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30.12.23

La Palabra del Domingo - Domingo, 31 de diciembre de 2023

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Como es obvio, hoy no es domingo 31 de diciembre de 2023 sino sábado, 30. Esto lo decimos porque publicamos hoy el comentario del Evangelio que siempre hemos traído aquí en día, precisamente, de domingo. Sin embargo, un amable lector, sacerdote, me hizo la sugerencia de poner el comentario del Evangelio del primer día de la semana el sábado porque, como es verdad y lamento no haberme dado cuenta, el texto del Evangelio de la Santa Misa del sábado por la tarde es el del día siguiente, domingo.


También lamento no haberme dado cuenta de que publicando este comentario a determinada hora de España aún es viernes en la América hispana. Por eso, y por cumplir con el horario y que las cosas sean razonables, es publicado este comentario ahora, a esta hora en España cuando ya es sábado en América. Y a lo mejor es posible que haya quien piense que decir esto no hace falta pero con franqueza digo que creo es necesario y más que necesario.  


Lc 2, 22-40


“Cuando se cumplieron los días de la purificación de ellos, según la Ley de Moisés, llevaron a Jesús a Jerusalén para presentarle al Señor, como está escrito en la Ley del Señor: = Todo varón primogénito será consagrado al Señor =  y para ofrecer en sacrificio = un par de tórtolas o dos pichones =, conforme a lo que se dice en la Ley del Señor.  Y he aquí que había en Jerusalén un hombre llamado Simeón; este hombre era justo y piadoso, y esperaba la consolación de Israel; y estaba en él el Espíritu Santo.   Le había sido revelado por el Espíritu Santo que no vería la muerte antes de haber visto al Cristo del Señor. Movido por el Espíritu, vino al Templo; y cuando los padres introdujeron al niño Jesús, para cumplir lo que la Ley prescribía sobre él,  le tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo: ‘Ahora, Señor, puedes, según tu palabra, dejar que tu siervo se vaya en paz;  porque han visto mis ojos tu salvación, la que has preparado a la vista de todos los pueblos,  luz para iluminar a los gentiles  y gloria de tu pueblo Israel. ‘Su padre y su madre estaban admirados de lo que se decía de él. Simeón les bendijo y dijo a María, su madre: ‘Este está puesto para caída y elevación de muchos en Israel, y para ser señal de contradicción – ¡y a ti misma una espada te atravesará el alma! - a fin de que queden al descubierto las intenciones de muchos  corazones.’  Había también una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser, de edad avanzada; después de casarse había vivido siete años con su marido, y permaneció viuda hasta los ochenta y cuatro años; no se apartaba del Templo, sirviendo a Dios noche y día en ayunos y oraciones.  Como se presentase en aquella misma hora, alababa a Dios y hablaba del niño a todos los que esperaban la redención de Jerusalén.  Así que cumplieron todas las cosas según la Ley del Señor, volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret.  El niño crecía y se fortalecía, llenándose de sabiduría; y la gracia de Dios estaba sobre él”.

COMENTARIO

Familia Sagrada, Sagrada Familia

No se puede decir que la familia, la Sagrada Familia, no cumpliese con lo establecido en la Ley de Dios. Ya desde bien pequeño hacen ver a Jesús que ha de ir por ese camino. Luego, claro está, nada extraña que dijera el Mesías que no había venido a derogar la Ley de Dios sino a que se cumpliese porque era, exactamente a lo que había venido. 

Pues bien. En aquel momento correspondía acudir al Templo de Jerusalén para presentar al recién nacido. Sería consagrado a Dios, por ser el primer nacido de María (y único, por cierto) y correspondía hacer una ofrenda. En el caso de aquella pobre familia una que era, en efecto, pobre. 

Pero en aquel histórico momento de la historia de la salvación había dos personajes que estaban llamados a ser importantes. Ambos eran ancianos y los dos servían en el Templo a la espera de la llegada del Mesías. Pero ya no tendrían que esperar más porque Dios había decidido que lo vieran aquel mismo día. 

