InfoCatólica / Eleuterio Fernández Guzmán / Archivos para: 2021

20.12.21

¿Por qué Cristo vuelve siempre?

Adviento 2021 - ACI Prensa

En efecto. Cada Nochebuena y, luego, cada Navidad, el Hijo de Dios vuelve, en un sentido más que cierto y atemporal, a nacer. Y es esto un gran misterio sostenido por la fe y por la seguridad de que es la Voluntad de Dios que eso así sea y suceda. 

Damos un paso másAhora no nos referimos a nosotros. Es decir, nose trata ahora de cómo vamos a tener el corazón ni tampoco de a dónde queremos llegar. No. Ahora se trata de Alguien, así, con mayúscula, porque es mayúsculo el ser divino al que nos referimos. 

Cualquiera ha adivinado que hablamos del que nacerá el día que celebramos que nació. Sí. Jesús, llamado así porque Dios quiso que fuera Él entre nosotros, nacerá de nuevo, como decimos arriba. Y, como Dios no da puntada sin hilo ni su Hijo ha de venir al mundo sin razón alguna… entonces es que, al contrario de esto, ha de haber una razón y un hilo que todo lo una. 

En cuanto a la razón, podemos llamar causa y, en cuanto a la voluntad de Quien eso permite, verdadero motivo muy personal, el Hijo de Dios vuelve cada año, seguramente, por muchas causas y razones. Aquí, seguramente, no podremos dar sólo una porque sería acotar demasiado la Verdad y eso, ni puede ser cierto ni, además, nos conviene nada de nada. 

Podemos decir, por ejemplo, que Cristo vuelve otra vez (y decimos siempre porque será siempre hasta que venga por segunda vez en su Parusía) porque, al parecer, no acabamos de comprender que vino la primera vez porque quería que nos salváramos. Pero fueron, y somos, duros de mollera… 

También podemos decir, dando otro ejemplo o posibilidad, que Cristo vuelve otra vez porque, siendo también Espíritu Santo-Dios quiere recordarnos lo importante de su existencia, lo santo de su doctrina y, en fin, lo que nunca debemos olvidar. Y, en realidad, nos hace más que falta que así sea. 

Vuelve Cristo, otra vez, a nacer porque nos ama sobremanera y, estamos seguros, que gusta y goza con volver a ver los ojos sorprendidos de los humildes y sencillos pastores que acudieron a Belén a ver cómo sucede lo que el Ángel les ha dicho. Y es que, así, nosotros podemos ser como ellos fueron. 

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18.12.21

La Palabra para el domingo – 19 de diciembre de 2021

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Como es obvio, hoy no es domingo 19 sino sábado, 18 de diciembre de 2021. Esto lo decimos porque hemos publicado hoy el comentario del Evangelio que siempre hemos traído aquí en día, precisamente, domingo. Sin embargo, un amable lector, sacerdote, me hizo la sugerencia de poner el comentario del Evangelio del primer día de la semana, el sábado porque, como es verdad y lamento no haberme dado cuenta, el texto del Evangelio de la Santa Misa del sábado por la tarde es el del domingo siguiente.


También lamento no haberme dado cuenta de que publicando este comentario a determinada hora de España aún es viernes en la América hispana. Por eso, y por cumplir con el horario y que las cosas sean razonables, es publicado este comentario ahora, a esta hora en España cuando ya es sábado en América. Y a lo mejor es posible que haya quien piense que decir esto no hace falta pero con franqueza digo que creo es necesario y más que necesario.”


Lc 1, 39-45


“39 En aquellos días, se levantó María y se fue con prontitud a la región montañosa, a una ciudad de Judá; 40 entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. 41 Y sucedió que, en cuanto oyó Isabel el saludo de María, saltó de gozo el niño en su seno, e Isabel quedó llena de Espíritu Santo; 42 y exclamando con gran voz, dijo: ‘Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno; 43 y ¿de dónde a mí que la madre de mi Señor venga a mí? 44 Porque, apenas llegó a mis oídos la voz de tu saludo, saltó de gozo el niño en mi seno. 45 ¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!’”.


COMENTARIO

Bendita la Madre de Dios


Cuando el Ángel Gabriel, en la Anunciación, le comunica a María que su prima Isabel, ya de bastante edad, está embarazada de 6 meses no tiene duda alguna de qué es lo que debe hacer: ayudar. Por eso nos dice el texto del evangelio que “se levantó María y se fue con prontitud”. 

