InfoCatólica / Eleuterio Fernández Guzmán / Archivos para: Julio 2021

20.07.21

Un amigo de Lolo - “Lolo, libro a libro” - Lo que todo canta

Presentación

Beato Manuel Lozano Garrido, beato Lolo sonriendo

Yo soy amigo de Lolo. Manuel Lozano Garrido, Beato de la Iglesia católica y periodista que vivió su fe desde un punto de vista gozoso como sólo pueden hacerlo los grandes. Y la vivió en el dolor que le infligían sus muchas dolencias físicas. Sentado en una silla de ruedas desde muy joven y ciego los últimos nueve años de su vida, simboliza, por la forma de enfrentarse a su enfermedad, lo que un cristiano, hijo de Dios que se sabe heredero de un gran Reino, puede llegar a demostrar con un ánimo como el que tuvo Lolo.

Sean, las palabras que puedan quedar aquí escritas, un pequeño y sentido homenaje a cristiano tan cabal y tan franco.

Lo que todo canta

 

 

“Santificado seas, Señor

en la ciencia con que el hombre penetra tu misterio

y en la perfección con que redondea la Naturaleza.

‘Santo’ te diga el átomo

que mueve una central de energías

y la mesa de conferencias

que busca una paz.

 

Santificado seas en el bloque de viviendas

que se levanta,

el parque de recreo que se termina,

las industrias que hacen innecesaria la emigración.

 

 

Bendito seas mil veces

cuando se apaga la palabra ‘enemigo’,

nadie murmura de otro,

hasta los pobres pueden entrar en una confitería,

ya las puertas no tienen llave porque

nadie roba,

no hay cárceles ni talonarios de multas,

se echan las gentes el brazo por los hombros

o se nivelan en la mirada a la piel,

el mantel de la masa

el pensamiento y la libertad.

 

 

Santificado, por tu fin, tu nombre,

en el coro con que lo entonan la gratitud filial

de todas las criaturas.” (Mesa redonda con Dios, p. 213)

 

 

 

Cuando abunda lo bueno y cuando se mejora lo malo. Así bendice el Beato de Linares (Jaén, España) a Dios mismo Quien todo eso hace posible. 

Digamos, por cierto, que el texto original que hemos traído hoy aquí no tiene formato de poema sino que lo es en prosa. Sin embargo, desde que lo leímos por primera vez a nosotros nos parecía que ni pintiparado para que fuera expresión poética y así lo hemos puesto. Seguros estamos que Lolo nos perdona esta pequeña licencia. 

De todas formas, creemos que lo que aquí importa está dicho en el propio título de este artículo: “Lo que todo canta”. Y es que el que tiene el pequeño apartado que Lolo escribe en este “Dios al volante” que es el capítulo que estamos trayendo aquí las últimas semanas. 

Lleva, también, un subtítulo y es “Santo” pues no otra es a Quien va dirigido esto que bien parece una oración y un agradecimiento grande pues aquí todo es dar gracias.

 Es verdad que todo lo ha hecho Dios. Sin embargo, es más que bueno darse cuenta de eso para no caer en la tentación de creer que es el hombre quien, con su ciencia, todo lo hace posible. 

Es de agradecer, por tanto, todo lo bueno que pasa al hombre. Y de eso pone ejemplos nuestro linarense universal. Y es que tanto la perfección de la naturaleza (maravillosa y perfecta, podemos decir) como aquello que el ser humano, con su inteligencia (donación de Dios) hace posible y, también, la buena voluntad de buscar la paz en un mundo siempre en conflicto, todo eso, decimos, parte de Dios mismo pues es intención suya la mejor vida de su criatura humana. Y eso es, simplemente, innegable, pues todo lo hizo y mantiene en bien de nosotros, sus hijos. 

Pero hay otro apartado de realidades que tiene mucho que ver con dar las gracias a Quien todo lo hace. Y es que hay muchas cosas que en el mundo pasan que no están bien. Y, sin embargo, también esas pueden ser corregidas. Y ahí Manuel Lozano Garrido pone ejemplos que son, de ordinario, lo más común que existe: cuando no hay murmuraciones, cuando desaparecen los males propiciados por el egoísmo, cuando desaparece todo aquello que supone un daño para el hombre o, en fin, cuando desaparecen las creadas diferencias entre personas en pos de un bien mayor. 

