InfoCatólica / Eleuterio Fernández Guzmán / Archivos para: Julio 2009, 31

31.07.09

Opus Dei: "'Camino': el camino de la Fe"

Serie “El Camino de la Fe”

San Josemaría

El Camino de la Fe - 7
La Penitencia

“¡Cómo ennoblecemos el dolor, poniéndolo en el lugar que le corresponde (expiación) en la economía del espíritu!”
S. Josemaría
Camino, 234

Para una persona alejada de la fe la penitencia puede ser algo propio de necios y, seguro, de seres que no entienden los peligros de la vida.

Para un cristiano, en cambio, reconocerse pecador (en cada ocasión en lo que pase tal cosa) es algo primordial porque ya sabemos que mejor cristiano no es quien nunca se equivoca o nunca peca sino quien, al equivocarse o pecar, pide perdón, se levanta y, yendo hacia delante procura no caer otra vez.

Por eso, S. Josemaría dejó escritoAprende a sacar, de las caídas, impulso; de la muerte, vida” (1)

Así, en la penitencia podemos confiar para llevar a cabo una limpieza del alma. “Entierra con la penitencia, en el hoyo profundo que abra tu humildad, tus negligencias, ofensas y pecados” (2).

Con este consejo, muy propio de quien conoce bien el acontecer del hombre y el devenir de su vida, lo que tenemos que hacer es: ser, ante todo, humildes. Con la humildad podemos, a través del acto de pedir perdón por lo cometido, aquello que nos sobra; aquello que es negligente, aquello que es ofensa, aquello que es pecado.

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La intención es buena Sr. Arzobispo pero ETA eso no lo entiende

NOTA PREVIA

Este artículo lo iba a publicar hoy viernes. Sin embargo, por problemas de conexión telefónica no he podido actualizar la información hasta ahora.

Sin embargo, creo que vale la pena, por la nueva actualidad del tema, la publicación del mismo.

Ante el intento, de ETA, de causar una auténtica sangría en la Casa-Cuartel de la Guardia Civil de Burgos, el Arzobispo de la archidiócesis burgalesa, don Francisco Gil Hellín ha tenido a bien demandar a los terroristas que dejen de hacer uso de “eso modo tan vil de actuar”.

Además, también les pide que se conviertan a Dios y que dejen de hacer daño.

Y eso es una buena intención, por supuesto.

Sin embargo, algo, aquí no funciona.

Es algo sobre lo que no nos cabe duda alguna: atentar contra la vida de una persona, arrogándose un inexistente derecho a disponer de ella, es muy propio de seres que, más que humanos, hay que considerarlos alejados de la misma naturaleza que Dios nos dio como especie y, más bien, incluirlos en alguna de las que, como alimañas, pululan por la Tierra.

Es muy conocida la frase de San Agustín según la cual “Dios, que te creó sin ti, no te salvará sin ti” porque pone, sobre el tapete de la realidad de cada cual, que, el Creador, aún dándonos la vida y haciendo posible, incluso, el perdón del pecado original en el bautismo (o de la forma que Dios quiera en otras manifestaciones religiosas y que, seguramente, ignoramos) nos da la libertad para que, aceptando su voluntad, caminemos hacia su Reino de una forma, digamos, correcta y adecuada.

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