InfoCatólica / Eleuterio Fernández Guzmán / Archivos para: Febrero 2023

27.02.23

Un amigo de Lolo – Sobre títulos y motivos: “Las estrellas se ven de noche"

Presentación

HAGIOPEDIA: Beato MANUEL LOZANO GARRIDO “Lolo”. (1920-1971).

Ya son algunos años los que, el que esto escribe, lleva escribiendo sobre el Beato de Linares (Jaén, España) en esta casa de InfoCatólica. Siempre ha valido la pena hacer algo así y aportar, aunque sea, un granito de arena a la comprensión de un creyente tan fuerte y profundo como es Lolo. 

El linarense universal que tanta atracción espiritual tiene para quien lo conoce, no deja de producir interés en aquella persona que se acerca a su persona a través de su obra pues ahora mismo no resulta posible hacerlo personalmente o, digamos, en la intimidad de la conversación entre amigos, que lo somos todos aquellos que ansiamos serlo.

Lolo nos acerca a lo bueno que tiene saber que, cuando se es hijo de Dios la mejor forma de serlo es, sencillamente, siéndolo. Y él una muestra perfecta de cómo hacer algo que, algunas veces, a muchos nos resulta difícil y a algunos… imposible. 

Acerquémonos, desde ahora, a la obra misma de Lolo a su intimidad podríamos decir, con lo que vamos a ganar, seguramente, mucho y más que mucho. Y, para más abundancia de lo bueno y mejor, al final de todo esto les ponemos uno de los aforismos espirituales que publicó Lolo en su libro ”Bien venido, amor“. Vamos, miel sobre hojuelas, como se dice en la Biblia pues esto, al fin y al cabo, es cosa del alma de cada cual.  

Sobre títulos y motivos:  :  Las estrellas se ven de noche 

Las estrellas se ven de noche (obra póstuma) | Beato Manuel Lozano Garrido,  beato Lolo

 Y es que, en esto también, en el título que el escritor da a sus obras, o, mejor, sobre todo en esto, hay un motivo o muchos motivos. Y es que, en el fondo, titular de una forma o de otra puede cambiar el sentido de lo escrito pero, más que nada, refleja lo que, desde el corazón mismo, sale al mundo exterior.


Eso pasa con el noveno libro que publicó Lolo. Corría el año 1975 y, por tanto, este libro es uno de los que podemos llamar, ciertamente, póstumo (Lolo subió a la casa del padre el 3 de noviembre de 1991) cuando salió a la luz pública este libro. 

Ya podemos imaginar que este libro, por tales circunstancias, es uno que lo es especial. Y no es que después no haya salido libro alguno de nuestro amigo  (que veremos, si Dios quiere, en otras semanas y en esta misma casa) sino que por ser, eso, el último que escribió personalmente, tiene de especial, exactamente, todo.  

Este libro es el tercero de los que escribió en forma de diario. Abarca desde el 1 septiembre 1965 al 3 noviembre 1971 y, por tanto, es fácil tener por bueno y verdad, que abarca mucho y tanto que llega casi hasta el momento de la muerte de Manuel. Y es que cuando Lolo acababa de fallecer llegaban a su casa las pruebas de imprenta de este libroSus palabras finales, escritas por él:


“Ahora, mañana y siempre, creo en el Dios que nos regaló la primavera y que nos hizo posibles primaveras””

 

Podemos ver que, en efecto, incluso en la noche más cerrada pueden verse las estrellas que es como decir, exactamente como decir eso, que la esperanza nunca se puede perder. Y eso es lo que hace Manuel Lozano Garrido y aquí lo muestra a la perfección porque no titula, por ejemplo, "Las estrellas pueden verse de noche” sino que lo hace afirmando que “se ven". Y por eso el título del libro está tan bien puesto y tiene tanto sentido, profundo sentido espiritual, para todos aquellos que se lo lleven a los ojos y al corazón.  

