InfoCatólica / Eleuterio Fernández Guzmán / Archivos para: Enero 2021

7.01.21

J.R.R. Tolkien – Ventana a la Tierra Media – Un buen regalo de Reyes: 2 años de Tolkien, padre.

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Parece mentira que el tiempo pase así de deprisa y que, sí, ya hayan pasado dos años desde que el que esto escribe diera comienzo la aventura inesperada de escribir sobre Tolkien, padre por decirlo en lenguaje propio de la cosa literaria de la que aquí se trata con mayor o menor acierto. 

Ciertamente, hace un año se hizo aquí otro tanto. Entonces, sin embargo, habían pasado sólo doce (¡doce!) meses desde que en enero del año 2019 (y muchos más desde que se fundara la Tierra Media) y también nos parecía extraño que se hubiera podido estirar tanto el hilo que une el corazón de quien esto escribe y el autor de nuestras obras favoritas (les ofrecemos el favor gozoso de que lo sean), preferidas (las tenemos por encima de otras) o, en fin, puestas ahí por aquel profesor de Oxford (aunque no sólo lo fuera de aquella afamada Universidad, claro está, pero ya nos entendemos…) que, no sabiendo ni cómo salió de su subconsciente aquello sobre un Hobbit que vivía, nada más y nada menos, que en un agujero aunque no fuera uno cualquiera sino, precisamente, ¡Un agujero Hobbit!, con todo lo que eso implica de buen vivir… 

Es verdad, tenemos entendido, que al propio J.R.R le gustaba considerarse un Hobbit. Y no sabemos si era por haber sido el personaje sobre el que escribió para que sus hijos se fueran a dormir con el corazón bien lleno de aventuras y por eso se le hizo más cercano aún que los demás personajes o, quizá, porque anhelaba (seguramente soñaba por ser algo inalcanzable) la forma de vivir, la existencia en sí, de aquellos medianos que habían vivido siglos sin darse cuenta de lo que pasaba a su alrededor o mayor lejanía aún. 

Fantásticos mapas de la Tierra Media en alta resolución y en español – El  Anillo Único

Pero, para nosotros, en esta Tierra nuestra (que no es Media, seguro, por desgracia) han pasado ya 24 meses desde que dimos el pistoletazo de salida o, mejor, desde que tiramos la primera flecha en forma de letras que tenía como destino el corazón de los lectores que, con más paciencia que Gandalf ante las trapacerías de los primos de Frodo, han seguido semana a semana lo que aquí, humildemente, hemos dicho por escrito. 

Gracias a Dios, el carcaj no se nos ha vaciado sino que, incomprensiblemente para quien esto escribe (seguramente producto de su ignorancia) las flechas van apareciendo dentro de él como si cayeran del Cielo o, como poco, de las Tierras Imperecederas donde nos podemos imaginar a algún que otro Elfo hacendoso elaborándolas para que nunca se acaben las historias y los cuentos sean siempre contados en cualquier sala preparada a tal efecto donde los niños, y los no tan niños, sueñan con lo que pudieran haber sido si en otros tiempos hubieran vivido. 

Por cierto, hace bien poco alguien muy allegado a quien esto escribe, dada mi insistencia con los temas de Tolkien, con sus libros y todo lo que le rodea, díjome que le gustaría leerse El Señor de los Anillos, pues aún no lo había hecho… 

Y el que esto escribe pensó (y si no lo pensó entonces lo piensa ahora) que era una gran fortuna la de llevarse a los ojos y al corazón semejante obra magna por primera vez cuando aún no ha amanecido en Hobbiton y cuando aún los caminos están por andar, la escarcha por pisar, las montañas por subir y los destinos por cumplirse. Pues al resto de lectores ya avezados en tal lectura lo que nos provoca la misma, otra y otra vez, es el ansia de querer encontrar a los personajes y descubrirles facetas nuevas y, si eso es posible, levantar las copas para brindar con hidromiel por el resultado venturoso de alguna aventura cumplida o, también, pensando en lo que ha de venir con un por si acaso…

J.R.R. Tolkien - Ventana a la Tierra Media – La Comarca de Tolkien –  Gracias, J.R.R.

Y, dígase lo que se quiera decir a tal respecto, eso causa no poca emoción e, incluso, provoca alguna que otra lágrima pues si los Enanos, con su más brava rudeza, son capaces de mostrar un corazón tierno, no se nos va a quitar a nosotros un derecho tan legítimo… 

¡Gracias, pues, amigo Tolkien, por estos dos años, y que vengan muchos más!

