InfoCatólica / Eleuterio Fernández Guzmán / Archivos para: 2009

25.10.09

La Palabra del Domingo - 25 de octubre de 2009- !Que vea¡

biblia

Mc 10,46-52. Maestro, haz que pueda ver.

46 Llegan a Jericó. Y cuando salía de Jericó, acompañado de sus discípulos y de una gran muchedumbre, el hijo de Timeo (Bartimeo), un mendigo ciego, estaba sentado junto al camino.
47 Al enterarse de que era Jesús de Nazaret, se puso a gritar: «¡Hijo de David, Jesús, ten compasión de mí!»
48 Muchos le increpaban para que se callara. Pero él gritaba mucho más: «¡Hijo de David, ten compasión de mí!»
49 Jesús se detuvo y dijo: «Llamadle.» Llaman al ciego, diciéndole: «¡Animo, levántate! Te llama.» 50 Y él, arrojando su manto, dio un brinco y vino donde Jesús.
51 Jesús, dirigiéndose a él, le dijo: «¿Qué quieres que te haga?» El ciego le dijo: «Rabbuní, ¡que vea!»
52 Jesús le dijo: «Vete, tu fe te ha salvado.» Y al instante, recobró la vista y le seguía por el camino.

COMENTARIO

¡Ut videam! (¡Que vea!)

1.- Bartimeo es un hombre pobre. Ejemplo de la exclusión que suponía, para la sociedad de la época, no ser válido (y no sólo físicamente, pues recordemos la consideración que se tenía del niño y de la mujer) es que había devenido mendigo: un mendigo ciego. Yo no sé si era mendigo por ser ciego o lo era por otra causa, pero, teniendo en cuenta los muchos casos en que en la Escritura se dan casos similares, fácil es pensar que, en esto, sus contemporáneos tampoco habían seguido la Ley de Dios, la de la misericordia. Porque, además, estaba sentado fuera de la ciudad (“salía de allí”, dice el texto), como si estuviera excluido, por si no fuera poco su situación.

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24.10.09

Opus Dei: "'Camino': el camino de la Fe"

Serie “El Camino de la Fe”

San Josemaría

El Camino de la Fe -18
Una virtud como la caridad

“Te duelen las faltas de caridad del prójimo para ti. ¿Cuánto dolerán a Dios tus faltas de caridad —de Amor— para El?”S. Josemaría
Camino, 441

La caridad, en muchas ocasiones, es mal entendida porque se cree que es algo así como una dádiva que los cristianos ofrecemos a los que están peor que nosotros.

Sin embargo, las personas que así piensan no tienen una idea muy clara de lo que tal virtud teologal supone para la vida del discípulo de Cristo.

Así, la caridad supone, para quien se sabe hijo de Dios, una forma de manifestar tal filiación. Y se hace en la seguridad de ser comprendido por el Creador y contemplado por Él.

La caridad se puede entender desde dos puntos de vista: el meramente económico y el va más allá de la economía.

Bien dice el fundador del Opus Dei (punto 466) que “De ordinario, la gente es muy poco generosa con su dinero —me escribes—. Conversación, entusiasmos bulliciosos, promesas, planes. —A la hora del sacrificio, son pocos los que “arriman el hombro". Y, si dan, ha de ser con una diversión interpuesta —baile, tómbola, cine, velada— o anuncio y lista de donativos en la prensa.

—Triste es el cuadro, pero tiene excepciones: sé tú también de los que no dejan que su mano izquierda, cuando dan limosna, sepa lo que hace la derecha".

En realidad, resulta conveniente, para tener un buen desarrollo espiritual, que se haga efectivo aquello de dar sin que nadie, salvo Dios, lo sepa. Sin embargo, tampoco podemos negar que la tendencia humana es hacer que se vea lo que hacemos.

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23.10.09

Eppur si muove - Servir a la Iglesia católica o servirse de ella

A lo largo de los siglos desde que Jesucristo entregó a Pedro, aquel que le negó, como poco, tres veces, las llaves de la Iglesia que, luego, se llamaría católica, nadie ha dicho que sea fácil seguir al Hijo de Dios ni que, por eso mismo, sea, sólo gozoso.

Muy al contrario, bien sabemos que si hay algo que, de forma automática, se atribuye a los discípulos de Cristo, es, precisamente, el símbolo y realidad de la cruz.

Esto, resumiendo su sentido, quiere decir que los maderos que sostuvieron el cuerpo vivificador del Maestro son, también, muestra de lo que tenemos, cada uno de nosotros, que ser: conscientes de un sufrimiento que, en la medida de nuestras posibilidades, tenemos que ser capaces de soportar en la seguridad de que es, más que nada, bueno y benéfico para nuestro espíritu.

San Cipriano, en su obra “Sobre la unidad de la Iglesia católica” dejó algo escrito que resulta de vital importancia y que determina la equivocación en la que, muchas personas, caen: “Nadie puede tener Dios como Padre si no tiene a la Iglesia como madre”.

Hemos hablado de equivocación pero, ¿Dónde está ésta?

Esencialmente, podemos decir que la encontramos en el hecho de que muchos creyentes prefieren, frente a la Iglesia católica, mantener una posición algo extraña: creen, por supuesto, en Dios pero no manifiestan la misma querencia por la Iglesia que, no por casualidad, fundó el mismo Creador hecho hombre y ejerciendo su labor de Mesías y Ungido.

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22.10.09

José Bono tiene que saber que tergiversa la verdad

Cada cual dice lo que dice en la seguridad de que se define con ello.

Por eso, no conviene tratar de tergiversar la realidad de las cosas pretendiendo, con ello, sembrar cierta confusión entre el pueblo de Dios porque, además, no podemos olvidar aquello de la piedra de molino que deben atarse al cuello aquellos que escandalizan a los pequeños de aquel.

Pues hay personas que, al parecer, ignoran tan elementales principios de la doctrina católica y, continuamente, se pronuncian como si fuéramos tontos del haba.

José Bono, Presidente del Congreso de los Diputados y católico según y cómo, es una de tales personas.

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21.10.09

Manifestación contra el aborto: ¿En qué pozo caerá este gozo?

Según dicen los datos, fueron más de un millón de personas las que se manifestaron el pasado 17 de octubre, domingo, por las calles de Madrid entre la Puerta del Sol y la Puerta de Alcalá. Entre puertas, pues, andaba el juego: una por la que entraba la ilusión, el Sol, de los manifestantes; otra por la que, a lo mejor, salía la misma ilusión con un traje de fiesta raído por la misma realidad.

No es que quiera ser aguafiestas ni nada por el estilo. Tampoco es que quiera manifestar un criterio pesimista sobre lo que pasó entonces y de lo cual, por cierto, sólo tengo la imagen de lo visto en medios internáuticos.

Lo que sí quiero ser es, simplemente, realista porque no debemos olvidar aquello que dice que, en realidad, un pesimista es un optimista bien informado.

Pues bien, conocemos a la perfección la naturaleza eminentemente aprovechona que adorna a los políticos. Es más, a muchos de ellos les gusta ser el novio en la boda, el niño en el bautizo y, si me apuran, el muerto en el entierro.

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