InfoCatólica / Eleuterio Fernández Guzmán / Categoría: Ventana a la Tierra Media – La Comarca de Tolkien

8.07.21

Ventana a la Tierra Media – Microrrelatos, VII

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Como es bueno ser perseverante  en lo que consideramos bueno y mejor, estamos aquí de nuevo para aportar una nueva serie de microrrelatos después de que, como es fácil deducir del número del título del artículo, lo hayamos hecho en seis ocasiones. Y es que la cosa da para esto y para mucho más.

De nuevo, rogamos sepan disculpar los amables lectores los fallos que pudiera haber en ellos porque, al fin y al cabo, cada cual da lo que puede y sabe…

  

“Había caminos nuevos que recorrer y nuevos lugares que descubrir. Y ellos, aquellos Elfos recién nacidos, miraron al cielo y las estrellas los cautivaron.”

  

“La noche, toda ella, fue el primer refugio de los que nacieron en Cuivienen. Y sobre ella construyeron un mundo, escribieron canciones.“ 

 

“Anhelan la amistad, y sobre ella cantan. Y esperan de un amigo que diga que lo es y, luego, que sea fiel como lo son ellos, nacidos para un siempre que les duele.”

  

“No morir podía parecer un regalo de Eru. Ellos, sin embargo, siempre se duelen de eso, de tener que dejar ir a todos los que quieren y aman. Y lloran, largamente, cuando nadie los ve.”

Also more like my fairies than what I've seen out there.  Elves_From_Lord_of_the_Rings_Wallpaper_JxHy.jpg (1024×768) | Lord of the  rings, Lotr, Lord

“Son luces, en la distancia, aquellas que se ven al caminar hacia el Oeste. Y ellos, que buscan con quién compartir su gozo, saltan y bailan, aún comedidos, con alegría franca.”

 

“No hay aún Mal, ni su sombra se ha extendido por donde caminan. Y saben, seguro que lo saben, que no todos los días verán la luz pues auguran tiempos negros, por venir, y a ellos enfrente.” 

 

“Cuando aquel pequeño Elfo nació, y vio la esperanza en los ojos de sus padres, supo de inmediato que siempre podría sostenerse sobre ella.”

  

“Todo fue, en un principio, gozo y bien. Y sólo cuando alguno de los más sabios descubrieron una sombra en el tiempo, supieron que sus espadas no iban a estar siempre envainadas.” 

 

“Al calor del fuego, en el camino, muchas canciones reproducen sus sueños y sus porvenires. Y ellos, en su inocencia primera, esperan lo mejor del final de aquellos sus primeros pasos.”

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1.07.21

Ventana a la Tierra Media - Mordor, Mal, Muerte

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Las tres palabras de las que nos hemos servido para titular el artículo de hoy tienen su aquel o, mejor, su éste. 

Cualquiera podría decir que esto no es más que una ocurrencia. Y es cierto: lo es. Sin embargo, resulta que tal ocurrencia muestra un camino cierto por dónde no debía ir nadie en la Tierra Media y es que lleva, exactamente, al abismo, a la perdición de toda raza que en él camine y, en fin, que no vale nada la pena estar en él y menos aún, ser del camino, de un tal camino. 

Es cierto y verdad que muchos siguen por tal camino y que no son, precisamente, de los seres más recomendables y, empezando por el mandamás de la cosa y acabando por el último de sus esclavos… en fin, como que no se trata de compañías con las que nadie quiera dejarse acompañar, si ustedes nos entienden.  

Mapas de Mordor

(Encliclopedia del Poney)

Casi nos llegan al oído y al corazón las terribles músicas que acompañan los pasos del Mal y las pisadas de tan nigérrimos pies las podemos escuchar para hacernos temblar: ¡El Mal viene y viene de donde viene! 

De tal lugar, de ese Mordor que en el mapa de la Tierra Media es, por decirlo así, un reino de terror donde toda bajeza es posible y, es más, es producida y defendida; de allí, decimos, salen las ordas de adefesios físicos y mentales (¡cómo iba el Mal a ser bello y limpio!) que tratan de aterrorizar a las buenas gentes (sean de la raza que sean y siempre que sean buenas gentes…) y amedrentar a todo aquel ser viviente que se oponga a la victoria de la maledicencia y, en sí, del Mal mismo.  

Mordor es, por decirlo en palabras de aquel dictador iraquí de cuyo nombre no vamos a acordarnos, es la madre de todos los males y de allí sale la madre de todas las batallas con intenciones que no son, precisamente, santas ni benéficas sino las propias de quien quiere extender la negrura por una Tierra, la Media, que se opone con todas sus fuerzas (y lleva siglos haciendo eso con honor y victorias) a las pretensiones de aquel que, desde siempre, se había opuesto a los deseos de Eru quien, por cierto, lo había creado… 

Y de Mordor, todo lo que podamos decir será poco en cuanto malo podamos y queramos decir. Y es que ¿puede haber lugar más negro que aquel donde la oscuridad tiene su asiento y donde lo podrido es ley en vigor? 