Es de pensar, por otra parte, que este libro, abarcando tantos meses de la vida de Lolo, recoge muchas de las circunstancias de su vida. Así. cuando ya apenas puede comer sabe que no le puede faltar la sagrada Comunión. Y es que, en una ocasión (suponemos que en más, claro) cuando don José, Coadjutor, va a su casa con la Comunión, se encuentra con la evidente dificultad de no poder administrarla, digamos, de forma ordinaria. Entonces nos dice Lolo (p. 133)


“¡La garganta! Lucy recurre a una cucharilla y comulgo así con una pequeña parte de la forma disuelta en agua. Dios que se hace del tamaño de una micra, para sentirse fuerza de moribundo. Mis labios no encadenan un par de sílabas ni mi mente tampoco es capaz de redondear una frase, pero desde lo más hondo del corazón, un algo esencial y perdurable, como un niño que ya no solloza, tiende su mano y va sintiendo la seguridad de otra”.

 

Y es que Lolo se desvive por todos los aspectos de su fe católica. Profundamente la siente en el fondo de su doliente alma y por eso no sería imaginable para él no recibir la Santa Comunión. Y, no importándole el cómo hacer eso, busca la forma que sea posible recibir a su amigo Cristo.  

Podemos decir que, tantos años después de que su enfermedad se le manifestara (principios de los cuarenta del siglo XX) Lolo es plenamente consciente de lo que le ha pasado y lo que le pasa. Y en este libro, que contempla todo aquel tiempo pasado, muestra a la perfección el temple que tenía el Beato de Linares (Jaén, España). Y lo hace en la página 142 cuando escribe esto:


“Es verdad que se han escabullido muchas cosas: las oposiciones, mi colaboración, la carrera y, no digamos, la juventud, sin olvidar esta viva morada que es mi cuerpo, aprisionado por el abrazo de una hiedra impalpable. Pero la vida será siempre un camino de ilusión y de esperanza, y en el de mi corazón sólo destacan hoy los árboles”. 

Y, como no puede ser de otra manera, estas letras sólo pueden terminar con lo que Lolo llama "Mensaje a la última golondrina". Lo escribe, claro está, en la última parte de este su libro póstumo y justo antes de lo que sería el Epílogo que escribiría su gran amigo José María Pérez Lozano. Está en la página 321 y dice esto que tiene que todo y más que todo con su propia vida (lean y gocen): 


“Por eso, aquí, hoy, mi abierto mensaje, tan corto y humilde como un telegrama:

‘Golondrina: todos los días, sin faltar uno, recuérdame la primavera y ayúdame a rezar cada mañana la hermosa letanía de la esperanza’.

Con dolor o tristeza, creo en ti, primavera.

Con la frente en el suelo o  amargura en los labios,

creo en ti, primavera.

Con la vida que apenas luce más que una vela muy corta, creo en ti, primavera.

Tentado contra el amor o la esperanza,

creo en ti, primavera, Ahora, mañana y siempre,

creo en el Dios que nos regaló la primavera

y que nos hizo posibles primaveras’”.

 

Y a esto nosotros sólo podemos decir: Amén y gracias. 

  

Eleuterio Fernández Guzmán



Panecillos de meditación



Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” 
(En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:


Saber sufrir, espiritualmente hablando, es un verdadero tesoro.

Aforismos de fe católica: del libro de Lolo “Bienvenido, amor

“¿Qué tesoro no debes guardar arriba, Señor, para qu aquí mismo uno se quede ya deslumbrado por esos centimillos que son el amor humano y la belleza?.”(8)”

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Para leer Fe y Obras.
Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.

25.02.23

La Palabra para el Domingo - 26 de febrero de 2023

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Como es obvio, hoy no es domingo 26 de febrero de 2023 sino sábado, 25. Esto lo decimos porque hemos publicado hoy el comentario del Evangelio que siempre hemos traído aquí en día, precisamente, domingo. Sin embargo, un amable lector, sacerdote, me hizo la sugerencia de poner el comentario del Evangelio del primer día de la semana el sábado porque, como es verdad y lamento no haberme dado cuenta, el texto del Evangelio de la Santa Misa del sábado por la tarde es el del día siguiente, domingo.


También lamento no haberme dado cuenta de que publicando este comentario a determinada hora de España aún es viernes en la América hispana. Por eso, y por cumplir con el horario y que las cosas sean razonables, es publicado este comentario ahora, a esta hora en España cuando ya es sábado en América. Y a lo mejor es posible que haya quien piense que decir esto no hace falta pero con franqueza digo que creo es necesario y más que necesario.



