29.01.22

La Palabra para el domingo - 30 de enero de 2022

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Como es obvio, hoy no es domingo 30 sino sábado, 29 de enero de 2022. Esto lo decimos porque hemos publicado hoy el comentario del Evangelio que siempre hemos traído aquí en día, precisamente, domingo. Sin embargo, un amable lector, sacerdote, me hizo la sugerencia de poner el comentario del Evangelio del primer día de la semana, el sábado porque, como es verdad y lamento no haberme dado cuenta, el texto del Evangelio de la Santa Misa del sábado por la tarde es el del domingo siguiente.


También lamento no haberme dado cuenta de que publicando este comentario a determinada hora de España aún es viernes en la América hispana. Por eso, y por cumplir con el horario y que las cosas sean razonables, es publicado este comentario ahora, a esta hora en España cuando ya es sábado en América. Y a lo mejor es posible que haya quien piense que decir esto no hace falta pero con franqueza digo que creo es necesario y más que necesario.”

 

Lc 4, 21-30

 

“21 Comenzó, pues, a decirles: ‘Esta Escritura, que acabáis de oír, se ha cumplido hoy.’ 22 Y todos daban testimonio de él y estaban admirados de las palabras llenas de gracia que salían de su boca. Y decían: ‘¿No es éste el hijo de José?’ 23 Él les dijo: ‘Seguramente me vais a decir el refrán: Médico, cúrate a ti mismo. Todo lo que hemos oído que ha sucedido en Cafarnaúm, hazlo también aquí en tu patria.’24 Y añadió: ‘En verdad os digo que ningún profeta es bien recibido en su patria.’ 25 ‘Os digo de verdad: Muchas viudas había en Israel en los días de Elías, cuando se cerró el cielo por tres años y seis meses, y hubo gran hambre en todo el país; 26 y a ninguna de ellas fue enviado Elías, sino a = una mujer viuda de Sarepta de Sidón. = 27 Y muchos leprosos había en Israel en tiempos del profeta Eliseo, y ninguno de ellos fue purificado sino Naamán, el sirio.’ 28 Oyendo estas cosas, todos los de la sinagoga se llenaron de ira; 29 y, levantándose, le arrojaron fuera de la ciudad, y le llevaron a una altura escarpada del monte sobre el cual estaba edificada su ciudad, para despeñarle. 30 Pero él, pasando por medio de ellos, se marchó.”

 

COMENTARIO

Quien acepta la verdad

 

Cuando Jesús lee el texto que se le entrega muchos de los que le escuchan gozan al ver a uno de los suyos (estaba donde había vivido muchos años) es un gran Maestro y están más que contentos con eso. 

Pero el Mal siempre está al acecho y no puede faltar quien dude acerca de que su vecino, a quien conocían perfectamente, pudiera ser el Mesías. El caso es que, a lo mejor, esperaban que el Enviado de Dios llegase al mundo, a vista de todos, en un carro de fuego y de oro para creer que, de verdad, había sido enviado por el Todopoderoso. Y es que no entendían las cosas como, en realidad, eran. Aquellos, además, que eso pensaban, tenían de lo espiritual una visión en exceso mundana y todo lo pasaban por el filtro del siglo. 

De aquí que se pregunten si aquel que había leído aquello y que se atribuía la bondad de las palabras del profeta (“se ha cumplido hoy” les había dicho) no era, acaso, un hijo de un vecino suyo de nombre José y conocido como el carpintero de Nazaret. 

Jesús en la Sinagoga | Ecos de la Palabra

Eso era cierto. Es decir, como sabemos, la paternidad de José sobre Jesús era no de sangre sino de adopción pero, a los ojos de todos, Jesús era, en efecto, el hijo de José y de María.

Al parecer, ser tal hijo quería decir que no era posible que fuera el Mesías esperado. Y es que ellos ignoraban, a lo mejor, que al haber nacido en Belén se cumplía lo escrito en los textos sagrados acerca de dónde debía nacer el Mesías. Y también, al parecer, ignoraban que José era de la familia de David de quien, por cierto, debía nacer el Mesías… 

Era, todo aquello, manifestación excesiva de ignorancia acerca de la voluntad de Dios. Y Jesús no iba a quedar callado. 

Sabe, el Hijo del Creador, que muchos no creen que un su vecino pueda ser una persona tan poderosa como para ser el Mesías. Y es que tienen establecidos unos esquemas espirituales que no quieren romper de ninguna de las maneras. Además, ¿va a ser aquel hombre el Mesías esperado si, ni siquiera, portaba una espada que los pudiera liberar del poder romano? No, para ellos, aquello no era posible. 

Jesús les pone ejemplos. Y ejemplos que a más de uno pone nervioso porque les hace ver que ellos, los judíos, no son los únicos a los que Dios ha prestado su atención a lo largo de la historia. Y es que lo que dice acerca de la viuda de Sarepta o del leproso Naamán (que no eran judíos) les dice que, a lo mejor, ellos no han de ser los únicos beneficiados por la bondad de Dios.

Y ellos, que se sienten el centro del mundo espiritual, estallan de ira. Quieren despeñar a Jesús porque creen que los ha ofendido gravemente cuando, en realidad, sólo les ha dicho la verdad más exacta que ellos deciden ignorar porque, sencillamente, no les conviene.

Era de esperar que Jesús no se dejara zaherir. Y es que el poder de Dios también iba a servir para librarse fácilmente de las manos de aquellos que, no comprendiendo nada de nada de la voluntad del Creador, habían estado demasiado tiempo tergiversándola en beneficio propio.


PRECES

Pidamos a Dios por todos aquellos que no quieren escuchar a Dios. 

Roguemos al Señor.

 

Pidamos a Dios por todos aquellos que miran para otro lado cuando Dios les habla. 

Roguemos al Señor.

 


ORACIÓN

Padre Dios; ayúdanos a escuchar a tu Hijo a través de tu Palabra.



Gracias, Señor, por poder transmitir esto.

El texto bíblico ha sido tomado de la Biblia de Jerusalén. 

 

Eleuterio Fernández Guzmán

    

Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Palabra de Dios; la Palabra.

Para leer Fe y Obras. 

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna. 

26.01.22

Ventana a la Tierra Media - ¿Autocensura?

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Como cualquiera puede imaginar, para poder escribir a lo largo de tres años o, lo que es lo mismo, 36 meses más o menos, se requiere tener una serie de temas que, unas veces, aparecen solos y otras, se crean por el que esto escribe.

Pues bien, estando en la circunstancia de procurarnos algo para escribir relacionado con las cartas que J.R.R. Tolkien escribió a su hijo Christopher (en la guerra el buen hombre por entonces) se dio algo que, en verdad, nos preocupó bastante.