Todo esto que dice Lolo es verdaderamente el meollo de lo que debemos querer como bueno y mejor. Y todo lo agradece a Dios porque sabe muy bien y más que bien que gracias al Padre Eterno lo mejor es posible porque lo ha puesto en nuestros corazones y que lo que queramos como bueno se puede hacer realidad. Y lo llama “Santo”, primero, porque lo es y, luego, además, porque lo parece con su pensar en bien de su descendencia. 

Debemos, por tanto, dar gracias a Dios porque es Santo y porque hace posible lo bueno y mejor que hay en nosotros. Y eso Lolo, se diga lo que se diga, lo hace bien y más que bien.

 

 

Eleuterio Fernández Guzmán

Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano GarridoLolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Saber sufrir, espiritualmente hablando, es un verdadero tesoro.

Para leer Fe y Obras.

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.

19.07.21

Serie tradición y conservadurismo – Seguro que Dios tiene un plan

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 Nos hacemos conservadores a medida que envejecemos, eso es cierto. Pero no nos volvemos conservadores porque hayamos descubierto tantas cosas nuevas que  eran espurias. Nos volvemos conservadores porque hemos descubierto tantas cosas viejas que eran genuinas.

G.K. Chesterton

Qué bien me sé los pensamientos que pienso sobre vosotros-oráculo de Yahveh- pensamientos de paz, y no de desgracia, de daros un porvenir de esperanza

Jeremías, 29, 11

 

Cuando el ser humano se da cuenta, digamos que por el tiempo en el que empieza a tener uso de razón, de que no es posible que esté en el mundo por casualidad sino que debe haber algo más, Alguien más, que haya procurado que esté ahí, justo en el momento de su vida en el que se encuentra, entonces es posible que empiece a preguntarse eso tan socorrido de quién soy, qué hago aquí y, en fin, todo lo que de eso se deriva.

Es muy cierto que Dios da a sus hijos libertad, la libertad. Y la misma, como bien sabemos, puede utilizarse para lo bueno pero, también, para lo malo. Y ahí estamos, siempre lidiando con una cosa y con la otra, sin saber muchas veces las razones de nuestro apego al mal o, mejor, al Mal, con mayúsculas.

Pues bien, llega un momento en la vida del ser humano en el que las preguntas se van haciendo precisas. Ya no vale una respuesta, así, genérica, que pueda salir de la boca de un padre o de una madre o, incluso, de un amigo más avezado en pensares, digamos, más profundos. No. Entonces, queremos saber, de verdad, quiénes somos, qué hacemos aquí y en fin, todo lo de eso se deriva…

El caso es que lo que se deriva de todo eso es, nada más y nada menos, que la propia existencia del hombre o, lo que es lo mismo, su ser en acto y ya no en potencia. Hace mucho tiempo que ha venido a ser y no puede, qué menos, sino preguntarse eso y mucho más.

Aquí hay dos posiciones que suelen ser las más habituales y que son, a saber:

1. La de aquellas personas que no tienen fe y creen que están aquí, en esencia, porque sí.

2. La de aquellas personas que tienen fe y eso lo tienen más que claro, con todo lo que de eso se deriva.

Para el primer grupo de personas, nada de lo que podamos decir que tenga que ver con Dios tiene sentido para ellas. No son capaces de aceptar que hay Alguien, muy superior a sus propias vidas, que es quien todo lo ha creado y mantiene. Por eso no pueden creer que sus realidades tengan nada que ver con tal “Alguien” (al que otros llaman Dios y otros, de otras muchas formas…) y que, al fin y al cabo, ellos se las van a componer por sí solos y que, aquí paz y allí… no dirían gloria sino, más bien, lo que sea que, para tales personas, será siempre nada o, en concreto, la nada más absoluta: después de la muerte…¡se acabó!, ni hay nada ni nadie que pueda sustentar que hay algo.