Mt 4, 1-11


“1 Entonces Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto para ser tentado por el diablo. 2 Y después de hacer un ayuno de cuarenta días y cuarenta noches, al fin sintió hambre. 3 Y acercándose el tentador, le dijo: ‘Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en panes.’ 4 Mas él respondió: ‘Está escrito: = No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.’ = 5 Entonces el diablo le lleva consigo a la Ciudad Santa, le pone sobre el alero del Templo, 6 y le dice: ‘Si eres Hijo de Dios, tírate abajo, porque está escrito: = A sus ángeles te encomendará, y en sus manos te llevarán, para que no tropiece tu pie en piedra alguna.’ = 7 Jesús le dijo: ‘También está escrito: = No tentarás al Señor tu Dios.’ = 8 Todavía le lleva consigo el diablo a un monte muy alto, le muestra todos los reinos del mundo y su gloria, 9 y le dice: ‘Todo esto te daré si postrándote me adoras.’ 10 Dícele entonces Jesús: ‘Apártate, Satanás, porque está escrito: = Al Señor tu Dios adorarás, y sólo a él darás culto.’ = 11 Entonces el diablo le deja. Y he aquí que se acercaron unos ángeles y le servían.”

        

COMENTARIO

Apartar al Mal de nosotros, como hizo Cristo


Cuando Jesús es bautizado por Juan, en el Jordán, y, después de haber sobrevolado sobre Él el Espíritu Santo (al igual que en el Génesis, mientras Dios creaba, el mismo Espíritu, su Espíritu, sobrevolaba las aguas) se deja llevar por aquella persona que constituye la Santísima Trinidad y marcha camino del desierto, donde sólo se oye su corazón y a Dios buscando su seno porque necesita esa íntima comunicación. 

Quizá buscaba lo que dijera Isaías (32, 10) “en el desierto morará el derecho, y la justicia habitará en el vergel”, es decir, que trataba de hallar la plenitud de la voluntad de Dios; quizá quiera pasar una prueba puesta por su padre (Dt 8,2), al igual que pasara, con el paso del desierto, el pueblo de Israel: acuérdate del camino que el Señor te ha hecho andar durante cuarenta años a través del desierto con el fin de humillarte, probarte y conocer los sentimientos de tu corazón y ver si guardabas o no sus mandamientos. El respeto buscado por Dios de su Hijo por sus normas, quizá fuera lo que buscaba Jesús. Y todo esto sabiendo lo que dijera, también, como tantas otras veces, Isaías, (58, 11): Te guiará Dios de continuo. El caso es que Jesús, atareado en ese intento de descubrirse, no encuentra mejor sitio donde ir que a ese inhóspito espacio reseco.  

Es verdad, que aquellos días en el desierto tienen un sentido simbólico. Fácil es entender que el desierto es un lugar en el cual podemos escuchar nuestra voz con una claridad diáfana, sin esos sonidos de otras voces que impiden descubrir nuestros acentos, lo que queremos decir para que nos entiendan, es un lugar adecuado para sentir mejor nuestro corazón, alejados del mundo que nos impide ordenar y separar lo importante de lo que es accesorio y que tanto nos perturba en nuestro camino por la vida.  Es, en fin, un criterio de discernimiento lo que “empuja” a Jesús a ese exilio de su derredor, de forma inmediata a cuando fue instituida una segunda creación, con su bautizo, una nueva oportunidad para el hombre. 

Y Jesús, al igual que nos puede suceder a todos nosotros, se siente tentado, por Satanás, dice el mismo Jesús en un momento determinado. Y las tentaciones lo son en el sentido que más pueden atraer el ansia de un hombre: el mero y simple hecho del sustento, el intento de salvación recurriendo a Dios como solucionador de problemas y el mismo poder, el hecho mismo de tenerlo. 

