InfoCatólica / Eleuterio Fernández Guzmán / Archivos para: 2021

10.05.21

Sobre Tradición y conservadurismo - La imposible discusión sobre el valor de la vida

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 Nos hacemos conservadores a medida que envejecemos, eso es cierto. Pero no nos volvemos conservadores porque hayamos descubierto tantas cosas nuevas que  eran espurias. Nos volvemos conservadores porque hemos descubierto tantas cosas viejas que eran genuinas.

G.K. Chesterton

En un momento muy difícil de su vida física Jesucristo dijo, refiriéndose a los que le estaban dando muerte de Cruz: “Padre, perdónales, porque no saben lo que hacen”. Así lo recoge el médico evangelista Lucas en el versículo 34 del capítulo 23 de su evangelio.

Sentía, Cristo, que tenía que cumplir con la voluntad de Dios que no era, como podría pensarse, que su Hijo muriera de aquella muerte infamante sino que perdonara y mostrara misericordia. Así, además, nos ganó la salvación.

Existe un tema acerca del cual existe la tentación de discutir.

Y no es que la discusión, en general, sea mala recomendación ni que se deba impedir desde una posición católica o, en general, cristiana. El caso es que, sin embargo, sobre el valor de la vida no debería intentarse un consenso.

Dice san Josemaría enSurco” (137), refiriéndose al hecho de poder sentirse tentado, No dialogues con la tentación. Déjame que te lo repita: ten la valentía de huir; y la reciedumbre de no manosear tu debilidad, pensando hasta dónde podrías llegar. ¡Corta, sin concesiones!

Decimos esto porque hay una tendencia a querer someterlo todo a diálogo siquiera para ver si se puede obtener alguna conclusión válida. Hacer esto con algo como la vida del ser humano, con su dignidad y origen (aborto) o final (eutanasia) es un paso que no se debería dar.

La vida es sagrada porque es creación de Dios y porque todo lo que procede del Padre merece la pena ser defendido. No podemos, además, olvidar que “Mi alma conocías cabalmente, y mis huesos no se te ocultaban, cuando era yo formado en lo secreto, tejido en las honduras de la tierra. Mi embrión tus ojos lo veían; en tu libro están inscritos todos los días que han sido señalados, sin que aún exista uno solo de ellos” (Sal 139, 14.15) y que el Creador, que nos creó como expresión de su voluntad, atiende a la vida de sus hijos que deben reconocer que su vida no les pertenece porque no es propia sino, precisamente, de Dios.

Por eso la vida tiene un valor que es intrínsecamente bueno y es, justamente, contrario, a la perversidad de las leyes y reglamentos que pretenden ejercer sobre ella un poder que no tienen porque Dios no se lo ha dado. Y esto porque somos “imagen y semejanza” del Creador, que dedicó, como recoge el Génesis, seis días a formar el mundo que conocemos y a los hombres y mujeres que conocemos pero, aún, sin el pecado que trajera al mundo la muerte.

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8.05.21

La Palabra para el domingo – 9 de mayo de 2021

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Como es obvio, hoy no es domingo 9 sino sábado, 8 de mayo de 2021. Esto lo decimos porque hemos publicado hoy el comentario del Evangelio que siempre hemos traído aquí en día, precisamente, domingo. Sin embargo, un amable lector, sacerdote, me hizo la sugerencia de poner el comentario del Evangelio del primer día de la semana, el sábado porque, como es verdad y lamento no haberme dado cuenta, el texto del Evangelio de la Santa Misa del sábado por la tarde es el del domingo siguiente.

 

 

Jn 15, 9-17

“9 ‘Como el Padre me amó, yo también os he amado a vosotros; permaneced en mi amor. 10    Si guardáis mis mandamientos  permaneceréis en mi amor, como yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor. 11 Os he dicho esto, para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea colmado. 12 este es el mandamiento mío: que os améis los unos a los otros   como yo os he amado. 13  Nadie tiene mayor amor que el que da su vida por sus amigos.14 Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando. 15 No os llamo ya siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su amo; a vosotros os he llamado amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer. 16  No me habéis elegido vosotros a mí, sino que yo os he elegido a vosotros, y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y que vuestro fruto permanezca; de modo que todo lo que pidáis al Padre en mi nombre  os lo conceda. 17Lo que os mando es   que os améis los unos a los otros.’”

 

COMENTARIO

Amar como Cristo nos amó 

Quizá Jesús fue enviado del Padre sólo para una cosa, sólo para que comprendiésemos el principal mandato de Dios, el mandato del amor. Y digo mandato aunque esto pueda parecer excesivo. Esta palabra pudiera ser en exceso dura para quien no respeta a quien le dirige una orden pero que, si bien pensamos, y, sobre todo, en este caso, lo mandado y ordenado va, siempre en bien de sus receptores.

