Vírgenes, advocaciones. Nuestra Señora de Lourdes

Bernardette Soubirous vivía en unas condiciones pésimas. Enferma desde los diez años de asma tuvo que ser a ella a quien la Santa Madre de Dios le diera un mensaje de esperanza, de amor y de auxilio a los necesitados. A lo mejor porque era una de las personas de las que Jesús refiriera al Padre sobre haber escondido las cosas más importantes a los sabios y haberlas “revelado a pequeños” (Mt 11, 25).

Sin duda, Bernardita era una de aquellas pequeñas a las que Jesús tanto quería y en ella se hace expresión de virtudes como la pobreza y la humildad que tanto atesoraba la niña de Lourdes.

Pero María, Madre de Dios y Madre nuestra, tenía algo que decirle y que los católicos tenemos como cierto; unos mensajes dados para bien de la humanidad y para confortación de los corazones atribulados.

Por eso se le apareció en la gruta de Massabielle, 18 veces entre el 11 de febrero (día de celebración de su festividad en la advocación de Lourdes) y el 16 de julio de 1858.

Por haberse producido las apariciones cuatro años después de la definición del dogma de la Inmaculada Concepción (bula Ineffabilis Deus, de Pío IX, el 8 de diciembre de 1854) era un agradecimiento especial de la Madre hacia los hijos. Por eso le dice, el 25 de marzo de 1858, “Yo soy la Inmaculada Concepción” y, aunque es más que probable que Bernardita no entendiera lo que quería decir, sí quedó para la historia la confirmación de lo establecido por el Papa: “declaramos, afirmamos y definimos que ha sido revelada por Dios, y de consiguiente, qué debe ser creída firme y constantemente por todos los fieles, la doctrina que sostiene que la santísima Virgen María fue preservada inmune de toda mancha de culpa original, en el primer instante de su concepción, por singular gracia y privilegio de Dios omnipotente, en atención a los méritos de Jesucristo, salvador del género humano”.

Pero Bernardita también fue el instrumento de transmisión de más realidades espirituales que conforman el ser del creyente que se considera católico.

“¡Penitencia, Penitencia, Penitencia! Rogad por los pecadores“, lo que viene a significar que es obligada la conversión, hacer que el corazón de piedra venga a ser corazón de carne.

Es más, “Besarás la tierra por la conversión de los pecadores“, que viene a manifestar una necesaria humildad pues de otra forma no se puede llamar al hecho de besar la tierra en demanda del bien del pecador.

“No le prometo la felicidad de este mundo, sino la del otro, que viene a demostrar la importancia de cargar con nuestra propia cruz en la esperanza de la vida eterna ganada, para nosotros, por Cristo.

Y el origen de las sanaciones milagrosas: “Vaya a beber y a lavarse en al fuente” porque no sólo podemos hablar de los casos en los que una persona ha sanado del cuerpo enfermo sino los muchos que debe haber habido, que hay, de sanación del corazón y de salvación interior del creyente.

Por lo dicho hasta ahora, bien podemos decir que de los diversos mensajes que recibió Bernardita, santa desde el 8 de diciembre de 1933, aquello con lo que debemos quedarnos y, a ser posible, llevar a nuestras vidas, son estas tres, digamos, indicaciones:

a) Pobreza: por ella misma y por toda la humanidad necesitada.

b) Oración: para todos los creyentes que han de rogar.

c) Penitencia: para todos los creyentes que necesitan conversión.

Y los símbolos de las apariciones de Lourdes:

1.-El agua: viva que, como a la Samaritana, la llevó a la vida eterna.

2.-La roca: gruta que, como roca, representa a Dios, roca nuestra.

3.-Las velas: que, representando la luz de la fe, arden día y noche a la entrada de la gruta.

4.-Las multitudes: hijos de Dios que se saben hijos de Dios.

Por otra parte, si hay algo que resulta importante destacar en las apariciones que contempla Bernardita es que la Madre de Dios la trata con toda la dignidad que una persona merece. Así, le habla de Ud. (“¿Quiere usted hacerme el favor de venir aquí durante quince días?", le dice, por ejemplo, en una ocasión) lo cual, teniendo en cuenta la consideración que se tenía de ella misma no era poca cosa.

Y esto, que tan normal nos puede parecer al considerarnos hijos de Dios, creados a imagen y semejanza del Creador, no era, en la concreta persona de Bernardita, algo tenido como admisible sino, muy al contrario, una forma de no tratar aquella joven.

Así, algo tan normal como considerarse una persona debió resultar, para la niña, una experiencia de amor y misericordia de difícil parangón… porque así es María y así se presentó en aquellos lejanos, pero a la vez cercanos en el espíritu, meses de 1858.

Y, como no puede faltar dar las gracias (por eso de ser bien nacidos) quede, aquí, esta

Oración a la Virgen de Lourdes

“Santísima Virgen de Lourdes,
que a ninguno desamparas ni desechas,
mírame con ojos de piedad y
alcánzame de tu Hijo perdón de mis
pecados para que con devoto
afecto celebre tu santa e inmaculada Concepción,
en tu milagrosa imagen de Lourdes y
reciba después el galardón de la
bienaventuranza del mismo de quien eres Madre.
Amén.“

Eleuterio Fernández Guzmán

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