Simeón y Ana. Dos servidores de Dios que merecían el premio mejor. Y lo iban a tener pues aquellos que buscan al Creador lo acaban encontrando aunque sea en los últimos días de sus vidas en la Tierra. 

Ambos se dieron cuenta, seguro que por inspiración del Espíritu Santo, que aquel niño era uno que lo era muy especial. Simeón se dio cuenta porque el Espíritu de Dios le había soplado en su corazón que debía acudir, aquel día también, al Templo.  Y así, acudiendo, cumplió con la voluntad del Todopoderoso (¡Alabado sea por siempre!). 

Pero Simeón no se conforma con ver aquel momento sino que, cumpliendo las veces de profeta, viene a decir lo que va a pasar con Jesús: muchos actuarán llevados por Él; otros, no lo querrán para nada. Y para María también tiene algo: algo terrible va a pasar con aquel Niño recién nacido y ella lo contemplará atravesándose una espada el alma o, lo que es lo mismo, se verá aquejada por un dolor terrible en el corazón.

El peregrino: La presentación del Señor en el Templo.

Aquel hombre, en efecto y como él mismo dice, puede morir tranquilo. Se ha cumplido la Palabra de Dios que le había sido revelada en el sentido de que no moriría hasta que viese al Mesías. ¿Qué más podía esperar Simeón que no fuera morir e ir al seno de Abraham? Todo se había cumplido. 

Algo parecido la pasa a Ana. Aquella anciana también estaba esperando ver aquel día… y lo vio. No extraña, por tanto, que anduviese por allí alabando a Dios y diciendo a todo el que quisiera escucharla que había visto al Mesías. 

¿Y luego, qué paso? 

Bien que lo dice el evangelista-médico: la sabiduría y la gracia de Dios estaban con el Niño. Y la historia de la salvación había empezado su última etapa. 

PRECES

Por todos aquellos que no esperan la llegada de Dios a sus vidas.

Roguemos al Señor.

Por todos aquellos que rechazan al Niño porque les compromete el corazón.

Roguemos al Señor.

ORACIÓN

Padre Dios; ayúdanos a recibir al Niño que pronto nacerá con todo el amor del que seamos capaces de dar y mostrar.

 
Gracias, Señor, por poder transmitir esto.

  
El texto bíblico ha sido tomado de la Biblia de Jerusalén.

Eleuterio Fernández Guzmán

 

 

Panecillos de meditación

 

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.
 
Panecillo de hoy:

 

Simeón y Ana son testigos de lo que pasó y certifican la divinidad del Niño.


Para leer Fe y Obras.


Para leer 
Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.

 

25.12.23

Era pequeño aquel Niño

El “Príncipe de Paz”: mensaje de Navidad de 2022

Era pequeño. Como cualquier otro ser humano que viene al mundo, el Hijo de Dios era pequeño, casi nada frente a lo que había de pasar. 

Era pequeño. Con sus dificultades, con su no saber nada, con su necesidad de ser alimentado, vestido, cuidado, amado… 

Era pequeño. Aquel al que visitaban los pastores y, a los pocos días, unos señores venidos de muy lejos y que agasajaron con oro, incienso y mirra y se postraron ante Él, era pequeño. 

Era pequeño aquel Niño, así con mayúscula, porque no era un niño cualquiera sino el Hijo de Dios que había sido puesto allí para cumplir con una misión gloriosa y con final doloroso. 

Era pequeño aquel Niño porque debía nacer para que el Bien se reinstalara otra vez en el mundo, para que el mundo supiese de dónde venía el Amor y qué iba a hacer con el Amor aquel pequeño Niño. 

Era pequeño aquel Niño pero, según cuentan, sonreía ante los que le visitaban porque ellos sí sabían lo que hacían y no como otros que ya sabemos… 

Era pequeño aquel Niño porque se sabía protegido por José y por su Madre, María, a la que luego, muchos años después, entregaría para que fuera Madre de todos sus discípulos, hijos también de Dios. 

Era pequeño aquel Niño pero es casi seguro que, en su pequeñez, en aquel cuerpo recién alumbrado, ya tuviera por bueno aquel primer sufrimiento de asomar su cabeza a un mundo que lo recibía con alegría y, en la distancia del poder, con miedo y envidia. 