Esto, por otra parte, traza un camino a seguir, una senda por la que debemos pasar si, verdaderamente, queremos y ansiamos, el conocimiento de esa voluntad intrínseca de Dios que Jesús trata de que esté al alcance de nuestro corazón. Tal es así que el Mesías nos ama como su Padre lo amó, darle ese mismo amor, sin escatimar nada, como quiere que hagamos nosotros.

Pero, por eso, hemos de cumplir los mandamientos (¡otra vez aparece el mandato se puede pensar!), aquello que recibió Moisés y que Jesús perfecciona con su vida y con su predicación como, por ejemplo, sucede con las Bienaventuranzas. Es decir, ha de haber una correspondencia entre lo que decimos que hacemos, seguir a Jesús, y lo que, en realidad hacemos. Porque Jesús quiere que estemos, como él, en el seno del Padre, para que permanezcamos en su amor.

Y para eso, nada mejor que el ejemplo: predicar y dar trigo, podríamos decir. Jesús dice, en este texto que “nadie tiene mayor amor que el que da su vida por sus amigos” ya que conocedor de su futuro, sabía que, para empezar, ellos eran sus amigos, no sus siervos, y, por eso, iba a dar su vida para que todos fueran, fuéramos, salvados.

Pero, para eso, para que su amistad tuviera un sentido recepticio, fuera recibida por nosotros y, en consecuencia, fuera correspondida, hay que hacer, y nunca será bastante repetido esto, lo que él mandó.

Cabe decir, con relación a la permanencia en Cristo que, aunque podamos pensar que nosotros, dotados de la libertad dada por Dios, somos los que, libremente, por tanto, escogemos a Dios para que forme parte de nuestra vida esto, esta apreciación, no es adecuada. Sabedores, y creyentes en eso, de que hemos sido creados por Dios, es fácil colegir de ello que es Él el que nos escoge a nosotros y no nosotros los que somos tan “bondadosos” que optamos por formar parte del grupo de los que se consideran hijos de Dios. Cometería un gran error quien pensara, seriamente, otra cosa. Así, y sólo así, daremos fruto; y así, sólo así, ese fruto será considerado por el Padre como digno reflejo del amor de Cristo, de Jesús, de su Hijo.

Así, de esa forma, de ese modo, aquello que demandamos a Dios nos será concedido, aunque sea difícil conseguir esa correspondencia a la que antes he hecho referencia.

El amor con amor se paga, como dice el dicho. Y Jesús nos dio amor, graciosamente, nada mejor que corresponderle, de cara a él y a los demás, con ese amor que vino a sembrar al mundo. 

 

PRECES 

Pidamos a Dios por todos aquellos que no quieren guardar los mandamientos de Dios.

Roguemos al Señor.

Pidamos a Dios por todos aquellos que no quieren responder a la elección de Dios.

Roguemos al Señor.

 

ORACIÓN

Padre Dios; ayúdanos a tener siempre presente que eres Tú quien nos eliges a nosotros. Y, entonces, a responderte con un sí.

 

Gracias, Señor, por poder transmitir esto.

  

El texto bíblico ha sido tomado de la Biblia de Jerusalén.

 

Eleuterio Fernández Guzmán

   

Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos. 

Panecillo de hoy: 

Palabra de Dios; la Palabra 

Para leer Fe y Obras.

 

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.  

6.05.21

Ventana a la Tierra Media - El todo de Tolkien: Presentación

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Está más que claro que hay muchas personas infinitamente mejor preparadas que el que esto escribe para hacerlo sobre J.R.R.Tolkien y, en concreto, sobre su obra escrita. Y, es más, cada día o muchas veces, para ser exactos, somos agraciados con trabajos que muestran perfectamente lo que queremos decir.

Sin embargo, si hay algo que produce el autor de las obras inmortales que ya conocemos (no vamos a desgastar sus títulos tan pronto…) es la seguridad de que podemos decir lo que creamos de ellas y, seguramente, a lo mejor hasta aprovecha a alguien (primero, a nosotros) eso que digamos. Y es lo que vamos a hacer en las semanas que la cosa dé de sí.

Como siempre hemos creído en eso que dice que “excusa no pedida, acusación manifiesta” (“Excusatio non petita, acusatio manifesta”, en lengua de la Roma antigua) nos excusamos acerca de la profundidad de lo que vayamos a decir pues, aún sin saberlo (eso llega cuando llega) y como ya se habrán dado cuenta muchas personas que leen estos artículos sobre el profesor de Oxford (otra coletilla que nos viene la mar de bien…), no vamos más allá de rascar la superficie de lo que tratamos aunque a veces hacemos algún que otro agujero (tipo enano) y sacamos más provecho pero, en fin, esto es lo que hay y suponemos que también ha de venir bien que el pueblo llano diga lo que le parece pues es desde la sencillez de donde, muchas veces, se llega más lejos…

Pues bien, en la imagen puesta aquí al lado (que, como es de imaginar, son de la propiedad de quien esto escribe y así lo hacemos todo más personal…) podemos apreciar de qué va a ir la cosa. Y aunque nunca hemos estado de acuerdo con eso que dice que una imagen vale más que mil palabras (¡dónde estaría Tolkien sin explicar lo que pueda mostrar una imagen!) pues siempre ha de ser mejor ahondar en la imagen que quedarse mirando la misma, nos valga la que hemos puesto arriba, eso, para poder centrarnos en este especial, personal y universal asunto.

