InfoCatólica / Eleuterio Fernández Guzmán / Archivos para: Octubre 2011, 07

7.10.11

Eppur si muove - Sobre el poder de la Iglesia católica

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Es más que sabido que a la Iglesia católica le tienen cierta ojeriza o, digámoslo pronto, manía, muchas personas que no ven correcto ni lo que es, ni lo que hace, ni nada de nada de lo que se refiera a la misma.

Se le acusa de todo lo que haya menester y, además, se insiste en que no puede defenderse porque tiene un pasado turbio, malo y más que impresentable.

Entre las acusaciones que más usan los detractores de la Esposa de Cristo está la de decir que tiene mucho poder y que es, como poco, la institución que más lo utiliza en perjuicio de casi todos. Es más, hasta se dice y escribe que las religiones, aquí la católica, tienen “devoción por el poder” que es lo mismo que decir que vive para el mismo y que lo adora como única fuente de su misma existencia.

Así, por ejemplo, se dice que la Iglesia católica tiene el poder que ha ido acumulando a lo largo de los siglos y, de hecho, lo utiliza o que son muchas las naciones que se someten a su poder. Al parecer es uno que lo es invisible porque que se sepa aquello de “Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios” no puede decirse que ahora no se esté practicando y, como consecuencia de ello, que haya tal unión entre la Iglesia y el Estado que se difícil diferenciar entre una y otro.

Poder es el “Dominio, imperio, facultad y jurisdicción que alguien tiene para mandar o ejecutar algo” y, entonces, habría que aplicar al caso de la Iglesia católica tal definición y ver si, en efecto, tiene tanto poder como se predica de la misma. Así, la Iglesia católica debería tener mucho de todo eso.

Sin embargo, en cuanto al dominio no se puede decir que ejerza mucho porque para dominar se necesita tener en sus manos un “Poder o ascendiente que se ejerce sobre otra u otras personas” y es bien cierto que la Iglesia católica no tiene más poder sobre las personas que el que las mismas quieran dejarse hacer. Por tanto, el susodicho dominio que la Esposa de Cristo ejerce es, en todo caso, nulo.

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