Cierto es que cuando se escribe una carta, y es nuestro autor quien la escribe, muchos temas pueden suscitarse de las letras que la conforman. Sin embargo, me di cuenta (se acabó la tercera persona) de que muchos de los mismos tenían que ver con la religión de la que Tolkien, padre e hijo, eran fieles. Y entonces sucedió.

¿Qué fue lo que sucedió?

Para comprender lo que sucedió hay que repasar lo que, a causa de un artículo publicado aquí mismo sobre la fe de Tolkien, padre, se armó la marimorena en la sede de la Sociedad Tolkien Española. Y fue entonces y no antes cuando el que esto escribe ya llevaba muchos artículos escritos. Pero tuvo que ser entonces y no antes cuando se levantaron voces contra el contenido del mismo pero, sobre todo, con la “forma” de las cosas que, al parecer, para algunas personas es más importante que lo que se diga.

Pues bien… en el momento referido antes (el de elegir tema) yo mismo llegué a pensar que no podía escribir sobre un determinado momento en el que Tolkien padre escribe de realidades espirituales católicas. ¿?

¿?, En efecto, ¿?

¿Cómo era eso posible y, sobre todo, cómo había podido llegar la cosa a tal extremo que uno practicase la autocensura?

El caso es que hace mucho tiempo que no entro al trapo de lo que se diga acerca de la Iglesia católica. Y es que este blog, de nombre “Mera defensa de la fe” nació, precisamente, para repartir mandobles (a espada o mediando hacha… dialécticas) contra todo aquel que, de alguna manera u otra, tuviese en su punto de mira la fe católica, las creencias que eso supone y, en fin, el que cada uno quiera, quiera incardinarse dentro del seno de la única Iglesia verdadera que existe fuera de la cual, como sabemos, no hay salvación.

En esto tengo que decir que no es posible ejercer, contra sí mismo, un arma que suelen utilizar aquellas personas que, no admitiendo lo que otras dicen le procuran el silencio de la forma que sea como si se tratase de alguien apestado. Y es que la censura, sea de la forma que sea y adquiera la realidad que adquiera, tiene que ver, en realidad, con un miedo palpable a que haya quien se convenza por lo que otra persona pueda decir, opinar o sostener. Y eso es lo que aquí pasa. Y, ante eso, lo mejor es que se calle quien pretenda hablar. Es así se sencillo.

Ciertamente, que hay otros muchos temas que salen al paso de uno cuando lee las cartas de J.R.R. Tolkien pero no se puede entender como el único del que no se puede hablar es de la fe del autor de tantos y tantos maravillosos libros cuando él mismo la manifiesta en tales cartas. Es decir, se puede hablar de las lenguas que crea en tales libros, de las ilustraciones que tales libros llevan cuando son del propio autor, de las relaciones entre los personajes y de todo lo que a uno le venga en gana pero si se trata de la fe de quien eso hace… entonces es como si se nombrara a la bicha, como se suele decir.

Es cierto y verdad que, entre los muchos seguidores (a modo de lectores) que tiene J.R.R. Tolkien ha de haber, por fuerza, personas que se digan ateas, agnósticas o seguidoras de otras sectas propias o adquiridas. Sin embargo, no es menos cierto también las hay que son creyentes. Pero no unos creyentes en cualquier fe sino en la misma, en la mismita, que la que tenía quien subcreó la Tierra Media porque no podía creerse Creador al haber solo Uno al que amaba y por Quien se entregaba día a día de su existencia.

A mí, particularmente, me importa un bledo que alguien ateo pueda opinar lo que le parezca sobre la obra de Tolkien. Ahora bien, que se base en su falta de fe para atacar a los que la tenemos es algo que no se puede tolerar pues ya sabemos que los católicos no debemos ser nada tolerantes con los que no nos toleran pues, de otra forma, siempre acabamos aplastados y, sí, es cierto que sabemos que seremos perseguidos pero, qué quieren que les diga, a veces puede llegar a cansar ser el muñeco del pim-pam-pum…

Nosotros, los católicos que somos lectores, seguidores, etc., de Tolkien padre (y podemos decir que hasta del hijo a quien dirigía las cartas) no podemos hacer como si tuviera poca importancia que se zahiera nuestra fe, que se haga de menos lo que creemos y que eso salga gratis. Y es que, como está el mundo como está, a lo mejor hasta cree quien eso hace que hace un favor al mundo poniendo en solfa una fe que, ¡nada de casualidad!, es la misma que tenía quien tanto leen y admiran.

En realidad, la fe no puede separarse de lo escrito por J.R.R. Tolkien y quien crea otra cosa ya podría ir cambiando sus gustos por, por ejemplo, el Juego de Tronos ése.

¡Ah!, y tengo que decir que a mí, personalmente, esto me importa ya nada porque hace unos días he dejado de ser socio de la Sociedad Tolkien Española y bien puedo decir eso de que “con su pan se lo coman”. 

De todas formas, a lo mejor hay quien me pueda llamar cobarde por haber hecho eso pero, qué quieren que les diga, estar bajo el yugo de según quién… vamos, como que no. Y, ciertamente, me alegro de firmar los artículos sólo con mi nombre, sin pseudónimos ni nada por estilo pero, sobre todo, sin indicación alguna del poder que hay quien ejerce creyéndose alguien sobre quien, en realidad, no tiene ninguno o, en todo caso, el que se deje tener cada cual.  Y, eso, como se suele decir… verdes las han segao.

Y como dice Cervantes al final de El Quijote : vale. 

Eleuterio Fernández Guzmán

   

Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano GarridoLolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Tierra Media: otra Tierra, esta Tierra. 

Para leer Fe y Obras.

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.

25.01.22

Cuando Martín Descalzo escribió a Dios: 3- Gestos de cariño de Dios que muchos no entienden

Guillermo Luca de Tena nombra al sacerdote José Luis Martín Descalzo nuevo  Director de la revista BLANCO Y NEGRO - La Hemeroteca del Buitre

Introducción:

José Luis Martín Descalzo o, mejor, el P. José Luis Martín Descalzo (Madridejos, 1930 – Madrid, 1991) fue, como vemos, sacerdote. Pero también fue escritor. Dirigió revistas como “Vida nueva” y “Blanco y Negro”.

Como escritor, es autor, entre otros, de libros como “La frontera de Dios”, a la sazón premio Nadal de 1956, “Lobos, perros y corderos”, de 1978, o ensayos como “Un periodista en el Concilio, 1962-1965” y, por citar una última obra suya, su impagable “Vida y misterio de Jesús de Nazaret” ante la cual cabe descubrirse el sombrero si es que se lleva tal prenda… 

Pero Martín Descalzo también tuvo relación con el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, a quien mantuvo al punto de la noticia de lo que sucedía en el Concilio Vaticano II porque le enviaba, por decirlo así, un boletín con lo que estaba acaeciendo en Roma (fue, Martín, enviado especial de La Gaceta del Norte) y ante lo cual Lolo reaccionaba más que emocionado. 