Era pequeño. Tan pequeño era que tuvo que ser arropado para que no cogiera frio, para que pudiese pasar lo mejor posible aquellas primeras horas de su vida en el mundo porque había venido de Dios y era, Él, Dios mismo ahora hecho Niño pequeño. 

Era pequeño aquel Niño. Todo en Él era pequeño como debía ser para un nuevo hombre que viene al mundo. Y, sin embargo, en aquella pequeñez había divinidad y María lo sabía y guardaba tal verdad en su corazón. 

Era pequeño aquel Niño. Nació como cualquiera, vivió como cualquiera e iba a cumplir con su misión como sólo Él sabría hacer. 

Era pequeño, pequeño, pequeñito aquel lucero que, al alba de su día se presentó como era, como quería Dios que viniera al mundo, como Él ansiaba ser. 

Era pequeño pero iba a suscitar grandes ilusiones y mejores expectativas en aquellos que lo iban a querer y a seguir. 

Aquel Niño era pequeño, aquel Emmanuel que ya estaba entre nosotros hecho carne, Dios divino y cuerpo de Niño, era pequeño como debía ser, todo lo que debía ser y todo lo que sería. 

Aquel Niño era pequeño y nosotros, desde la distancia que dan los siglos pasados desde aquella primera Navidad, queremos agradecer a Dios por aquella tan nuestra pequeñez, por haber sido tan bondadoso con nosotros y enviar a Su Hijo a que sufriera por sus hermanos los hombres. 

Era pequeño, sí, pero era todo y el todo: Todo.

  

Eleuterio Fernández Guzmán

  

Panecillos de meditación

  

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.  

Panecillo de hoy:  

Ha venido Quien debía venir al mundo. Otra y santa vez.  

Para leer Fe y Obras.

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna. 

23.12.23

La Palabra del Domingo - 24 de diciembre de 2023

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Como es obvio, hoy no es domingo 24 de diciembre de 2023 sino sábado, 23. Esto lo decimos porque publicamos hoy el comentario del Evangelio que siempre hemos traído aquí en día, precisamente, de domingo. Sin embargo, un amable lector, sacerdote, me hizo la sugerencia de poner el comentario del Evangelio del primer día de la semana el sábado porque, como es verdad y lamento no haberme dado cuenta, el texto del Evangelio de la Santa Misa del sábado por la tarde es el del día siguiente, domingo.


También lamento no haberme dado cuenta de que publicando este comentario a determinada hora de España aún es viernes en la América hispana. Por eso, y por cumplir con el horario y que las cosas sean razonables, es publicado este comentario ahora, a esta hora en España cuando ya es sábado en América. Y a lo mejor es posible que haya quien piense que decir esto no hace falta pero con franqueza digo que creo es necesario y más que necesario.  

 

Lc 1, 26-38


“Al sexto mes fue enviado por Dios el ángel Gabriel a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María. Y entrando, le dijo: ‘Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.’  Ella se conturbó por estas palabras, y discurría qué significaría aquel saludo. El ángel le dijo: ’No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios; vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús El será grande y será llamado Hijo del Altísimo, y el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reino no tendrá fin.’ María respondió al ángel: ‘¿Cómo será esto, puesto que no conozco varón?’   El ángel le respondió: ‘El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el que ha de nacer será santo y será llamado Hijo de Dios Mira, también Isabel, tu pariente, ha concebido un hijo en su vejez, y este es ya el sexto mes de aquella que llamaban estéril, porque ninguna cosa es imposible para Dios.’   Dijo María: ‘He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.’ Y el ángel dejándola se fue.”

COMENTARIO
 
¡Hágase, Padre, hágase!

Lo que escribe aquel médico llamado Lucas en su evangelio nos muestra hasta dónde puede llegar la confianza, la fe, de alguien que cree en Dios Todopoderoso y sabe que, como es bien cierto, es poco frente a Quien todo lo es y todo lo puede y se sabe, pues, humilde.