Tentaciones de Jesús - Wikipedia, la enciclopedia libre

Pero Jesús, al igual que debemos hacer nosotros, contesta a todas estas tentaciones, con una referencia clara a Dios, al que acude  para buscar la palabra que sale de su boca y no limitarse a la mera sustancia física (el hombre, recordemos, es cuerpo y espíritu), queriendo dar a entender  que ese pan de cada día que tanto reclamamos al rezar esa oración que Él enseñaría más tarde es esa Palabra que Dios nos regala;  al que no quiere tentar para que lo salve de esa situación que le plantea al Maligno porque sabe que a Dios no se le puede utilizar para satisfacer nuestras necesidades como si fuera alguien de quien echamos mano como tabla de salvación propia y, por último, al que da culto porque está seguro de que lo merece como creador y Padre y que ansiar las riquezas del mundo supone encerrarse en la cotidianidad de la avaricia y el egoísmo. Es aquí cuando Jesús dice “apártate Satanás” porque sabe que sólo hay que adorar a Dios (recordemos aquí lo que dice el primer mandamiento de la Ley de Dios que recogiera Moisés para darnos testimonio de lo que es más importante para nosotros y, así, lo que debemos rechazar por ser, por eso, secundario) y no a los bienes del mundo ni tampoco a la luz falsa que nos puede marcar nuestro paso, cegándonos ante la verdadera luz que emana de Dios. 

También nos dice el evangelista, que fuera recaudador de impuestos,  que unos ángeles le servían. 

Este detalle, el de los ángeles que sirven a Jesús, es algo a destacar ya que vendría a indicarnos que tras evitar las tentaciones y anteponer a Dios siempre, pero siempre, a las vicisitudes de su vida, es el momento en que esos hermanos celestiales se ponen a su servicio. Es decir, que después de la tribulación, de la penuria, de la atracción del mundo, del posible egoísmo, nos llega el estado de gracia de encontrarse con Dios que, como no puede ser de otra forma, agradece esa entrega de la mejor forma que puede: amándonos y entregándose a nuestro corazón. 

Por eso, Dios quiera que, tras recorrer nuestro propio desierto, soledad iluminada por la Palabra de Dios, sostén de nuestros pasos, veamos cómo surge, en nosotros, una inquebrantable voluntad de extender ese Reino a todas aquellas personas que no encuentran el camino para llegar a Él, sabedores, entonces, y conocedores, ahora, de la plenitud del ser que podemos encontrar así.


PRECES
 
Por todos aquellos que no quieren recorrer su propio desierto para encontrar a Dios. 

Roguemos al Señor. 

Por todos aquellos que prefieren entregarse en manos del mundo antes que en las del Creador. 

Roguemos al Señor.
 
ORACIÓN

Padre Dios; ayúdanos a enfrentarnos a las tentaciones sabiendo que siempre estás a nuestro lado. 

Gracias, Señor, por poder transmitir esto.

 
El texto bíblico ha sido tomado de la Biblia de Jerusalén.
 

Eleuterio Fernández Guzmán

  

Panecillos de meditación


Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

 
Panecillo de hoy:

 

Rechazar al Maligno y a sus tentaciones debe ser prioridad de todo discípulo de Cristo. 


Para leer Fe y Obras.

 

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.

 

20.02.23

Un amigo de Lolo – Sobre títulos y motivos: “El árbol desnudo"

Presentación

HAGIOPEDIA: Beato MANUEL LOZANO GARRIDO “Lolo”. (1920-1971).

Ya son algunos años los que, el que esto escribe, lleva escribiendo sobre el Beato de Linares (Jaén, España) en esta casa de InfoCatólica. Siempre ha valido la pena hacer algo así y aportar, aunque sea, un granito de arena a la comprensión de un creyente tan fuerte y profundo como es Lolo. 

El linarense universal que tanta atracción espiritual tiene para quien lo conoce, no deja de producir interés en aquella persona que se acerca a su persona a través de su obra pues ahora mismo no resulta posible hacerlo personalmente o, digamos, en la intimidad de la conversación entre amigos, que lo somos todos aquellos que ansiamos serlo.

Lolo nos acerca a lo bueno que tiene saber que, cuando se es hijo de Dios la mejor forma de serlo es, sencillamente, siéndolo. Y él una muestra perfecta de cómo hacer algo que, algunas veces, a muchos nos resulta difícil y a algunos… imposible. 

Acerquémonos, desde ahora, a la obra misma de Lolo a su intimidad podríamos decir, con lo que vamos a ganar, seguramente, mucho y más que mucho. Y, para más abundancia de lo bueno y mejor, al final de todo esto les ponemos uno de los aforismos espirituales que publicó Lolo en su libro ”Bien venido, amor“. Vamos, miel sobre hojuelas, como se dice en la Biblia pues esto, al fin y al cabo, es cosa del alma de cada cual.  