El caso es que el P. Martín Descalzo llegó a decir Misa en casa de Manuel Lozano Garrido (pues, dadas sus especiales circunstancias física le fue autorizado algo tan excepcional como eso) y quedó vivamente impresionado al ver el aplomo que tenía Lolo y cómo se comportaba teniendo en cuenta la situación por la que estaba pasando desde hacía muchos años. 

Pues bien, este hombre, el P. Martín Descalzo escribió una carta a Dios pocos años antes de ser llamado por el Padre a su Casa (cinco años más o menos). Y a ella nos vamos a dedicar las semanas que Dios quiera.

 

3- Gestos de cariño de Dios que muchos no entienden

 

Me diste primero el ser. Esta maravilla de ser hombre. El gozo de respirar la belleza del mundo. El de encontrarme a gusto en la familia humana. El de saber que, a fin de cuentas, si pongo en una balanza todos esos arañazos y zancadillas recibidos serán siempre muchísimo menores que el gran amor que esos mismos hombres pusieron en el otro platino de la balanza de mi vida. ¿He sido acaso un hombre afortunado y fuera de lo normal? Probablemente. Pero ¿en nombre de qué podría yo ahora fingirme un mártir de la condición humana si sé que, en definitiva, he tenido más ayudas y comprensión que dificultades? Y, además, tú acompañaste el don de ser con el de la fe. En mi infancia yo palpé tu presencia a todas horas. Para mí, tu imagen fue la de un Dios sencillo. Jamás me aterrorizaron con tu nombre. Y me sembraron en el alma esa fabulosa capacidad: la de saberme amado, la de experimentar tu presencia cotidiana en el correr de las horas. 

Hay entre los hombres -lo sé- quienes maldicen el día de su nacimiento, quienes te gritan que ellos no pidieron nacer. Tampoco yo lo pedí, porque antes no existía. Pero de haber sabido lo que sería mi vida, con qué gritos te habría implorado la existencia, y esta, precisamente, que de hecho me diste.

 

Continuamos con la carta que el P. José Luis Martín Descalzo dirige a Dios una vez conocida la enfermedad, cáncer, que padecía. 

En el artículo anterior dijimos que íbamos a tratar de dar explicación a lo que nos dice el P. Martín acerca de que cree que su enfermedad es un don de Dios hacia sí…

Evidentemente, nosotros no estamos en la piel de una persona que, a tan joven edad se siente atrapado por una enfermedad como la que padeció Martín Descalzo. Sin embargo, tenemos sus palabras para tratar de comprender, al menos, lo que pasaba por su corazón en tales momentos. Y si en un principio de esto dijimos que la palabra “gracias” era la que le salía expresar al bueno de Descalzo, el texto de hoy certifica y confirma eso y, a lo mejor, nos ayuda a entender mejor el sentido que, de la enfermedad, tienen algunos creyentes como, por ejemplo (y por traer el ascua a nuestra sardina) el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo. 

Como nos dice el P. Martín, pone en una balanza lo que ha sufrido en el mundo, por un lado y, por otro, en la otra parte que equilibra (si se puede…) los bienes recibidos y, en fin, cree que la cosa le ha ido bastante bien a pesar de los sufrimientos (según dijimos en otro artículo, el segundo de los presentes) que le habían causado otras personas. Y, sin embargo, lo que tiene muy claro es que siempre supo que Dios estaba a su lado. Desde la infancia, como nos dice, comprendió que su Creador no le abandonaba sino que, al contrario, lo amaba y que lo tenía presente siempre, “en el correr de las horas” que es lo mismo que decir a toda hora. 

Es seguro que Martín Descalzo sufría físicamente por su enfermedad. Sin embargo, eso no lo achacaba, por supuesto, a Dios como hacían otras personas que, al parecer, le gritaban a Dios que no le habían pedido nacer. Y eso ha de ser terrible porque es el Todopoderoso Quien insta el ser de sus hijos y no podemos negar que puede llegar a doler al Creador que haya persona que entiendan que el sentido de lo que hace desde el Cielo, en realidad, no tienen sentido para ellas…

Nuestro amigo, sin embargo (gran escritor y, seguro, mejor hombre y sacerdote) tiene las cosas muy claras y no va a arremeter contra Dios por haberlo traído al mundo y, sobre todo, mantenerlo en el mismo a pesar de todos los pesares que pudieran recaer en su vida de hombre. Y es que no va a maldecir el día de su nacimiento (como, al parecer, hay quien sí maldecía) porque las cosas no le hayan ido bien “del todo” como si todo tuviera que ser de color de rosa en la existencia de un ser humano cuando, bien sabemos, que eso nunca es así. 

El P. Martín Descalzo, podemos decir sin temor a equivocarnos, era plenamente feliz, su vida lo había sido y eso lo expresaba en una carta a Dios como la que aquí estamos trayendo. Y es que agradecer al Padre Eterno su propia existencia no es algo que se pueda tomar por baladí o de poca importancia sino, justamente, al contrario. Y casi podemos imaginarlo implorando a “gritos” (como dice en la carta) a Dios su existencia. Y no es nada extraño esto ni nada por el estilo pues sabemos, por fe y creencia, que Dios nos tiene en su corazón desde toda la eternidad y, por tanto, mucho antes de que vengamos al mundo. Y es en tal realidad, pensamos nosotros, en la que Martín Descalzo hubiera gritado a Dios que lo hiciera nacer, que lo creara. 

En realidad, seguramente el P. Martín pensaba que por muchas gracias que diera a Dios nunca serían suficientes… 

 

Continuará…

Eleuterio Fernández Guzmán

Llama Manuel Lozano GarridoLolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Dar gracias a Dios siempre es bueno. 

Para leer Fe y Obras.

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.

24.01.22

Un amigo de Lolo - “Lolo, libro a libro” - Lolo, antes de todo

Presentación

Beato Manuel Lozano Garrido, beato Lolo sonriendo

Yo soy amigo de Lolo. Manuel Lozano Garrido, Beato de la Iglesia católica y periodista que vivió su fe desde un punto de vista gozoso como sólo pueden hacerlo los grandes. Y la vivió en el dolor que le infligían sus muchas dolencias físicas. Sentado en una silla de ruedas desde muy joven y ciego los últimos nueve años de su vida, simboliza, por la forma de enfrentarse a su enfermedad, lo que un cristiano, hijo de Dios que se sabe heredero de un gran Reino, puede llegar a demostrar con un ánimo como el que tuvo Lolo.

