La Palabra del Domingo - 27 de enero de 2013
Por la libertad de Asia Bibi.
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Por el respeto a la libertad religiosa.
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Panecillos de meditación
Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.
Panecillo de hoy:
Dios pone su confianza en su creación. Por eso mismo, no olvidemos que no podemos perderla en nuestro Creador.
Lc 1, 1-4; 4, 14-21
“1 Puesto que muchos han intentado narrar ordenadamente las cosas que se han verificado entre nosotros, 2 tal como nos las han transmitido los que desde el principio fueron testigos oculares y servidores de la Palabra, 3 he decidido yo también, después de haber investigado diligentemente todo desde los orígenes, escribírtelo por su orden, ilustre Teófilo,
14 Jesús volvió a Galilea por la fuerza del Espíritu, y su fama se extendió por toda la región.15 El iba enseñando en sus sinagogas, alabado por todos.16 Vino a Nazará, donde se había criado y, según su costumbre, entró en la sinagoga el día de sábado, y se levantó para hacer la lectura.17 Le entregaron el volumen del profeta Isaías y desenrollando el volumen, halló el pasaje donde estaba escrito: 18 = El Espíritu del Señor sobre mí, porque me ha ungido para anunciar a los pobres la Buena Nueva, me ha enviado a proclamar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, para dar la libertad a los oprimidos = 19= y proclamar un año de gracia del Señor. = 20 Enrollando el volumen lo devolvió al ministro, y se sentó. En la sinagoga todos los ojos estaban fijos en él. 21 Comenzó, pues, a decirles: «Esta Escritura, que acabáis de oír, se ha cumplido hoy.”
COMENTARIO
Se ha cumplido la voluntad de Dios
El evangelista san Lucas sabe que hay muchas personas que han procurado recoger lo que Jesús hizo a lo largo de su vida, la llamada pública. Por eso va a tratar de hacer lo mismo pero apoyándose en lo que otros han visto y han oído. Él, claro, no fue testigo de la vida de Jesús y, por eso mismo, tiene que acudir a las fuentes directas de conocimiento del Hijo de Dios.
Jesús, tras su bautismo, vuelve a Galilea, que fue la tierra donde había vivido aquellos años de su vida de los que se sabe más bien poco. Sin embargo, era de esperar que volviera a su tierra porque también allí tenía que predicar. Y así lo hace.
Como es de esperar, Jesús acude a la sinagoga donde, seguramente, tantas veces había ido mientras vivía en Nazaret. Y como tantas otras veces habría hecho, se levanta para leer la Sagrada Escritura y comentar lo que a Él le parecía. Eso era lo que se esperaba de Él mismo y de cualquiera que se levantara y tomara en sus manos algún volumen de las mismas.
