InfoCatólica / Eleuterio Fernández Guzmán / Archivos para: 2012

22.11.12

"Vitalizar la fe – Temas de formación para laicos"

Vitalizar la fe

Título: Vitalizar la fe - Temas de formación para laicos
Autores: P. Javier Igea López-Fando y P. Pablo Cervera Barranco
Editorial: Monte Carmelo
Páginas: 158
ISBN: 978-848-8353-510-3
Año edición: 2012
Precio: 13€ (11′05€ a través de la web)
Lo puedes adquirir en Editorial Monte Carmelo

Vitalizar la fe - Temas de formación para laicos (Javier Igea López-Fando y Pablo Cervera Barranco)

Es más que sabido que la fe hay que cultivarla y que no podemos mantenernos en una que lo sea infantil. Si el cuerpo humano crece y se desarrolla, también lo ha de hacer nuestra creencia y el contenido de la misma. Formarse, pues, es esencial (por lo básico) y elemental (por lo necesario)

Los autores de “Vitalizar la fe - Temas de formación para laicos“, sacerdotes, cumplen con el título tal como dicen: vitalizan nuestra fe ayudándonos, a los laicos, a formarnos en nuestra fe. Y lo hacen de una forma muy práctica y, por eso mismo, útil. Es decir, no nos encontramos ante un sesudo libro en el que se nos maree con doctrinas difíciles de entender sino, al contrario, con uno que lo es sencillo de comprender pero no escaso, y mucho, de profundidad.

Nos dicen, por eso mismo, en el libro, sus autores (Presentación) que “el planteamiento latente en todos los temas es formativo pero con la vista puesta en la vida”. Y más adelante, que “Al final de cada tema, que sirve para una reunión de hora y media o dos horas, se adjuntan unas preguntas que pueden servir para el diálogo, la participación y el compartir de la fe”.

El libro, pues, es eminentemente práctico y puede servir para organizar reuniones de laicos en los que tratar una serie de temas de importancia radical para nuestra fe y saber a qué atenerse al respecto de los mismos. Así, desde la pregunta ¿Qué es creer? hasta un tema tan importante como el ateísmo, van pasando por sus páginas asuntos tan importantes como son, por ejemplo, la fe de la Iglesia o los fundamentos de la fe. Además, analiza, según el sistema aquí citado, una trilogía crucial para el conocimiento de nuestra fe como es la creencia en Dios Padre, en Jesucristo y en el Espíritu Santo.

Por otra parte, y en atención al contenido del número 144 del Catecismo de la Iglesia Católica, en que “nos propone a Abraham como modelo perfecto de la obediencia de la fe, y a la Virgen María como realización más perfecta de la misma” (p. 127) se analizan ambas figuras de la historia de la salvación.

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21.11.12

¡Felicidades!

Por la libertad de Asia Bibi.
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Por el respeto a la libertad religiosa.
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Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Propón, a los demás, que perseveren en su vida cristiana. Habrás ganado, para Dios, algún alma que iba camino de la fosa que tanto menciona el salmista y a la que tanto debemos temer

Y, ahora, el artículo de hoy.

Felicidades

El artículo de hoy va ser algo especial porque quiero felicitar a las personas que creo deben ser felicitadas.

Felicito, por lo tanto:

A las personas que ponen su fe católica por encima de todas las mundanidades que puedan recaer sobre su corazón o sobre su mente y no se dejan marcar por la Bestia.

A los creyentes católicos que han descubierto que son amados por Dios y eso les sirve, ya, siempre y siempre.

A los creyentes católicos que hacen posible que la fe arraigue en sus corazones con raíces profundas.

A los creyentes católicos que no se dejan arrebatar el corazón por lo políticamente correcto y los respetos humanos.

A los creyentes católicos que son, en verdad, pobres de espíritu, mansos y humildes.

A los creyentes católicos que se saben en un mundo pagano y procuran reaccionar espiritualmente dirigiéndose al Padre en demanda de auxilio para sus almas y la de sus prójimos.

A los creyentes católicos que se ven en la obligación de corregir fraternalmente al hermano que se ha equivocado para que no se salga del camino recto que lleva al definitivo Reino de Dios.

A los creyentes católicos que, ante la situación económica por la que pasa el mundo, no se arredra y pone sus manos al servicio de quien está necesitado.

A los creyentes católicos que no transigen con la falsedad y hacen uso de su fe para contraponer la Verdad a la mentira que niega su propia fe.

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20.11.12

Un amigo de Lolo - La Cruz y nuestra cruz

Por la libertad de Asia Bibi.

