Amigo de Lolo – Frases que bien valen la pena – Provee Dios para nuestro bien
PRESENTACIÓN
Ya son algunos años los que, el que esto escribe, lleva haciendo lo propio sobre el Beato de Linares (Jaén, España) en esta casa de InfoCatólica. Siempre ha valido la pena hacer algo así y aportar, aunque sea, un granito de arena a la comprensión de un creyente tan fuerte y profundo como es Lolo.
El linarense universal, que tanta atracción espiritual tiene para quien lo conoce, no deja de producir interés en aquel que se acerca a su persona a través de su obra. Y es que, no pudiendo hacerlo ahora personalmente o, digamos, en la intimidad de la conversación entre amigos, que lo somos todos aquellos que ansiamos serlo, es seguro que acercarse a Lolo de forma cercana nos viene la mar de bien.
Lolo nos acerca a lo bueno que tiene saber que, cuando se es hijo de Dios la mejor forma de serlo es, sencillamente, siéndolo. Y él es una muestra perfecta de cómo hacer algo que, algunas veces, a muchos nos resulta difícil y a algunos… imposible. Acerquémonos, desde ahora, a la obra misma de Lolo y a su intimidad podríamos decir, con lo que vamos a ganar, seguramente, mucho y más que mucho. Y, para más abundancia de lo bueno y mejor, al final de todo esto les ponemos uno de los aforismos espirituales que publicó Lolo en su libro “Bien venido, amor“. Vamos, miel sobre hojuelas, como se dice en la Biblia pues esto, al fin y al cabo, es cosa del alma de cada cual.
Frases que bien valen la pena –Provee Dios para nuestro bien
“Entra ya en mi experiencia que, en la lucha, entre la enfermedad y nuestro cuerpo, de un lado, y el mal, de otro, participa un nuevo y poderoso elemento, que se llama Providencia, y es de Dios.” (Beato Lolo, de su libro Las estrellas se ven de noche)
Como podemos ver, aquí el Beato Lolo habla de sí mismo porque, es cierto, tiene mucha experiencia acerca de lo que dice y nadie mejor que él puede atestiguar lo referido al sufrimiento y a la enfermedad. Nos fiamos, pues, al cien por cien de sus palabras y, como siempre sucede, debemos extraer de ellas no pocos aprendizajes espirituales que nos ha de venir la mar de bien.
Lo que Lolo nos dice es que, ciertamente, el ya había pasado mucho tiempo con su enfermedad a cuestas pues este libro del que extraemos el texto de hoy, a saber, Las estrellas se ven de noche, fue publicado de forma póstuma en el año 1973 o, lo que es lo mismo, casi dos años después de su muerte. Es decir, que cuando habla de “mi experiencia” bien sabía lo que decía.
Lo que al Beato de Linares (Jaén, España) le decía su enfermedad era que nunca lo iba a dejar… como así fue. Por tanto, que reconocía más bien la lucha que estaba llevando contra ella aunque bien sabía que nunca iba a sanar pues eso ya se lo habían dicho hacía muchos años cuando lo declararon incurable allá por los años 40 del siglo XX al acudir donde debió acudir a “curarse”.
Había, por tanto, una lucha entre su cuerpo y la enfermedad que pretendía dominarlo. Y, como sabemos, salió ganadora de tal lucha aquella que lo llevó al Cielo, eso sí, de forma muy temprana. Pero, como suele decirse, las cosas son como son y fueron como fueron y ante eso… bueno, que nada podemos hacer ni él mismo nada pudo salvo saber muy bien sobrenaturalizar su sufrimiento.
De todas formas, como buen creyente católico que era, sabía a la perfección que podía aferrarse a Alguien, así con mayúscula porque grande a Quien se refería. Sí, Dios mismo es Aquel a quien se refiere nuestro amigo Manuel Lozano Garrido.
Llama “nuevo” y “poderoso elemento” a la Providencia de Dios. Y es que Manuel sabía que por muy mal que lo estuviera pasando siempre debía dejarse caer en las manos de Dios y en lo que su Creador tuviera por bien pensado para su sufrimiento persona.
Sabía muy Lolo que cuando decimos eso de que “Dios provee” no lo hacemos pensando que no es cierto sino todo lo contrario porque es voluntad del Creador tener muy en cuenta qué es lo que necesita su criatura. Y ya podemos imaginar que cuando se trata de dolor y se trata del sufrimiento de alguna de tales criaturas, el Padre Eterno tiene las cosas muy claras.
Dios tuvo que proveer para Manuel Lozano Garrido un corazón fuerte y un alma también fuerte pero, más que nada, limpia. Y eso hizo que nuestro amigo pudiera afrontar su enfermedad con un ánimo que no es demasiado común entre mortales. Y es que ya sabemos lo quejosos que somos cuando sufrimos el más mínimo dolor o cualquier clase de sufrimiento…
Dios tuvo que proveer para el linarense universal una forma de ser que, según dice los que le conocieron, la alegría era una seña de identidad en su forma de comportarse que era algo más que alegría: era fe y era creencia en que Dios nunca lo iba a abandonar como, en efecto, así fue.
Dios tuvo que proveer para aquel “inválido” (como se llama él en el capítulo III de su primer libro, a saber, El sillón de ruedas) algo así como una coraza tan fuerte que nada malo podía pasar a través de ella y lo mantenía libre de toda tentación y toda asechanza del Maligno aunque, es cierto, eso sólo lo podría decir él mismo aunque a nosotros nos parece que eso fue así.
Dios, por tanto, tuvo que proveer para Lolo mucho bueno y eso le hizo ser como fue y, a nosotros, nos hace creer que la santísima Providencia de Dios es como es… perfecta y que en ella no hay equivocación alguna. Ahí está el Beato de Linares para conformarlo de pies a cabeza.
Eleuterio Fernández Guzmán
Panecillos de meditación
Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.
Panecillo de hoy:
Entender el sufrimiento es un bien más que importante.
Aforismos de fe católica: del libro de Lolo “Bienvenido, amor" (120)
“Inmenso foco el sol, proyectado sobre el escenario de la vida, donde el hombre interpreta el papel de personaje en la representación del amor.”
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Para leer Fe y Obras.
Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.