InfoCatólica / Eleuterio Fernández Guzmán / Archivos para: Noviembre 2020, 25

25.11.20

Noviembre de Santos y Difuntos – Siervos de Dios – Venerables – Beatos y Santos

Los Santos nos enseñan a orar por las Almas del Purgatorio – Misioneras de  la Divina Revelación

En no pocas ocasiones, cuando se quiere representar el camino hacia el definitivo Reino de Dios, llamado Cielo, se hace de dos modos distintos: como si se tratase de una carretera que allí sube o de unas escaleras que ascienden, poco a poco, hasta donde Dios nos espera y donde la Bienaventuranza se hace realidad así también como la Visión Beatífica.

En realidad esto es, digamos, algo pictórico, con intención de expresar que el Cielo está, digamos, arriba y nosotros, desde abajo debemos acometer un camino para llegar al mismo, que no es fácil la cosa y que esfuerzo, lo que se dice esfuerzo, vamos a tener que realizarlo (recordemos aquello que dice Cristo de que debemos tomar el camino estrecho y lo otro del camello y el ojo de la aguja… para navegantes despistados y para los que crean que la cosa va a ser sencilla y todo eso que se suele pensar cuando se está lejos de la Verdad)

Pues bien, es cierto esto: es difícil llegar al Cielo, así, por las buenas aunque haya creyentes que, por su bondad y por sus buenas, lo alcancen sin intermediaciones purgatorias o purificatorias y se presenten ante Dios con el alma más limpia que la nieve… en fin, como que para el más amplio grupo de creyentes la cosa no es así por cómo somos…

De todas formas, hoy vamos a hablar (resulta curioso que se diga siempre que vamos a hablar cuando lo que se hace es escribir…), aunque sea brevemente, de un proceso que es camino que es camino porque está inscrito en un proceso: el que lo es de aquellos creyentes que, por sus propios medios (y con la ayuda de Dios, faltaría más) han alcanzado el Cielo, digamos, de forma oficial, procesal y completa.

Digamos que sus escaleras tienen nombrela primera se llama ser “Siervo de Dios”; a la segunda se le denomina ser “Venerable”; a la tercera se le otorga el nombre de “Beato” y, por fin, a la última de ellas, la de “Santo”. Y no es que, por decirlo así, sólo quien ha subido el último peldaño espiritual esté en el Cielo sino que concurren, en tal alma, todas las características que Dios y su Esposa tienen por convenientes que concurran en el caso.

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