La Palabra del domingo - 7 de abril de 2019
V Domingo de Cuaresma
Jn 8, 1-11
1 Mas Jesús se fue al monte de los Olivos.
2 Pero de madrugada se presentó otra vez en el Templo, y todo el pueblo acudía a él. Entonces se sentó y se puso a enseñarles.
3 Los escribas y fariseos le llevan una mujer sorprendida en adulterio, la ponen en medio
4 y le dicen: ‘Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio.
5 Moisés nos mandó en la Ley apedrear a estas mujeres. ¿Tú qué dices?’
6 Esto lo decían para tentarle, para tener de qué acusarle. Pero Jesús, inclinándose, se puso a escribir con el dedo en la tierra.
7 Pero, como ellos insistían en preguntarle, se incorporó y les dijo: ‘Aquel de vosotros que esté sin pecado, que le arroje la primera piedra.’
8 E inclinándose de nuevo, escribía en la tierra.
9 Ellos, al oír estas palabras, se iban retirando uno tras otro, comenzando por los más viejos; y se quedó solo Jesús con la mujer, que seguía en medio.
10 Incorporándose Jesús le dijo: ‘Mujer, ¿dónde están? ¿Nadie te ha condenado?’
11 Ella respondió: ‘Nadie, Señor.’ Jesús le dijo: ‘Tampoco yo te condeno. Vete, y en adelante no peques más.’”
COMENTARIO
Una lección de amor y justicia de parte de Cristo
Hay que reconocer que el Mal es perseverante. Es decir que las intenciones que tiene de provocar en los hijos de Dios daño que sea irreparable no cesan con nada. Siempre está al acecho para ver si nos hace caer en sus trampas y, así, atraernos a su redil.
A Jesús, como podemos imaginar, le tenía mucha inquina el Maligno. Y se adueñaba de los corazones de aquellos que no lo querían nada de nada. Y si eso no era suficiente, les ponía en bandeja casos como, por ejemplo, el de aquella mujer sorprendida en adulterio.
Aquí no se nos dice que Jesús diga que aquella mujer no fuera adúltera. No. La realidad era la que era pero, por encima de la misma, había algo más: Dios, su misericordia, el amor y el perdón. Y todo eso era, seguramente, demasiado para según qué tercos y duros corazones.
De todas formas, podemos imaginar los pensamientos de aquellos que habían llevado ante el Maestro a la mujer a la que había cogido, por decirlo así, in fraganti, cometiendo adulterio. En su mente sólo había una acción: apedreamiento. Y es que no lo decían por ellos sino que otro, Moisés, ya había establecido tal pena para tal acción. Y ellos, ¡hala!, a aplicar la ley y aquí paz y allá gloria.
¡Qué obtusos eran!, debió pensar Jesucristo. Aunque, a lo mejor, bastaría con mostrarles sus propios corazones. No como ellos se veían sino como, en realidad, eran. Sí, eso debía astar para solventar una situación que era verdaderamente difícil de sacar adelante.
4.04.19
Ventana a la Tierra Media – Microrrelatos - 1ª parte
La Sociedad Tolkien Española organiza, entre otras cosas, un concurso de Microrrelatos (denominado “Premios Bilbo: microrrelato en 280 caracteres”) que, anualmente, lleva a todos aquellos que quieren expresarse en este, digamos, moderno (ocupa lo que pueda ocupar un Tweet aunque, en caso de que se publique en Facebook puede ser algo mayor la longitud) medio de expresión a hacerlo sobre el tema que, para el caso, se sugiera que, para este año 2019 ha sido el de la raza de los Enanos.
El que esto escribe, como no tiene intención de presentarse ni a tal concurso ni a ningún otro, va a compartir sus propios microrrelatos que, espera, sean aceptados como humildes aportaciones al mundo propio de J.R.R. Tolkien aún sabiendo que es un recién llegado a la Tierra Media y seguro que tropezará con más de una piedra en el camino o sea atacado por trasgos, orcos o, incluso, hombres…
2.04.19
Un amigo de Lolo – "Lolo, libro a libro" – Saber lo que nos conviene
Presentación
Yo soy amigo de Lolo. Manuel Lozano Garrido, Beato de la Iglesia católica y periodista vivió su fe desde un punto de vista gozoso como sólo pueden hacerlo los grandes. Y la vivió en el dolor que le infligían sus muchas dolencias físicas. Sentado en una silla de ruedas desde muy joven y ciego los últimos nueve años de su vida, simboliza, por la forma de enfrentarse a su enfermedad, lo que un cristiano, hijo de Dios que se sabe heredero de un gran Reino, puede llegar a demostrar con un ánimo como el que tuvo Lolo.