El caso es que lo único que tiene Mordor de bueno, por así decirlo, es que allí está el Monte del Destino donde todo tendrá su destino, por así decirlo y donde el Mal acabará pagando su larga deuda con el Bien. Y, aunque, en realidad, se trata de un accidente físico es allí donde todo empezó y donde se forjó el Anillo Único y es allí, precisamente allí (¿Dónde iba a ser?) donde fue arrojado cazando, ya de paso, dos pájaros de un tiro: el propio Anillo y la alimaña que responde al nombre de Gollum. Y no podemos decir que eso sea poco sino mucho y más que mucho. 

La muerte. Sí. La misma muerte tiene su sede en Mordor. Y es que de allí sólo puede salir, siendo el asiento del Mal, lo que para otros es el final de su existencia. Y es que tal es la pretensión del Mal en persona: acabar con todo aquel que se le oponga que, como podemos pensar entre tantas razas como hay, por fuerza han de ser muchos los seres que no estén dispuestos a tragar con ciertas ruedas de molino y a ser esclavos de alguien así… 

La muerte. Tal forma de procurar el final de quien se pretende eliminar, no es más que la continuación, el brazo actuante del Mal. Y es hija directa de un corazón ennegrecido, ya, desde el principio (¡ojo, desde el mismo principio de todo esto!) y responde con todas sus sílabas a la herrumbre de unas entrañas podridas por la envidia y el egoísmo y del propio mundo de metal que es y representa frente a la naturaleza viva que pretende someter y al que tanta “manía” tenía J.R.R. Tolkien con más razón que un santo. 

Y ante esto ¿Acaso podía vencer eso contra el Bien? 

Vamos, como que no, ¡Valganos Eru!

 

Eleuterio Fernández Guzmán- Erkenbrand de Edhellond

24.06.21

Ventana a la Tierra Media - El Bien de verdad y el Mal de solemnidad, en J.R.R. Tolkien

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Cualquier lector habitual de J.R.R. Tolkien, en versión propia o en la que ha transmitido su hijo Cristopher de la obra de su padre (al que, por cierto, estamos más que agradecidos y queremos en el Cielo pues falleció este año, el pasado 16 de enero), sabe que si hay un tema que es básico en la obra del profesor de Oxford es el de la existencia del Bien y el Mal o, lo que es lo mismo, que existe uno y otro y que no es lo mismo adherirse a uno que a otro. Y eso ni en la Tierra Media ni en el planeta Tierra pues, como se podría decir, monta tanto y tanto monta la primera como el segundo.

En este común tema del Bien y del Mal no deja de reflejar sus creencias cristianas, aquí católicas, y es de recibo reconocer que lo hace la mar de bien porque queda muy claro quién es el primero y quién el segundo y a qué debemos atenernos con uno y con otro porque aquí, como en la vida misma, no vale que sea sí donde es no pero, sobre todo, no puede ser no donde es sí, si ustedes nos entienden, como diría Sam Sagaz.

Sostenemos, al respecto del Bien y del Mal que existe, en la obra del profesor de Oxford: el primero que lo es de verdad y el segundo que lo es, además de cierto y real, de pura solemnidad en cuanto pompa y aparato malvados de los que hace uso aquel que, pudiendo haber sido bueno prefirió, llevado del odio y de la envidia, oponerse a Eru y adentrarse en las más horribles de las tinieblas para que los más posibles hicieran lo mismo bajo su bota nigérrima.

Todo aquí, como en la vida misma, tiene importancia. Es decir, que el Bien se comporte como le corresponde y que el Mal haga lo que pueda para demostrar que lo es no es cosa que quede como si eso no tuviera importancia sino que tiene sus consecuencias que pueden verse muy bien en la letra de lo escrito por Tolkien padre. Es más, creemos que toda la obra de nuestro autor está relacionada, precisamente y no por casualidad, con esto y creemos que era lo que quería quien todo esto escribió: que al Mal saliese perdedor de su simpar lucha contra el Bien para que lo bueno se enseñorease del mundo y, en lo sucesivo, no tuviera que verse obligado a huir, esconderse o, lo que es peor, morir a manos o instrumentos del primero.

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17.06.21

Una ventana a la Tierra Media – Versos, a su modo, para un genio

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Es cierto y verdad que esto    por mucho que lo digamos, 

y pensemos y escribamos       y queramos ser más que francos, 

estamos más que seguros      que cortos siempre quedamos. 

