Eppur si muove - ¡Caray con la democracia eclesial!
Por la libertad de Asia Bibi.
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Por el respeto a la libertad religiosa.
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Panecillos de meditación
Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.
Panecillo de hoy:
Perseverar en la fe es una realidad a la que nunca deberíamos dar de lado porque la tibieza está esperando cualquiera dejación nuestra para tomarnos al asalto.
Y, ahora, el artículo de hoy.
Las cosas habrían sido de otra forma. Muy distintas y, a lo mejor, ninguno ahora diríamos que somos católicos sino, simplemente, algo de algo que no sabríamos cómo definir.
Cuando Jesús empezó su predicación y llegó el momento en el que tuvo que escoger a doce hombres para que fueran sus apóstoles no se dirigió a Dios en oración sino que reunió a sus vecinos, a los que conocía, a los más cercanos, y les dijo que era un momento importante y que entre todos iban a separar a unos hombres para que le siguieran más de cerca. Entonces, aunque de una forma rudimentaria, se preparó una votación y salieron doce nombres. No se oró nada de nada sino que bastó y sobró lo que unas personas, que no sabían seguramente ni lo que estaban haciendo, opinaban sobre esto.
Los nombres fueron los que fueron porque pudieron haber sido otros. El caso es que Jesús se quedó más que tranquilo porque no había recaído sobre su corazón la elección de tales doce hombres. Y aquel día se fue a dormir sabiendo que había hecho lo mejor para la humanidad y que no era orar al Padre para que lo iluminara en su elección sino dejar que una buena mayoría de personas decidiera sobre la voluntad del Creador.