Sobre títulos y motivos:  El árbol desnudo

El árbol desnudo | Beato Manuel Lozano Garrido, beato Lolo

Y es que, en esto también, en el título que el escritor da a sus obras, o, mejor, sobre todo en esto, hay un motivo o muchos motivos. Y es que, en el fondo, titular de una forma o de otra puede cambiar el sentido de lo escrito pero, más que nada, refleja lo que, desde el corazón mismo, sale al mundo exterior. 

Eso pasa con el octavo libro que publicó Lolo. Corría el año 1969 cuando salió a la luz pública este libro que fue, por otros libros aquí citados, un año muy fructífero para Lolo. 

Digamos que este libro es, ni más ni menos, que una autobiografía escrita por Lolo en forma de novela en la que, claro, los nombres que aparecen en la misma no son los reales pero se entiende todo, digamos, perfectamente según conocemos hoy día a las personas que están ahí representadas. Y es claro que, en su día, todo lector sabía a quien se refería Manuel Lozano Garrido cuando decía esto o lo otro…  

Aquí, Lolo es Andrés y su hermana Lucy es Emilia. Y así otros personajes que cambian de nombre por razones bastante lógicas y esperadas. Sin embargo, como decimos arriba, todo lo que pasa es perfectamente aplicable a la vida misma de Lolo. Pero todo, todo. 

No es exagerado decir que este personaje pasa por lo mismo que pasó Manuel Lozano a lo largo de su vida. Incluso viaja a Lourdes, lo mismo que hizo el Beato de Linares. Y eso, claro está, no puede ser casualidad sino la voluntad expresa de narrar lo que había sido, hasta entonces, su vida. 

En cuanto a Emilia (Lucy), la hermana que entregó su juventud al cuidado de Lolo y que hace relativamente poco tiempo fue a reunirse con él donde sólo pueden estar los buenos hijos de Dios, deja marchar al amor de su vida, Enrique, porque sabe que tiene una obligación, ella lo cree así, contraída con las circunstancias de quien tanto está sufriendo.


Así, en un momento determinado le dice (p. 261)


“Si ahora te esfuerzas en comprender ya verás cómo la felicidad viene a tu encuentro. No dejes que el recuerdo mío te convierta en una estatua de sal. Que te dé fuerzas el prodigio de fortaleza que esta noche has hecho conmigo y ya, después, olvida. Yo no soy más que una leve mujer reclamada con urgencia; y pienso que en el amor todos los telegramas son azules”.

Incluso, en un momento determinado, Emilia (Lucy) le dice a Andrés (Lolo) p. 183:


“¿Verdad que hemos de estar así de juntos siempre, como de pequeños, aquella vez que nos perdimos y nos encontraron juntos, caminando de la mano por una vereda del campo?”

 

Este libro, como autobiografía, retrata a la perfección la vida y existencia de una persona como fue Manuel Lozano Garrido. Y por eso todo lo que contiene es la mejor manera de conocer, de primera mano, cómo fue y cómo de desarrollo el devenir de una persona que, como podemos leer en sus páginas, tuvo una fuerza espiritual impagable. 

Ciertamente, esta novela de Lolo, requerida por muchos de sus amigos como él mismo refleja en alguno de sus libros (en el sentido de que le insistían en que la terminara) tiene un sabor a entrega que deja el corazón abierto a la posibilidad de lo que puede parecer imposible a primera vista. Quien no puede nada, lo consigue todo y quien lo consigue todo lo ha conseguido partiendo de la nada en la que ha quedado por mor de su situación física. Y eso sí es un milagro verdadero y una prueba fehaciente de la existencia de Dios y del poder que tiene que todo lo tiene y puede y transmite algo de su Espíritu a alguno de sus hijos que se hace invencible ante lo vencible e irreprochable ante cualquier reproche de los indoctos en materia de fe, de sufrimiento y de sobrenaturalización del dolor.  

Y ante esto sólo podemos decir dos cosas: Amén y gracias.

 

Eleuterio Fernández Guzmán



Panecillos de meditación



Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” 
(En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:


Saber sufrir, espiritualmente hablando, es un verdadero tesoro.