Sean, las palabras que puedan quedar aquí escritas, un pequeño y sentido homenaje a cristiano tan cabal y franco.

Continuamos con el traer aquí textos del Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo. Lo hacemos ahora con “Las golondrinas nunca saben la hora“ libro con el que damos comienzo un año nuevo, el 2022. Y, para más información, digamos que se trata de un diario que abarca entre el 2 junio de 1961 y el 20 de agosto de 1965 o, lo que es lo mismo, contempla la vida de Manuel Lozano Garrido durante cuatro años.

Lolo, antes de todo

Manuel Lozano Garrido, «Lolo»

 “Aparece de pronto una foto mía de cuando tuviera veintiún años, meses apenas antes de la enfermedad. No se me ocurrió dejarme bigote más que una vez en mi vida, apenas una semana, y mire usted por ´donde se me vino entonces la idea de hacerme una foto; en ella estoy, ya digo, con el leve mostachito y una insignia en la solapa. Una ilusión y un ideal, buena síntesis de mi vida entonces. La ilusión, hacerse una carrera, crearse un hogar, situarse en el futuro. El ideal, cuajar en el interior una noble y divina figura, vivir con transparencia, ensancharse en el amor a los hombres” (Las golondrinas nunca saben la hora, p. 25)

Es verdad que este texto pudiera parecer extenso. Sin embargo, partiendo de saber que nada de Lolo es nunca demasiado extenso, es que, además, éste en concreto expresa muy bien y más que bien el pensar del Beato de Linares (Jaén, España) en un momento clave de su vida: justo antes de enfermar y de que su vida diera un giro radical de mucho más de 180º, como suele decirse cuando algo ha cambiado más que mucho. 

Podemos decir que Lolo, entonces y según este diario que es “Las golondrinas nunca saben la hora”, estaba haciendo la típica mudanza de casa. Y, como suele ser lo común que siempre pase, al remover las cosas que uno tiene en su antigua residencia sale a la luz aquello que, a lo mejor, hacía tiempo que no se veía. Y es lo que pasa con la fotografía que debía tener unos veinte años al estar fechado este primer apartado del libro el 2 de junio de 1961 y decir Lolo que tenía, cuando la foto, veintiún años. Y, habiendo nacido en 1920… salen muy bien las cuentas (1941). 

En efecto, hemos titulado este artículo “Lolo, antes de todo” pues, en efecto, él mismo dice que fue poco tiempo antes de su enfermedad pero es que, verdaderamente, luego de ella llegó su “todo” y, para sus amigos, “nuestro” todo pues lo que acabó pasando no es, sino, una historia de fe y de valentía. Lo que pasa es que Manuel Lozano Garrido, después de aquellos años pasados, 20, desde aquella foto, nada dice de su buen devenir en la vida dadas sus circunstancias… pues su humildad de verdad se lo impide. Pero a nosotros, mucho menos humildes que Lolo, nada nos impide decir que fueron años más que fructíferos y que los que vendrían, algo más de 10, aún lo serían más… 

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22.01.22

La Palabra para el domingo - 23 de enero de 2022

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Como es obvio, hoy no es domingo 23 sino sábado 22 de enero de 2022. Esto lo decimos porque hemos publicado hoy el comentario del Evangelio que siempre hemos traído aquí en día, precisamente, domingo. Sin embargo, un amable lector, sacerdote, me hizo la sugerencia de poner el comentario del Evangelio del primer día de la semana, el sábado porque, como es verdad y lamento no haberme dado cuenta, el texto del Evangelio de la Santa Misa del sábado por la tarde es el del domingo siguiente.


También lamento no haberme dado cuenta de que publicando este comentario a determinada hora de España aún es viernes en la América hispana. Por eso, y por cumplir con el horario y que las cosas sean razonables, es publicado este comentario ahora, a esta hora en España cuando ya es sábado en América. Y a lo mejor es posible que haya quien piense que decir esto no hace falta pero con franqueza digo que creo es necesario y más que necesario.”

  

Lc 1, 1-4; 4, 14-21


“1 Puesto que muchos han intentado narrar ordenadamente las cosas que se han verificado entre nosotros, 2 tal como nos las han transmitido los que desde el principio fueron testigos oculares y servidores de la Palabra, 3 he decidido yo también, después de haber investigado diligentemente todo desde los orígenes, escribírtelo por su orden, ilustre Teófilo, 4 para que conozcas la solidez de las enseñanzas que has recibido.14 Jesús volvió a Galilea por la fuerza del Espíritu, y su fama se extendió por toda la región. 15 Él iba enseñando en sus sinagogas, alabado por todos. 16 Vino a Nazará, donde se había criado y, según su costumbre, entró en la sinagoga el día de sábado, y se levantó para hacer la lectura.17 Le entregaron el volumen del profeta Isaías y desenrollando el volumen, halló el pasaje donde estaba escrito:18 ‘El Espíritu del Señor sobre mí, porque me ha ungido para anunciar a los pobres la Buena Nueva, me ha enviado a proclamar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, para dar la libertad a los oprimidos’ 19 y proclamar un año de gracia del Señor’.20 Enrollando el volumen lo devolvió al ministro, y se sentó. En la sinagoga todos los ojos estaban fijos en él. 21 Comenzó, pues, a decirles: ‘Esta Escritura, que acabáis de oír, se ha cumplido hoy.’”

 


COMENTARIO


Admirados de la Verdad


Aquel hombre, que era médico y al que, por tanto, se le supone una educación y formación elevada (mucho más que la de los apóstoles escogidos por Jesús) sabía que su labor debía cimentarse sobre datos concretos y no sobre elucubraciones. Por eso, cuando empieza a escribir el relativo de la vida de Cristo lo hace advirtiendo acerca de eso.

Suponemos que aquel Evangelio lo escribía para un tal Teófilo. Sería, como bien dice el propio Lucas, persona importante. Por eso le pone sobre la pista de que el trabajo que va a enviarle está hecho a conciencia porque ha investigado “diligentemente” y no ha dejado nada a la casualidad o a la imaginación. Sabemos, por tanto, que San Lucas escribe este Evangelio y los Hechos de los Apóstoles consciente de lo importante que es hacerlo bien.

Lo que hace Lucas es confirmar lo que han escrito otros. Lo decimos porque escribe diciendo que hace lo que hace para que conozca Teófilo “La solidez de las enseñanzas que has recibido” y no dice, por ejemplo, para “decirte lo que verdaderamente sucedió”. Y es que aquel hombre, médico, sabe que lo que han escrito otros es cierto y lo que él hace es, por eso mismo, confirmarlo tras una ardua investigación.

Escribe, por tanto, acerca de aquel hombre que, llamado Jesús, había sido enviado por Dios. Y lo hace poniendo un ejemplo de cómo, en efecto, aquel hombre, aquel Maestro, reconocía que era, en efecto, el Hijo de Dios.