Sean, las palabras que puedan quedar aquí escritas, un pequeño y sentido homenaje a cristiano tan cabal y tan franco.
Continuamos con el traer aquí textos del Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo. Lo hacemos ahora con “El sillón de ruedas”.
Saber lo que nos conviene
“Sobre la presencia hereditaria del mal pesa un análogo matiz de elección. De un lado está Dios con su fragancia, su perfección ascendente y su perpetuidad. De la cara ésta nos inclinamos por la degradación, el desfondarse y lo corruptible.” (El sillón de ruedas, p. 97)
Ciertamente, Dios da al ser humano, que es semejanza suya, libertad de elección, para escoger entre una cosa y la otra. Y eso nos parece la mar de bien porque desdice de forma total la especie según la cual nuestro Creador nos domina hasta eliminar nuestro ser.
Bien. Sabemos, por tanto, que cuando se plantean dos caminos distintos en nuestra vida… en fin, que podemos y debemos escoger. Pues lo mismo pasa con la fe que tenemos, la católica, y con lo que la misma supone para nosotros.
El Beato Manuel Lozano Garrido que, como es lógico, también tendría que escoger muchas veces a lo largo de su vida, nos dice que sí, que debemos escoger pero habla muy bien acerca de qué puede ser tal elección en materia espiritual.
Que el Mal existe es bien cierto y que, también, en nosotros radica no poco del mismo (de nuestro corazón salen las obras y no siempre son buenas…) es una verdad más que grande.
Dice Lolo que la presencia del mal es hereditaria. Y es que no podemos dudar lo más mínimo acerca de que, en efecto, desde que el pecado entra en el mundo (recordemos… Adán, Eva, la serpiente, etc.) no ha habido día en el que no se manifieste el mismo. Por eso sabemos que hemos heredado una capacidad innata de pecar y, así, de hacer que el Mal no cese nunca de estar en funciones.
31.03.19
La Palabra del domingo - 31 de marzo de 2019
IV DOMINGO DE CUARESMA
Lc 15, 1-3. 11-32
“1Todos los publicanos y los pecadores se acercaban a él para oírle, 2 y los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: ‘Este acoge a los pecadores y come con ellos.’3 Entonces les dijo esta parábola.11 Dijo: ‘Un hombre tenía dos hijos; 12 y el menor de ellos dijo al padre: “Padre, dame la parte de la hacienda que me corresponde.” Y él les repartió la hacienda. 13 Pocos días después el hijo menor lo reunió todo y se marchó a un país lejano donde malgastó su hacienda viviendo como un libertino. 14 ‘Cuando hubo gastado todo, sobrevino un hambre extrema en aquel país, y comenzó a pasar necesidad. 15 Entonces, fue y se ajustó con uno de los ciudadanos de aquel país, que le envió a sus fincas a apacentar puercos. 16 Y deseaba llenar su vientre con las algarrobas que comían los puercos, pero nadie se las daba.17 Y entrando en sí mismo, dijo: “¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen pan en abundancia, mientras que yo aquí me muero de hambre! 18 Me levantaré, iré a mi padre y le diré: Padre, pequé contra el cielo y ante ti.
