InfoCatólica / Eleuterio Fernández Guzmán / Archivos para: 2013

19.02.13

Un amigo de Lolo - Ser o no ser

Por la libertad de Asia Bibi.
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Por el respeto a la libertad religiosa
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Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Recuerda lo que dijo San Pablo: somos Templo del Espíritu Santo. ¿No se ensancha tu corazón con tal afirmación?

Y, ahora, el artículo de hoy.

Presentación

Manuel Lozano Garrido

Yo soy amigo de Lolo. Manuel Lozano Garrido, Beato de la Iglesia católica y periodista vivió su fe desde un punto de vista gozoso como sólo pueden hacerlo los grandes. Y la vivió en el dolor que le infringían sus muchas dolencias físicas. Sentado en una silla de ruedas desde muy joven y ciego los últimos nueve años de su vida, simboliza, por la forma de enfrentarse a su enfermedad, lo que un cristiano, hijo de Dios que se sabe heredero de un gran Reino, puede llegar a demostrar con un ánimo como el que tuvo Lolo.

Sean, las palabras que puedan quedar aquí escritas, un pequeño y sentido homenaje a cristiano tan cabal y tan franco.

Grandes verdades acerca de la fe

“Un ‘no’ cada noche al hombre que quisimos ser y no fuimos, y un ‘sí’ rotundo al que seguidamente nos ofrece la esperanza”
Manuel Lozano Garrido, Lolo
Bien venido, amor (15)

No se trata, aquí, de traer la famosa y más que conocida y manida expresión de Hamlet sino de lo que significa, para cada hijo de Dios que es consciente de que lo es, saber que una cosa es lo que tenga en su mente y otra, muy distinta, lo que debería tener en su corazón.

Ser o no ser es como el querer hacer lo que se debe o no quererlo.

Los cristianos sabemos, sin embargo, que Dios ve en lo secreto de nuestro corazón y no podemos hacer como si eso no fuera una gran verdad que nos ayuda, en primer lugar, a no cometer excesivos errores y, en segundo lugar, a pedir perdón a Quien todo lo puede perdonar.

En realidad, lo que, como personas, queremos alcanzar está demasiadas veces, somos mundanos, muy relacionado con nuestra propia existencia de seres humanos. Pegados, como estamos, a una visión excesivamente horizontal de nuestro ser la que es vertical y nos relaciona con el Padre la tenemos un poco olvidada. Nos basta con nosotros mismos y no acabamos de comprender que ser así, de tal manera, en poco nos va a ayudar a nuestra salvación eterna.

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18.02.13

Serie Sacramentos .- Reconciliación

Por la libertad de Asia Bibi.
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Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Estar a bien con Dios no sólo es muy conveniente para nosotros sino que es, además, una obligación de todo hijo.

Y, ahora, el artículo de hoy.

Sacramentos

Como es bien sabido, los Sacramentos constituyen una parte muy importante de la vida espiritual del católico. Podemos decir que marcan un camino a seguir que, comenzando con el bautismo, terminará con la unción de los enfermos si es que la misma llega, claro, a tiempo. Sin embargo, no podemos negar que sin los Sacramentos, el existir del católico deja de ser como debería ser.

A este respecto, dice la Constitución Sacrosanctum Concilio, relativa a la Sagrada Liturgia, en su número 59 que

Los sacramentos están ordenados a la santificación de los hombres, a la edificación del Cuerpo de Cristo y, en definitiva, a dar culto a Dios; pero, en cuanto signos, también tienen un fin pedagógico. No sólo suponen la fe, sino que, a la vez, la alimentan, la robustecen y la expresan por medio de palabras y de cosas; por esto se llaman sacramentos de la “fe". Confieren ciertamente la gracia, pero también su celebración prepara perfectamente a los fieles para recibir fructuosamente la misma gracia, rendir el culto a dios y practicar la caridad.

Por consiguiente, es de suma importancia que los fieles comprendan fácilmente los signos sacramentales y reciban con la mayor frecuencia posible aquellos sacramentos que han sido instituidos para alimentar la vida cristiana.”

Vemos, pues, que no son realidad baladí sino pura esencia en la vida del católico. Pues, como muy dice este apunte de la SC los Sacramentos “no sólo suponen la fe”, es decir que recibiéndolos se atribuye una presunción de catolicidad, sino que, además, “la alimentan, la robustecen” o, lo que es lo mismo, fortalecen el alma del que se dice, y es, católico y no niega la posibilidad de seguir siéndolo sin ninguna clase de apostasías silenciosas.

Los Sacramentos

Tenemos, por tanto, la seguridad de que los Sacramentos son signos sensibles que fueron instituidos por Cristo. Además, que comunican la gracia. Y, ya, por fin, que son los que son no porque sea un número más o menos bíblico que nos indique cierta perfección, sino porque Jesucristo, el Hijo de Dios, instituyó siete y ni uno más ni uno menos.