Vemos a Jesús movido por el Espíritu Santo. No es la primera vez que eso ocurre porque, como sabemos, lo mismo le sucedió cuando fue al desierto tras su bautismo. Pero ahora, ya empezada su vida, llamada, pública, camina enseñando la Buena Noticia: el Reino de Dios ha llegado y es necesaria la conversión del corazón. 

Jesús en la Sinagoga | Ecos de la Palabra

Jesús, como es de imaginar, iría a su pueblo algunas veces. Aquí lo vemos haciendo lo que tiene que hacer: enseñar.

La enseñanza de Jesús, como sabemos, era de las llamadas con “autoridad”. Así mismo lo recogen otros textos evangélicos poniendo en boca de los que le escuchaban aquel “enseña con autoridad” y no como otros que, dándoselas de sabios y entendidos, no sabían explicar ni enseñar.

Pero Jesús sí sabía. Por eso no dejaba pasar ninguna ocasión para que se supiese que había sido enviado al mundo a cumplir una misión de importancia no pequeña.

Podemos decir, a tal respecto, que muchos no acababan de entender lo que quería decir. Por eso ahora, cuando acude a la sinagoga de Nazaret, ve en aquello un momento preciso y precioso para comunicarles algo.

Antes de eso Jesús había caminado mucho y enseñado mucho. Y ahora no iba a dejar de hacerlo. Por eso se levanta a leer el texto que le dan.

Nada más y nada menos que se trata del profeta Isaías que fue aquel que, en varios momentos de sus escritos, muestra cómo será la vida última del Mesías. Y Él, el Mesías, tenía su texto entre las manos e iba a leerlo.

El caso es que Jesús no leyó cualquier parte del libro de Isaías. No, tomó aquella en la que se anuncia que el Mesías anunciará la Buena Noticia y que muchos, cautivos de males físicos y espirituales, sanarán cuando venga enviado por Dios.

Podemos imaginar qué estaban haciendo aquellos que le escuchaban. Jesús no era nada desconocido en su tierra sino que habrían llegado muchas noticias de sus predicaciones y de los hechos extraordinarios que había llevado a cabo. Muchos signos hechos que, para ellos, significaban mucho. Y esperaban, claro, algo de parte de aquel Maestro.

Se sabía, por tanto, que cuando el Mesías llegase a la Tierra pasaría eso: los cautivos del Mal serían liberados (pensemos en los endemoniados), los ciegos verían y, en general, aquellos que estaban oprimidos (por cualquier causa o circunstancia) alcanzarían la libertad. Y eso era lo que había pasado cuando Él había venido al mundo y otros lo habían presentado, porque lo era, como el Cordero de Dios.

Podemos imaginar cómo quedarían muchos con aquellas palabras: unos contentos y felices por ver que había llegado el tan esperado Mesías; otros vivamente preocupados por lo que eso podía suponer para sus intereses al conocer que aquel Mesías no era como esperaban.


PRECES

Pidamos a Dios por todos aquellos que no esperan el regreso del Mesías. 

Roguemos al Señor.

 

Pidamos a Dios por todos aquellos que no quieren escuchar a Cristo.

Roguemos al Señor.


ORACIÓN

Padre Dios; ayúdanos a escuchar las palabras de tu Hijo.

 

Gracias, Señor, por poder transmitir esto.

El texto bíblico ha sido tomado de la Biblia de Jerusalén. 

 

Eleuterio Fernández Guzmán

    

Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Palabra de Dios; la Palabra.

Para leer Fe y Obras. 

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna. 

20.01.22

Ventana a la Tierra Media – Cartas a Christopher: 2- Saber dónde le gustaría estar a uno...

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Como suele ser habitual en J.R.R. Tolkien, para alguien que quiere escribir sobre su obra, es la misma una fuente y corriente inagotable de temas. Y, en concreto, sus “Cartas”(Edición de Minotauro, debemos decir para hacer justicia) son un una que, como dice el Salmo 41 ("Como busca la cierva corrientes de agua…), es de agua vivificante para todo lector y admirador del maestro de Oxford y, en concreto, para su alma.

Como se trata, por tanto, de una posibilidad más que amplia, hemos pensado que sería buena cosa, elegir algunas de las dirigió a su hijo Christopher cuando se encontraba el mismo en plena Segunda Guerra Mundial de la que, gracias a Dios, volvió con vida como hizo su padre en la otra, la Primera, de la que no sólo salió parte de su obra sino mucho del sentido que le dio a la misma. Y la cosa durará, como podemos imaginar, hasta que dure, si ustedes nos entienden… 

Continuamos, por cierto, con la carta que envía el 29 de noviembre de 1943 al hijo citado arriba. Y decía, ahora, esto: 

“Nacimos en una era oscura fuera del momento debido (para nosotros) Pero hay este consuelo: de otro modo no sabríamos lo que amamos o no lo amaríamos tanto. Imagino que el pez fuera del agua es el único que tiene vocación acuática. También tenemos todavía pequeña espadas que somos capaces de utilizar: ‘No me inclinaré ante la Corona de Hierro, ni dejaré caer mi pequeño cetro de oro’. Arroja a los Orcos aladas palabras, hildenæ̃ddran (víboras de guerra), dardos mordientes, pero asegúrate del blanco antes de disparar.”

 

Es cierto y verdad que a algunas personas les parece que no han nacido en la época en la que les hubiera gustado nacer. Y es que su forma de ser y de pensar, a lo mejor, no cuadra mucho con el tiempo en el que les ha tocado vivir. Y eso pasa, lo dice él mismo, con J.R.R. Tolkien e, incluso, con su hijo Christopher. 

El caso es que cuando nuestro autor utiliza el plural para decir esto estamos más que seguros que a su hijo, a quien le dirigía esta carta, no le disgustaba nada la idea que aquí expone. Y es que, bien podemos decir eso de “de tal palo, tal astilla”. 