Podemos imaginarnos a aquella joven judía, que llevaba al Hijo de Dios en su seno recién cubierto por la sombra del Espíritu Santo, aparejando los arreos para montar, así debería ser, en algún jumento que la llevara por las montañas hasta Ain Karem, donde vivían Isabel y su esposo Zacarías (ya mudo por entonces por su falta de confianza en el Ángel del Señor) y donde iba a nacer quien sería llamado Juan, por misión Bautista.

No sabemos si Isabel esperaba a su prima María. Y es que ni ella ni Zacarías le habían dicho nada de su embarazo. Lo que desconocía la anciana mujer es que el Espíritu Santo había cumplido con su misión a la perfección y le comunicó a ella algo muy importante.

Algo aquí nos muestra lo que pasa entre María e Isabel y entre el niño que ambas llevan en su seno. Quien sería llamado Juan reconoce, de alguna manera lo reconoce, a Quien ha venido a visitarlo. Y salta de gozo en el vientre de Isabel que, raudo, le comunica a María algo que la esposa de Zacarías no sabía hasta tan exacto momento: sabe Quién lleva María dentro de sí.

El caso es que el texto evangélico nos dice que Isabel se llenó del Espíritu Santo. Querría decir el autor de estas palabras que la Tercera Persona de la Santísima Trinidad, que ya habitaba en el corazón de Isabel por ser su templo, se le manifestó en lo importante de la verdad.

Hesed: María visita a su prima Isabel (Lc 1, 39-56)

Isabel lo reconoce todo de una sola vez: María es una mujer elegida por Dios; el niño que lleva en su vientre (de apenas unos días) es el Enviado de Dios, el Mesías ansiado y esperado por el pueblo que el Creador tomó como especialmente suyo.

Aquellas palabras de Isabel tienen todo que ver con una clara revelación divina. Por eso la anciana mujer sabe que es bendita María y que es bendito el niño que ella lleva dentro de sí; que si el niño es el Señor, ella, María, es su Madre y, por tanto, alguien que es tenida por muy superior a sí misma por parte de Isabel.

Pero Isabel sabe, de alguna manera lo sabe, que María ha dicho sí a Dios. Ella, su prima, ha creído en lo que el Ángel le ha dicho y no ha hecho como su marido Zacarías que quiso dudar el poder de Dios y quedó mudo hasta que naciera el hijo que llevaba su esposa en sus entrañas. No. María dijo sí e Isabel lo sabía. Por eso sabe que las promesas de Dios hechas a María a través del Ángel (eso parece que también lo sabe Isabel) se van a cumplir porque Dios no es falso ni mentiroso sino veraz y cumplidor de su palabra, la Palabra. 

Sabemos, por otros textos evangélicos, que Isabel estaba embarazada de seis meses cuando el Ángel Gabriel le comunicó a María tan buena noticia para su prima y su esposo Zacarías. También que se quedaría ayudándola, al menos, hasta que naciera quien sería llamado Juan y a su padre Zacarías se le soltara la lengua como le había dicho el enviado de Dios.


María, pues, ya estaba embarazada de tres meses cuando volvió a Nazaret a enfrentar una difícil situación con relación a su desposado José. Pero antes, antes de eso, ya había ejercido de buena samaritana con quien la necesitaba mucho.


PRECES

Pidamos a Dios por todos aquellos que no quieren escuchar los gemidos inefables del Espíritu Santo. 

Roguemos al Señor.

Pidamos a Dios por todos aquellos que no confían en Dios y no creen en el Creador.

Roguemos al Señor.

ORACIÓN


Padre Dios; ayúdanos a creer y confiar en Ti.

 

Gracias, Señor, por poder transmitir esto.

 

El texto bíblico ha sido tomado de la Biblia de Jerusalén. 

 

Eleuterio Fernández Guzmán

 

   

Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

 

Panecillo de hoy:

Palabra de Dios; la Palabra.

Para leer Fe y Obras. 

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna. 

