30.06.25

Encaje de bolillos

Qué fácil lo tienen en algunos sitios. Ayer, por ejemplo. 29 de junio, san Pedro y san Pablo, solemnidad. Punto y final. Ya sabe uno lo que tiene que hacer. Perfecto. ¿Y cuando uno es párroco de cuatro pueblos? Pues lo mismo… 

El sábado no hubo problema. Por la mañana fiesta en Piñuécar en honor de la Virgen de las Candelas, que ya sabemos que es en febrero, y en febrero se celebra, pero también el último fin de semana de junio. No me digan por qué porque un servidor tampoco va a andarse preguntando demasiadas cosas. Por la tarde, misa de víspera en Gandullas de san Pedro y san Pablo. 

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29.06.25

Qué pasa en la Iglesia. Nº 73

1. Conversión de Clodovis Boff

2. Beneficios de rezar el santo rosario

3. Gran crecimiento del Islam

4. Los 10 mandamientos en las escuelas de Texas

5. Jornada eucarística juvenil en Covadonga

6. Atentado suicida en Damasco

7. Interesante nombramiento en España

8. Profesión perpetua de la hermana Maria Zhang Yue

27.06.25

José Antonio Satué para Málaga

Trasladar a un obispo de diócesis no debería ser noticia. Como el cambio de parroquia para cualquier sacerdote, pero hay cosas que ciertamente sorprenden.

D. José Antonio Satué era hasta ahora obispo de Teruel - Albarracín. Una diócesis, en números, de las más pequeñas de España. 90.000 habitantes, 259 parroquias y 98 sacerdotes. Menudo ascenso pasar a Málaga: de 90.000 a 1.300.000 católicos, 251 parroquias y aproximadamente 300 sacerdotes. 

Dicen que José Antonio Satué fue el niño bonito de Omella, que lo rescató de Huesca para trabajar en el Vaticano, consiguió su nombramiento episcopal para Teruel y además lo colocó en el dicasterio para los obispos. No está nada mal. Omella era buen valedor, tengamos en cuenta que pertenecía al selecto grupo del G 9, esos cardenales que constituían el consejo de colaboradores más cercanos del papa Francisco. Satué, además, andaba por esa famosa comisión de ayuda al nuncio Bernardito para el nombramiento de obispos.

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24.06.25

Esos ex que siguen incordiando

Siempre he tenido claro que cuando uno se va de una parroquia o una diócesis lo mejor que puede hacer es desaparecer de ahí. Y si por circunstancias sigues viviendo como obispo o párroco emérito dentro de la misma parroquia, hacerlo sin entrar para nada, sin meterte para nada en la actividad del sucesor. 

También están los obispos o sacerdotes que acabaron su ministerio pastoral en su lugar correspondiente, fueron trasladados de diócesis o de parroquia pero convencidos de que sin ellos no pueden vivir en lo que fueron sus anteriores destinos. Todos conocemos casos y nunca para bien.

Imaginen ese sacerdote que sigue en contacto con sus parroquias anteriores, se sigue reuniendo con aquellos grupitos que tuvo en su momento y de paso, a distancia pero con fuerza disfrazada de sutilidad, mangonea, sugiere, dicta en la parroquia y malmete más arriba. Pasa poco, pero pasa.

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21.06.25