Eleuterio Fernández Guzmán- Erkenbrand de Edhellond

6.01.21

Santa y gozosa Epifanía: algo así debió ser

P. Fornos: Epifanía es buscar quien nos conduce a la vida - Vatican News

Es cierto que Dios pudo haber hecho las cosas de otra forma pero, visto lo visto cómo fue la cosa, estuvo más que bien que las cosas pasaran como pasaron y, bueno, no de otra forma. Además, es lo que hay y no lo vamos a cambiar por mucho que pretendan tergiversar las cosas quien quiera hacer eso.

Nosotros, en todo caso, lo que sí podemos hacer es, sabiendo que pasó lo que pasó, sacarle la mayor punta espiritual al episodio aquel de los Magos venidos de lejos y de todo lo que pasó alrededor del Niño, Dios hecho hombre, Emmanuel a más señas.

Allí tenemos a la Sagrada Familia, en aquel habitáculo propio para pastores que van de paso y quieren dejar sus bestias en algún sitio, a resguardo, al menos, de la lluvia y del frío. Y sí, seguramente podría haber sido más grandilocuente la cosa y haber ido a nacer el Hijo de Dios, al menos, en alguna posada, casa particular o, en fin, en cualquier sitio que tuviera un techo construido por el hombre. Sin embargo, tuvo que venir al mundo el Mesías en un lugar hecho por Dios… en una cueva, portal o cómo queramos llamar al sitio aquel.

De todas formas, quería el Padre del Cielo (que para eso es Todopoderoso) que su Hijo viniera al mundo, de padres pobres, en lugar pobre para no ser más que ellos y es que, aunque en verdad lo fuera, se les iba a someter como bien dice la Escritura Santa después de aquello del Templo y de la pérdida del zagal durante tres, ¡tres!, días. Y así sería, desde entonces hasta que, por obediencia, se dejó matar en una Cruz perdonando.

El significativo papel de los pastores en el Portal de Belén durante la  Adoración al Niño Jesús - Religión - COPE

Para eso, de todas formas, aún quedaba mucho. Ahora podemos imaginar la escena: en primer plano, Jesús, María y José; detrás, las bestias que allí andaban ocupando aquel lugar o, al menos, el buey porque podemos pensar que la mula ya la llevaban ellos desde Nazaret; en frente, aquellos que fueron privilegiados por Dios con un aviso más que oportuno o, lo que es lo mismo, los pastores que dejaron a buen recaudo al ganado para ir donde el Ángel les había dicho… no fuera a pensar Dios que no hacían caso a un enviado Suyo. Allí estaban, seguro que llevando algún presente como, por ejemplo, leche para el recién nacido, algún que otro ropaje hecho de lana para proteger de frío a la criatura que, según había oído, era más que importante. En fin… dando lo mejor que tenían y, seguro, hasta entonando alguna que otra cancioncilla que viniera bien al acontecimiento y que bien podríamos tener como los primeros villancicos de la historia pues de todo, por muy bueno que sea ahora, siempre ha tenido su principio… para ser ha debido ser antes, podríamos decir.

Ciertamente, allí estaba aquel Niño, que era Dios mismo. Y se presentaba al mundo como iba a estar en el mundo y que no era de otra forma que pobremente, ante los pobres.

Pero, entonces, aunque no sabemos si fue de forma simultánea o poco después (por tradición creemos que sí), llegan allí unos señores montados en cabalgaduras propias de aquella y de otras más lejanas. Vienen ataviados con ricas ropas y portan presentes, digamos regalos. El caso es que, a pesar de aparentar ser poderosos se postran ante el Niño no sin el asombro de los pastores y de todos los allí presentes y dejan ante sus pequeños pies, como ofrenda, oro, incienso y mirra y entonces ya nadie de los allí presentes duda acerca de su poder en el mundo.

La Virgen María, San José y el Niño Jesús. | Christmas poems, Holy family,  Jesus

Ante aquellos Magos, y Reyes, a saber, se presenta el mundo el Hijo de Dios que es lo mismo que hacerlo ante los poderosos del orbe. Y lo hace, podemos imaginar, con las muchas sonrisas propias de alguien que acaba de venir al mundo.

Cuando Jesucristo se presenta, y recordamos que hoy es un día así, como para presentarse otra vez Cristo a nosotros y a nuestro corazón, lo hace porque quiere estar presente en el mismo y porque nos ama tanto que no quiere alejarse nunca de sus hermanos los hombres que Dios le entregó para que fueran suyos y no perdió, como luego diría a ninguno salvo al hijo de la perdición, de cuyo nombre no queremos acordarnos porque afearía mucho el momento.

