InfoCatólica / Eleuterio Fernández Guzmán / Archivos para: 2021

24.06.21

Ventana a la Tierra Media - El Bien de verdad y el Mal de solemnidad, en J.R.R. Tolkien

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Cualquier lector habitual de J.R.R. Tolkien, en versión propia o en la que ha transmitido su hijo Cristopher de la obra de su padre (al que, por cierto, estamos más que agradecidos y queremos en el Cielo pues falleció este año, el pasado 16 de enero), sabe que si hay un tema que es básico en la obra del profesor de Oxford es el de la existencia del Bien y el Mal o, lo que es lo mismo, que existe uno y otro y que no es lo mismo adherirse a uno que a otro. Y eso ni en la Tierra Media ni en el planeta Tierra pues, como se podría decir, monta tanto y tanto monta la primera como el segundo.

En este común tema del Bien y del Mal no deja de reflejar sus creencias cristianas, aquí católicas, y es de recibo reconocer que lo hace la mar de bien porque queda muy claro quién es el primero y quién el segundo y a qué debemos atenernos con uno y con otro porque aquí, como en la vida misma, no vale que sea sí donde es no pero, sobre todo, no puede ser no donde es sí, si ustedes nos entienden, como diría Sam Sagaz.

Sostenemos, al respecto del Bien y del Mal que existe, en la obra del profesor de Oxford: el primero que lo es de verdad y el segundo que lo es, además de cierto y real, de pura solemnidad en cuanto pompa y aparato malvados de los que hace uso aquel que, pudiendo haber sido bueno prefirió, llevado del odio y de la envidia, oponerse a Eru y adentrarse en las más horribles de las tinieblas para que los más posibles hicieran lo mismo bajo su bota nigérrima.

Todo aquí, como en la vida misma, tiene importancia. Es decir, que el Bien se comporte como le corresponde y que el Mal haga lo que pueda para demostrar que lo es no es cosa que quede como si eso no tuviera importancia sino que tiene sus consecuencias que pueden verse muy bien en la letra de lo escrito por Tolkien padre. Es más, creemos que toda la obra de nuestro autor está relacionada, precisamente y no por casualidad, con esto y creemos que era lo que quería quien todo esto escribió: que al Mal saliese perdedor de su simpar lucha contra el Bien para que lo bueno se enseñorease del mundo y, en lo sucesivo, no tuviera que verse obligado a huir, esconderse o, lo que es peor, morir a manos o instrumentos del primero.

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22.06.21

Un amigo de Lolo – "Lolo, libro a libro" - Cristo Médico – 6

Presentación

Beato Manuel Lozano Garrido, beato Lolo sonriendo

Yo soy amigo de Lolo. Manuel Lozano Garrido, Beato de la Iglesia católica y periodista que vivió su fe desde un punto de vista gozoso como sólo pueden hacerlo los grandes. Y la vivió en el dolor que le infligían sus muchas dolencias físicas. Sentado en una silla de ruedas desde muy joven y ciego los últimos nueve años de su vida, simboliza, por la forma de enfrentarse a su enfermedad, lo que un cristiano, hijo de Dios que se sabe heredero de un gran Reino, puede llegar a demostrar con un ánimo como el que tuvo Lolo.

Sean, las palabras que puedan quedar aquí escritas, un pequeño y sentido homenaje a cristiano tan cabal y tan franco.

Con la ayuda de Dios vamos a dar cabida en este blog y, en concreto, en el lugar donde le corresponde que no es otro que el que se refiere al #beatoLolo, lo mismo que hicimos en lo referido a Lolo, periodista, a lo refiere el capítulo de su “Mesa redonda con Dios” de título “El Médico”. 

Y no, no se trata de que en sus ratos libres Lolo fuera médico sino que el susodicho capítulo viene referido a Jesucristo como Médico, donde el alma tanto va a tener que ver. 