Muy bien contrapone Tolkien padre la época en la que han nacido ambos con “su” Tierra Media pues no poca verdad decir que el primero es un tiempo oscuro mientras que la segunda es, justamente, todo lo contrario. Y, a pesar de eso (y de saber que poco remedio pueden poner a tal realidad salvo lo que ahora dice) ellos saben que así se dan cuenta de que lo que aman (ya sabemos qué es) lo aman con todas las fuerzas de su corazón

Decir eso no es poco sino, al contrario, mucho y más que mucho pues saben que pueden refugiarse de lo que pasa acudiendo a los caminos propios de la Tierra Media, a los personajes que, por ejemplo con el Hobbit ya los habían recorrido y con los que iban a venir aunque no fuera muy pronto… 

Por otra parte, es muy buena la imagen del pez que, fuera del agua, es el que mejor sabe de lo que supone estar dentro de la misma: la vida misma y no otra cosa. Y eso es lo que pasa con este padre y este hijo que, conociendo bien el mundo en el que están, no dudan lo más mínimo en darse cuenta de que la Tierra Media es el medio vivencial donde mejor respiran y viven, por así decirlo

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18.01.22

Cuando Martín Descalzo escribió a Dios: 2- La verdad íntima de las cosas que nos pasan

Guillermo Luca de Tena nombra al sacerdote José Luis Martín Descalzo nuevo  Director de la revista BLANCO Y NEGRO - La Hemeroteca del Buitre

Introducción:

José Luis Martín Descalzo o, mejor, el P. José Luis Martín Descalzo (Madridejos, 1930 – Madrid, 1991) fue, como vemos, sacerdote. Pero también fue escritor. Dirigió revistas como “Vida nueva” y “Blanco y Negro”.

Como escritor, es autor, entre otros, de libros como “La frontera de Dios”, a la sazón premio Nadal de 1956, “Lobos, perros y corderos”, de 1978, o ensayos como “Un periodista en el Concilio, 1962-1965” y, por citar una última obra suya, su impagable “Vida y misterio de Jesús de Nazaret” ante la cual cabe descubrirse el sombrero si es que se lleva tal prenda… 

Pero Martín Descalzo también tuvo relación con el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, a quien mantuvo al punto de la noticia de lo que sucedía en el Concilio Vaticano II porque le enviaba, por decirlo así, un boletín con lo que estaba acaeciendo en Roma (fue, Martín, enviado especial de La Gaceta del Norte) y ante lo cual Lolo reaccionaba más que emocionado. 

El caso es que el P. Martín Descalzo llegó a decir Misa en casa de Manuel Lozano Garrido (pues, dadas sus especiales circunstancias física le fue autorizado algo tan excepcional como eso) y quedó vivamente impresionado al ver el aplomo que tenía Lolo y cómo se comportaba teniendo en cuenta la situación por la que estaba pasando desde hacía muchos años. 

Pues bien, este hombre, el P. Martín Descalzo escribió una carta a Dios pocos años antes de ser llamado por el Padre a su Casa (cinco años más o menos). Y a ella nos vamos a dedicar las semanas que Dios quiera.

 

2- La verdad íntima de las cosas que nos pasan

 

Ayer mismo recibía la carta de una amiga que acaba de enterarse de mis problemas de salud, y me escribe furiosa: ‘Una gran carga de rabia invade todo mi ser y me rebelo una vez y otra vez contra ese Dios que permite que personas como tú sufran.’ ¡Pobrecita! Su cariño no le deja ver la verdad. Porque -aparte de que yo no soy más importante que nadie- toda mi vida es testimonio de dos cosas: en mis cincuenta años he sufrido no pocas veces de manos de los hombres. De ellos he recibido arañazos y desagradecimientos, soledad e incomprensiones. Pero de ti nada he recibido sino una interminable siembra de gestos de cariño. Mi última enfermedad es uno de ellos.”

  

Continuamos con la carta que el P. José Luis Martín Descalzo dirige a Dios. Y es que, como veremos a continuación no todos vemos las cosas de igual manera sino, muchas veces, de manera más que distinta. 

En efecto, en estas líneas nos damos cuenta de que lo que para una persona puede ser una gran desgracia el sufrimiento para otra, que seguro lo comprende mejor, es algo así como una gracia…. 

 En esto último, es cierto, puede haber opiniones bien distintas pues es seguro que algún lector pensará que no es sino masoquismo creer que es un donde de Dios el sufrimiento por el que se esté pasando. Pero es que, como podemos comprender, hay espíritus muy especiales que son capaces de alcanzar un nivel superior de sobrenaturalidad que es algo así como cuando no entendemos lo que un poeta ha querido decir porque ha sido capaz de profundizar mucho en determinada realidad… Pues algo así nos pasa con Martín Descalzo en esto que nos dice o, al menos, puede haber quien eso crea. 

Cosa común entonces, en su tiempo: recibir una carta (suponemos y estamos seguros de que es “por escrito”, en papel, vamos) Y lo que dice tal persona, una amiga como nos dice Martín, es que no comprende las razones de su sufrimiento, es decir, el del sacerdote a quien le ha enviado tal carta. Y es que le resulta insoportable la idea de que una persona tan buena (en el buen sentido de la palabra, como diría el poeta Antonio Machado)

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17.01.22

Un amigo de Lolo - “Lolo, libro a libro” - ¡Qué gran verdad!”

Presentación

Beato Manuel Lozano Garrido, beato Lolo sonriendo

Yo soy amigo de Lolo. Manuel Lozano Garrido, Beato de la Iglesia católica y periodista que vivió su fe desde un punto de vista gozoso como sólo pueden hacerlo los grandes. Y la vivió en el dolor que le infligían sus muchas dolencias físicas. Sentado en una silla de ruedas desde muy joven y ciego los últimos nueve años de su vida, simboliza, por la forma de enfrentarse a su enfermedad, lo que un cristiano, hijo de Dios que se sabe heredero de un gran Reino, puede llegar a demostrar con un ánimo como el que tuvo Lolo.

Sean, las palabras que puedan quedar aquí escritas, un pequeño y sentido homenaje a cristiano tan cabal y franco.

Continuamos con el traer aquí textos del Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo. Lo hacemos ahora con “Las golondrinas nunca saben la hora“ libro con el que damos comienzo un año nuevo, el 2022. Y, para más información, digamos que se trata de un diario que abarca entre el 2 junio de 1961 y el 20 de agosto de 1965 o, lo que es lo mismo, contempla la vida de Manuel Lozano Garrido durante cuatro años.

¡Qué gran verdad!

 

“¿Qué tememos con que uno muera entre sábanas o que lo paseen por las calles si no ha conseguido subir ni un palmo por la senda de la bondad? (Las golondrinas nunca saben la hora, p. 23)

 

En realidad, lo que subyace en esto que nos dice el Beato de Linares (Jaén, España) es algo muy importante y que deberíamos tener en cuenta a lo largo de nuestra vida. Y es que se trata de una realidad espiritual que no es cosa de un día ni de un día para otro sino que es, exactamente, de siempre y para siempre. Y nos referimos a saber distinguir entre hacer las cosas bien y hacerlas mal, a que hay que escoger.

El caso es que Lolo, que con este capítulo está comenzando este nuevo diario suyo, presenta las cosas según su corazón de creyente cree que deben ser presentadas. Y aquí no vale ninguna clase de subterfugio ni pretender engañar a nadie. No. Aquí sólo vale y sirve la verdad que, desde el corazón y el alma, salen a la calle del mundo cuando escribe esto.

