InfoCatólica / Eleuterio Fernández Guzmán / Archivos para: Marzo 2013, 05

5.03.13

Un amigo de Lolo- Dejar entrar a Dios

Por la libertad de Asia Bibi.
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Por el respeto a la libertad religiosa
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Enlace a Libros y otros textos.

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Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

El amor de Dios se revela en el corazón de quien quiere dejarle entrar. ¿Tú quieres?

Y, ahora, el artículo de hoy.

Presentación
Manuel Lozano Garrido

Yo soy amigo de Lolo. Manuel Lozano Garrido, Beato de la Iglesia católica y periodista vivió su fe desde un punto de vista gozoso como sólo pueden hacerlo los grandes. Y la vivió en el dolor que le infringían sus muchas dolencias físicas. Sentado en una silla de ruedas desde muy joven y ciego los últimos nueve años de su vida, simboliza, por la forma de enfrentarse a su enfermedad, lo que un cristiano, hijo de Dios que se sabe heredero de un gran Reino, puede llegar a demostrar con un ánimo como el que tuvo Lolo.

Sean, las palabras que puedan quedar aquí escritas, un pequeño y sentido homenaje a cristiano tan cabal y tan franco.

Dejar entrar a Dios

“Dios sólo invade cuando las puertas de un corazón se le abren de par en par y en el umbral le espera la bienvenida de un ‘fiat’”
Manuel Lozano Garrido, Lolo
Bien venido, amor (783)

Dios, como Creador, no es nada egoísta. Está claro que ha de querer que sus hijos, su creación mejor, esté a su lado y se acerque todo lo que se pueda a Quien lo creó y mantiene pero, por encima de eso (que es de esperar que así sea) está lo que la propia creación quiera hacer con su existencia.

Dios, creándonos (y haciéndolo sin nosotros, como dijera San Agustín) nos da la oportunidad de ser. Ahora bien, también sabemos que tenemos un derecho grande que nos otorga Dios cuando nos crea: la libertad.

Somos libres para muchas cosas pero, sobre todo, lo somos para la más importante de todas: aceptar a Dios en nuestro corazón o no aceptarlo.

Aquellos que creen que el Creador es una especie de monstruo que nos tiene sometidos bajo un férreo control, parecen ignorar que cada uno de nosotros, por el hecho mismo de ser hijos de Dios somos, también, libres para decir ¡no! a Quien procuró que viniésemos al mundo. Así actuaríamos de una forma perversa porque de no haber sido por el Todopoderoso ni siquiera seríamos una sombra en la Tierra.

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