Con la ayuda de Dios estamos dando cabida en este blog y, en concreto, en el lugar donde le corresponde que no es otro que el que se refiere al Beato Manuel Lozano Garrido, lo mismo que hicimos en lo referido a Lolo, periodista, a lo que refiere el capítulo de su “Mesa redonda con Dios” de título “El Médico”. 

Y no, no se trata de que en sus ratos libres Lolo fuera médico sino que el susodicho capítulo viene referido a Jesucristo como Médico, donde el alma tanto va a tener que ver.

 

Cristo Médico–6

 

“Mi lema pienso que sea siempre el de un inmenso respeto a la vida, a la sagrada vida que has creado.” (Mesa redonda con Dios. p. 78)

 

Como podemos ver fácilmente, este texto de lo que corresponde al capítulo de título “El Médico” no es muy extenso. Sin embargo, es bien cierto que dice mucho y más que mucho y todo lo que dice debía ser tenido muy en cuenta por todo ser humano aunque bien sabemos que no siempre es así. 

En realidad, esto que nos dice el Beato de Linares (Jaén, España) es algo más que un consejo pues creemos que es una exhortación de parte de Dios

Digamos, para empezar, que un “lema” es algo que, por decirlo así, lleva alguien por bandera y que, por tanto, lo tiene en cuenta en lo que a su vida se refiere. Lo mismo podríamos decir de un grupo o, en general, de una nación. Pero aquí bien que se refiere Lolo a una persona, a sí mismo y a nosotros mismos. 

Pues bien, el lema al que ser refiere Lozano Garrido es bien claro y no debería necesitar de demasiada explicación aunque, por desgracia, sí la requiera. 

Ya lo decimos: hay que tener en cuenta la vida humana. 

Así dicho pareciera que esto carece de importancia pues cualquiera sabe que sí, que la vida humana, por ser cosa de nuestra especie, hay que tenerla en cuenta. Pero algo nos dice que no siempre es así cuando alguien como Lolo se ve en la necesidad de hacer hincapié en una tal realidad. 

Por otra parte, no quiere Lolo que tal lema sea algo, así, como pasajero, como una moda, como una pose, como algo a lo que se le dedica atención según y cómo. No. él lo dice con toda claridad: “que sea siempre”. Y es que siendo eso, siempre, se convierte en un motor de vida que sólo puede ser bueno y mejor. 

Una cosa, pues: respeto a la vida.

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21.06.21

Serie tradición y conservadurismo – Negar el Mal es de necios

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 Nos hacemos conservadores a medida que envejecemos, eso es cierto. Pero no nos volvemos conservadores porque hayamos descubierto tantas cosas nuevas que  eran espurias. Nos volvemos conservadores porque hemos descubierto tantas cosas viejas que eran genuinas.

G.K. Chesterton

Hay un dicho muy conocido que informa de lo que puede pasar cuando no atendemos a lo obvio: “No hay más ciego que el que no quiere ver”. Y así estamos en el mundo… con mucho ciego que no quiere ver porque no le interesa o porque es incapaz de ver lo que pasa.

Sabemos que muchas veces utilizó Jesucristo, Hijo de Dios y Dios mismo hecho hombre, una expresión que dice algo así como que “quien quiera ver, que vea” porque, en efecto, la cosa está más del lado del querer que de la imposibilidad citada arriba como instrumento propio del avestruz ese que esconde la cabeza en la tierra cuando ve venir el peligro…

Ciertamente, el dicho que hemos puesto arriba nos dice que, en efecto, si alguien es ciego, lógicamente, no puede ver nada. Sin embargo, aquella persona que se empeña, pudiendo ver lo que pasa, en no verlo… en fin, que es como para darle de comer aparte y decirle que se lo haga ver.

Eso, hacérselo ver, es lo que recomendamos a todos aquellos que sostienen que el Mal no es más que una posición que podemos tener pero que, en realidad, con ser subjetiva la apreciación de este… bueno, pues que se puede plantear la duda de si existe o no.