Poco antes de estas palabras escribe Manuel Lozano Garrido, para que se pueda entender mejor el sentido de lo aquí traído hoy, que “nada hay tan bonito, dulce y caliente que el destino a secas, mondo y lirondo”. Y es que, en realidad, dependiendo todo de la santa Providencia de Dios como depende lo que a nosotros nos toca es hacer nuestra parte y procurar hacerla lo mejor posible.

Nos dice Lolo que no debería importarnos cuál es el discurrir, por así decirlo, de nuestros restos ya mortales. Y es que a él nada gusta eso de que el mundo lo tenga a uno por muy importante si, en realidad, lo ha sido poco de cara a Dios y con su Voluntad por delante. Es decir, si no ha habido bondad en su vida y si, por decirlo así, su corazón no ha sido de carne sino de piedra… entonces, de nada van a servir las alabanzas del mundo. Pero de nada y para nada van a ser salvo para el mundo mismo… embebido en sus simplezas, apariencias y necedades…

Sabe muy bien el Beato linarense que lo que somos ahora, mientras vivimos, nos movemos y existimos poco tiene de importancia cuando llega el momento de partir del mundo hacia donde nos corresponda partir según sea nuestro Juicio Particular. Y esto lo decimos por dar poca, o ninguna, importancia al devenir posterior en cuanto a nuestra realidad física. Lo único que importa es lo que hemos sido de cara a Dios y, claro, según la Voluntad que tiene el Padre de que sus hijos se amen unos a otros como él los ha amado. Y si eso no se cumple… entonces no hay miel sobre hojuelas sino negritud sobre negritud.  

Aquí hay algo más que terrible porque muestra el camino que pueden seguir los hijos de Dios cuando el Todopoderoso les ha otorgado la vida para que la misma sea fructífera según entiende El Señor que debe ser y no según cree el ser humano que debe ser… Y esto lo decimos porque dice Lolo que es posible que, al morir, no se haya subido “ni un palmo por la senda de la bondad”.

Debemos leer esto con atención y tratar de entender lo que eso significa para el momento de presentarse ante el Tribunal de Dios pues no es poca cosa sino mucha y más que mucha.

Arriba hemos dicho eso que dijo Jesucristo en un momento determinado cuando le preguntaron sobre el Mandamiento  más importante de la Ley de Dios. Él dijo, como era de esperar, que era “amar a Dios sobre todas las cosas”. Pero luego añadió algo que muchos de los que escuchaban no esperaban y que, seguramente, no querían escuchar: amar al prójimo como nos amamos a nosotros mismos.

Para amar al prójimo hay que tener el nivel de bondad muy elevado pues, de otra forma, nos va a resultar muy difícil hacer lo que debemos que hacer cuando debemos hacerlo y no mirar para otro lado. Y es que amar al prójimo no siempre nos resulta posible y, a veces, creemos que hasta ni conveniente. Y ahí es donde reside la mayor bondad, el saber que debemos amar al prójimo no siete sino setenta veces siete que son las mismas que Cristo dijo a Pedro que tenía que perdonar a su hermano. Cuanto más si no es hermano, digamos, de sangre, a quien debemos perdonar y mostrar bondad sino que es “otro“ prójimo.

Lolo, en realidad, lo que quiere decirnos con esto es que ha de prevalecer la bondad sobre otras “cosas” que nosotros creemos más importantes. Y la verdad es que eso es tan cierto que, como nos dice Manuel Lozano Garrido, poco importa lo que hagan con nosotros una vez muertos pues, primero, Dios todo lo sabe de nosotros y, luego, tendremos el destino merecido.

Eleuterio Fernández Guzmán

Llama Manuel Lozano GarridoLolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Saber sufrir, espiritualmente hablando, es un verdadero tesoro.

Para leer Fe y Obras.

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.

15.01.22

La Palabra para el domingo - 16 de enero de 2022

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Como es obvio, hoy no es domingo 16 sino sábado 15 de enero de 2022. Esto lo decimos porque hemos publicado hoy el comentario del Evangelio que siempre hemos traído aquí en día, precisamente, domingo. Sin embargo, un amable lector, sacerdote, me hizo la sugerencia de poner el comentario del Evangelio del primer día de la semana, el sábado porque, como es verdad y lamento no haberme dado cuenta, el texto del Evangelio de la Santa Misa del sábado por la tarde es el del domingo siguiente.


También lamento no haberme dado cuenta de que publicando este comentario a determinada hora de España aún es viernes en la América hispana. Por eso, y por cumplir con el horario y que las cosas sean razonables, es publicado este comentario ahora, a esta hora en España cuando ya es sábado en América. Y a lo mejor es posible que haya quien piense que decir esto no hace falta pero con franqueza digo que creo es necesario y más que necesario.”

  

Jn 2, 1-11


“1 Tres días después se celebraba una boda en Caná de Galilea y estaba allí la madre de Jesús. 2  Fue invitado también a la boda Jesús con sus discípulos. 3      Y, como faltara vino, porque se había acabado el vino de la boda, le dice a Jesús su madre: ‘No tienen vino.’ 4 Jesús le responde: ‘¿Qué tengo yo contigo mujer?, Todavía no ha llegado mi hora.’ 5 Dice su madre a los sirvientes: = ‘Haced lo que él os diga.’ =6 Había allí seis tinajas de piedra, puestas para las purificaciones de los judíos, de dos o tres medidas cada una. 7 Les dice Jesús: ‘Llenad las tinajas de agua.’ Y las llenaron hasta arriba. 8 ‘Sacadlo ahora, les dice, y llevadlo al maestresala.’ Ellos lo llevaron.9 Cuando el maestresala probó el agua convertida en vino, como ignoraba de dónde era (los sirvientes, los que habían  sacado el agua, sí que lo sabían), llama el maestresala al novio 10 y le dice: ‘Todos sirven primero el vino bueno y cuando ya están bebidos, el inferior. Pero tú has guardado el vino bueno hasta ahora.’ 11  Así, en Caná de Galilea, dio Jesús comienzo a sus señales. Y manifestó su gloria, y creyeron en él sus discípulos.”

 


COMENTARIO     

 
Nos dice este texto del evangelio de San Juan que con esto que contiene Jesús dio comienzo a sus señales porque, al parecer, era necesario que hiciese eso para que, al menos, fuese escuchado…

Bien podemos decir que dio comienzo a sus señales a su pesar. Y es que, como le responde a su Madre, aún no había llegado el momento de manifestarse al mundo. Y es que esto, lo que sucedió en aquella boda, fue una manifestación, una Epifanía, de Jesús. Digamos que es como un decir que el Hijo de Dios ha venido al mundo a cumplir con lo que ha sido establecido por Quien lo engendró y lo hace a plena satisfacción del prójimo.