Él Ángel Gabriel tuvo mucho trabajo que llevar a cabo, muchas misiones que cumplir en poco tiempo. Ya se había aparecido a Zacarías, esposo de Isabel y padre de Juan el Bautista, para decirle lo que iba a pasar con aquella que llamaban estéril y para demostrar que, para Dios, nada hay imposible. Primero, pues, se debía sembrar para que naciera el Precursor y, luego, tendría que acudir a la casa de una joven virgen para anunciarle, entre otras cosas, que era la “llena de gracia”.

No podemos negar, a nadie se le ocurriría pensar otra cosa, que María, aquella joven a la que se dirigió el Ángel del Señor, estaba turbada. No es fácil saber qué es lo que le estaba pasando cuando le dice aquel enviado de Dios lo que le dice y que pensara, por ejemplo, que aquello no lo comprendía. 

María, sin embargo, no hizo como hiciera meses antes (por lo menos seis) su pariente Zacarías. Él dudó de lo que le decía el Ángel y por eso, por su falta de confianza en Dios, quedó mudo hasta que nació quien llamaría Juan. No. María no duda ante lo que le dice Gabriel. María se extraña, eso sí, de que ella vaya a quedar embarazada sin haber conocido varón pues aún desposada con José no se había ido a vivir con quien se había prometido para ser su marido. Y aquella joven, entregada a Dios, en su virginidad, desde bien pequeña, sabía que no había conocido varón.

He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra» – Reporte  Catolico Laico

Pero María, pues, no duda. Decimos que ante lo que le dice Gabriel, ante aquel “llena de gracia” (liberada, por tanto, del pecado original por Dios Creador) podía haberse dicho, por ejemplo, “bien, creo en lo que dice el Ángel pero no me siento digna de cumplir con tal misión. Le diré que no puedo aceptar tal honor”.

Sin embargo, María, la joven María, no dice eso sino que se somete enteramente a la santa voluntad que, de Dios, le había expresado, su Ángel porque, en realidad, ni quería ni podía hacer otra cosa.

Pero en esto también María es especial. Tampoco se limita a decir sólo, por ejemplo, “bien, acepto” sino que, además añade algo que la define a la perfección y define, también perfectamente, lo que ha de ser un creyente en Dios: “he aquí la esclava del Señor”. Ella se sabe esclava de su Creador y, por eso mismo, no puede, ¡qué menos!, que aceptar lo que le está proponiendo Gabriel. Sabe María que, incluso que vaya a quedar embarazar sin seguir, digamos, el método ordinario y común del ser humano, es algo que no comprende pero que es posible para Dios. Es más, que nada hay imposible para Aquel que todo lo creó y mantiene.

Y el Ángel se fue, la dejó.

Podemos imaginar, al menos imaginarlo, cómo quedaría María, Virgen e Inmaculada, cuando Gabriel la dejó. En aquella soledad tan sonora como era estar con Dios y, es más, saber que lo iba a tener en sus mismas entrañas.

En realidad, sólo podemos imaginarlo y, luego, agradecer una merced tan grande hecha, por el Todopoderoso, a favor de la humanidad entera y completa.

 PRECES

Por todos aquellos que no creen en la venida de Dios mismo hecho hombre.

Roguemos al Señor.

Por todos aquellos que no se dejan inundar por la fe profunda de María.

Roguemos al Señor.

ORACIÓN

Padre Dios; ayúdanos a recibir a tu Hijo Jesús ahora que recordamos que vino para salvarnos.

Gracias, Señor, por poder transmitir esto.

  
El texto bíblico ha sido tomado de la Biblia de Jerusalén.

Eleuterio Fernández Guzmán

 

 

Panecillos de meditación

 

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.
 
Panecillo de hoy:

 

Pasó lo que Dios quiso que pasara.


Para leer Fe y Obras.


Para leer 
Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.

 

18.12.23

Un amigo de Lolo – Campanadas de necesidad – IX Fortaleza

HAGIOPEDIA: Beato MANUEL LOZANO GARRIDO “Lolo”. (1920-1971).

Presentación

Como suele ser habitual con el Beato de Linares (Jaén, España) Manuel Lozano Garrido, más conocido como Lolo, lo que escribe mueve a percibirlo como algo importante. Y eso es lo que ha pasado con esto.