15.12.21

Actualización! - J.R.R. Tolkien – Cartas de Papá Noel-Tolkien

Cartas de Papá Noel (Biblioteca J. R. R. Tolkien) : Tolkien, J. R. R.,  Simonson, Martin: Amazon.es: Libros

El que esto escribe debe decir, cree, algo antes de seguir con esto. 

El caso es que no tengo por costumbre loar a Papá Noel ni nada por el estilo porque no tengo intención de creer en tal figura ni nada que se le parezca. Es más, siempre he creído que es una invención que puede estar bien pero que, al fin y al cabo, es lo que es…

De todas formas, cuando en juego entra la persona y obra de J.R.R Tolkien es más que posible que todo se trastoque y que las cosas puedan ser consideradas de otra forma. 

También tengo que decir que este artículo surgió por la intención, buena, de un lector, que me sugirió que eso hiciera o, lo que es lo mismo, que “Cartas de Papá Noel” apareciera por este blog muy a pesar de que, hasta ahora mismo, hasta hace unos pocos días, tal libro aún no lo había leído a pesar de tenerlo desde hace un tiempo en el especial espacio que tiene Tolkien en mi biblioteca…

Con franqueza tengo que decir que es probable, no lo sé, que los Reyes Magos no tengan arraigo en Inglaterra y por eso es posible que nuestro autor preferido y favorito tocara este tema en la seguridad que las cartas que durante más de veinte años fue enviado a sus hijos iban a ser del agrado de los mismos. Y por eso comprendo que las cosas son como son no sin reconocer, ni siquiera por esto, que crea lo más mínimo en Papá Noel y sí en los Reyes Magos, faltaría más… Sin embargo, como diría aquel, una cosa es una cosa y otra…pues otra, si ustedes nos entienden, como diría Sam… 

Digo, a pesar de mis reticencias, que el libro, una vez leído, me ha gustado mucho y más que mucho pues no podía ser de otra forma y era de esperar que, incluso tratándose de unas cartas muy personales y de las cuales no tendría esperanza, ni idea siquiera, de que fuera publicadas nunca (lo fueron en 1976 en Inglaterra y en 1983, por ejemplo, en España), la cosa iba por el camino correcto

Las Cartas las dirige Tolkien-Papá Noel a sus hijos conforme los mismos le “escribían” al Polo Norte. Y eso es más que claro pues siempre se refiere el autor a las que ha recibido en aquel lugar nórdico y les responde una vez ha sabido qué escribían sus hijos… Por eso les “envía” los regalos que ellos le piden o algunos de los mismos… Y, es más, conforme los mismos se van haciendo mayores se da cuenta Papá Noel que, a lo mejor, ya no están para tales cartas pues es el proceder ordinario de la naturaleza humana… 

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13.12.21

En mitad del Adviento

Adviento 2021 - ACI Prensa

Apenas hace unos días, por así decirlo, que comenzó el tiempo de Adviento y apenas faltan otros pocos días para que, de nuevo, la imagen amorosa de un niño nacido del Amor de Dios y de la voluntad de entrega de una joven, vuelva a nuestras vidas.

Por tanto, ahora, en la mitad del Adviento ha de convenir echar una mirada atrás y una hacia el inmediato futuro, para reconocernos en lo que pasó y, más que nada, en lo que hemos de tener en cuenta para nuestra vida porque, siendo el Adviento un tiempo de espera, no podemos olvidar que se hace necesario velar.

En realidad, como dice el evangelista Marcos (13,35) hemos de velar “pues no sabéis cuando vendrá el dueño de la casa”. Por eso siempre hemos de estar en perpetuo estado de revista porque, de no ser así, es muy posible que, cuando regrese Cristo nos encuentre algo alejados de la situación que, en espíritu, hemos de de gozar y disfrutar.

No podemos olvidar, por parta parte, que la labor de Juan, el Bautista, era, por así decirlo, una introducción de la persona de Cristo porque así estaba escrito cuando el naví Isaías dijo “Yo envío mi mensajero delante de ti para que te prepare el camino”. Así, el camino que nos prepara es el que lleva al definitivo reino de Dios. No salirse de la senda recta, cumpliendo la voluntad de Dios es, exactamente, lo que Juan venía, vino, a hacer y que hoy día se ha repetir en nuestros corazones.

