En proceso - Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo

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A la categoría “En proceso” se traen aquellos casos de fieles católicos que se encuentren, precisamente, en proceso de beatificación y/o canonización. Más que nada para que se conozcan y sean gozadas sus virtudes.

Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo

Beatificación de Lolo

La Congregación para las Causas de los Santos, tras el correspondiente análisis de la vida, obra y comportamiento de Manuel Lozano Garrido, entendió que podía subir a los altares como Beato.

El 12 de junio de 2010 en Linares (Jaén-España) y ante 20. 000 fieles y más de 20 obispos se llevó a cabo la ceremonia de beatificación de Manuel Lozano Garrido (presidida por el prefecto de la citada Congregación, el arzobispo Angelo Amato), más conocido como “Lolo”, fijándose su fiesta liturgia para el 3 de noviembre, día de su subida a la Casa del Padre.

Pero ¿Quién era Lolo?

En apariencia un ser humano frágil, enfermo, desahuciado para una sociedad moderna en la que le tocó vivir y que considera el aspecto físico, lo que se considera “salud”, como el ejemplo de la máxima vitalidad mundana.

Pero Manuel tenía, para sí y para el mundo, un sentido muy distinto de su propia situación y debía sentir dicha, gozo y la comprensión de estar completando los sufrimientos de Cristo en su cruz y, antes, en su Pasión (cf. Col 1, 24).

Había nacido en Linares, municipio de la Provincia de Jaén, en Andalucía (España) el 9 de agosto de 1920. Su inquietud religiosa pronto se manifestó al ingresar como socio Junior en el centro de Jóvenes de Acción Católica, entonces creado.

Dios, en su inmensa sabiduría, sabe preparar a los mejores para que sean los mejores. Así, Manuel, a lo largo de aquellos primeros años de su vida, supo aplicar, a su existencia, la piedad, el estudio y la oración como instrumentos del fortalecimiento de su alma y como preparación para lo que luego tendría que pasar.

Manuel Lozano Garrido

Con tal sólo 18 años, en 1938 fue encarcelado durante 3 meses en el contexto de la Guerra Civil y persecución religiosa que España sufrió y padeció entre los años 1936 y 1939. Y antes de terminar la contienda civil aparecieron los primeros síntomas de lo que era una enfermedad reumática que le iría, con el tiempo, impidiéndole realizar muchos de los movimientos que, hasta entonces, tenía como normales y propios de una persona.

Eso, sin embargo, no arredró a Manuel que acabada la guerra retomó sus estudios y, sobre todo, su actividad apostólica. Además, fue nombrado vicesecretario general del Centro de Juventud de Acción Católica donde católicamente militaba pues, como bien dice San Josemaría en el número 76 de “Es Cristo que pasa” que “La vida del cristiano es milicia, guerra, una hermosísima guerra de paz, que en nada coincide con las empresas bélicas humanas, porque se inspiran en la división y muchas veces en los odios, y la guerra de los hijos de Dios contra el propio egoísmo, se basa en la unidad y en el amor”.

A los 22 años de edad Manuel se ve confinado en una silla de ruedas y, desde 1943 (un año después) sufre inmovilidad total a lo que sumó la pérdida de la vista (últimos 9 años de su vida) y el ingreso en 1964 en la Organización Nacional de Ciegos Españoles (ONCE).

Manuel empezó a colaborar en emisiones de radio a pesar de sus especiales circunstancias físicas. En 1940 escribe su primer artículo en la revista “Cruzada”. Funda la revista “Sinaí” (1956) y escribe artículos en la prensa local y nacional. Además, es autor del “Decálogo del periodista” y escribe nueve libros de espiritualidad, diarios, ensayos y una novela autobiográfica haciendo uso de su máquina de escribir, aliada de su espíritu y de su vida.

Lolo no pasa desapercibido para nadie porque se le reconoce el esfuerzo que hace y, sobre todo, la forma de llevarlo a cabo. Acepta su enfermedad de forma admirable y le sirve, la misma, como apostolado que muchos reciben admirando que sea tan laborioso, austero y piadoso y ganándose, a pulso de gozo, una fama de santidad que se tenía más que merecida.

Recibe, por ejemplo, el premio BRAVO de Prensa de la Comisión Episcopal de Medios de Comunicación (Conferencia Episcopal Española) en lo que sería el primero de tales premios. Además, es declarado hijo predilecto de Linares.

Manuel amaba a la Iglesia y lo hacía a través de la Acción Católica y de su propia vida, llevada adelante con admirable tesón sólo propio de los grandes en la fe. Alegre y feliz es, como ha dicho el obispo de Jaén, Ramón del Rayo, “un faro luminoso para muchos cristianos”.

Traemos, aquí, la siguiente oración, propia de Lolo y dedicada a pedir por los periodistas.

Señor:

Pon en la frente de todos los que escriben, una proa que enfile el buen puerto que eres, y asegura a su nave un paisaje completo de obreros y operarios, estudiantes y madres, profesores y chicas.

Que a su vez, en el trato y al margen del oficio sean semilla noble de ejemplo y de ternura.

Que también acaricien mirando a los semáforos o en el coche o en el metro.

Que su poso de ciencia tenga el espejo al fondo de tu sabiduría.
Que cuando las masas griten y suenen puñetazos en las cafeterías, él hable con un vaso en la palma y el agua esté serena como la faz de un lago.

Si un milagro hace falta sea en los teclados, se les vaya pintando la imagen de su hijo o la de los amigos.

Que si de pronto se hace en el mundo un silencio porque hacen falta normas, su corazón sea bravo para decir la palabra; que sea clara y rotunda y, sobre todo, justa.

Le negarás el sueño, como también la sal y el pan de cada día, si sólo él puede hablar y calla por cobarde.

Tendrá que poner “robo” o “compasión", o “hambre", y lo dirá sin tentarle la bolsa o el ascenso, el susto o la amenaza.

Que de sus labios broten consejos como fuente de pueblo, que mana día y noche.

Si alguna ración doble hay que dar de optimismo, de amor y de esperanza, escánciala sobre ellos. Mensajeros de fe y de alegría.
Que escriban de rodillas cuando un hogar naufraga.

Que no los tiente la prensa de colores –"negra", “amarilla", “rosa"-.
Un periodismo al sol, claro y limpio como tu luz dorada, sea tu guía.
Y, por último, tantas gracias ocultas de quejas aceptadas y rodillas que sangran, a ver si ellos, a ver si en ellos pueden que estén siempre en la brecha del sudor y el esfuerzo para que un hombre vaya por la acera o aprisa y se dé con tu rostro, que le sonríe entre líneas.

Lolo se encuentra, ahora mismo, en pleno proceso de canonización y su postulador, D. Rafael Higueras Álamo, sacerdote de la diócesis de Jaén, mantiene un blog en el portal hermano Religión en Libertad de título “Lolo, periodista santo”.

Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, ruega por nosotros.

Eleuterio Fernández Guzmán

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