Es cierto y verdad que tal forma de pensar no ha sido extraña a lo largo de la historia de la humanidad desde que la misma se dio cuenta (pongamos con Abraham) de que no andaba sola por el mundo y que había Alguien que lo estaba acompañando y que lo podía guiar porque, al parecer, sabía lo que hacía…

Esto lo decimos porque seguros estamos que siempre ha habido personas escépticas hacia la existencia misma de Dios y que, al parecer, poca importancia le daban a eso y, también, que siempre ha habido ateos… en fin, que cierto es como que al día le sigue la noche o al revés…

Entonces, para tales personas, el Plan de Dios poca importancia ha tenido, o tiene hoy día, hoy mismo, sino que se aplican el que creen que les conviene con los resultados que, a veces, podemos imaginar sin un sustento espiritual de tanta importancia como es nuestro Creador y Todopoderoso Eterno porque, al fin y al cabo, el Plan al que nos referimos no puede parecer malo y nunca lo puede ser aunque tales personas lo crean innecesario, para su desgracia.

Hay, sin embargo, muchas personas que sí creemos que existe Dios y que el mismo tiene un Plan, así con mayúsculas, para cada uno de nosotros. Y creemos que, por ejemplo, quiere

- Que cumplamos con su santa Voluntad,

- Que no procuremos el alejamiento de su corazón,

- Que estemos siempre a la realidad de ser semilla y ser sal y levadura,

- Que lo tengamos siempre en el centro de nuestra vida,

- Que miremos siempre al Cielo sabiéndolo ahí,

- Que no dilapidemos la libertad que nos ha dado,

- Que tengamos en la oración el centro de nuestra vida,

- Que no pongamos el corazón en aquello que nos sobra,

- Que atesoremos no para el mundo sino para la vida eterna,

- Que seamos, en el buen sentido de la palabra, buenos,

- Que respetemos aquello que se estableció como bueno y mejor,

- Que echemos algo más que un ojo a sus Mandamientos,

- Que tengamos en cuenta las Bienaventuranzas,

- Que hagamos de su Palabra el eje de nuestra vida,

- Que sigamos Su Luz para llegar a su definitivo Reino, llamado Cielo,

- Que…

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17.07.21

La Palabra para el Domingo – 18 de julio de 2021

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Como es obvio, hoy no es domingo 18 sino sábado, 17 de julio de 2021. Esto lo decimos porque hemos publicado hoy el comentario del Evangelio que siempre hemos traído aquí en día, precisamente, domingo. Sin embargo, un amable lector, sacerdote, me hizo la sugerencia de poner el comentario del Evangelio del primer día de la semana, el sábado porque, como es verdad y lamento no haberme dado cuenta, el texto del Evangelio de la Santa Misa del sábado por la tarde es el del domingo siguiente.

También lamento no haberme dado cuenta de que publicando este comentario a determinada hora de España aún es viernes en la América hispana. Por eso, y por cumplir con el horario y que las cosas sean razonables, es publicado este comentario ahora, a esta hora en España cuando ya es sábado en América. Y a lo mejor es posible que haya quien piense que decir esto no hace falta pero con franqueza digo que creo es necesario y más que necesario.

 

 

Mc 6,30-34

 

“30 Los apóstoles se reunieron con Jesús y le contaron todo lo que  habían hecho y lo que habían enseñado. 31     Él, entonces, les dice: ‘Venid también vosotros aparte, a un lugar solitario, para descansar un poco.’ Pues los que iban y venían eran muchos, y no les quedaba tiempo ni para comer. 32 Y se fueron en la barca, aparte, a un lugar solitario. 33 Pero los vieron marcharse y muchos cayeron en cuenta; y fueron allá corriendo, a pie, de todas las ciudades y llegaron antes que ellos. 34 Y al desembarcar, vio mucha gente, sintió compasión de ellos, pues estaban como ovejas que no tienen pastor, y se puso a enseñarles muchas cosas.”