Hagamos, de todas formas,    un esfuerzo bien supremo,

midamos, pues, su luz,          en nosotros, lo dejado.

 

Cuando uno mira de cerca      aventuras denodadas, 

batallas de sangre cierta,       entregas de amigos y damas,

y sabe que los valores,           los mejores que allí existen,

defiéndense con la vida,         con la hacienda y con el alma, 

sabe, a ciencia cierta,             con seguridad no exagerada, 

que es en la Tierra Media,       donde se encuentra su espada, 

pues no hay lugar conocido,   ni inventado ni siquiera imaginado 

que sostener sea capaz,         con seguridad y sin exagerarlo 

todo bien que vence a mal      más allá de lo avistado.

 

Es cierto más que nada,           y nos gusta por eso citarlo, 

que nuestro Maestro,               el de Oxford y otros lares, 

ha sabido elaborar,                  y decimos subcreado, 

una tierra do vivir                    no es labor de cobardes,

un lugar, un ser,                     una historia sin alarde

donde vence quien sabe,        quien su alma pone en ello 

y no se deja amedrentar,        quien tiene en su haber un querer, 

entre sus cejas un sino,          algo así como saber 

que allí tiene su destino,        y en cumplirlo no hay desmayo, 

obligación que sea otra          o un pensamiento a desmano.

 

Tierra Media dibujada             por las palabras bien ciertas, 

por sílabas acertadas             y con los acentos seguros, 

donde el Hobbit dignifica        todo el ser de una raza, 

donde el Elfo nunca muere     si no es bajo cierta amenaza 

o bien pueda la tristeza          encogerle corazón y alma, 

donde el hombre,                  criatura limitada,                  

tiene el don de Ilúvatar          que los Elfos envidiaban.

 

¿Puede acaso la muerte         ser objeto de alabanza? 

Decimos que hay algunos,      poderosos en saberes, 

centenarios en sus vidas,       guías de otros vivientes,

que sobre tal realidad             muchas horas pensaran 

llegando a la conclusión,        y más que mucho meditada, 

que ver morir a los amigos     por no ser razas de Cuivienen, 

es cosa de pensar                  y no muy buena ganancia.

Genio donde los haya,            escritor de horas largas, 

definidor de los límites,          de lo fantástico dueño, 

camino para llegar                 hasta un mundo no pequeño, 

subcreador que quiso,            por encima de otras cosas, 

certificar por su mano,           dejar para siempre bien claro, 

que el Bien ha de vencer,       que lo malo hay que quemarlo, 

que todo lo bueno es bueno   y lo malo, siempre malo.

 

Maestro de los maestros         escribidor de mundos nuevos, 

subcreador sin medida,          sugeridor de fantasías, 

nos has llevado al mundo,      uno, mejor, recreado, 

y agradecidos lo alabamos     y admirados nos gozamos.

Tu dirías que Amén,               y nosotros rubricamos.

 

Gracias, dadas, siempre van a ser pocas pues muchas son las sugerencias que el corazón contiene, libre de desilusiones y repleto de lo mejor del mundo subcreado. Y gracias, siempre, merecidas, y pro eso las damos.

 

 

Eleuterio Fernández Guzmán- Erkenbrand de Edhellond

10.06.21

Una ventana a la Tierra Media – Un relato-regalo

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Es más que sabido y conocido que J.R.R. Tolkien, además de escribir la mar de bien y dejarnos unas obras literarias verdaderamente fantásticas (en el más amplio de los sentidos) ha sido como aquella parábola llamada “Del sembrador” que recoge el caso de alguien que, ejerciendo la labor de quien siembra obtiene, cuando eso llega, un fruto que puede ser mayor o menor según sea, por decirlo así, la calidad de la tierra donde haya caído la semilla. 

Queremos decir con esto que nuestro autor ha echado, a lo largo de los decenios desde que sus primeras obras vieron la luz, muchas semillas en la tierra, que es el corazón de sus lectores. Y es cierto y verdad que en algunos casos ha dado mucho fruto la cosa y, en otros casos, no tanto pues, como dice el dicho, “de todo hay en la viña del Señor” y, al fin y al cabo, cada uno hace lo que puede y ahí está el caso del que esto escribe para demostrarlo… 

Todo esto sirva de introducción para decir que les voy a poner aquí un relato de los que conformarán, si Eru quiere, un libro con algunos de ellos como el que hoy traemos aquí. Es un regalo pues así lo doy. Y, aún sabiendo que la calidad del mismo va a distar mucho de lo que muchos lectores del mismo son capaces de hacer y hacen… en fin, como que quiero compartir con los amables y pacientes lectores esto.

 

Se titula “Una conversación inesperada”

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