InfoCatólica / Eleuterio Fernández Guzmán / Archivos para: Octubre 2011, 31

31.10.11

Serie Hábitos católicos - 1.-Vida sacramental

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La segunda acepción de la palabra “hábito” es, según la Real Academia Española de la Lengua es el “Modo especial de proceder o conducirse adquirido por repetición de actos iguales o semejantes, u originado por tendencias instintivas”. Por lo tanto, si nos referimos a los que son católicos, por hábitos deberíamos entender aquello que hacemos que, en nuestra vida, supone algo especial que marca nuestra forma de ser. Incluso es algo que al obedecer a una razón profunda bien lo podemos calificar de instintivo porque nuestra fe nos lleva, por su propia naturaleza, a tenerlos.

Pues bien, esta serie relativa a los “Hábitos católicos” tiene la intención de dar un pequeño repaso a lo que, en realidad, debería ser ordinario comportar en un católico.

No puedo dejar de dar las gracias a Juanjo Romero, director técnico de InfoCatólica y Blogger de este portal religioso católico por haberme sugerido (de forma, eso sí, inesperada por su parte) escribir sobre estos importantes y cruciales temas.

1.- Vida Sacramental

Custodia

Cuando San Juan recoge en su Evangelio (en concreto en el versículo 51 del capítulo 6) las palabras de Jesús cuando dijo “Yo soy el pan vivo, bajado del cielo” puso de manifiesto lo que es, ciertamente, el mismo rostro de Cristo en los Sacramentos.

Suponemos, por la práctica y por lo que con ellos se recibe, que la persona misma del Hijo de Dios tiene mucho que ver con los Sacramentos y, por eso mismo, con lo que se da en llamar Vida Sacramental que no es más, ni menos, que el hecho de llevar a aquellos a nuestra propia existencia y tener, ciertamente, por recibida la gracia de Dios.

Es evidente que de los siete Sacramentos no de todos se puede llevar una Vida Sacramental, digamos, ordinaria porque, por ejemplo, en el caso de la Unción de enfermos sólo en caso de que sea necesaria la misma se recibe; o la Ordenación sacerdotal, propia de los hombres que la reciben; o la Confirmación cuando se recibe, el Matrimonio cuando se contrae o el Bautismo cuando, con el mismo, se perdona el pecado original, se infunde el Espíritu Santo y se le incorpora, al bautizado, a la Iglesia católica.

Sin embargo, sí que hay unos Sacramentos de los que se puede predicar su necesidad de ser aplicados a una vida de la que podamos predicar que es sacramental. Así, por ejemplo, la Eucaristía o el de Reconciliación son unos que lo son perfectamente aplicables a quien quiera llevar una vida que sea, como decimos, sacramental. Además, también podemos considerar la Adoración al Santísimo Sacramento como expresión de una vida espiritual plena y, así, sacramental.

Dice, a este respecto, el Catecismo de la Iglesia Católica (1116) que “Los sacramentos, como ‘fuerzas que brotan’ del Cuerpo de Cristo (cf Lc 5,17; 6,19; 8,46) siempre vivo y vivificante, y como acciones del Espíritu Santo que actúa en su Cuerpo que es la Iglesia, son ‘las obras maestras de Dios’ en la nueva y eterna Alianza”. Por lo tanto, vivir los Sacramentos da, a nuestra vida espiritual, un sentido profundo y lleno del Amor de Dios porque, al fin y al cabo, en el contexto de la vid y los sarmientos Jesús (Jn 15, 5b) dijo que “separados de mí no podéis hacer nada”. Por eso hay que tener Vida Sacramental porque sin ella no es que seamos poco cristianos sino que no lo somos en absoluto o, en todo caso, unos simples sepulcros blanqueados (Mt 23, 27).

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