 

 

COMENTARIO

 

Estar como oveja sin pastor

 

Podemos imaginar que, en un mundo donde el pastoreo era una actividad muy importante, que el Hijo de Dios haga uso de determinadas palabras, era cuestión principal y que sostenía su predicación.

Lo que pasa en este texto bíblico es síntoma de necesitar mucho más que alguien a quien escuchar. Muchos buscaban porque, en realidad, no habían encontrado a quien pudiera iluminar sus caminos.

También es más que cierto que el pueblo judío se sentía oveja de un Pastor grande que era Dios. Y a él debían seguirlo. Y eso es lo que quieren hacer bastantes con aquel hombre que enseñaba con autoridad y que muchos conocían, ya, en su casa de Nazaret.

Muchos de ellos, por tanto, no encontraban el camino para llegar al definitivo Reino de Dios. Y seguían a Jesucristo porque veían, en aquel hombre sabio, a un verdadero Mesías, al Mesías. Y eso, como bien sabemos, no le venía nada bien a Quien todo lo iba a dar por sus hermanos y, sobre todo, por los más pobres y necesitados.

También es fácil imaginar que aquel mundo, aquellas tierras de oriente, no eran, en territorio, demasiado extensas. Todos se conocían y no es nada extraño que supiera dónde podía estar Cristo e, incluso, dónde se podía dirigir cuando quería estar a solas con sus Apóstoles para ensañarles. Pero había muchos otros que querían aprender y no podían dejar la oportunidad de escuchar al hijo de María y del carpintero José.

¡Qué dedicación no tendría Cristo que, como se nos dice aquí, no tenía tiempo ni para comer! Y es más que seguro que no hacían remilgos cuando alguien le pedía alguna merced o veía que se necesitaban sus manos y su corazón.

Al parecer no había forma. Y es que fueran donde fueran siempre había gente esperando al Hijo de Dios. Seguramente serían de los más sencillos de entre los del pueblo elegido, aunque no podemos descartar que también estuvieran allí gentes notables y de importancia no pequeña.

Dice el Hijo de Dios que creían que aquellos que allí estaban parecían como ovejas sin pastor. Y eso era más que importante.

Jesucristo conocía y reconocía la situación por la que muchos de aquellos que querían escucharlo no era buena. Muchos eran de los sencillos, de los que lloraban, de los que querían justicia o, en fin, de aquellos a los que se dirigía con un amor más que importante aquel Maestro bueno.

Ellos eran como ovejas, pero no tenían quien las dirigiese. Y querían que fuese Jesucristo quien las condujese a su redil y, también, quien les enseñara a orar y a buscar mejor camino para llegar a Dios. 

Ante aquella situación… ¿qué hacer?

Más de uno de aquellos Apóstoles debió pensar que tampoco iban a descansar en aquella ocasión. ¡Y ellos eran hombres como otros que también necesitaban el reposo! Pero aquel Maestro parecía que nunca se cansaba y no dejaba de enseñar. En realidad, era para lo que había venido al mundo. Y lo cumplía de forma más que eficaz. 

 

PRECES 

 

Pidamos a Dios por todos aquellos que no quieren seguir a Cristo.

Roguemos al Señor.

Pidamos a Dios por todos aquellos que están perdidos en el mundo.

Roguemos al Señor.

  

ORACIÓN

Padre Dios; ayúdanos a querer siempre a tu Hijo.

Gracias, Señor, por poder transmitir esto.

  

Eleuterio Fernández Guzmán 

  

Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

 

Panecillo de hoy:

Palabra de Dios; la Palabra.

Para leer Fe y Obras.

 

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.

 

 

15.07.21

Ventana a la Tierra Media – Una imagen y mil palabras

Conocido es el dicho que habla sobre imágenes y palabras: “Una imagen vale más que mil palabras”. Pero también es cierto que a una imagen se le pueden sacar, al menos, mil palabras para que las mismas hagan comprender mejor la imagen. 

El que esto escribe no siempre está a favor de tal cosa pues es cierto, sí, que una imagen ahorra las palabras (que, digamos, la sustituyen) pero no es poco cierto que mil palabras, para según qué imágenes, pueden decir mucho (a lo mejor todo si pensamos, por ejemplo, en una pintura abstracta) acerca de la imagen. 