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Por el respeto a la libertad religiosa

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Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Propósitos, propósitos… solemos hacernos muchos. Quien cree en Dios ha de saber que, con los talentos que nos entrega, aquellos pueden ser cumplidos si somos fieles.

Y, ahora, el artículo de hoy.

Manuel Lozano Garrido

Presentación

Yo soy amigo de Lolo. Manuel Lozano Garrido, Beato de la Iglesia católica y periodista vivió su fe desde un punto de vista gozoso como sólo pueden hacerlo los grandes. Y la vivió en el dolor que le infringían sus muchas dolencias físicas. Sentado en una silla de ruedas desde muy joven y ciego los últimos nueve años de su vida, simboliza, por la forma de enfrentarse a su enfermedad, lo que un cristiano, hijo de Dios que se sabe heredero de un gran Reino, puede llegar a demostrar con un ánimo como el que tuvo Lolo.

Sean, las palabras que puedan quedar aquí escritas, un pequeño y sentido homenaje a cristiano tan cabal y tan franco.

La Cruz y nuestra cruz

“La savia de la Cruz es la alegría, y la buena alegría también lleva siempre a la Cruz.”
Manuel Lozano Garrido, Lolo
Bien venido, amor (973)

Es cierto que cuando pensamos en el sufrimiento físico de Cristo en su Pasión, no podemos, sino, compadecernos de su persona y pensar que, con casi toda seguridad, no seríamos capaces de soportar tan grandes tormentos injustos.

La Cruz, la que sostuvo a Cristo, ha sido zaherida en muchas ocasiones por aquellos que la tienen como una necedad o como una locura. Cómo es posible que alguien pueda soportar una pasión como su Pasión y acabar buscando en Dios el perdón para aquellos que, sin duda, no sabían lo que hacían, no es cosa baladí. Por eso quien no comprende lo que supuso para la humanidad la Cruz de la que pendió el Hijo de Dios no es capaz de agradecer aquel sufrimiento y que aquella sangre conformara la salvación del ser humano, hermano de Quien colgó condenado injustamente por los hombres.

Resulta, sin embargo, aún más extraño que, quien no esté conforme con el sufrimiento como fuente de alegría, no vea en el padecimiento de Cristo una luz o un camino nuevo que lleva, con seguridad, el definitivo Reino de Dios; tampoco que sea capaz, apoyándose en el mismo, de sobrenadar aquello por lo que pasa y elevarse hacia metas mejores que las que angustian su vida. No hay, entonces, posibilidad de que Jesucristo comparta la carga de quien así piensa y cree porque el Emmanuel se da a quien libremente lo acepta y no se impone en el corazón de quien no lo tiene por hermano y Dios mismo.

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19.11.12

Serie Huellas de Dios .-18.- Una esperanza bien definida

Por la libertad de Asia Bibi.

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Por el respeto a la libertad religiosa.

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Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Si te propones entregar a los demás parte de tu tiempo y compartir, con ellos, su yugo, recuerda que lo mismo hace Cristo contigo. Y te digo esto para que no racanees en tal entrega. Que donde es sí sea sí, como dijo nuestro Maestro.

Y, ahora, el artículo de hoy.

Presentación de la serie

Huellas de Dios

Las personas que no creen en Dios e, incluso, las que creen pero tienen del Creador una visión alejada y muy distante de sus vidas, no tienen la impresión de que Quién los mira, ama y perdona, puede manifestarse de alguna forma en sus vidas.

Así, cuando el Amor de Dios lo entendemos como el actuar efectivo de quien no vemos puede llegar a parecernos que, en definitiva, poco importa lo que pueda hacer o decir Aquel que no vemos, tocamos o, simplemente, podemos sentir.

Actuar de tal manera de permanecer ciego ante lo que nos pasa y no posibilitar que Dios pueda ser, en efecto, alguien que, en diversos momentos de nuestra vida, pueda hacer acto de presencia de muchas maneras posibles.

En diversas ocasiones, por tanto, se producen inspiraciones del Espíritu Santo en nuestro corazón que muestran la presencia de Dios de forma firme y efectiva. Las mismas son, precisamente, “Huellas de Dios” en nuestras vidas porque, en realidad, nosotros somos su semejanza y, como tal, deberíamos encontrar a nuestro Creador, sencillamente, en todas partes.

No es algo dado a personas muy cualificadas en lo espiritual sino posibilidad abierta a cada uno de nosotros. Por eso no podemos hacer como si Dios estuviera en su reino mirando a su descendencia sin hacer nada porque cada día, a nuestro alrededor y, más cerca aún, en nosotros mismos, se manifiesta y hace efectiva su paternidad.

