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2.07.11

Serie José María Iraburu - 14 - Causas de la escasez de vocaciones

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La escasez de vocaciones es un fenómeno
eclesial muy grave y negativo.
Y no podrá enfrentarse si no se conocen
suficientemente sus causas

Causas de la escasez de vocaciones (C.-e.v.)
Introducción

José María Iraburu

Es evidente y cierto que las vocaciones, bien sea a la vida religiosa en cuanto pertenencia a un instituto religioso, bien sea al sacerdocio, escasean. No es ningún secreto que eso es lo que pasa.

Causa escasez vocaciones

Pero las cosas tienen, han de tener, un por qué, una razón. Al fin y al cabo, existen unas causas más que puestas sobre la mesa por el P. Iraburu de las que vamos a tratar. Negar, por otra parte, que existen tales causas es no reconocer la realidad de las cosas.

Para empezar

Podría parecer otra cosa pero, en realidad, resulta que son las naciones ricas en las que las vocaciones han disminuido. Así, “la Iglesia Católica va disminuyendo mucho en los países ricos, de antigua filiación cristiana, al mismo tiempo que crece notablemente en los países pobres, que fueron evangelizados por aquéllos” (1).

Parece, pues, que existe una relación entre riqueza y descristianización (2). Por eso no hay que perder de vista que “La escasez de vocaciones es un fenómeno eclesial muy grave y negativo. Y no podrá enfrentarse adecuadamente si no se conocen suficientemente sus causas.” (3).

Por lo tanto, no habría más que tratar de descubrir, conocer y corregir las causas que han acabado por hacer que las vocaciones a la vida religiosa y sacerdotal hayan disminuido. Pero no parece que sea de interés hacer tal cosa porque “Sin embargo, de hecho, la búsqueda de las causas de la escasez de vocaciones es un tema tabú. Son muchos los que parecen decididos a eludirlo, como si pensaran: ‘Bastante preocupados estamos con la escasez misma de las vocaciones, y con sus graves consecuencias pastorales, como para que además hubiéramos de ponernos ahora a investigar sus causas. Ya no nos faltaba más que eso’” (4).

En realidad, aquí hay, claro, causas pero también hay, digamos, culpables de que tal realidad espiritual y material haya devenido algo tan palpable. Pero como, en verdad, lo que importa es buscar las causas, el P. Iraburu entiende que no hay que buscar a los culpables porque, al fin y al cabo, “Las Iglesias necesitan urgentemente conocer y reconocer las causas de la ausencia de vocaciones apostólicas, para poner a ese grave mal los remedios necesarios” (5).

Encuentra, José María Iraburu, en la heterodoxia y en la heteropraxis lo que llama “causas principales” (6) de la escasez de vocaciones porque pues es bien cierto que el proceso de tener, de la fe, un concepto, digamos, “muelle” y, por tanto, de practicar la misma de una forma imaginativa ha de tener, como consecuencia, la comisión de errores o, mejor, que basándose en ellos, el espíritu necesario que fundamenta la atracción hacia la vocación, en general, religiosa, se vea defraudado.

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