19 Ya no merezco ser llamado hijo tuyo, trátame como a uno de tus jornaleros.” 20 Y, levantándose, partió hacia su padre. ‘Estando él todavía lejos, le vio su padre y, conmovido, corrió, se echó a su cuello y le besó efusivamente. 21 El hijo le dijo: “Padre, pequé contra el cielo y ante ti; ya no merezco ser llamado hijo tuyo.” 22 Pero el padre dijo a sus siervos: “Traed aprisa el mejor vestido y vestidle, ponedle un anillo en su mano y unas sandalias en los pies. 23 Traed el novillo cebado, matadlo, y comamos y celebremos una fiesta, 24 porque este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a la vida; estaba perdido y ha sido hallado.” Y comenzaron la fiesta. 25’Su hijo mayor estaba en el campo y, al volver, cuando se acercó a la casa, oyó la música y las danzas;26 y llamando a uno de los criados, le preguntó qué era aquello. 27 El le dijo: “Ha vuelto tu hermano y tu padre ha matado el novillo cebado, porque le ha recobrado sano.” 28 El se irritó y no quería entrar. Salió su padre, y le suplicaba. 29 Pero él replicó a su padre: “Hace tantos años que te sirvo, y jamás dejé de cumplir una orden tuya, pero nunca me has dado un cabrito para tener una fiesta con mis amigos; 30 y ¡ahora que ha venido ese hijo tuyo, que ha devorado tu hacienda con prostitutas, has matado para él el novillo cebado!” 31 ‘Pero él le dijo: “Hijo, tú siempre estás conmigo, y todo lo mío es tuyo; 32 pero convenía celebrar una fiesta y alegrarse, porque este hermano tuyo estaba muerto, y ha vuelto a la vida; estaba perdido, y ha sido hallado.’”
COMENTARIO
El exacto amor de Dios
Sabemos que Jesús, cuando predicaba y hacía uso de las parábolas, lo hacía porque sabía que era una forma muy conocida de explicar aquello que podía resultar más difícil de entender y porque sabía, además, que muchas veces era la única forma de mínimamente entendido.
El caso es que podemos decir que las compañías de Jesús, aquellos con los que hablaba y con los que tenía una relación muy cercana, no eran, según determinadas conciencias, lo mejor de cada casa (y entiéndase esto, por favor). Y es que si había venido a salvar lo que estaba perdido ¡qué mejor que estar con lo que está perdido!
Queremos decir que Cristo Jesús se juntaba con personas que, a tenor del pensamiento de los sabios oficiales, no eran muy recomendables: pobres, publicanos, ciegos, paralíticos, enfermos en general o, en fin, leprosos o mujeres y niños…
Todo aquello había que le tuviesen cierta inquina los que eran considerados conductores del pueblo judío o, lo que es lo mismo, fariseos et alii.
Pero Jesús sabía cuál era la misión que tenía encomendada y la cumplía a rajatabla y sin pararse en comportamientos políticamente correctos o pegados al qué dirán o respeto humano. Es más, algunos de los considerados sabios le dijeron en una ocasión (que sepamos) que sabían que era así.
Pues bien, Jesús se ve en la obligación de explicar con toda claridad cómo es Dios. Lo hace a través de la muy conocida parábola del hijo pródigo que bien podríamos titularla “La parábola del amor de Dios por sus hijos perdidos”.
29.03.19
Ventana a la Tierra Media – Soberbia y ceguera: la caída de Númenor
De la gloria al fin de todo. Así podemos definir la existencia de un regalo que hizo Eru a la raza de los hombres que tanto habían luchado y sufrido contra Morgoth. Pero, sobre todo, bien podemos decir que en este caso particular, muy especial en la obra de J.R.R. Tolkien y que, a lo mejor, tanto tiene que ver con la existencia de la Atlántida en cuanto a lo que la imaginación de nuestro autor pudiera servir la misma, aquí tiene que ver mucho el comportamiento ciego y cegado por la soberbia y la falta de seso… si ustedes nos entienden.
Por cierto, no hemos dicho que el regalo citado arriba es la isla estrellada (con forma de estrella aunque luego también se “estrelló”, hundiéndose, por culpa de los hombres, podemos decir) de Númenor que es un nombre que, en sí mismo, incita mucho la imaginación y, podemos decirlo así, el ansia por conocerla. ¿Qué fue Númenor?, ¿Qué fue de ella?
Veámoslo.
Eleuterio Fernández Guzmán
Licenciado en Derecho, casado y con dos hijos. Hijo de Dios y hermano en Cristo… en defensa de la fe, sabiendo que en esta labor, a veces ingrata pero siempre fructífera, no estoy solo sino, al contrario, acompañado de muy buenas compañías.
Mi correo electrónico, para quien quiera hacerme llegar una queja, alguna noticia, etc. es [email protected]
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