.

Continuamos con el traer aquí textos del Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo. Lo hacemos ahora con “Las golondrinas nunca saben la hora“ libro con el que damos comienzo un año nuevo, el 2022. Y, para más información, digamos que se trata de un diario que abarca entre el 2 junio de 1961 y el 20 de agosto de 1965 o, lo que es lo mismo, contempla la vida de Manuel Lozano Garrido durante cuatro años.

¿Cómo es Dios para Lolo? (I) 

“Si así, en pequeño, fueras tú mismo me digo ¿qué cosa  tatuarías de preferencia?

Entonces me miro, a mí mismo, con el saquito de la propia vida a cuestas y voy y, de sopetón, me respondo que ‘Dios’; un Dios bello, dulce, hermoso y limpio, tal y como Él es, que se metiera ardiendo en los sueños, el porvenir y la ilusión. Un Dios que a mí se me hace espuma de entre lo más bonito de las cosas de la vida, porque las horas nobles van estampilladas con su felicidad.”  (Las golondrinas nunca saben la hora, p. 83)

Se mira a sí mismo. Lolo se pregunta y, claro, contesta desde el fondo del corazón donde, como templo, reside el Espíritu Santo. Lo que responde es lo que, en verdad, cree porque lo tiene, por así decirlo, escrito a fuego en su alma.

Cualquiera podría decir que la respuesta que el Beato de Linares (Jaén, España) da a su pregunta acerca de qué es lo que, traduciendo sus palabras a un lenguaje ordinario, sería lo más importante para él, es algo así como lo normal, como lo que cualquiera de los creyentes podríamos decir.

Sin embargo, debiendo ser esto lo más cierto y verdadero, no siempre estamos dispuestos a comprender las cosas como las comprende Lolo. Y ahí reside lo especial de sus palabras acerca de Dios.

Los adjetivos que nuestro amigo aplica a su Creador son verdaderamente verdad, por decirlo así y, además, son lo que mejor definen el amor de Lolo por el Todopoderoso.

Así, por ejemplo, Lolo sabe que Dios es bello y que es dulce porque, en su vida, lo ha experimentado cada día desde que tuvo conciencia de la existencia de Aquel que lo había creado y, sobre todo, mantenía en el mundo.

Así, por ejemplo, Lolo sabe que Dios es hermoso y limpio porque ha experimentado cada día su hermosura y su limpieza desde que comprendió que iba a estar voluntariamente unido a una hermosura y una limpieza que muy bien le servía de ejemplo para estar y, sobre todo, para ser.

En realidad, estos adjetivos que Lolo aplica a Dios, en verdad, dice que son porque así es “tal y como Él es”. Es decir, que no alberga duda alguna sobre las calificaciones que hace recaer sobre Adonai y así lo expresa.

Sobre estas consideraciones que hace Lolo sobre Dios bien podemos decir que las hace porque dadas sus circunstancias es evidente que la mano de su Creador ha tenido mucho que ver con que él pueda escribir lo que escribe por poder escribirlo, si nos sabemos explicar… Es decir, que sabe que ha de ser cosa de Dios que pueda decir lo que dice al respecto de su Padre del Cielo porque le ha permitido, éste, hacerlo.

Así, todo lo bueno que le pasa a Lolo y, eso, empezando por su propia vida y existencia se lo atribuye a Dios porque sabe que es Bello, Dulce, Hermoso y Limpio. Y eso, sin duda alguna, hace que el Beato de Linares sienta que su vida ha sido llevada de la mano, de la misma mano de Aquel que quiso que, de la nada, todo fuera.

Y así es Dios para Lolo: lo mejor en e-s-e-n-c-i-a, así dicho, letra a letra, para comprender bien despacio la profundidad de tal palabra.

 

Eleuterio Fernández Guzmán

Llama Manuel Lozano GarridoLolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Saber sufrir, espiritualmente hablando, es un verdadero tesoro.

Para leer Fe y Obras.

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.