Aforismos de fe católica: del libro de Lolo “Bienvenido, amor

“Todo lo que de Dios viene es de una belleza infinita. Ocurre como con el sol, que desparrama su fuerza a raudales por el firmamento, aunque a nosotros no nos llegue más que una parte infinitesimal, la justa para saborear a su punto la armonía de su luz.”(7)”

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Para leer Fe y Obras.
Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.

 

18.02.23

La Palabra para el Domingo - 19 de febrero de 2023

Resultado de imagen de SAnta Biblia

Como es obvio, hoy no es domingo 19 de febrero de 2023 sino sábado, 18. Esto lo decimos porque hemos publicado hoy el comentario del Evangelio que siempre hemos traído aquí en día, precisamente, domingo. Sin embargo, un amable lector, sacerdote, me hizo la sugerencia de poner el comentario del Evangelio del primer día de la semana el sábado porque, como es verdad y lamento no haberme dado cuenta, el texto del Evangelio de la Santa Misa del sábado por la tarde es el del día siguiente, domingo.


También lamento no haberme dado cuenta de que publicando este comentario a determinada hora de España aún es viernes en la América hispana y hermana. Por eso, y por cumplir con el horario y que las cosas sean razonables, es publicado este comentario ahora, a esta hora en España cuando ya es sábado en América. Y a lo mejor es posible que haya quien piense que decir esto no hace falta pero con franqueza digo que creo es necesario y más que necesario.


Mt 5, 38-48


“’38 Habéis oído que se dijo:  ‘Ojo por ojo y diente por diente’.  39 Pues yo os digo: no resistáis al mal; antes bien, al que te abofetee en la mejilla derecha ofrécele también la otra: 40 al que quiera pleitear contigo para quitarte la túnica déjale también el manto; 41 y al que te obligue a andar una milla vete con él dos.42 A quien te pida da, y al que desee que le prestes algo no le vuelvas la espalda.43 ‘Habéis oído que se dijo: ‘Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo’. 44 Pues yo os digo: Amad a vuestros enemigos y rogad por los que os persigan, 45 para que seáis hijos de vuestro Padre celestial, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y llover sobre justos e injustos. 46 Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa vais a tener? ¿No hacen eso mismo también los publicanos? 47 Y si no saludáis más que a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de particular? ¿No hacen eso mismo también los gentiles? 48 Vosotros, pues, sed perfectos como es perfecto vuestro Padre celestial.’”

 
COMENTARIO

Una verdadera revolución espiritual

 
Podemos decir, sin temor a equivocarnos y sin faltar a la verdad, que el Hijo de Dios vino al mundo a ponerlo todo patas arriba. Es decir, su existencia no iba a ser la plácida vida de quien se aquieta a todo lo que haya y nada haga para cambiar lo que se deba cambiar.  Y eso es lo que hizo… porque debía hacerlo. 

Digamos, también, a este respecto, que no dejó títere con cabeza. Y no lo dejó porque debía poner todos los puntos sobre las íes y había muchas íes sobre las que poner el acento aunque a muchos les gustase más de la cuenta las faltas de ortografía espiritual… 

El caso es que todo se resume en algo terriblemente difícil no de entender pero sí de llevar a cabo: hay que ser perfectos. Pero no se trata de una perfección cualquiera sino la que se corresponde con Dios mismo. 

¡Ni más ni menos que Jesús pide que seamos perfectos como lo es, que sí lo es, nuestro Padre del Cielo! Y eso, se diga lo que se diga y con toda la buena intención que se quiera decir, no es poca cosa. 

Pues bien, mucho debía ser cambiado. Y mucho dice aquí, en este texto del Evangelio del que fuera recaudador de impuestos, sobre qué debe cambiarse. Y nada es de poca importancia sino que todo tiene más que mucha. 

“Ojo por ojo”. Eso era el comportamiento habitual desde que se cambió la venganza privada (quien hacía algo podía recibir todo el mal que quisiese hacerle el perjudicado por su acción). En realidad, era una mejora al respecto de esta (queremos decir el “ojo por ojo”) pero para Dios y para Jesucristo estaba muy lejos del amor y de la misericordia. No. Tal forma de comportarse no estaba nada bien. 