Es verdad que la imagen que hemos traído aquí es bien sencilla. Y es que encontramos a J.R.R. Tolkien echando mano de un libro, suponemos que de su biblioteca personal, que, al parecer, es uno de unos cuantos (parece que cuatro) titulado “Gnomo”. Nada, por cierto, más apropiado para el su caso particular… 

Pues bien, toda esta pequeña introducción es para decir que el que esto escribe va a tratar de decir, al menos, mil palabras sobre esto y la imagen supracitada. Y si no explican nada mejor que la misma lo sentiré más que mucho pero, al menos, habrá sido tema de escritura sobre el profesor de Oxford a quien, como vemos con esto, se le puede sacar algo de lo que parece nada… 

Aquí vemos a nuestro amigo (creemos que podemos así llamarle y formar parte de su Compañía…) llevando un libro a sus manos. Y decimos llevando pues también podría sostenerse que lo está dejando. Sin embargo, a nosotros nos gusta pensar que lo coge para leerlo pues eso supone que va a abrir su corazón a su contenido y, además, tal forma de coger el libro indica que lo saca de su sitio pues es comprobable por cualquiera de nosotros que tal forma es la de coger y no la de dejarlo en la estantería donde suele ser la acción ordinaria dejarlo, digamos, vertical y no tocando el borde de la estantería de tal forma… 

Bueno, pues después de esta pequeña digresión sobre el cómo del dejar libros en su sitio, vayamos al meollo de la cosa porque, aunque parezca imposible, lo tiene. 

Pues sí. Aquí vemos que Tolkien padre coge un libro pero podemos imaginar que no somos capaces de identificar el título del mismo aunque hoy día se pueda hacer eso. Pero nosotros, al contrario de la técnica, no la vamos a utilizar y vamos a ver que coge un libro pero no sabemos cuál. 

Existen muchas posibilidades de que haga eso el autor de tantas maravillosas obras. 

Así, por ejemplo, podía hacerlo con alguno de sus preferidos entre los que se habían de contar los referidos a las sagas nórdicas pues es bien sabido (y seguro que lo reconoció en vida) que fueron una fuente interesantísima de inspiración para quien creó El Hobbit. Y en ellas encontraría el buen hombre las emocionantes aventuras que tanto amó y, luego, subcreó. 

Así, por ejemplo, podía hacerlo con uno que tratara de lenguas antiguas, más que antiguas o antiquísimas pues desde bien niño entendió que tal sería su camino (¡Ay aquellos trenes de Gales!) que, como sabemos, en este aspecto (también en éste) fue tan verdaderamente fructífero que llegó a inventar más de unas cuantas…

Así, por ejemplo, podía hacerlo con uno cuyo contenido fuese, en esencia, el mapa, los mapas. Y es que sabemos que también tenía dotes de cartógrafo o, al menos, que gozaba con los mapas y, seguramente por eso, el propio de la Tierra Media es, así dicho, tan bueno o mejor para comprender bien las aventuras de sus personajes. 

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13.07.21

Un amigo de Lolo - “Lolo, libro a libro” - Dios, refugio

Presentación

Beato Manuel Lozano Garrido, beato Lolo sonriendo

Yo soy amigo de Lolo. Manuel Lozano Garrido, Beato de la Iglesia católica y periodista que vivió su fe desde un punto de vista gozoso como sólo pueden hacerlo los grandes. Y la vivió en el dolor que le infligían sus muchas dolencias físicas. Sentado en una silla de ruedas desde muy joven y ciego los últimos nueve años de su vida, simboliza, por la forma de enfrentarse a su enfermedad, lo que un cristiano, hijo de Dios que se sabe heredero de un gran Reino, puede llegar a demostrar con un ánimo como el que tuvo Lolo.

Sean, las palabras que puedan quedar aquí escritas, un pequeño y sentido homenaje a cristiano tan cabal y tan franco.