Dios se presenta al mundo y, sí, es un Niño indefenso, como cualquiera lo es al nacer. Sin embargo, la semilla del poder del Todopoderoso y Creador también se presentó al mundo entonces. Y eso lo mostraría luego, más tarde, cuando llegó el momento pero ahora, en aquel ahora de entonces, los allí presentes no vieron a un niño que, por pudor (como se dice de la vida de algunos santos con ánimo, en exceso, laudatorio) no quería mamar para vivir sino que tendría hambre como cualquiera la tiene cuando sale del seno materno. Lo que pasa es que el alimento que le dio su Madre estaba lleno de gracia, como ella, y por eso salió el Niño como salió: así, como Dios manda, por decirlo pronto.

Eleuterio Fernández Guzmán

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Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano GarridoLolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Debía presentarse al mundo y se presentó en toda su majestad y humildad.

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Para leer Fe y Obras.

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.   

2.01.21

La Palabra para el Domingo – Sábado, 2 de enero de 2020

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Como es obvio, hoy no es domingo 3 sino sábado, 2 de enero de 2021. Esto lo decimos porque hemos publicado hoy el comentario del Evangelio que siempre hemos traído aquí en día, precisamente, domingo. Sin embargo, un amable lector, sacerdote, me hizo la sugerencia de poner el comentario del Evangelio del primer día de la semana, el sábado porque, como es verdad y lamento no haberme dado cuenta, el texto del Evangelio de la Santa Misa del sábado por la tarde es el del domingo siguiente.  

 

 

Jn 1, 1-18

 

1 En el principio existía la Palabra y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios. 2 Ella estaba en el principio con Dios.  3 Todo se hizo por ella y sin ella no se hizo nada de cuanto existe. 4 En ella estaba la vida y la vida era la luz de los hombres, 5 y la luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la vencieron. 6 Hubo un hombre, enviado por Dios: se llamaba Juan. 7 Este vino para un testimonio, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por él. 8 No era él la luz, sino quien debía dar testimonio de la luz. 9 La Palabra era la luz verdadera que ilumina a todo hombre que viene a este mundo. 10 En el mundo estaba, y el mundo fue hecho por ella, y el mundo no  la conoció. 11 Vino a su casa, y los suyos no la recibieron. 12 Pero a todos los que la recibieron les dio poder de hacerse hijos de Dios, a los que creen en su nombre; 13 la cual no nació de sangre, ni de deseo de hombre, sino que nació de Dios.

14 Y la Palabra se hizo carne, y puso su Morada entre nosotros, y hemos contemplado su gloria, gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de verdad. 15 Juan da testimonio de él y clama: ‘Este era del que yo dije: El que viene detrás de mí se ha puesto delante de mí, porque existía antes que yo.’ 16 Pues de su plenitud hemos recibido todos, y gracia por gracia. 17 Porque la Ley fue dada por medio de Moisés; la gracia y la verdad nos han llegado por Jesucristo. 18 A Dios nadie le ha visto jamás: el Hijo único, que está en el seno del Padre, él lo ha contado.

 

COMENTARIO

 

En el Principio

 

Este texto del evangelio de San Juan es crucial o, mejor, cardinal. Lo es porque nos llega al corazón donde siembra la Verdad. En ella podemos vernos y podemos crecer. A cambio nos pide que la recibamos y no hagamos como aquellos que, viniendo al mundo la Luz, la Palabra, miraron para otro lado e hicieron como sus padres hicieron con otros profetas: despreciaron el mensaje que Dios les llevaba y, de paso, acabaron con sus vidas.

San Juan, en este maravilloso texto, nos habla de la historia de la salvación en estado puro.

La Palabra, el Hijo, estaba frente a Dios en actitud de diálogo. Mientras, en aquel Principio, el Espíritu Santo sobrevolaba las aguas. Y es que el evangelista más  joven de los que fueron toma el relato del Génesis para completar aquello entonces escrito por el amanuense inspirado por la Tercera Persona de la Santísima Trinidad. Y lo hace de forma esplendorosa y, para nosotros, bien gozosa.

La Palabra, que era, que es, Luz, vino al mundo. Fue enviada por Dios para que iluminara la vida de aquellos que el Creador había puesto sobre la faz de la Tierra. Y lo hizo porque sabía que se estaban precipitando hacia el abismo sin darse cuenta y, lo que es peor, aprobando un comportamiento tan alejado de la voluntad del Todopoderoso (¡Alabado sea por siempre!) 

El evangelista nos habla de otro Juan al que bien que conocemos. El Precursor, enviado por Dios para que diera noticia de Quien tenía que venir al mundo.  Y, siendo cierto que muchos no lo recibieron otros sí aceptaron el mensaje que traía al mundo. E introdujo a Jesús bautizándolo.

Pero este texto es muy importante, además de por lo ya dicho, por algo en concreto. Nos dice que los que creen en el Enviado de Dios se convierten en hijos de Dios.

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