Serie tradición y conservadurismo – Negar el Mal es de necios

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 Nos hacemos conservadores a medida que envejecemos, eso es cierto. Pero no nos volvemos conservadores porque hayamos descubierto tantas cosas nuevas que  eran espurias. Nos volvemos conservadores porque hemos descubierto tantas cosas viejas que eran genuinas.

G.K. Chesterton

Hay un dicho muy conocido que informa de lo que puede pasar cuando no atendemos a lo obvio: “No hay más ciego que el que no quiere ver”. Y así estamos en el mundo… con mucho ciego que no quiere ver porque no le interesa o porque es incapaz de ver lo que pasa.

Sabemos que muchas veces utilizó Jesucristo, Hijo de Dios y Dios mismo hecho hombre, una expresión que dice algo así como que “quien quiera ver, que vea” porque, en efecto, la cosa está más del lado del querer que de la imposibilidad citada arriba como instrumento propio del avestruz ese que esconde la cabeza en la tierra cuando ve venir el peligro…

Ciertamente, el dicho que hemos puesto arriba nos dice que, en efecto, si alguien es ciego, lógicamente, no puede ver nada. Sin embargo, aquella persona que se empeña, pudiendo ver lo que pasa, en no verlo… en fin, que es como para darle de comer aparte y decirle que se lo haga ver.

Eso, hacérselo ver, es lo que recomendamos a todos aquellos que sostienen que el Mal no es más que una posición que podemos tener pero que, en realidad, con ser subjetiva la apreciación de este… bueno, pues que se puede plantear la duda de si existe o no.

Es verdad que eso se suele decir para cubrirse las espaldas cuando se ha hecho una maldad y se pretende disimular. Y eso, a ojos del mundo, es posible que cuele y se tenga por buena cosa pero, como sabemos, Dios todo lo ve y por mucho que se trate de mirar para otro lado… en fin, que si la hemos hecho la acabaremos pagando cuando llegue el momento porque el Tribunal de Dios trabaja todos los segundos que tienen cada uno de los 365 días del año e, incluso, cuando es bisiesto y añadimos un día al mes más corto del año, a saber, febrero. Pues sí, también ese día, segundo tras segundo, el Tribunal de Dios tiene su sala abierta…

Partimos, pues, de la creencia y total seguridad de que el Mal existe y que, por tanto, hay que combatirlo con el Bien que es su natural antagonista y quien le puede poner las peras al cuarto, como diría aquel. Y, claro, sostenemos que muestra una necedad digna de otra causa, quien como aportación al discurso diario de las realidades hace la que dice que no, que el Mal no existe y, claro, ni Satanás ni sus diablos y, claro, tampoco el pecado que es donde, en el fondo, se quiere fijar la atención.

Nosotros sostenemos que el Mal existe por esto que sigue:

-A veces deseamos al Mal para otras personas pues no queremos lo bueno y mejor,

-A veces nos aferramos a doctrinas que son viles o causan daño,

-A veces mentimos,

-A veces ansiamos lo que no es nuestro y, si podemos, hasta podemos llegar a alcanzarlo de forma ilegítima,

-A veces esparcimos calumnias causando daño al prójimo,

-A veces murmuramos sobre el prójimo,

-A veces enseñamos de forma consciente falsas enseñanzas, sembrando el Mal allí donde nos dejen sembrarlo,

-A veces podemos dañar físicamente al prójimo,

-A veces podemos caer en comportamientos inmorales,

-A veces preferimos el tener sobre el ser,

-A veces actuamos con carencia de bondad,

-A veces nos aferramos a lo malo aun sabiendo que lo es,

-A veces traicionamos a nuestro prójimo,

-A veces nos olvidamos de las obras de misericordia,

-A veces no auxiliamos a los enfermos e impedidos,

-A veces nos olvidamos conscientemente de los pobres,

-A veces abusamos de nuestra autoridad sobre otros,

-A veces causamos la desgracia en la vida del prójimo con nuestra actitud,

-A veces somos irresponsables,

-A veces no somos honestos,

-A veces no somos francos y argumentamos sólo lo que nos conviene,

-A veces perdemos el respeto al prójimo,

-A veces cometemos actos delictivos fomentando el Mal en sí mismo considerado,

-A veces no hacemos uso de nuestra capacidad racional y actuamos como seres sin capacidad de razonar, de manera superficial y carnal,

-A veces no seguimos una voluntad firme en defensa del Bien y nos abandonamos en brazos equivocados,

-A veces atendemos sólo a nuestra conveniencia,

-A veces actuamos de forma políticamente correcta aunque sepamos que no está ni medianamente bien,

-A veces prevalece en nuestra vida el respeto humano,

-A veces podemos defender lo que es indefendible,

-A veces no defendemos lo que es defendible por miedo u otra espuria causa,

-A veces causamos calamidades en la vida del prójimo y,

-A veces no atendemos a lo que sabemos es el Bien y promocionamos, en nuestra vida, directamente el Mal y al Mal.