Es verdad que eso se suele decir para cubrirse las espaldas cuando se ha hecho una maldad y se pretende disimular. Y eso, a ojos del mundo, es posible que cuele y se tenga por buena cosa pero, como sabemos, Dios todo lo ve y por mucho que se trate de mirar para otro lado… en fin, que si la hemos hecho la acabaremos pagando cuando llegue el momento porque el Tribunal de Dios trabaja todos los segundos que tienen cada uno de los 365 días del año e, incluso, cuando es bisiesto y añadimos un día al mes más corto del año, a saber, febrero. Pues sí, también ese día, segundo tras segundo, el Tribunal de Dios tiene su sala abierta…

Partimos, pues, de la creencia y total seguridad de que el Mal existe y que, por tanto, hay que combatirlo con el Bien que es su natural antagonista y quien le puede poner las peras al cuarto, como diría aquel. Y, claro, sostenemos que muestra una necedad digna de otra causa, quien como aportación al discurso diario de las realidades hace la que dice que no, que el Mal no existe y, claro, ni Satanás ni sus diablos y, claro, tampoco el pecado que es donde, en el fondo, se quiere fijar la atención.

Nosotros sostenemos que el Mal existe por esto que sigue:

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19.06.21

La Palabra para el Domingo - 20 de junio de 2021

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Como es obvio, hoy no es domingo 20 sino sábado, 19 de junio de 2021. Esto lo decimos porque hemos publicado hoy el comentario del Evangelio que siempre hemos traído aquí en día, precisamente, domingo. Sin embargo, un amable lector, sacerdote, me hizo la sugerencia de poner el comentario del Evangelio del primer día de la semana, el sábado porque, como es verdad y lamento no haberme dado cuenta, el texto del Evangelio de la Santa Misa del sábado por la tarde es el del domingo siguiente.

También lamento no haberme dado cuenta de que publicando este comentario a determinada hora de España aún es viernes en la América hispana. Por eso, y por cumplir con el horario y que las cosas sean razonables, es publicado este comentario ahora, a esta hora en España cuando ya es sábado en América. Y a lo mejor es posible que haya quien piense que decir esto no hace falta pero con franqueza digo que creo es necesario y más que necesario.

 

Mc 4, 35-40

 

“35 Este día, al atardecer, les dice: ‘Pasemos a la otra orilla.’ 36 Despiden a la gente y le llevan en la barca, como estaba; e iban otras barcas con él. 37 En esto, se levantó una fuerte borrasca y las olas irrumpían en la barca, de suerte que ya se anegaba la barca.       38 El estaba en popa, durmiendo sobre un cabezal. Le despiertan y le dicen: ‘Maestro, ¿no te importa que perezcamos?’ 39 El, habiéndose  despertado, increpó al viento y dijo al mar: ‘¡Calla, enmudece!’ El viento se calmó y sobrevino  una gran bonanza. 40    Y les dijo: ‘¿Por qué estáis con tanto miedo? ¿Cómo no tenéis fe?’”.

  

 

COMENTARIO

Tener verdadera fe y confianza en Dios

 

Muy conocido es el hecho de que el Evangelio de Marcos es dado a la narración de milagros y otros hechos extraordinarios que, también y por otra parte, son de difícil aceptación para las almas dadas al apego al mundo. En este caso, también vemos como Jesús, a pesar de la falta de fe que parece atenazar a sus discípulos se ve en la obligación de actuar, presto, dominando la naturaleza que se muestra, así, sumisa a sus órdenes, como si no fuera Él quien creó, en la persona de Dios, a esa misma naturaleza… 

Sin embargo, lo más importante no es el hecho mismo del dominio de las aguas pues también se ha dicho  que el lago donde se produce este hecho es dado a repentinos cambios de viento que pasan, de repente, de forma natural. Esto se dice, seguramente, para quitar importancia a este hecho milagroso. Y digo que esto no es lo más importante ya que, como casi siempre hace Jesús, sus hechos trascienden, es decir, lo que significan va más allá de lo que aparentan, de lo que la realidad misma muestra a los ojos de los que miran. 