También hay algo importante. Nos dice San Juan que con aquello que allí sucedió, en Caná de Galilea, los discípulos de Jesús, creyeron.


El caso es que hasta entonces el Emmanuel se había limitado, por decirlo así, a reclutar a los que iban a caminar con Él por los caminos del mundo conocido por ellos para transmitir la Buena Noticia según la cual el Reino de Dios ya había llegado. Seguramente, como bien nos dice aquí San Juan, aún no había manifestado Cristo un poder tan grande como el que aquí muestra. Se habría limitado a instruir a sus discípulos más allegados pero no había demostrado que el poder de Dios estaba en Él y con Él.

No podemos olvidar la intervención de María que aquí muestra un poder nada pequeño sobre su Hijo: un poder de Madre.

Fiesta de boda en Caná – signo de transformación - Crossroads Initiative

Aquella mujer, sabía (porque lo había guardado todo en su corazón) que su Hijo no era un hombre cualquiera: ni por su nacimiento ni por nada de lo que había antecedido podía pensar que era un hombre cualquiera. Sabía, por tanto, María, que era capaz de hacer mucho. 

Seguramente por eso hace lo que hace la Madre.

No puede callar. Ante la situación de aquellos amigos que los habían invitado a la boda no puede hacer otra cosa que dirigirse a su Hijo Jesús. Él puede hacer algo por ellos. Sin duda que María no sabe qué va a hacer pero tiene la confianza absoluta en el que algo puede hacer que los saque de aquella mala situación.

Y María casi ordena a los presentes: “¡Haced lo que Él os diga!” No sabe, decimos, qué va a ser lo que les diga pero espera algo bueno porque sabe que de su hijo sólo puede salir lo bueno y lo mejor.

Jesús se resiste. Y no es que sea mala persona y no quiera hacer uso de sus dones sino que cree que aún no ha llegado el momento de decir al mundo que es Quien es. Pero no puede hacer otra cosa. 

Su Madre insiste. Y es que no se conforma María con que su Hijo le diga que no ha llegado su momento. No. Ella insiste y pide a los tiene que pedir que hagan lo que Él les va a decir. Y algo dirá.

Y lo dice. Más bien lo hace. Transforma el agua en vino o, lo que es lo mismo (y por equiparar situaciones) convierte lo que sería su sangre en Sangre de vida eterna. Eso es lo que haría con el vino de la Última Cena. Y es, a lo mejor, algo que nos muestra lo que luego pasaría aunque es fácil entender que entonces nadie, salvo Él, conocían nada de lo que iba a suceder años después. 

Es más, Jesús saca de donde no hay nada (las tinajas parece que estaban vacías) para entregar a quien lo pide lo mejor que puede entregar: el mejor vino.

Y por cierto, lo mismo que en alguna que otra ocasión dijo a Dios, su Padre del Cielo, acerca de que el Creador escondía las mejores cosas a los sabios y se las daba a entender a los más sencillos, lo mismo hace ahora: son los sirvientes los que conocen lo que ha pasado.  Y el maestresala no se da cuenta de nada. Y es que Dios parece que goza al hacer que los más sencillos accedan a lo mejor porque, con seguridad, tienen el corazón más preparado.


PRECES
 
Pidamos a Dios por todos aquellos que no aceptan la mediación de María.

Roguemos al Señor.

 

Pidamos a Dios por todos aquellos que no creen en la señales del poder de Dios en Cristo.

Roguemos al Señor.

 

ORACIÓN

Padre Dios; ayúdanos a perseverar en la oración y pedir sin cansarnos y dar gracias sin cansarnos.

 

Gracias, Señor, por poder transmitir esto.

El texto bíblico ha sido tomado de la Biblia de Jerusalén. 

 

Eleuterio Fernández Guzmán

    

Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Palabra de Dios; la Palabra.

Para leer Fe y Obras. 

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna. 

12.01.22

Ventana a la Tierra Media – Cartas a Christopher: 1- De ciertas opiniones políticas de Tolkien padre y del reflejo que tienen en su obra

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Como suele ser habitual en J.R.R. Tolkien, para alguien que quiere escribir sobre su obra, es la misma una fuente y corriente inagotable de temas. Y, en concreto, sus “Cartas”(Edición de Minotauro, debemos decir para hacer justicia) son un una que, como dice el Salmo 41 ("Como busca la cierva corrientes de agua…), es de agua vivificante para todo lector y admirador del maestro de Oxford y, en concreto, para su alma.

Como se trata, por tanto, de una posibilidad más que amplia, hemos pensado que sería buena cosa, elegir algunas de las dirigió a su hijo Christopher cuando se encontraba el mismo en plena Segunda Guerra Mundial de la que, gracias a Dios, volvió con vida como hizo su padre en la otra, la Primera, de la que no sólo salió parte de su obra sino mucho del sentido que le dio a la misma. Y la cosa durará, como podemos imaginar, hasta que dure, si ustedes nos entienden…

Cartas, Tolkien | La Bitácora de Ithil

Pues bien, corría el 29 de noviembre de 1943, cuando Tolkien padre dice esto que sigue:


Mis opiniones políticas se inclinan más y más hacia el anarquismo (entendido filosóficamente, lo cual significa la abolición del control, no hombres barbados armados de bombas o hacia la monarquía ‘inconstitucional’. Arrestaría a cualquiera que empleara la palabra Estado (en cualquier otro sentido que no fuera el reino inanimado de Inglaterra y sus habitantes, algo que carece de poder, derechos o mente) y después de darle la oportunidad de retractarse, ¡ejecutarlo si se obstina en no hacerlo!

 

No podemos negar que apuesta fuerte Tolkien padre en lo que dice pero, como es lógico, aquí hay mucho que matizar para que nadie se lleve a engaño. Y es que no conviene andar por el camino equivocado sin llegar a lugar alguno y errando el paseo intelectual por esto se caiga por algún barranco donde algún dragón ideológico esté esperando para devorarlo… 

Pues bien, de estas palabras de J.R.R. bien podemos creer que, en cuanto a pensamiento político nuestro escritor era, en esencia, liberal pues nos muestra una de las razones de ser del liberalismo: cuanto menos intervención estatal mejor. 

Y aún estando nosotros totalmente de acuerdo con esto no se trata aquí de mitinear sobre tal asunto sino ver si, acaso, tal forma de pensar se refleja en su obra escrita pues eso demostrará no poca coherencia y ningún intento de tergiversar su pensamiento por intereses, digamos pecuniarios. 

Algo que no era del gusto particular del autor de El Hobbit (etc.) era, precisamente, lo que supone el control que, desde el Estado, puede llegar a ejercerse sobre la población que lo constituye. 

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