Evangelio san mateo 5, 38 48

Por eso reclama Cristo poner la otra mejilla. ¡En un mundo, el de entonces y el de ahora tan dado a lo contrario pedir eso era demasiado! Pero lo pide porque sabe que es voluntad de Dios que así actúen sus hijos: abajándose, viniendo a ser menos, perdonando en suma… 

De ahí derivan muchas cosas: dar a quien te reclame y no impedir eso; dar a quien lo necesite sin olvidar que eso es lo que debe hacerse y, en fin, amar. 

El amor que reclama Cristo no es un amor cualquiera. En eso también pone el listón muy alto. Y es que si Dios también ama a quien se aleja de Él y lo olvida, otra cosa no pueden hacer sus hijos. Por eso reclama Cristo lo que parece imposible: ¡amar al enemigo! Eso sí que es pedir mucho a quien debe dar mucho pero tantas veces lo niega. 

En realidad, Jesucristo pone las cosas en su sitio, en el que les corresponde estar. Y es que si amamos sólo a los nuestros, que es lo mínimo que se espera de nosotros, no podremos llegar muy lejos en el Reino de Dios. Hace falta, por tanto, dar un paso más, ser valientes y serlo hasta amar a los que nos odian…

Seguramente, a muchos se les habrá encogido el estómago. Y con razón…. humana.

PRECES

Por todos aquellos que no quieren cambiar su modo de ser.

Roguemos al Señor.

Por todos aquellos que no quieren ser perfectos.

Roguemos al Señor.

 
ORACIÓN

Padre Dios; ayúdanos a ser perfectos como Tú lo eres.

 
Gracias, Señor, por poder transmitir esto.

 

El texto bíblico ha sido tomado de la Biblia de Jerusalén.

 
Eleuterio Fernández Guzmán

 

Panecillos de meditación


Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

 
Panecillo de hoy:

 

¡Qué importante es comprender la Ley de Dios! 


Para leer Fe y Obras.

 

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.

 

13.02.23

Un amigo de Lolo – Sobre títulos y motivos: “Reportajes desde la cumbre"

Presentación

HAGIOPEDIA: Beato MANUEL LOZANO GARRIDO “Lolo”. (1920-1971).

Ya son algunos años los que, el que esto escribe, lleva escribiendo sobre el Beato de Linares (Jaén, España) en esta casa de InfoCatólica. Siempre ha valido la pena hacer algo así y aportar, aunque sea, un granito de arena a la comprensión de un creyente tan fuerte y profundo como es Lolo. 

El linarense universal que tanta atracción espiritual tiene para quien lo conoce, no deja de producir interés en aquella persona que se acerca a su persona a través de su obra pues ahora mismo no resulta posible hacerlo personalmente o, digamos, en la intimidad de la conversación entre amigos, que lo somos todos aquellos que ansiamos serlo.

Lolo nos acerca a lo bueno que tiene saber que, cuando se es hijo de Dios la mejor forma de serlo es, sencillamente, siéndolo. Y él una muestra perfecta de cómo hacer algo que, algunas veces, a muchos nos resulta difícil y a algunos… imposible. 

Acerquémonos, desde ahora, a la obra misma de Lolo a su intimidad podríamos decir, con lo que vamos a ganar, seguramente, mucho y más que mucho. Y, para más abundancia de lo bueno y mejor, al final de todo esto les ponemos uno de los aforismos espirituales que publicó Lolo en su libro ”Bien venido, amor“. Vamos, miel sobre hojuelas, como se dice en la Biblia pues esto, al fin y al cabo, es cosa del alma de cada cual.  

Sobre títulos y motivos: Reportajes desde la cumbre

Reportajes desde la cumbre | Beato Manuel Lozano Garrido, beato Lolo

Y es que, en esto también, en el título que el escritor da a sus obras, o, mejor, sobre todo en esto, hay un motivo o muchos motivos. Y es que, en el fondo, titular de una forma o de otra puede cambiar el sentido de lo escrito pero, más que nada, refleja lo que, desde el corazón mismo, sale al mundo exterior.