Aquí, pues, no es lo importante el movimiento de las aguas que el movimiento del corazón que duda, que tiene miedo ante la adversidad, que se deja dominar por lo mundano que le rodea, por lo que sólo ven sus ojos. 

Este texto que nos ofrece Marcos encierra una verdad evidente: ante lo incierto, ante las desviaciones que pueden producirse en nuestra vida por las acechanzas del Maligno, en todas sus formas, ¿cómo  reaccionamos? 

Muchas veces la fe se sustenta por el sutil hilo de nuestro mismo existir, es decir, está directamente relacionada con nuestro acaecer, y eso, querámoslo o no, es bastante triste.

Estos discípulos que acompañan en la barca a Jesús que, tranquilo, duerme, seguro de su poder, siendo Él mismo Dios, mientras que aquellos se atribulan por la tormenta que hace temblar el suelo que los acoge, el agua embravecida, que los impele al horror, les lleva al mismo pánico, al miedo como dice el texto, y a preguntarse si es que a Jesús no le importaba esa situación difícil por la que pasaban, que tan plácidamente dormía… 

Puede más lo real que lo espiritual. En caso de que su fe hubiera ido pareja a su mundanidad, nada habrían temido, en la seguridad de que su Maestro, el Maestro, surgiría de ese descanso para, súbitamente, controlar aquella mala realidad. Sin embargo, han de dudar, de aquí la pregunta de Jesús; ¿Por qué estáis con tanto miedo? 

Antes de dar solución a esto, volvamos al texto en el que se descubre no poca alusión a nuestra vida

En nuestra vida, tan ocupada a veces, nos vemos acechados, de formas muy diversas, por el Maligno, y una fuerte borrasca atenaza nuestro corazón, pudiendo hacer, esto, que poco a poco, ese lugar de donde nace lo bueno y lo malo, ese corazón tan humano, llega a llenarse con el agua sucia del pecado (sea, o sean, el que, los que, sea o sean). Ante esto podemos acudir a la invocación a Dios, hacer uso de ese recurso que es la oración para pedir ayuda, auxilio, en esa necesidad que nos puede avocar al desastre espiritual. Hemos de estar seguros de que el Padre siempre acudirá para darnos su mano amorosa, para salvarnos en esa difícil situación. Ante esto no podemos responder con un apego tal a la tierra que nos haga huir de la fe, de ese creer sin haber visto, que tanto bien nos hace tanto a los espíritus creyentes como puede hacer a los que no creen (por desconocimiento o por voluntad propia). Eso supone tener un conocimiento equivocado del potencial que Dios nos da en nuestra particular creación, es desperdiciar unas posibilidades que se van, irremisiblemente, a perder. 

Si, por tanto, acudimos a la fe, invocamos, pedimos, demandamos, seguro que seremos escuchados, que seremos respondidos y alcanzaremos el corazón de Dios del que sólo sale lo bueno, lo misericordioso, el perdón. 

Así, podrían haber actuado aquellos incipientes pescadores de hombres, pero no lo hicieron y se vieron abocados a acudir, in extremis, a la bondad de Jesús que, como no podía ser de otra forma, acude, presto, en su auxilio, pero planteándoles la terrible pregunta: ¿Cómo no tenéis fe? En esta inquisición, dirigida directamente a su corazón, trata de hacerles comprender lo que debían hacer: confiar, creer, amar, como él amaba, pues confiaba en Dios, creía en su misión y amaba siempre. 

Ahora, preguntémonos nosotros que haríamos en ese caso…

 

PRECES 

Por todos aquellos que no confían en Dios. 

Roguemos al Señor. 

Por todos aquellos que no confían en el poder total de Dios. 

Roguemos al Señor.