El que esto escribe tiene por buena cosa publicar los artículos que Lolo dio a la luz pública (en los más diversos medios escritos) en la página de la Fundación Lolo. Y, como podemos imaginar, los hay de toda forma y condición cumpliendo siempre la característica de ser más que recomendable su lectura.

Pues bien, cumpliendo con tan gozosa labor, me correspondió publicar un artículo-petición titulado Doce peticiones para doce campanadas” que Lolo había publicado el 8 de enero de 1955 en la revista “Signo”.

Debo reconocer que al leer las tales “campanadas” (referidas las mismas a las primeras del primer día del año) tuve la sensación de que tal texto debía ser difundido lo más y mejor posible porque son unas verdaderas campanadas de necesidad. Y por eso, a partir de hoy mismo, paso a publicar, con la ayuda de Dios, una a una, las doce de las que habla el texto con un humilde comentario del que esto escribe que es, sin duda, lo peor de todo lo que aquí se va a traer…

Vamos a poner siempre el texto que precede a las campanadas que es el que sigue:

Estoy ante Ti, Señor, en este instante fugaz, a caballo de dos tiempos. Hace frío, y hace ahora en raro crepitar de estrellas. Se diría que todo descansa, pero el silencio de ahora nace de un duermevela electrizante.

¡Ves, Señor! En tus plazas y pueblos se han congregado muchedumbres con las frentes en alto; pero Tú no te hagas ilusiones, porque esos ojos que se describirán de ansiedad están hoy polarizados apenas por la estricta circulación de un reloj. Es absurdo, mi Cristo, pero así es. “Entonces- dirás, ¿es que al fin se reúnen para amarse?” No; en el fondo, esas células que integran lo que se llama la multitud tienen entre sí la repelencia de lo egocéntrico. Para ellos, en la autopista del tiempo corren hoy sólo dos leves saetas la carrera de lo personal. Apenas cuando crucen conjuntamente la cinta de las doce oirás el estruendo con que cada uno festeja el aparente hallazgo de un seguro de vida.

Para entonces, quiero ofrendarte mi súplica.

He oído ya la puesta en marcha de una sonajería y el martillo de bronce está en alto para la danza de las horas y el rigodón de la vida. En su honor, barrena ya la noche la pacífica metralla del champán y de lo que pudo ser tu sangre, el vino. Pero antes que con las burbujas llegue hasta tu rostro la afrenta que omite la gratitud a tu nombre, tolera que te envíe, como doce recursos de urgencia, los telegramas de otras tantas súplicas para cada una de las doce campanadas que inician el año.”

Y, a continuación, lo que corresponde a cada una de ellas.

Campanadas de necesidad – IX FORTALEZA

IX

FORTALEZA

“El dolor tronante y la tortura de los mártires se dilata hoy en la Iglesia aherrojada. El mundo es ya como un inmenso clamor de tormento. Señor, que los del Silencio sean fuertes en la confesión de la fe. Para nosotros, esa no menos necesaria fortaleza para la tentación en acecho.“

No podemos negar que una virtud como es la Fortaleza nos viene la mar de bien a todos los que nos consideramos hijos de Dios y discípulos de Cristo. Por eso Lolo la pone aquí y nosotros la tenemos por una campanada de necesidad primordial pues no son pocas las veces en las que tenemos que abocarnos a ella.

Pues bien, Manuel Lozano Garrido nos dice algo que es muy importante y que siempre deberíamos tener en cuenta: hay muchas personas que sufren en el mundo y, es más, muchas personas a las que consideramos mártires por ser testigos de un Hijo, de un Padre y de un Espíritu Santo sin venirse abajo por muy malas que sean las circunstancias por las que deban pasar.

Lo que decía Lolo en su tiempo, eso de que “el mundo es ya como un inmenso clamor de tormento” nos lo podemos aplicar a hoy mismo, algunos decenios después de que escribiera nuestro amigo de Linares (Jaén, España) estas palabras que no eran, sino, testimonio de una situación que los hijos de Dios llevan soportando desde que envió a su Hijo al mundo para que el mundo se salvase.