Dios, refugio

  

“Padre, Tú, caliente sobre nosotros, como una inmensa clueca de alas azules que le diese la vuelta al Universo, Vida nuestra, que estás en el cielo de las estrellas y haciendo estrellas en el cielo de nuestro barro y nuestra piedra. “ (Mesa redonda con Dios, p. 211)

   

Protección,

Auxilio,

Providencia,

Compañía

Consuelo,

Refugio,

Mano tendida,

Corazón dispuesto,

Pasos juntos,

Mismo camino.

 

A nosotros nos sugiere este texto del Beato de Linares (Jaén, España) este pequeño listado con el que queremos tratar de acercar a nuestro corazón lo escrito por Lolo. Y es que, en realidad, es eso y seguramente mucho más pero, eso, eso sí es, por lo menos. 

En este capítulo de su “Mesa redonda con Dios” dijimos que refiérese a que el Padre está al teléfono, por así decirlo, y escucha nuestra llamada. Pero también significa mucho más, como podemos imaginar y como podemos leer en este texto. 

Lolo nos dice, dirigiéndose a Dios directamente, que nuestro Padre del Cielo no está lejos de nosotros sino cerca y más que cerca. Por eso hace uso nuestro amigo de una imagen que es tenida por buena y mejor: Dios es como el ave que, en sus plumas, recoge a sus crías para protegerlas, a lo mejor, de la inclemencia del tiempo pero, también, ante algún posible peligro. Ella siempre está dispuesta a hacer eso porque es madre, la madre. Y algo así pasa con Dios al respecto de nosotros, sus hijos. 

En realidad, habría que ir analizando expresión a expresión y frase a frase aunque aquí, en realidad, sólo haya una. Sin embargo, la misma engendra, en sí misma, muchas formas de entender la relación que Dios tiene con nosotros, sus hijos. 

Así, por ejemplo, nos dice el linarense universal que Dios está “sobre nosotros” con lo cual nos está diciendo que está más que cerca y eso debería hacernos pensar, primero, en la especial protección que recae sobre nuestro corazón pero luego también debería hacernos pensar que como Dios es así y está así… bueno, que deberíamos tener muy en cuenta qué es lo que hacemos en nuestra vida ordinaria y con ella… 

Lo de las “alas azules” al que esto escribe le sugiere como un cielo, como el cielo que está sobre nosotros, que siempre está sobre nosotros porque ha sido puesto ahí por Dios para que esté y nos cobije, en fin, del mundo espacial exterior. Dios, así, primero se preocupó de su descendencia y de su propia supervivencia. 

Así está Dios: sobre nosotros protegiéndonos y, claro, nada alejado de aquellos a los que creó y mantiene. 

Pero hay algo que a nosotros nos parece lo mejor. Dios, que está siempre con nosotros lo está de dos maneras

En primer lugar, en el mismo cielo que creó, allá arriba como imagen que solemos representar como real aunque haya quien diga que eso, el cielo, no es más que un estado espiritual. 

En segundo lugar, Dios no está sólo ahí sino que está perpetuando la existencia del ser humano procurándonos aquello que nos conviene. Por eso dice Lolo que Dios está “haciendo estrellas en el cielo de nuestro barro y nuestra piedra”. Y es que, en efecto, a veces somos barro, moldeable por el corazón del Padre y, a veces, lo que somos es piedra, dura cerviz, incapaz de darse cuenta de lo que nos conviene. 

La imagen que Manuel Lozano Garrido refleja en este texto y que es la de la santa Providencia de Dios, su Amor sobre sus hijos, es aquella que nos permite decir que, en efecto, somos sus hijos pues, como tales, nos protege y todo hace en nuestro bien. 

Dios, refugio. Algo así como saber dónde debemos fijar nuestra atención y no sólo en la adversidad sino, sobre todo, en el bienestar de nuestro corazón. Y es que a eso se le llama dar gracias: por todo y por el Todo.

 

 

Eleuterio Fernández Guzmán

Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano GarridoLolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Saber sufrir, espiritualmente hablando, es un verdadero tesoro.

Para leer Fe y Obras.

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.