Por otra parte, nos recuerda San Pablo (en la Primera Epístola a los Tesalonicenses) que nos conviene orar. Tanto en el tiempo que resta para la Navidad como en el que, hasta la eternidad, nos queda por recorrer, no podemos dejar enfriar la relación que, mediante la oración, establecemos con Dios.

Oración familiar para la Tercera Semana de Adviento - La Luz de Maria

Por eso, porque nos reconocemos discípulos no podemos, ni debemos, olvidar lo dicho por Juan en el Jordán: no ser digno ni de desatar la correa de las sandalias del Señor.

Tampoco, por lo tanto, hemos de pretender hacer, de nuestra voluntad, la que lo es de Dios sino, más bien al contrario porque no tener, siquiera, el derecho a desatar las sandalias de Cristo es tener, exactamente, muchas cosas que hacer antes de llevar a cabo tan gran servicio.

Pero si hay una figura, una persona, que nos traza la forma de actuar que tenemos que llevar a cabo, es, sin duda, María, Madre de Dios y Madre nuestra.

¿Cómo nos sirve de ejemplo la Madre del que viene?

Cuando aquella joven, ante la proposición de Gabriel (enviado por Dios) responde, con fe profunda, con su Fiat, nos dijo, en aquel entonces de nuestra historia, que nuestra forma de actuar debía ser, exactamente, aquella.

Es bien cierto que la voluntad de María podría haber sido muy otra porque Dios, en su misericordia, también le concedió a ella que eligiese entre una opción y otra.

Sin embargo, María dijo sí y con aquella respuesta afirmativa dada a Gabriel hizo posible, entre otras cosas, que ahora volvamos a celebrar aquellas divinas fechas.

Ahora, por tanto, nos encontramos en mitad del Adviento.

Catequesis de Galicia

Por eso, ahora que estamos tan cerca del nacimiento de Cristo, tal realidad espiritual nos ha de hacer, sobre todo, despertar. Y, recordando lo que dejó escrito San Pablo, en la Epístola a los Romanos (13,11-12) sobre que

“Ya es hora de despertar de nuestro letargo, pues estamos más cerca de nuestra salud que cuando recibimos la fe. La noche avanza y va a llegar el día. Dejemos, pues, las obras de las tinieblas y revistámonos de las armas de la luz”.

 

Y esto, más que nada, es un aviso para todos aquellos discípulos que ven, en el Adviento y en su lógico final, tan sólo unas fechas a recordar pero, en realidad, no sienten, sobre su espíritu, la llamada de Cristo para que no olviden (ni olvidemos) que su venida fue, sobre todo, por el bien de la humanidad.

Por eso resulta tan gozoso saber que estamos, precisamente, en mitad del Adviento.

 

Eleuterio Fernández Guzmán

    

Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

 

Panecillo de hoy:

Cristo, que está aquí, vuelve a venir…

Para leer Fe y Obras. 

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna. 

11.12.21

La Palabra para el domingo - 12 de diciembre de 2021

Resultado de imagen de SAnta Biblia

Como es obvio, hoy no es domingo 12 sino sábado, 11 de diciembre de 2021. Esto lo decimos porque hemos publicado hoy el comentario del Evangelio que siempre hemos traído aquí en día, precisamente, domingo. Sin embargo, un amable lector, sacerdote, me hizo la sugerencia de poner el comentario del Evangelio del primer día de la semana, el sábado porque, como es verdad y lamento no haberme dado cuenta, el texto del Evangelio de la Santa Misa del sábado por la tarde es el del domingo siguiente.


También lamento no haberme dado cuenta de que publicando este comentario a determinada hora de España aún es viernes en la América hispana. Por eso, y por cumplir con el horario y que las cosas sean razonables, es publicado este comentario ahora, a esta hora en España cuando ya es sábado en América. Y a lo mejor es posible que haya quien piense que decir esto no hace falta pero con franqueza digo que creo es necesario y más que necesario.”


Lucas 3, 10-18

 

“En aquel tiempo, la gente preguntaba a Juan: —‘¿Entonces, qué hacemos?’ Él contestó:—‘El que tenga dos túnicas, que se las reparta con el que no tiene; y el que tenga comida, haga lo mismo’.


Vinieron también a bautizarse unos publicanos y le preguntaron:


—‘Maestro, ¿qué hacemos nosotros?’ Él les contestó: —‘No exijáis más de lo establecido.’ Unos militares le preguntaron: —‘¿Qué hacemos nosotros?’


