Ventana a la Tierra Media – Una imagen y mil palabras

Conocido es el dicho que habla sobre imágenes y palabras: “Una imagen vale más que mil palabras”. Pero también es cierto que a una imagen se le pueden sacar, al menos, mil palabras para que las mismas hagan comprender mejor la imagen. 

El que esto escribe no siempre está a favor de tal cosa pues es cierto, sí, que una imagen ahorra las palabras (que, digamos, la sustituyen) pero no es poco cierto que mil palabras, para según qué imágenes, pueden decir mucho (a lo mejor todo si pensamos, por ejemplo, en una pintura abstracta) acerca de la imagen. 

Es verdad que la imagen que hemos traído aquí es bien sencilla. Y es que encontramos a J.R.R. Tolkien echando mano de un libro, suponemos que de su biblioteca personal, que, al parecer, es uno de unos cuantos (parece que cuatro) titulado “Gnomo”. Nada, por cierto, más apropiado para el su caso particular… 

Pues bien, toda esta pequeña introducción es para decir que el que esto escribe va a tratar de decir, al menos, mil palabras sobre esto y la imagen supracitada. Y si no explican nada mejor que la misma lo sentiré más que mucho pero, al menos, habrá sido tema de escritura sobre el profesor de Oxford a quien, como vemos con esto, se le puede sacar algo de lo que parece nada… 

Aquí vemos a nuestro amigo (creemos que podemos así llamarle y formar parte de su Compañía…) llevando un libro a sus manos. Y decimos llevando pues también podría sostenerse que lo está dejando. Sin embargo, a nosotros nos gusta pensar que lo coge para leerlo pues eso supone que va a abrir su corazón a su contenido y, además, tal forma de coger el libro indica que lo saca de su sitio pues es comprobable por cualquiera de nosotros que tal forma es la de coger y no la de dejarlo en la estantería donde suele ser la acción ordinaria dejarlo, digamos, vertical y no tocando el borde de la estantería de tal forma… 

Bueno, pues después de esta pequeña digresión sobre el cómo del dejar libros en su sitio, vayamos al meollo de la cosa porque, aunque parezca imposible, lo tiene. 

Pues sí. Aquí vemos que Tolkien padre coge un libro pero podemos imaginar que no somos capaces de identificar el título del mismo aunque hoy día se pueda hacer eso. Pero nosotros, al contrario de la técnica, no la vamos a utilizar y vamos a ver que coge un libro pero no sabemos cuál. 

Existen muchas posibilidades de que haga eso el autor de tantas maravillosas obras. 

Así, por ejemplo, podía hacerlo con alguno de sus preferidos entre los que se habían de contar los referidos a las sagas nórdicas pues es bien sabido (y seguro que lo reconoció en vida) que fueron una fuente interesantísima de inspiración para quien creó El Hobbit. Y en ellas encontraría el buen hombre las emocionantes aventuras que tanto amó y, luego, subcreó. 

Así, por ejemplo, podía hacerlo con uno que tratara de lenguas antiguas, más que antiguas o antiquísimas pues desde bien niño entendió que tal sería su camino (¡Ay aquellos trenes de Gales!) que, como sabemos, en este aspecto (también en éste) fue tan verdaderamente fructífero que llegó a inventar más de unas cuantas…

Así, por ejemplo, podía hacerlo con uno cuyo contenido fuese, en esencia, el mapa, los mapas. Y es que sabemos que también tenía dotes de cartógrafo o, al menos, que gozaba con los mapas y, seguramente por eso, el propio de la Tierra Media es, así dicho, tan bueno o mejor para comprender bien las aventuras de sus personajes. 

Así, por ejemplo, podía hacerlo con uno cuyo contenido fuese, en esencia, la geografía. Y es que en cuanto a accidentes geográficos llenó de los mismos los caminos y todo lo que se refiera a su Tierra Media. Así, montañas, ríos, encrucijadas, etc. son esos protagonistas que no hablan pero mucho dicen acerca de su obra. 

Así, por ejemplo, podía hacer con uno cuyo contenido fuese, básicamente, la naturaleza. Y es que la misma es un protagonista en sus libros. Y eso es tan obvio que hay árboles que hablan como, por ejemplo, el gran pastor de árboles Bárbol, gran jefe de la rebelión arbórea contra la morada de Saruman… Y qué decir, por tanto, de los bosques, de las flores, de las praderas y así un largo etcétera. 

Pero también lo podía hacer con uno como es la Biblia. Y es que, aunque no quisiera que su obra fuera alegórica lo bien cierto es que él mismo reconoce que El Señor de los Anillos es, en esencia, una obra católica. Y por eso, mucho del contenido (la lucha del Bien contra al Mal, las virtudes de los personajes que consideramos buenos, el bien hacer las cosas, el entregarse al prójimo, etc.) tiene tanto que ver con su fe católica que es cierto y verdad que la lectura de la Biblia tuvo mucho que decir en todo esto. 

Y así podríamos estar un buen rato porque muchos de los libros que Tolkien padre podría coger de su biblioteca personal serían de su gusto y gozo. Y es que estamos seguros de que tuvieron que influenciar más que mucho en aquello que escribiría y eso, junto a su propia experiencia de vida personal (su viaje a Suiza de joven, su vida en Saherole, en plena naturaleza, su aversión al maquinismo, etc.) fueron instrumentos del corazón que supo muy bien utilizar en beneficio de todos nosotros, sus lectores. 

Ven, ustedes, se pueden decir mil palabras y añadir algo a una imagen. Y aunque es bien cierto que hay quien las podría decir mucho mejor, a nosotros nos parecen suficientes para sostener que J.R.R. Tolkien debió tener muy en cuenta todo lo que había leído o podía leer y que, seguro, no le hacía ascos a un aporte más a lo que serían sus obras escritas, su amor por tanto que otros dijeron en otras obras y con otras palabras.

 

Bueno, en realidad, han sido 1.010.


Eleuterio Fernández Guzmán- Erkenbrand de Edhellond

Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano GarridoLolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Tierra Media: otra Tierra, esta Tierra. 

Para leer Fe y Obras.

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.

1 comentario

  
Sígueme
Es sabido por todos que el profesor Tolkien era una gran perfeccionista. Es sus primeros bocetos o borradores de las historias de la Tierra Media, los elfos no aparecían, inicialmente eran gnomos. Posteriormente los Gnomos fueron sustituidos por la raza de los Elfos.
La palabra Gnomo etimológicamente significa sabiduría...
Saludos!

EFG

Gracias por su sabio comentario.
16/07/21 11:25 AM

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