Por tanto, aquí vamos a tratar sobre esto que sigue:

El todo de Tolkien: 1. El Silmarillion 

El todo de Tolkien: 2. El Hobbit 

El todo de Tolkien: 3. El Señor de los Anillos 

El todo de Tolkien: 4. Relatos Cortos

 

Podemos imaginar que el trabajo va a ser arduo pues, como hemos dicho antes y arriba hemos puesto, hay muchos especialistas sobre Tolkien que lo harían (y hacen) mucho mejor pero estamos en el derecho de hacer lo que vamos a hacer y que sea lo que Eru quiera… 

En realidad, lo mismo que creemos que Dios lo es personal, también creemos que J.R.R. Tolkien es un escritor personal en el sentido de que cada lector hace una lectura de su obra que le produce una u otra emoción y que, incluso, si leemos muchas veces (que suele ser el caso y lo habitual) la misma obra es hasta posible que nuestra afectación (si se puede decir así) sea distinta según nos encontremos en tal momento. 

Los lectores de Tolkien estamos en la seguridad de haber encontrado un tesoro mayor que el que pudieran haber encontrado en alguna cueva los caminantes de la Tierra Media y, si me apuran, hasta mayor que el que custodiaba el dragón en Erebor. Y es que, por decirlo pronto, nuestro tesoro no se contabiliza en monedas de oro o en artilugios de tal o cual valor sino en lo que más importa de todo que es el valor de la emoción y la ternura. Y así, se diga lo que se diga, a cada cual le da por verse concernido así o de otra manera. Y nosotros, como vamos a ver pronto, también somos de ésos, si ustedes nos entienden, como diría el simpar jardinero Sam Sagaz.

Vientos suaves nos llegan del Sur,

del este han venido los Elfos,

los Enanos de sus cuevas,

los Hombres en sus cabalgaduras

anhelan la gloria,

los Hobbits ansían vida tranquila,

una pipa, una buena cena,

una larga historia contada al fuego,

la existencia; en suma, la Tierra Media.

 

Y sí, hasta aquí llegó, como suele decirse, la riada del Brandivino que, como río, no está mal y además pasa por La Comarca. Y eso son palabras mayores…

 

Eleuterio Fernández Guzmán- Erkenbrand de Edhellond

4.05.21

Un amigo de Lolo - “Lolo, libro a libro” - Lolo fue periodista: así – 8

Presentación

Beato Manuel Lozano Garrido, beato Lolo sonriendo

Yo soy amigo de Lolo. Manuel Lozano Garrido, Beato de la Iglesia católica y periodista que vivió su fe desde un punto de vista gozoso como sólo pueden hacerlo los grandes. Y la vivió en el dolor que le infligían sus muchas dolencias físicas. Sentado en una silla de ruedas desde muy joven y ciego los últimos nueve años de su vida, simboliza, por la forma de enfrentarse a su enfermedad, lo que un cristiano, hijo de Dios que se sabe heredero de un gran Reino, puede llegar a demostrar con un ánimo como el que tuvo Lolo.

Sean, las palabras que puedan quedar aquí escritas, un pequeño y sentido homenaje a cristiano tan cabal y tan franco.

Lolo fue periodista: así – 8

  

“ Que no me tiente nunca la prensa de colores ’negra’, ‘amarilla’, ‘rosa’. Un periodismo al sol, muy claro y limpio, como tu luz dorada, sea mi guía”. (Mesa redonda con Dios, p. 76)

 

 

Es posible que se pueda decir, como se dice, que de todo hay en la viña del Señor y que lo mismo ha de pasar en el mundo del periodismo. Lo decimos por lo que dice el Beato Lolo acerca de los diversos tipos de periodismo, a saber, negro, si se trata de lo peor que pueda haber, amarillo, si es tendenciosa y rosa si se ocupa de la vida del prójimo. 

Eso es cierto porque es lo que había en el tiempo en el que Lolo vivió en el mundo y es lo que hay (seguramente agravado) hoy mismo. Por eso, aquí no haya nada extraño. 