Característica común a todos los Sacramentos es que todos tiene una materia y una forma pues es propio de cada uno de ellos el que haya un objeto-gesto exterior y unas palabras que lo conforman y determinan a ser lo que son; también que debe ser un ministro legítimo el que lo confiera pues, de tal manera, Cristo actúa por él.

En realidad, los Sacramentos lo son de Cristo porque son creados por él; son de la Iglesia porque existen por ella y para ella (cf. Catecismo, 1118); son de la fe porque están ordenados a la santificación de los hombres (cf. Catecismo, 1123); son de la salvación porque son necesarios para la misma (cf. Catecismo, 1129), y lo son, por último, de la vida eterna porque preanuncian la gloria venidera (cf. Catecismo, 1130).

Esta serie, pues, corta porque son siete los Sacramentos y no más, tratará de los mismos y de la importancia que tienen para la vida del creyente católico.

Sacramentos.- Reconciliación

Reconciliación

Nosotros, que nacemos con el pecado original como mancha quedamos determinados, seguramente, por tal peso sobre nuestra alma. Somos, sin embargo, limpiados con la infusión del Espíritu Santo en nuestro Bautismo y, por tanto, con tal limpieza quedamos preparados para una vida que debería ser tal quiere Dios que sea y que consiste, ciertamente en esto consiste, en no pecar para no ofender a Dios y para no lastrar la vida comunitaria de la Iglesia que fundó Jesucristo y de la que, como piedras vivas, formamos parte.

Todo lo dicho hasta aquí pudiera parecer un tópico católico o, lo que es lo mismo, unas razones que nos vienen dadas y que aceptamos como tales pues así es nuestra fe. Y eso es, verdaderamente cierto pero es que, además, y como podemos comprobar en el día de cada uno de nosotros, fieles creyentes en Dios Todopoderoso, en su Hijo y en su Espíritu Santo, la realidad corrobora cuanto hasta ahora se ha dicho.

Somos pecadores, eso es cierto y, como dijo Cristo aquella vez ante la mujer que todos querían lapidar, quien esté libre de pecado que tire la primera piedra. Y la tiramos, sin duda, pero al suelo y, si es eso posible, salir de allí mismo despacio andando para que no se note lo que, en verdad, hacemos y que Dios conoce en nuestro corazón.

Pero, aunque seamos pecadores, también para esto tiene Dios, en su Misericordia y Bondad, solución. Cristo instituyó, para remediar nuestra, al parecer, irremediable tendencia al pecado, un sacramento que bien se llame de Reconciliación, de Penitencia o, simplemente, confesión, supone, para nosotros, una tabla de salvación para nuestro precario sentido de la fe.

Por eso el número 1422 del Catecismo de la Iglesia Católica dice, al tal respecto que

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17.02.13

La Palabra del Domingo .- 17 de febrero de 2013

Por la libertad de Asia Bibi.
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Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Con dificultad, muchas veces, somos capaces de vencer a las tentaciones. Una cosa tenemos que saber: no hay, siquiera, que dialogar con ellas.

Lc 4, 1-13

Biblia

1Jesús, lleno de Espíritu Santo, se volvió del Jordán, y era conducido por el Espíritu en el desierto, 2 durante cuarenta días, tentado por el diablo. No comió nada en aquellos días y, al cabo de ellos, sintió hambre.3 Entonces el diablo le dijo: ‘Si eres Hijo de Dios, di a esta piedra que se convierta en pan.’ 4 Jesús le respondió: ‘Esta escrito: = No sólo de pan vive el hombre.’ = 5 llevándole a una altura le mostró en un instante todos los reinos de la tierra; 6 y le dijo el diablo: ‘Te daré todo el poder y la gloria de estos reinos, porque a mí me ha sido entregada, y se la doy a quien quiero.7 Si, pues, me adoras, toda será tuya.’ 8 Jesús le respondió: ‘Esta escrito: = Adorarás al Señor tu Dios y sólo a él darás culto.’ = 9 Le llevó a Jerusalén, y le puso sobre el alero del Templo, y le dijo: ‘Si eres Hijo de Dios, tírate de aquí abajo; 10 porque está escrito: = A sus ángeles te encomendará para que te guarden. = 11 Y: = En sus manos te llevarán para que no tropiece tu pie en piedra alguna.’ =12 Jesús le respondió: ‘Está dicho: = No tentarás al Señor tu Dios.’ = 13 Acabada toda tentación, el diablo se alejó de él hasta un tiempo oportuno.