 

Hemos podido ver que no son pocas las ocasiones en las que, haciendo eso que aquí traemos (y, seguramente, muchas personas podrían aumentar mucho esta relación de equivocaciones humanas) lo que manifestamos, no siendo eso bueno ni el Bien, es que el Mal es real como la vida misma.

En muchas ocasiones, de todas formas, en lo que más está interesado Satanás es en que se crea que no existe el Ángel de la perdición o perdido. Y de ahí a decir que el Mal no existe no es que haya un paso o dos sino que es la misma cosa.

Está más que demostrado, con lo apenas aquí dicho, que el Mal es real y más que real y que está en la existencia de cada persona que puebla el mundo desde que el mundo es mundo. Y, aunque, muchas veces lo resistimos y no nos da la santa gana seguir sus indicaciones y hacer efectiva su presencia, no podemos negar que en otras (a lo mejor más que las que lo rechazamos) caemos en la tentación o asechanza de Satanás, a veces, por desgana de oponernos o, incluso, con gozo de caer en ella pues, como sabemos, de todo hay en la viña del Señor.

Por otra parte, una prueba que muestra que en lo que hemos dicho arriba anida y está el Mal es darle la vuelta a eso y ver, por ejemplo, que 

-Debemos siempre desear el Bien para nuestro prójimo,

-Debemos aferrarnos a doctrinas que no causen Mal sino Bien,

-Debemos procurar no mentir,

-No debemos ansiar los bienes ajenos con aviesas intenciones,

-No debemos calumniar al prójimo,

-No debemos dañar al prójimo de ninguna forma,

-No debemos caer en comportamientos inmorales,

-No debemos esparcir murmurar del prójimo,

-Debemos preferir el ser al tener,

-Debemos ser bondadosos,

-No debemos aferrarnos al Mal cuando sabemos que lo es,

-No debemos traicionar al prójimo,

-No debemos olvidar las obras de misericordia,

-Debemos auxiliar al pobre, al impedido o al necesitado y,

-No debemos abusar de nuestra autoridad sobre otros.

No es difícil, como podemos ver, darnos cuenta de que en esto, que es el reverso de lo otro de arriba (del Mal en sí mismo considerado) está la acción de todo aquel que quiera seguir la Voluntad de Dios Todopoderoso y de los muchos consejos que, para eso, nos ofrece su Hijo Jesucristo en las Sagradas Escrituras Últimas (el denominado Nuevo Testamento) o en las Sagradas Escrituras Primeras (el denominado Antiguo Testamento, tan repleto de buenas acciones a llevar a cabo)

Ciertamente, no siempre resulta fácil no hacer el Mal, porque existe como hemos visto aquí, y hacer el Bien, porque también existe, como es lógico pensar. Sin embargo, no es poco cierto que nos conviene más lo segundo que lo primero.

A nosotros, a este respecto, hacer el Mal no nos viene nada bien porque somos, por decirlo así, vigilados por el corazón y los ojos de Dios. Y nada de lo que hacemos o hagamos va a quedar olvidado porque, aunque nuestro Creador es bondadoso y misericordioso tiene una memoria ilimitada y, por tanto, no tiene necesidad de quitar nada para poner otra cosa. Y es que Dios, a tal respecto, tiene una capacidad de olvido que está directamente relacionada con nuestra intención de hacer el bien o, lo que es mismo, que cuando más bien hagamos, mayor será su olvido sobre lo malo que podamos llegar a hacer aunque eso no quite que lo olvide todo, por supuesto.

Es verdad que el tema del Bien y del Mal ha sido siempre uno muy importante y que ha ocasionado y ocasionará, mucha discusión en materia de religión y de comportamiento de los hijos de Dios pero lo que no puede pasar es que sostengamos que el Mal no existe para hacer de nuestra capa un sayo porque, como deberíamos saber, eso no va a colar y a Dios le va a dar, con toda seguridad, exactamente igual. Y es que nos conoce como un Padre que es y nos tiene calados y más que calados.

¡Ah!, y que no venga nadie diciendo eso tan socorrido de que si existe Dios ¿por qué existe el Mal? Pues porque lo provoca el hombre con sus necedades y salidas del camino que lleva al definitivo Reino de Dios, llamado Cielo.

  

Artículo publicado en The Traditional Post. 

Eleuterio Fernández Guzmán

   

Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

 

Panecillo de hoy:

 

Sólo lo bien hecho ha valido y vale la pena.

 

Para leer Fe y Obras.

 

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna. 

2 comentarios

  
Jorge Cantu
Un artículo rico y profundo para leer y meditar.

Con frecuencia vivimos en confusión interior y esa confusión la convertimos en pretexto para la infidelidad hacia Dios.

EFG

Verdaderamente, da usted en el clavo, o, lo que es lo mismo, en el punto exacto de la verdad..
21/06/21 6:20 AM
  
Vicente
El mal existe, pero el Bien es más fuerte que el mal.

EFG

Y menos mal que es así.
21/06/21 12:07 PM

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