Las huellas de Dios son, por eso mismo, formas y maneras de hacer cumplir, en nosotros, la voluntad de Creador que, así, nos conforma para que seamos semejanza suya y, en efecto, lo seamos porque, como ya dejó escrito San Juan, en su primera Epístola (3, 1) es bien cierto que, a pesar de los intentos de evadirse de la filiación divina, no podemos preterirla y, como mucho, miramos para otro lado porque no es de nuestro egoísta gusto cumplir lo que Dios quiere que cumplamos.

Sin embargo, el Creador no ceja en su voluntad de llamarnos y sus huellas brillan en nuestro corazón siendo, en él, la siembra que más fruto produce.

18.- Una esperanza bien definida

Se suele decir que la esperanza es lo último que se pierde cuando, en momentos por los que pasamos tribulaciones nos aferramos a la posibilidad de que, como sea, se solucionen las mismas.

Los cristianos, los católicos, sabemos que, por encima de todas las cosas, tenemos una esperanza en la dejar caer nuestra desesperación y que tal esperanza no es otra que Dios mismo.

Es, la esperanza, una virtud que Dios nos infunde cuando somos bautizados, compañía del Espíritu Santo. Ella nos da la confianza en Dios mismo y con ella esperamos reconocer, en nosotros, las gracias que el Padre nos ha entregado para poder valernos en nuestra peregrinación por la Tierra hacia su definitivo Reino.

Esperanza es, pues, ver a Dios en nuestras vidas, saber que estamos salvados porque, al fin y al cabo, es su voluntad la que se cumple en su criatura y, así, confiamos en la vida eterna que nos ha entregado y hacemos posible tal caridad en la caridad misma.

Por el contrario, la persona que no siente, ni percibe o, ni siquiera, cree en la posibilidad de que Dios nos dé la esperanza de la que podemos disfrutar, sólo puede encontrar vacío en su vida porque la verdadera razón de la misma no es percibida por algún tipo de ceguera mundana.

Por eso, en palabras de Benedicto XVI “La esperanza verdadera y cierta está fundada en la fe en Dios Amor, Padre misericordioso".

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18.11.12

La Palabra del Domingo .- 18 de noviembre de 2012

Por la libertad de Asia Bibi.
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Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Sobre las proposiciones que puedes hacerte que no se te olvide la que consiste en ver las huellas de Dios en el mundo en el que vives. Verás como es posible, así, creer mejor y amar mejor.

Y, ahora, el artículo de hoy.

Mc 13, 24-32

Biblia

24 «Mas por esos días, después de aquella tribulación, el sol se oscurecerá, la luna no dará su resplandor, 25 las estrellas irán cayendo del cielo, y las fuerzas que están en los cielos serán sacudidas. 26 Y entonces verán al Hijo del hombre que viene entre nubes con gran poder y gloria; 27 entonces enviará a los ángeles y reunirá de los cuatro vientos a sus elegidos, desde el extremo de la tierra hasta el extremo del cielo. 28 «De la higuera aprended esta parábola: cuando ya sus ramas están tiernas y brotan las hojas, sabéis que el verano está cerca.29 Así también vosotros, cuando veáis que sucede esto, sabed que El está cerca, a las puertas.30 Yo os aseguro que no pasará esta generación hasta que todo esto suceda.31 El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán.32 Mas de aquel día y hora, nadie sabe nada, ni los ángeles en el cielo, ni el Hijo, sino sólo el Padre.

COMENTARIO

Para siempre con Él

Después de haber hecho explícita la importancia que tiene, para nuestra alma, dar no de lo que nos sobra sino de lo que nos es imprescindible, es decir, de nuestro amor y de nuestra misericordia, de nuestro perdón y de nuestra comprensión (me refiero al episodio de la viuda y de la limosna del templo de la semana pasada) Jesús comienza un, denominado, discurso escatológico, es decir viene a profetizar, o sea, a decir lo que sucederá. Esto, no hay que dudarlo, el hecho de que ha de pasar porque el Mesías ya lo ha visto en la eternidad en la que habita junto a Dios.

Esta parte, este texto que el calendario litúrgico nos reserva para el día de hoy, se encuentra (es conveniente leer lo que hay antes y después, es decir Mc 13,1-23 y Mc 13,33-37) entre el anuncio, primero, de lo que ha de suceder cuando haya quienes se hagan pasar por Él y el hecho de que hay que estar preparados: “velad, por tanto, ya que no sabéis cuando viene el dueño de la casa” (Mc 13,35a). Es decir, que esta parte (Mc 13, 24-32) supone el centro de este discurso y, por eso, la importancia que tiene y a la que ahora me refiero.

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