También ustedes tienen lo suyo
- ¿Pero no te has fijado?
- ¿En qué?
- Pues que la Engracia, la prima de Joaquina, lleva tiempo sin venir a misa.
- Sí. Un día que la vi por la calle se lo dije. Me respondió que son cosas suyas.
- Se ha enfadado contigo.
- Ah.
La gente se enfada. Porque quiere y con quien quiere, que hasta ahí podíamos llegar.
Hay enfados directamente con Dios. Porque sí, porque a ver quién es Dios para hacer su voluntad y no la de la Alfonsa. Y es que esta buena mujer se pasó tiempo pidiendo a Dios que salvara a su marido, muy malito por las cosas de la vida, de la vida que había llevado… Y Dios, que es muy suyo, en lugar de hacer caso a la Alfonsa decidió que su esposo mejor estaba en el otro mundo. Resultado: una menos en misa. Si Dios no me escucha, regañamos y se acabó. Hace usted muy bien, señora. A ver qué vas a decir.

No sé cuántas veces tengo escuchado eso de ser prudentes, discretos y comedidos para no romper jamás la comunión en la Iglesia. Y en positivo: buscar la comunión, signos de comunión, promover la comunión.
Como somos a veces medio bobos, pero progresando haca el master en estulticia, muchos eclesiásticos, especialmente el sector progre, tienen como fuente de sus sesudas elucubraciones no los documentos de la Iglesia -vade retro-, no los estudios más reputados -seguramente fascistas-, no el sentido tan común de la gente corriente -vivan Rafaelas y Joaquinas-, sino lo que se lleva, se dice, se declara en las más sesgadas tertulias, los partidos solidarios y ejemplares de la ultraizquierda, aunque para ello tengan que apoyarse en las ideas y los abundantísimos millones de los más ricos de este mundo, pensando que de repente se han hecho solidarios y que sus propuestas no son para enriquecerse ellos más.
Los más viejos del lugar recordarán un famosísimo programa de la radio española, “Ustedes son formidables", que se emitió semanalmente entre los años 1960 y 1977. Lo presentaba Alberto Oliveras y se iniciaba con la sinfonía del Nuevo Mundo de
Fue la vivienda del párroco durante años y años. Una gran casa de dos plantas, con vivienda y buen despacho en la planta superior, y salones y la cuadra del burro abajo. Por circunstancias y el mal estado en su momento, a finales de los años ochenta se levantó una casa de nueva planta en La Serna, comodísima por cierto, donde actualmente reside un servidor.