 

Eso pasa con el séptimo libro que publicó Lolo. Corría el año 1969 cuando salió a la luz pública este libro. Y podemos leer, en el mismo título que hay, algo que nos extraña: la “cumbre” desde donde se escriben tales reportajes. Y es que en la cumbre no está Otro que Dios mismo que es quien se dirige a su criatura humana para decirle muchas y más que interesantes cosas…

 

Está muy bien que Lolo se ponga, por así decirlo, en el lugar de Dios y nos escriba algo así como lo que nuestro Creador nos podría decir a nosotros, que estamos aquí abajo a la escucha de lo que pueda decirnos. Y bien que lo dice en las páginas de este libro que es, verdaderamente, maravilloso. 

Este libro muestra el recorrido de Dios por la vida del hombre. Y lo resume muy bien, aunque pronto, el P. José María de Llanos y Pastor, SJ. que en el Prólogo dice que

Al fin de todo ya resumiría, hermano, yo resumiría, tu libro con esa misma palabra tuya y dicha por ti pensando en Él y redicha por mí y los lectores, pensado en ti: ‘Vivimos todos de las rentas de un hombre desnudo’. Es decir, gracias en nombre de todos. Y la Paz”. 

El caso es que Dios, que ama a su descendencia (como podemos imaginar) no deja de decirnos cuál sería el cumplimiento de su santísima Voluntad. Y eso lo viene haciendo desde que Adán y Eva pisaron el Paraíso (aunque luego pasara lo que pasó) Por eso estos reportajes nos aportan algo más que palabras: nos aportan un modo de ser que, en verdad, nos conviene y nos conviene más de lo que podamos creer nosotros, tantas veces, alejados de lo que Dios quiera para nosotros.  

Debemos, de todas formas, advertir algo (para que se vea la riqueza espiritual de estas páginas) Y es que dentro de este libro haya otro libro. En concreto, el capítulo III, de título “Un corazón para un Reino”, ocupa buena parte de sus más de 300 páginas (más de 170) y las dedica Lolo, en esta muy especial carta de Dios al hombre, a contemplar las Bienaventuranzas que recoge el Evangelio de San Mateo. Y no tienen precio porque es impagable (con el dinero del mundo esto no se paga) el contenido de estas páginas. 

Como podemos ver, no hay aspecto de nuestra fe, la que debe ser profunda y estar arraigada en nuestro corazón, que el Todopoderoso, nuestro Padre del Cielo, no toque o refiera en estas páginas escritas por Lolo. Y tampoco debe extrañarnos pues, al fin y al cabo, es “Dios” (entendamos esto) quien escribe estos reportajes y a Él nada se le escapa que debamos conocer.  

Y todo esto porque Dios espera mucho de nosotros. Por eso nos dice que (p. 73) 

“Si la creación es una riqueza, yo no puedo repudiar la fortuna que os pongo entre las manos. De lo contrario, fallaría en mi Providencia, pero el mundo es un camino y quedarse a vivir en los paradores, una renuncia a la marcha”.

Todo, pues, está puesto para nosotros, descendencia divina, pero con una sola condición: querer aspirar a la meta que no es otra que la vida eterna y no quedarse mirando los oropeles de lo puesto, en efecto, para nosotros. 

Y terminemos al revés de cómo deberíamos haberlo hecho. Y es que Lolo escribe, en este libro, esta dedicatoria:

 “Al aire que respiro,

la luz que me alumbra, 
el lenguaje que uso,
la calle en que habito, 
y las gentes que me rodean;
a todo eso que se constituye
de recuerdos, costumbres, sentimientos,
ilusiones, afanes o encuentros 
y que se llama ‘mi pueblo’,
el sitio en que nací y vivo, los paisanos, mis amigos
y esa ancha familia de lectores, que componen hoy 
en torno mío con un inmenso y apretado corazón. 
Con mi gratitud.” 

Pues eso, esto demuestra más que bien que Lolo supo muy bien entender esos "reportajes desde la cumbre". 

 

Eleuterio Fernández Guzmán



Panecillos de meditación



Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” 
(En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:


Saber sufrir, espiritualmente hablando, es un verdadero tesoro.

Aforismos de fe católica: del libro de Lolo “Bienvenido, amor

“Todo lo que de Dios viene es de una belleza infinita. Ocurre como con el sol, que desparrama su fuerza a raudales por el firmamento, aunque a nosotros no nos llegue más que una parte infinitesimal, la justa para saborear a su punto la armonía de su luz.”(7)”

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Para leer Fe y Obras.
Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.