ORACIÓN

 

Padre Dios; ayúdanos a confiar en el Padre, a llamarlo y a buscarlo. 

Gracias, Señor, por poder transmitir esto.

 

El texto bíblico ha sido tomado de la Biblia de Jerusalén.

 

Eleuterio Fernández Guzmán

   

Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos. 

Panecillo de hoy: 

Palabra de Dios; la Palabra 

Para leer Fe y Obras.

 

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.  

17.06.21

Una ventana a la Tierra Media – Versos, a su modo, para un genio

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Es cierto y verdad que esto    por mucho que lo digamos, 

y pensemos y escribamos       y queramos ser más que francos, 

estamos más que seguros      que cortos siempre quedamos. 

Hagamos, de todas formas,    un esfuerzo bien supremo,

midamos, pues, su luz,          en nosotros, lo dejado.

 

Cuando uno mira de cerca      aventuras denodadas, 

batallas de sangre cierta,       entregas de amigos y damas,

y sabe que los valores,           los mejores que allí existen,

defiéndense con la vida,         con la hacienda y con el alma, 

sabe, a ciencia cierta,             con seguridad no exagerada, 

que es en la Tierra Media,       donde se encuentra su espada, 

pues no hay lugar conocido,   ni inventado ni siquiera imaginado 

que sostener sea capaz,         con seguridad y sin exagerarlo 

todo bien que vence a mal      más allá de lo avistado.

 

Es cierto más que nada,           y nos gusta por eso citarlo, 

que nuestro Maestro,               el de Oxford y otros lares, 

ha sabido elaborar,                  y decimos subcreado, 

una tierra do vivir                    no es labor de cobardes,

un lugar, un ser,                     una historia sin alarde

donde vence quien sabe,        quien su alma pone en ello 

y no se deja amedrentar,        quien tiene en su haber un querer, 

entre sus cejas un sino,          algo así como saber 

que allí tiene su destino,        y en cumplirlo no hay desmayo, 

obligación que sea otra          o un pensamiento a desmano.

 

Tierra Media dibujada             por las palabras bien ciertas, 

por sílabas acertadas             y con los acentos seguros, 

donde el Hobbit dignifica        todo el ser de una raza, 

donde el Elfo nunca muere     si no es bajo cierta amenaza 

o bien pueda la tristeza          encogerle corazón y alma, 

donde el hombre,                  criatura limitada,                  

tiene el don de Ilúvatar          que los Elfos envidiaban.

 

¿Puede acaso la muerte         ser objeto de alabanza? 

Decimos que hay algunos,      poderosos en saberes, 

centenarios en sus vidas,       guías de otros vivientes,

que sobre tal realidad             muchas horas pensaran 

llegando a la conclusión,        y más que mucho meditada, 

que ver morir a los amigos     por no ser razas de Cuivienen, 

es cosa de pensar                  y no muy buena ganancia.

Genio donde los haya,            escritor de horas largas, 

definidor de los límites,          de lo fantástico dueño, 

camino para llegar                 hasta un mundo no pequeño, 

subcreador que quiso,            por encima de otras cosas, 

certificar por su mano,           dejar para siempre bien claro, 

que el Bien ha de vencer,       que lo malo hay que quemarlo, 

que todo lo bueno es bueno   y lo malo, siempre malo.

 

Maestro de los maestros         escribidor de mundos nuevos, 

subcreador sin medida,          sugeridor de fantasías, 

nos has llevado al mundo,      uno, mejor, recreado, 

y agradecidos lo alabamos     y admirados nos gozamos.

Tu dirías que Amén,               y nosotros rubricamos.

 

Gracias, dadas, siempre van a ser pocas pues muchas son las sugerencias que el corazón contiene, libre de desilusiones y repleto de lo mejor del mundo subcreado. Y gracias, siempre, merecidas, y pro eso las damos.

 

 

Eleuterio Fernández Guzmán- Erkenbrand de Edhellond