Él les contestó:—‘No hagáis extorsión ni os aprovechéis de nadie, sino contentaos con la paga.’ El pueblo estaba en expectación, y todos se preguntaban si no sería Juan el Mesías; él tomó la palabra y dijo a todos: —‘Yo os bautizo con agua; pero viene el que puede más que yo, y no merezco desatarle la correa de sus sandalias. Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego; tiene en la mano el bieldo para aventar su parva y reunir su trigo en el granero y quemar la paja en una hoguera que no se apaga.’


Añadiendo otras muchas cosas, exhortaba al pueblo y le anunciaba el Evangelio.”

 


MEDITACIÓN

El anuncio que hace el Bautista


Como el Mal nunca descansa y como culminación de las maldades de Herodes, tetrarca de Galilea, éste, ante la acusación de Juan, hijo de Zacarías y de Isabel, sobre su ilícito matrimonio con Herodías, manda que lo prendan y sea encarcelado. Y lo hace porque, seguramente, no quería que su “honestidad” se viera comprometida por aquel hombre pobre y vestido con piel de camello que predicaba en el desierto.

Juan, antes de este terrible momento, como decimos, predica. Su predicación, continuación de su presentación al mundo, a su siglo, con ese “enderezad sus sendas” (se refiere a las del Señor) y la dura acusación a los hipócritas, a los que llama raza de víboras (Lc 3,7) tiene un sentido, que en este texto del evangelista médico de Pablo, doble, porque dos cosas nos quiere decir.

El profeta de lo ordinario 

Juan, el Bautista, en la primera parte de este discurso, justo antes de clarificar quién es él y, sobre todo, quién vendrá, da una explicación, ante las preguntas que le hacían, de cómo se debe actuar, de cuál ha de ser el comportamiento de sus discípulos porque no todo valía y, sobre todo, lo bueno debía ser conocido por aquellos que quisieran seguirlo. 

Era una pregunta muy genérica eso de “¿qué debemos hacer?”. Sin embargo, a esto Juan contesta de una forma muy específica. No se limita a dar un gran discurso moral que pudiera valer para todos, no hace que su predicación sea algo vacío sino que, al contrario, da a cada uno una respuesta porque cada hijo de Dios merece ser escuchado y, personalmente, atendido.


Juan, el Bautista, tenía, por así decirlo, respuestas para todos. Pero ¿qué quiere decir el primo de Jesús, por qué contesta así y no de otra forma?

Sabemos que, en nuestra vida, convivimos con personas diversas, distintas, con dignidad propia, que cada cual tiene unas relaciones particulares, un medio en el cual desarrolla su existencia. En esa vida, en ese convivir, en esos momentos en los que podemos manifestar un comportamiento que sea más o menos adecuado con lo que es un comportarse, después, y ahora, cristiano es cuando debemos hacerlo.

Para cada uno de los que le preguntan Juan tiene algo que decirle: para el que tiene dos túnicas, que reparta una, para el que tiene de comer, que reparta; también para quien sobre impuestos, que no abuse, etc. Esto lo dice como resultado, eso que ha de devenir, de esa conversión, decimos, de ese bautizo que él ofrece. Cabía, por lo tanto, un cambio de actitud donde, sobre todo, debía tenerse muy en cuenta la misericordia y el amor.  

Pero lo que resulta más importante, a nuestro entender, es que viene a decir que en cada circunstancia, en la de cada cual (porque cada uno le pregunta según lo suyo), en la vida ordinaria de cada quien, debemos llevar una conducta acorde con esa voluntad de Dios. Así, por ejemplo, nos preguntaremos antes de cada acción qué querría Dios que hiciéramos. Ese profeta, Juan, es, por eso, profeta de lo ordinario, pues en su boca, a través de ella, nos comunica el qué para cada cual, sin formulismos de carácter absoluto, pues es evidente que cada uno estamos en el siglo y somos, por eso, seculares, de una forma distinta.

Pero Juan, viendo que podrían, quizá, por sus palabras y sus hechos, confundirlo con quien tenía que venir, con el Cristo esperado por el pueblo de Israel, no tiene más remedio que pronunciarse al respecto. Era, además de profeta de lo ordinario, profeta de la Verdad que llegaba.

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