COMENTARIO

Nada se puede contra Dios

Cuando Jesús es bautizado por Juan, en el Jordán, y, después de haber sobrevolado sobre Él el Espíritu Santo (al igual que en el Génesis, mientras Dios creaba, el mismo Espíritu, su Espíritu, sobrevolaba las aguas) se deja llevar por aquella persona que constituye la Santísima Trinidad y marcha camino del desierto, donde sólo se oye su corazón y a Dios buscando su seno porque necesita esa íntima comunicación.

Quizá buscaba lo que dijera Isaías (32, 10) “en el desierto morará el derecho, y la justicia habitará en el vergel”, es decir, que trataba de hallar la plenitud de la voluntad de Dios; quizá quiera pasar una prueba puesta por su padre (Dt 8,2), al igual que pasara, con el paso del desierto, el pueblo de Israel: acuérdate del camino que el Señor te ha hecho andar durante cuarenta años a través del desierto con el fin de humillarte, probarte y conocer los sentimientos de tu corazón y ver si guardabas o no sus mandamientos. El respeto buscado por Dios de su Hijo por sus normas, quizá fuera lo que buscaba Jesús. Y todo esto sabiendo lo que dijera, también, como tantas otras veces, Isaías, (58, 11): Te guiará Dios de continuo. El caso es que Jesús, atareado en ese intento de descubrirse, no encuentra mejor sitio donde ir que a ese inhóspito espacio reseco.

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16.02.13

Serie P. José Rivera - Cartas I

Por la libertad de Asia Bibi.
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Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Dirigirse a Dios a través de la oración es un regalo que el Creador nos hace. Deberíamos hacer un uso profuso del mismo.

Y, ahora, el artículo de hoy.
Serie P. José Rivera
Presentación

P. Ribera

“Sacerdote diocesano, formador de sacerdotes, como director espiritual en los Seminarios de El Salvador e Hispanoamericano (OCSHA) de Salamanca (1957-1963), de Toledo (1965-1970), de Palencia (1970-1975) y de nuevo en Toledo (1975-1991, muerte). Profesor de Gracia-Virtudes y Teología Espiritual en Palencia y en Toledo.”

Lo aquí traído es, digamos, el inicio de la biografía del P. José Rivera, Siervo de Dios, en cuanto formador, a cuya memoria y recuerdo se empieza a escribir esta serie sobre sus escritos.

Nace don José Rivera en Toledo un 17 de diciembre de 1925. Fue el menor de cuatro hermanos uno de los cuales, Antonio, fue conocido como el “Ángel del Alcázar” al morir con fama de santidad el 20 de noviembre de 1936 en plena Guerra Civil española en aquel enclave acosado por el ejército rojo.

El P. José Rivera Ramírez subió a la Casa del Padre un 25 de marzo de 1991 y sus restos permanecen en la Iglesia de San Bartolomé de Toledo donde recibe a muchos devotos que lo visitan para pedir gracias y favores a través de su intercesión.

El arzobispo de Toledo, Francisco Álvarez Martínez, inició el proceso de canonización el 21 de noviembre de 1998. Terminó la fase diocesana el 21 de octubre de 2000, habiéndose entregado en la Congregación para la Causas de los Santos la Positio sobre su vida, virtudes y fama de santidad.

Pero, mucho antes, a José Rivera le tenía reservada Dios una labor muy importante a realizar en su viña. Tras su ingreso en el Seminario de Comillas (Santander), fue ordenado sacerdote en su ciudad natal un 4 de abril de 1953 y, desde ese momento bien podemos decir que no cejó en cumplir la misión citada arriba y que consistió, por ejemplo, en ser sacerdote formador de sacerdotes (como arriba se ha traído de su Biografía), como maestro de vida espiritual dedicándose a la dirección espiritual de muchas personas sin poner traba por causa de clase, condición o estado. Así, dirigió muchas tandas de ejercicios espirituales y, por ejemplo, junto al P. Iraburu escribió el libro, publicado por la Fundación Gratis Date, titulado “Síntesis de espiritualidad católica”, verdadera obra en la que podemos adentrarnos en todo aquello que un católico ha de conocer y tener en cuenta para su vida de hijo de Dios.

Pero, seguramente, lo que más acredita la fama de santidad del P. José Rivera es ser considerado como “Padre de los pobres” por su especial dedicación a los más desfavorecidos de la sociedad. Así, por ejemplo, el 18 de junio de 1987 escribía acerca de la necesidad de “acelerar el proceso de amor a los pobres” que entendía se derivaba de la lectura de la Encíclica Redemptoris Mater, del beato Juan Pablo II (25.03.1987).

