Noviembre de Santos y Difuntos – Siervos de Dios – Venerables – Beatos y Santos

Los Santos nos enseñan a orar por las Almas del Purgatorio – Misioneras de  la Divina Revelación

En no pocas ocasiones, cuando se quiere representar el camino hacia el definitivo Reino de Dios, llamado Cielo, se hace de dos modos distintos: como si se tratase de una carretera que allí sube o de unas escaleras que ascienden, poco a poco, hasta donde Dios nos espera y donde la Bienaventuranza se hace realidad así también como la Visión Beatífica.

En realidad esto es, digamos, algo pictórico, con intención de expresar que el Cielo está, digamos, arriba y nosotros, desde abajo debemos acometer un camino para llegar al mismo, que no es fácil la cosa y que esfuerzo, lo que se dice esfuerzo, vamos a tener que realizarlo (recordemos aquello que dice Cristo de que debemos tomar el camino estrecho y lo otro del camello y el ojo de la aguja… para navegantes despistados y para los que crean que la cosa va a ser sencilla y todo eso que se suele pensar cuando se está lejos de la Verdad)

Pues bien, es cierto esto: es difícil llegar al Cielo, así, por las buenas aunque haya creyentes que, por su bondad y por sus buenas, lo alcancen sin intermediaciones purgatorias o purificatorias y se presenten ante Dios con el alma más limpia que la nieve… en fin, como que para el más amplio grupo de creyentes la cosa no es así por cómo somos…

De todas formas, hoy vamos a hablar (resulta curioso que se diga siempre que vamos a hablar cuando lo que se hace es escribir…), aunque sea brevemente, de un proceso que es camino que es camino porque está inscrito en un proceso: el que lo es de aquellos creyentes que, por sus propios medios (y con la ayuda de Dios, faltaría más) han alcanzado el Cielo, digamos, de forma oficial, procesal y completa.

Digamos que sus escaleras tienen nombrela primera se llama ser “Siervo de Dios”; a la segunda se le denomina ser “Venerable”; a la tercera se le otorga el nombre de “Beato” y, por fin, a la última de ellas, la de “Santo”. Y no es que, por decirlo así, sólo quien ha subido el último peldaño espiritual esté en el Cielo sino que concurren, en tal alma, todas las características que Dios y su Esposa tienen por convenientes que concurran en el caso.

Así, cuando a alguien se le atribuye una especial concurrencia en su existencia de clara obediencia a Dios y en su vida se puede apreciar la fama de santidad, se le puede otorgar este primer grado de la misma que es el ser considerado “Siervo de Dios”. Así, la Santa Sede otorga, por decirlo así, un informe favorable a que, en efecto, tal persona sea considerada de tal forma. Es el primer paso en el proceso de canonización.

En segundo lugar, cuando en el proceso de beatificación se puede demostrar que un católico ha llevado una vida conforme al Evangelio, creemos, que de forma lo más completa posible (con todo lo que eso haya podido suponer para la misma en el mundo…), entonces el Santo Padre declara las “virtudes heroicas” de la misma las cuales, por cierto, lo son, seguramente, más hoy en día que hace unos siglos donde comportarse de tal forma no era tan extraño como lo pueda ser hoy, en pleno siglo XXI…

Este paso es el previo a que un creyente católico sea declarado Beato. Sin embargo, el martirio, demostrado en todas sus circunstancias y entendido el mismo como tal, libera, por así decirlo, del grado de “Venerable” pues el mismo ya es suficiente prueba de fe y del cumplimiento de forma heroica de lo que se dice creer. Por eso en este caso especial, directamente se suben dos escalones de esta especial escalera hacia el Cielo y el mártir es declarado Beato sin más ni más, pues lo ha merecido.

Nos centramos, ahora y por tanto, no en los mártires sino en aquellos creyentes católicos que han sido declarados “Venerables”.

Ya sabemos, por tanto, que es “Venerable” determinado católico. Entonces es posible que concurra en su caso el que se produzca un hecho extraordinario (un milagro, vamos) por su especial intervención en el caso de que se trate. Y eso muchas veces ha sucedido pues, tras un largo proceso de comprobación de hechos y circunstancias, la Congregación para las Causas de los Santos entiende que sí, que determinado fiel ha intercedido a favor de un hermano suyo de la Iglesia militante y que se ha producido un milagro. Y, en ese caso, el “Venerable” pasa a ser “Beato” con veneración, primordial, en la diócesis desde donde se haya instado la beatificación. Y decimos “primordial” porque que eso esté así establecido no puede querer decir que no se le pueda venerar en cualquier otro lugar del mundo donde el Beato tenga algún tipo de difusión por las causas o razones que sean (y recordamos ahora el caso especial del Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo al que se le tiene especial veneración no sólo en su diócesis de Jaén, España sino en la mismísima Filipinas y no sólo allí, como es de comprender y esperar) Y podemos decir que se trata de un culto, en principio, limitado a su Diócesis. Y sólo cuando se produce lo que viene a continuación, la veneración pasa a ser, de iure, podemos decir, universal.

Lo que viene a continuación de la beatificación es el último escalón hacia el Cielo aunque es cierto y verdad que antes ya se está allí pero esto lo decimos para que siga, digamos, un camino…

La canonización es el culmen de todo este proceso y la llegada a la meta definitiva de todo este camino-escalera.

Nosotros los celebramos a todos (oficiales y de los ordinarios) el día 1 de noviembre que, por eso, se llama de “Todos los Santos” y no sólo de los que la Esposa de Cristo ha reconocido como tales. Pero, en el caso de los primeros, ha de concurrir que se compruebe que, por su especial intercesión, se ha producido otro milagro que sería el segundo después del que hizo posible la beatificación (a excepción, como hemos dicho de los mártires que se han ganado, directamente, el título de “Beatos”)

Ser declarado “Santo” es, por tanto, el final de este especial recorrido espiritual al que somete la Iglesia Católica a algunos de sus creyentes en los que concurren unas características y unas circunstancias muy especiales. Y bien sabemos que para los mártires el proceso es tan corto como el que les lleva desde la muerte hasta el Cielo, sin previo aviso a comprobadores de datos, hechos y fechas. Y por eso no nos extraña nada que haya habido quien haya deseado el martirio (ojo, sin provocarlo) como, por ejemplo, el niño-cristero San José Sánchez del Río, mexicano, que viendo como se estaban desarrollando las cosas en su México natal en los años 20 del siglo pasado, dijo algo así como que nunca había sido tan fácil ganarse el Cielo. Y es que dar la vida por Cristo, así, de una forma tan de quien sabe lo que eso supone, acorta mucho el camino y, podríamos decir, supone ascender no escalón a escalón sino en el más puro y exacto ascensor, así, directamente.

 

Eleuterio Fernández Guzmán

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Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano GarridoLolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Un mes para orar porque nos conviene.

Para leer Fe y Obras. 

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.

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