Ciertamente, hay quien se ocupa de eso pero, a la hora de escoger una cosa o la otra, hay quien, como Lolo pide a Dios algo muy importante que es el meollo de todo esto: que se puede escoger (aunque, es cierto, a veces, el periodista pueda verse abocada a hacer lo que no querría…) Pero, lo bien cierto, es que Manuel Lozano Garrido puede escoger y lo dice

Bueno, en realidad, Lolo se pone ante la tesitura de su profesión y, en el fondo, pide lo que él que quiere que sea la cosa porque muy bien lo que hay (y aquí mismo lo dice) y no quisiera caer en la tentación, eso, de la prensa que llama de “colores” pues cada uno de ellos determina una forma de hacer las cosas. 

¿Y qué pide nuestro amigo periodista? 

Lo que podemos apreciar aquí es que Lolo tiene muy claro que la referencia de su periodismo no es su egoísmo y, ni siquiera, lo que él quiere pues todo lo vincula a Dios, del que demanda, pide, implora (podríamos decir) que su luz, dorada a más señas, sea quien guíe su devenir como periodista. Y, como bien sabemos, quien es “guía”, conduce al guiado, suponemos, por el buen camino que es el que quiere seguir Manuel de la mano de su Padre del Cielo. 

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3.05.21

Sobre Tradición y Conservadurismo - La dignidad de la persona

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 Nos hacemos conservadores a medida que envejecemos, eso es cierto. Pero no nos volvemos conservadores porque hayamos descubierto tantas cosas nuevas que  eran espurias. Nos volvemos conservadores porque hemos descubierto tantas cosas viejas que eran genuinas.

G.K. Chesterton

Solemos decir que una persona es digna cuando en ella concurren una serie de cualidades especiales que la hacen comportarse de una manera a la que se le puede atribuir una cualidad así. Sin embargo, siendo eso cierto y verdad, no es menos cierto ni menos verdad que un ser humano es digno por haber sido creado por el Todopoderoso, Aquel que todo lo creó y mantiene. Es decir, que la dignidad misma, su expresión suprema, tiene su centro origen y destino, en Dios mismo.

Decir eso tiene muchas consecuencias, digamos, a nivel práctico porque no se trata de algo que se dice por sostener una grandilocuencia o declaración, así, magna, sino porque es la total y cierta verdad. Y no podemos negar que hoy día, en pleno siglo XXI (pero desde hace bastante tiempo) hay a quien la dignidad de la persona le importa algo así como nada de nada o menos, incluso.

Hay, a este respecto, casos muy claros donde la dignidad de la persona es atacada de tal forma que no es que no se tenga en cuenta sino que se acaba con ella desde su misma raíz e, incluso, siendo la persona un ser hecho y derecho.

Así, por ejemplo:

-Las manipulaciones genéticas,

-La prostitución.

Como pueden ver, sólo ponemos dos ejemplos de lo que consideramos una clara vejación de lo que supone la dignidad de la persona y una capitidisminución de la misma hasta su real desaparición.

Partamos, para esto, de lo básico y elemental.

El ser humano, creado a imagen y semejanza de Dios, tiene el pleno derecho a venir al mundo como el Creador quiso que viniera al mundo. Es decir, si lo hubiera querido de otra forma de otra forma lo hubiera hecho. Pero no, lo hizo como lo hizo y cualquiera acto que interfiera en la naturaleza misma del ser humano no es que esté destinado al fracaso (porque vemos que no) pero si está destinado a que se le pueda reprochar comportamiento antinatural. Y es que tenemos por natural aquello que es original, no manipulado.

Pues bien, como cristianos resulta difícil admitir lo que se lleva produciendo demasiados años. Y es posible que se nos pueda tachar de radicales e, incluso, de ir contra la ciencia (o de retrógrados), pero no por eso podemos dejar de decir la verdad que no es que sea “nuestra” verdad sino que es la simple y llana verdad.

A este respecto, no podemos negar que las tecnologías biomédicas han avanzado, por así decirlo, mucho. Y eso ha llevado, lógicamente, al uso de las mismas para cuestiones algo más que delicadas donde la dignidad de la persona está en juego y, como suele pasar, acaba perdiendo la partida.

El caso es que, en este aspecto, debemos creer en la existencia de un “criterio ético fundamental” que tiene todo que ver con la dignidad de la persona. Y es que el mismo viene referido a que el fruto de la generación humana, desde el mismo momento en que es un ser humano nuevo, desde la formación del cigoto, ha de ser respetado de forma no condicionada o, lo que es lo mismo, sin condición alguna. Es decir, que consideramos que el ser humano lo es desde ese mismo momento, desde la concepción misma y, por eso, todos los derechos que se le reconocen a la persona le han de ser reconocidos y, por tanto, su vida y existencia son inviolables sabiendo, además, que se encuentra en una total y absoluta indefensión. Y eso es un derecho fundamental.

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