En el camino de su vida por este mundo han quedado, para siempre, escritos referidos, por ejemplo, al “Espíritu Santo”, a la “Caridad”, a la “Semana Santa”, a la “Vida Seglar”, a “Jesucristo”, meditaciones acerca de profetas del Antiguo Testamento como Ezequiel o Jeremías o sobre el Evangelio de San Marcos o los Hechos de los Apóstoles o, por finalizar de una forma aún más gozosa, sus poesías, de las cuales o, por finalizar de una forma aún más gozosa, sus poesías.

A ellos dedicamos las páginas que Dios nos dé a bien escribir haciendo uso de las publicaciones que la Fundación “José Rivera” ha hecho de las obras del que fuera sacerdote toledano.

Serie P. José Rivera
Cartas I

Cartas I

Hay un aspecto de la vida espiritual del P. José Rivera que es muy importante destacar y que el libro aquí traído hace explícito y demuestra: la dirección espiritual.

En el libro ”Sacerdotes que dejaron huella en el siglo XX” (1) los autores del mismo, a la sazón Alberto Royo Mejía y José Ramón Godino Alarcón, dicen, en el capítulo dedicado al P. José Rivera (2), que “Con treinta y un años, era ya conocido y dedicaba la mayor parte de su tiempo la dirección espiritual. En él se encontraba algo distinto, guiaba con una sabiduría que transformaba los corazones e infundía el deseo de la santidad”.

Queda, así, apuntada una labor esencial en la vida del P. José Rivera que fue crucial, seguramente, para muchas personas que encontraron en su dirección espiritual una fuente de gozo personal no escasa.

Pero es en el libro editado por la Fundación ”José Rivera” (3), ”José Rivera. Sacerdote, testigo y profeta”, donde varios autores dedican las páginas del mismo a fijar una “primera semblanza de José Rivera Ramírez, sacerdote diocesano de Toledo” (4) donde la dirección espiritual es tratada de una manera más amplia. Y lo hace, por ejemplo, el P. José María Iraburu, que fue gran amigo del P. Rivera y con quien compartió muchas horas de fructífero trabajo por el Reino de Dios y para nosotros, los hijos del Creador.

Pues bien, en el capítulo titulado “Como una madre con sus hijos” el P. Iraburu dedica una parte importante del mismo a darnos a conocer la labor de director espiritual del P. Rivera. Baste decir, por ejemplo, que (p. 166) “Se aplicaba mucho más a producir convicciones espirituales que a mandar o recomendar prácticas concretas. Los modos concretos de obrar, sobre todo en los más principiantes, los sugería, pero los suscitaba sobre todo con su ejemplo personal, y aún más con las vidas de santos; pero era muy discreto a la hora de imperarlos como recetas”.

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15.02.13

Eppur si muove - ¿Las cosas deberían ser así? Sobre el Concilio Vaticano II; a vueltas con él.

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Por el respeto a la libertad religiosa.

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Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Cuando pedimos luz a Dios no podemos quedarnos esperando que nos ilumine desde el cielo. Busquemos en nuestro corazón, que está más cerca.

Y, ahora, el artículo de hoy.
Cristianismo y justicia

Sí, ya sé que muchos me pueden decir que cuando se leen ciertas cosas lo más probable es que se generen ciertos sentimientos de preocupación o de extrañeza. Sin embargo, las cosas son como son y no podemos, so capa de parecer cómplices por lo de callar, quedarnos mirando para otro lado.

Al parecer, el Concilio Vaticano II da mucho de sí. Es más, a muchos les ha dado hasta para justiciar cualquier rareza o, directamente, extrañamiento de lo católico. Y así estamos y, según se ve, seguimos.

Los cuadernos de Cristianismo y Justicia son siempre una sorpresa. Desagradable, pero, al fin y al cabo, sorpresa. En cada número nos sorprenden con tesis que sólo caben en determinados cerebros y que sólo buscan determinados mercados espirituales. Y así están ellos, mirando para otro lado cuando la Iglesia católica peregrina hacia el definitivo Reino de Dios del que uno duda muchas de las personas que ahí escriben, tengan ganas de llegar a él. Y lo digo por sus formas de manifestarse.

Sabemos que para los progres que hay en el seno de la Iglesia católica decir “Concilio Vaticano II” y empezar a ponerse nerviosos es lo mismo o sucede de forma inmediata. Una especie de baile espiritual se les apodera y empieza a proferir todo lo que, dicen, de malo ha tenido aquel Concilio porque, al parecer, no se ha cumplido nada de lo que allí se dijo.

Por ejemplo, en el número 182 de Cristianismo y Justicia, Víctor Codina, a la sazón doctor en Teología y, actualmente, residente en Bolivia, ha escrito algo tituladoHace 50 años… hubo un Concilio” en el que se dedica a elucubrar sobre lo divino y lo humano acerca del mismo.

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