Un amigo de Lolo – Frases que bien valen la pena - Así es como Dios nos ayuda
Ya son algunos años los que, el que esto escribe, lleva haciendo lo propio sobre el Beato de Linares (Jaén, España) en esta casa de InfoCatólica. Siempre ha valido la pena hacer algo así y aportar, aunque sea, un granito de arena a la comprensión de un creyente tan fuerte y profundo como es Lolo.
El linarense universal, que tanta atracción espiritual tiene para quien lo conoce, no deja de producir interés en aquel que se acerca a su persona a través de su obra. Y es que, no pudiendo hacerlo ahora personalmente o, digamos, en la intimidad de la conversación entre amigos, que lo somos todos aquellos que ansiamos serlo, es seguro que acercarse a Lolo de forma cercana nos viene la mar de bien.
Lolo nos acerca a lo bueno que tiene saber que, cuando se es hijo de Dios la mejor forma de serlo es, sencillamente, siéndolo. Y él es una muestra perfecta de cómo hacer algo que, algunas veces, a muchos nos resulta difícil y a algunos… imposible. Acerquémonos, desde ahora, a la obra misma de Lolo y a su intimidad podríamos decir, con lo que vamos a ganar, seguramente, mucho y más que mucho. Y, para más abundancia de lo bueno y mejor, al final de todo esto les ponemos uno de los aforismos espirituales que publicó Lolo en su libro “Bien venido, amor“. Vamos, miel sobre hojuelas, como se dice en la Biblia pues esto, al fin y al cabo, es cosa del alma de cada cual.
Frases que bien valen la pena - Así es como Dios nos ayuda
“Me gusta que se compare a los hombres con los árboles, siempre que se parta de una hermosa semilla. Abajo, la tierra, jugosa, esponjosa y fértil; el sol por encima, rebrillando en la bóveda azul, muy azul, y en medio nosotros, rama que se desgaja. Dios de su mismo corazón, hace un hoyo en el mundo, y nos ahínca profundamente.” (Beato Lolo, de su libro Las Golondrinas nunca saben la hora)
Manuel Lozano Garrido, entre los libros que dio a la luz del mundo, había (y hay) uno que lleva por título “El árbol desnudo”. Se suele tomar como un, a modo, de biografía donde sale muy bien dibujada su misma persona, aunque no con su nombre sino con otro (Andrés)
El caso es que no nos extraña nada que diga Lolo que le gusta que se comparen a los hombres con los árboles porque él mismo, como decimos arriba, hace uso de un árbol para ponerse, por decirlo así, ahí mismo…
Bueno.
El caso es que al Beato de Linares (Jaén, España) tiene a bien hacer uso de la imagen del árbol para poner sobre la mesa una gran verdad: Dios siempre nos echa una mano, aunque a veces tengamos por bueno que lo contrario es lo que pasa.
Debemos tener en cuenta que eso del árbol tiene todo que ver con que la semilla sea buena. Y a la fuerza ha de serlo porque la pone Dios con su santísima Voluntad y Providencia. Ahora bien, eso no es suficiente porque nosotros también debemos poner de nuestra parte.
Dios, pues, pone la semilla. Pero nuestro corazón ha de ser tierra fértil donde pueda fructificar la misma. Y eso, en el caso de Lolo, bien sabemos que lo fue porque dio un tanto por cierto muy alto de fruto (como se dice en la Sagrada Escritura) y, seguramente, sobrepasó el 100% de bendito fruto el que salió de su corazón.
Tierra buena, pues, ha de ser nuestro corazón. Y es que de no serlo resultará muy difícil que la semilla que Dios ha plantado pueda dar algo bueno y que se nos pueda conocer los frutos que demos…
Todas las cualidades de la nuestra tierra, de nuestro corazón, han de cumplirse. Es decir, debe ser un corazón jugoso, ha de ser esponjoso y fértil. Y entonces, al leer esto, es cuando nos damos cuenta rápidamente de que ahí están las razones propias de que nosotros no demos tanto fruto como deberíamos dar. Pero tales son las evidentes condiciones para fructificar.
Acerca de esto, que está más que bien, es seguro podemos decir que no siempre damos fruto (arriba ya hemos apuntado algo) Pero eso no debería hacernos desesperar (que es, además, un grave pecado) sino que, como nos dice Manuel Lozano Garrido, ahí tenemos a Dios, siempre omnipresente en nuestra existencia.
En efecto, cuando creemos que nos estamos desgajando del árbol al que siempre deberíamos estar bien amarrados, aparece Dios para volvernos a plantar. Y es que por eso dice el Beato Lolo que Dios “nos ahínca profundamente” porque, siendo nosotros tan pecadores como somos tiene la santísima paciencia de volvernos a perdonar y querer que empecemos de nuevo, danto frutos…
Bien sabemos que Lolo los dio abundantemente.
Eleuterio Fernández Guzmán
Panecillos de meditación
Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.
Panecillo de hoy:
Entender el sufrimiento es un bien más que importante.
Aforismos de fe católica: del libro de Lolo “Bienvenido, amor”(71)
“¿Cómo es Dios? – ‘Dime primero que Padre. Y ya después lo que quieras’”-
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Para leer Fe y Obras.
Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.
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