InfoCatólica / Eleuterio Fernández Guzmán / Archivos para: Junio 2011, 04

4.06.11

Serie José María Iraburu - 10: Lecturas y libros cristianos

Hay que leer, sencillamente, para
convertirse y practicar lo leído

Lecturas y libros cristianos (L.-l.c)
1.- Lecturas cristianas
José María Iraburu

Algo antes de empezar
Lecturas y libros cristianos

Este es un libro de necesaria comprensión para llevar una vida cristiana, aquí católica, digna de ser así llamada y no de cualquier forma puramente aparente.

Sobre esto dice el P. Iraburu que “Si la dietética corporal suscita, con toda razón, tantos estudios y escritos, la dietética espiritual, es decir, la alimentación de la mente y del corazón por las lecturas, debe ser considerada con atención aún mayor. En este sentido, la historia de las lecturas y libros cristianos, el análisis de su situación actual, así como la consideración de su futuro previsible y deseable, constituye un tema muy importante, que merecería estudios más profundos.” (1)

Y a ello se pone José María Iraburu.

Lecturas

Un cristiano, por decirlo de forma castiza, ha de ser una persona “leída” en materias relacionadas con su fe. Eso lo que, en general, quiere decir es que quien se considere discípulo de Cristo no puede quedarse con una fe infantil o aquella que conoció en su época de catecúmeno. Formarse a través de la lectura de buenos libros cristianos debería ser prioridad para quien se dice hijo de Dios.

Apunta, al respecto, el P. Iraburu que “Leer la Biblia y los demás libros santos es uno de los rasgos fundamentales de la vida espiritual cristiana. El creyente, si quiere serlo de verdad, ha de alimentar su fe con la Palabra divina. El orden, claramente establecido por el Apóstol, es éste: ‘el justo vive de la fe’ (Rm 1,17); ahora bien, ‘la fe es por la predicación, y la predicación por la palabra de Cristo’ (10,17)” (2).

Vivir, por tanto de la fe no puede hacerse con un conocimiento limitado, muy limitado o limitadísimo del contenido de la misma porque el cristiano sabe que “El hombre ‘vive de toda palabra que sale de la boca de Dios’ (Dt 8, 3; Mt 4,4)” (3).

Y si la boca de Dios habla y el corazón de Dios inspira, por ejemplo, a los profetas, textos sagrados y, luego, mueve a manifestar por escrito pensamientos que proceden del ser de Dios, el cristiano no puede permanecer ciego ante lo que se pueda decir en libros cristianos.

Leer, pues, es necesario pero, sobre todo, es obligado.

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