Por tanto, ante tal situación, echar mano de la “Fortaleza” nos ha de venir la mar de bien porque con ella podemos hacer frente a todo lo que nos puede venir de cara y la cara no sea muy buena que digamos…Pero lo que aporta Lolo, y que le pide a Dios, es que aquellas personas que han de pasar por duras pruebas y las pasan en “silencio” (sin hacer mención, siquiera, de su sufrimiento y soportándolo espiritualmente de forma insuperable) no dejen de hacer tal “confesión de fe” que es como decir que nunca se apeen de la misma y la mantengan pese a las circunstancias que pese o por las que puedan pasar. Y es que casi podemos imaginar que el fruto de tales “silencios” también revierten en todos los que creemos que eso es, en sí mismo, buena cosa para el alma propia y ajena.

Pero, al parecer, a Lolo no le parece suficiente con pedir a Dios que el prójimo sufriente se mantenga en su fe. Es decir, que también tiene que pedirle al Todopoderoso, por todos aquellos que, en un momento u otro, somos “invitados” por el Maligno a caer en la tentación que, como bien dice el linarense universal, está, “en acecho” que es lo mismo que decir que está siempre preparada para cumplir con su maléfica misión. Y para eso también hace falta que la Fortaleza nos coja de su mano o, mejor, que nosotros nos cojamos de la suya.

La Fortaleza, pues, apoya en nosotros la voluntad de resistir ante lo que nos pueda hacer daño y, sobre todo, nos auxilia y ayuda a permanecer fieles a Dios que, digámoslo pronto, no es poca cosa, como muy bien sabía Lolo.

Eleuterio Fernández Guzmán

Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Campanadas que enmudezcan lo mundano siempre valen la pena y a nuestra alma bien le vienen.

Aforismos de fe católica: del libro de Lolo “Bienvenido, amor” (48)

“Dios es un Mississippi de ternura, con manantial en su corazón y ancha vertiente en el mar de los hombres”. ”

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Para leer Fe y Obras.

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.

16.12.23

La Palabra para el Domingo - 17 de diciembre de 2023

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Como es obvio, hoy no es domingo 17 de diciembre de 2023 sino sábado, 16. Esto lo decimos porque publicamos hoy el comentario del Evangelio que siempre hemos traído aquí en día, precisamente, de domingo. Sin embargo, un amable lector, sacerdote, me hizo la sugerencia de poner el comentario del Evangelio del primer día de la semana el sábado porque, como es verdad y lamento no haberme dado cuenta, el texto del Evangelio de la Santa Misa del sábado por la tarde es el del día siguiente, domingo.


También lamento no haberme dado cuenta de que publicando este comentario a determinada hora de España aún es viernes en la América hispana. Por eso, y por cumplir con el horario y que las cosas sean razonables, es publicado este comentario ahora, a esta hora en España cuando ya es sábado en América. Y a lo mejor es posible que haya quien piense que decir esto no hace falta pero con franqueza digo que creo es necesario y más que necesario.  

 

Jn 1, 6-8. 19-28

  
“Hubo un hombre, enviado por Dios: se llamaba Juan.  Este vino para un testimonio, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por él.  No era él la luz, sino quien debía dar testimonio de la luz. Y este fue el testimonio de Juan, cuando los judíos enviaron donde él desde Jerusalén sacerdotes y levitas a preguntarle: ‘¿Quién eres tú?’  El confesó, y no negó; confesó: ‘Yo no soy el Cristo.’ Y le preguntaron: ‘¿Qué, pues? ¿Eres tú Elías?’ Él dijo: ‘No lo soy.’ – ‘¿Eres tú el profeta?’ Respondió: ‘No.’  Entonces le dijeron: ‘¿Quién eres, pues, para que demos respuesta a los que nos han enviado? ¿Qué dices de ti mismo?’ Dijo él: ‘Yo soy voz del que clama en el desierto: rectificad el camino del Señor, como dijo el profeta Isaías.’ Los enviados eran fariseos. Y le preguntaron: ‘¿Por qué, pues, bautizas, si no eres tú el Cristo ni Elías ni el profeta?’ Juan les respondió: ‘Yo bautizo con agua, pero en medio de vosotros está uno a quien no conocéis, que viene detrás de mí, a quien yo no soy digno de desatarle la correa de su sandalia.’ Esto ocurrió en Betania, al otro lado del Jordán, donde estaba Juan bautizando.”

COMENTARIO

El que ha de venir y ya viene

No hay nada mejor que servirse de aquellos hermanos nuestros que han visto y gozado ciertas cosas de nuestra fe. 

Seguramente Juan, quien escribe este evangelio, era discípulo el Bautista. Habría sido bautizado por el primo de Jesús en las aguas del Jordán y sabía, perfectamente, de qué estaba escribiendo cuando hace lo propio para empezar su texto sagrado. Es decir, no hablaba de oídas sino que era testigo directo de lo que entonces aconteció y, luego, de lo que acabaría pasando.  

Lo que aquí pasa, lo que escribe Juan que fue testigo de todo aquello, es muy importante porque nos pone sobre la pista de la voluntad de Dios, sobre lo que quiere para el hombre y, sobre todo, lo que está pensado para cada uno de nosotros.
 
Es cierto que el Bautista no era el Mesías pero también tenía una misión muy importante que cumplir: ser el precursor del Enviado de Dios. Y la cumplió a la perfección dando señal de Quien iba a venir y clarificando quien no era él. 

Sintético 102+ Foto Imagen De Juan El Bautista El último

Lo bien cierto es que el Bautista era tenido por profeta. Nosotros, ahora mismo, sabemos que fue el último de la Antigua Alianza pero aquellos que vivieron en su tiempo, siendo poderosos, pensaban que había aparecido otro que les iba a molestar más de la cuenta como lo habían hecho antes otros muchos profetas con los que habían terminado por la vía rápida del asesinato. 

Pero Juan no duda nada de nada. Sabe que es quien es y no va a otorgarse títulos ni nada por el estilo. No es el Mesías pero sí sabe que es quien ha de introducirlo, quien en el desierto clama que se debe enderezar el camino que lleva a Dios y que aquellos que le preguntan, y muchos otros, deben cambiar sus corazones. 

Juan el Bautista sabía que vería al Mesías. Así se lo había hecho saber Quién lo había enviado, como diría en otra ocasión. Por eso, sabiendo la voluntad de Dios y, sobre todo, Quien debía e iba a venir. Era consciente de su verdadera situación de ser nada ante el Mesías. 

Dice Juan que ni siquiera merece desatarle la correa de su sandalia. Es decir, ni siquiera lo que haría el siervo más siervo cree estar en disposición de hacer ante el Mesías, ante quien iba a bautizar con fuego y espíritu santo mientras que él lo hacía con agua. Además, sabía que ya había nacido porque les dice, a aquellos que van a preguntarle, que estaba “en medio de vosotros” y que, además, aún no conocen pues Jesús no había empezado su llamada vida pública que empezaría, precisamente, cuando fuera bautizado por el Bautista. 

En realidad, estas dos personas, Jesús y Juan, siendo primos de sangre, tenían una misión que cumplir y que cada uno de ellos iban a llevar a cabo y, en cierto modo morirían los dos de igual manera: mártires del cumplimiento de la voluntad de Dios y sabiendo a la perfección lo que hacían y las razones de aquel glorioso proceder. 


PRECES


Por todos aquellos que no quieren recibir a Dios en sus vidas.

Roguemos al Señor.

Por todos aquellos que no escuchan el mensaje del Padre a través de sus enviados.

Roguemos al Señor.

ORACIÓN

Padre Dios; ayúdanos a enderezar nuestra vida y hacer que acuerde con tu santa voluntad.

 
Gracias, Señor, por poder transmitir esto.
 

El texto bíblico ha sido tomado de la Biblia de Jerusalén.

Eleuterio Fernández Guzmán

 

Panecillos de meditación

 

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.
 
Panecillo de hoy:

 

Como el Bautista, Cristo cumplió con su misión a la perfección. 


Para leer Fe y Obras.


Para leer 
Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.